El ex agente del servicio secreto británico James Casbolt relató cómo se originó el tráfico de drogas moderno en el que estuvo envuelto su propio padre: “los servicios de espionaje británicos diseñaron y crearon la cultura del LSD en los años 50 a través de instituciones como el Instituto Tavistock de Relaciones Sociales, en Londres.
En los sesenta, el MI5, MI6, y la CIA usaron el LSD como arma contra los activistas sociales que se convirtieron en niños de las flores, demasiado empanados con los tripis para organizar la revolución”.
Puede resultar una sorpresa para muchos que el mercado mundial de la droga esté controlado y dirigido por las agencias de espionaje. En este ‘mercado’, los servicios de inteligencia británicos mandan sobre los demás.
El Doctor Timothy Leary, gurú del LSD en los sesenta, fue una marioneta de la CIA. El dinero y la droga para sus experimentos llegó de la agencia y Leary mismo reconoció que Cord Meyer, el agente de la CIA encargado de introducir el LSD en la contracultura de los sesenta “me ayudó a entender mi rol político cultural más claramente”.
Las relaciones entre la CIA y el tráfico de drogas comienzan casi desde el inicio de la agencia de espionaje. Dennis Dayle, agente senior de la DEA con el grado de supervisor declaró: “en mis 30 años de servicio en la DEA (agencia encargada de la lucha contra el narcotráfico), la mayor parte de mis investigaciones han girado invariablemente alrededor de la CIA”.
A mediados de los años ochenta, estalla en Estados Unidos el llamado escándalo Irán contra, cuyo mayor icono fue el coronel Oliver North. Tal vez recuerden aquel protegido del ex vicepresidente Dick Cheney que, de ser acusado de traición, pasó a ser considerado un héroe nacional. Y ello pese a que la comisión de asuntos secretos de las cámaras norteamericanas certificó que en el diario de Oliver North constaba que 14 millones de dólares destinados a la compra de armas para los contras nicaragüenses habían salido del tráfico de drogas.
Lo que se descubrió en aquellos años fue la conexión entre oficiales del ejército y los servicios secretos norteamericanos, y el tráfico de drogas y armas. El objetivo era recaudar fondos para sufragar a la contra nicaragüense. Si la venta de armas a un país como el Irán de Jomeini era de por sí un escándalo mayúsculo, el que agentes de los servicios secretos estuvieran implicados en el tráfico de drogas ponía en tela de juicio el sistema norteamericano en sí, su salud y su sentido.
Si recordáis, aquellos años ochenta estuvieron marcados por las muertes de heroína en todo el mundo. Posteriormente, introdujeron la cocaína en círculos empresariales y artísticos, hasta llegar al común de la población, como sucede actualmente en el mundo del Gran Hermano.
Como siempre ocurre, el paso del tiempo acabó silenciando un escándalo que podía aclarar, al menos en parte, cómo funciona el tráfico de drogas a nivel mundial y cómo se interrelaciona con otros negocios secretos.
Hoy, a raíz de la invasión de Afganistán y la interrelación con los servicios secretos paquistaníes, podemos comprender mejor este asunto.
Amores entre agentes
En los Estados Unidos hay hoy todavía abiertos sumarios que ponen al descubierto la conexión entre las cúpulas del poder y los narcotraficantes. Uno de ellos fue iniciado por el ex agente de la DEA (la popular agencia antinarcóticos), Michael Craig Ruppert, cuya historia bien pudiera servir como argumento para una excepcional película. Hijo de un piloto militar reconvertido en experto en satélites espía, y una experta en criptografía, Michael se licenció en la prestigiosa universidad de UCLA con un propósito claro: convertirse en agente secreto.
Moviéndose en esos selectos círculos no es extraño que trabara amistad con personas que, con el tiempo, aparecerían en las más altas instancias del poder norteamericano. La mujer con la que se casó, Teodora D’Orsay, resultó ser una agente de la CIA envuelta en el tráfico de drogas, lo que le ocasionó una fuerte crisis, al intentar destapar toda esa trama. Sus propios superiores le conminaron “a no continuar investigando”.
Después, se irían sucediendo robos en su casa y la de su madre, cambios de destino y la sensación de ser un apestado, acabando con la prohibición solapada de trabajar en cualquiera de los muchísimos cuerpos de seguridad lo que le llevó a tener que ejercer de conserje. Tras unos cuantos años aciagos, Ruppert recuperó la fortaleza llegando sus informaciones hasta el senado de los Estados Unidos; le prometieron que llegaría a testificar pero eso nunca sucedió. Como tampoco sirvió de nada la comisión dirigida por John Kerry, quien en 1985 dio carpetazo al asunto sin que llegara siquiera a testificar este relevante testigo.
Sin embargo, Ruppert continuó con sus investigaciones hasta convertirse en una de las máximas autoridades mundiales sobre las conexiones del narcotráfico. Sobre todo cuando, en el año 1997, vapuleara en un debate televisado al entonces director de la CIA, John Deutch, acusándole de estar detrás del negocio de la droga.
Tiempo después, un profesor de la universidad de UCLA, Paul Jabber, que había trabajado para la CIA, le contaría que, mediante el acuerdo de Argelia, entre Irán e Irak, el gobierno del Sha se comprometía a suspender su apoyo a los kurdos a cambio del control de la región de Shaat-Al-Arab, vital para sus exportaciones de crudo. Como quiera que los Estados Unidos no querían perder el control de esa zona, vital para la defensa de Israel, decidieron enviar armas a los kurdos; el pago sería el opio que pasaría desde Afganistán y Pakistán hacia Turquía atravesando el Kurdistán. Una estrategia que se repetiría en esa región en la posterior guerra de Afganistán y que estaría en el origen de la gran cantidad de heroinómanos fallecidos en el mundo occidental en los años ochenta.
Los servicios secretos paquistaníes serían, en todo momento, los perfectos compañeros de la CIA. Es un hecho documentado por las Naciones Unidas que la invasión de Afganistán por parte de la OTAN multiplicó exponencialmente la producción de heroína cuyo cultivo los talibanes habían combatido. El gobierno británico reconoció que el cultivo de la amapola podía contribuir a la pacificación de la zona al obligar a los combatientes a quedarse en el campo y no apoyar a los talibanes.
CIA y mafia
Como constató Ruppert de boca de antiguos compañeros, en cada uno de estos lugares los agentes de la CIA se aliarían con las correspondientes mafias locales, que ejercerían de enlaces comerciales a cambio de suculentos dividendos con los que financiar sus guerras. Ese mismo esquema se repetiría en los años noventa, en Kosovo, y en Chechenia, con las mafias rusas como aliadas, que repartirían el material a las ciudades ex soviéticas.
Michael Ruppert sostiene que el origen de la guerra de Yugoslavia está en la imposición de esa ruta por las altas jerarquías estadounidenses para exportar la heroína hacia Europa; una Yugoslavia cohesionada constituía un obstáculo para ello. Aquí reaparece, cómo no, la figura de Henry Kissinger, cuyas oficinas en Belgrado (Kissinger & Associates) estaban puerta con puerta a las de Radovan Karadzic, líder de los serbios en Bosnia.
Una carta fechada en 1985, supuestamente escrita por el entonces director de la CIA, Bill Casey, semanas antes de morir, admite la creación de una estructura secreta destinada a traficar con drogas en la era de la guerra fría, a cuya cabeza estaría, ni más ni menos, que George Bush senior. Al parecer, esta práctica de financiar operaciones especiales con la venta de droga era habitual desde la guerra de Vietnam. Ese mismo escrito, que llegó a las manos de Dee Ferdinand, hija del detective neoyorquino y colaborador de la CIA, Albert Carone, presuntamente asesinado por estos servicios secretos, fue presentada como prueba en un juicio contra el Ministerio de Defensa, de 1999.
El uso de los aviones
En el año 1976, el coronel Lawrence Houston responde a una interpelación del senador Frank Church admitiendo que la CIA ha utilizado el servicio postal americano como “pantalla para otras actividades secretas”. La pantalla era una empresa conocida con diferentes variaciones del nombre Pacific Corporation y que controlaba Air America, Southern Air Transport e Intermountain Air. A finales de los años setenta, estas compañías vendieron 45 aviones australianos de uso militar C-130 (algo prohibido en la legislación norteamericana) a unos, incipientes entonces, clanes colombianos.
Gary Eitel, antiguo piloto de la CIA desde la guerra del Vietnam y el hombre que destapó este asunto a finales de los setenta, confesó que los aeropuertos utilizados para esta ruta eran los de Tucson (Arizona), Portland (Oregon) y Mena (Arkansas).
Esos sofisticados aviones serían empleados desde mediados de los años ochenta para la exportación de la cocaína desde Colombia a Estados Unidos, previa parada en Panamá. Según consta en la declaración jurada ante la comisión de asuntos de inteligencia del coronel Ed Cutolo (muerto en accidente en Inglaterra en 1980), personal de las fuerzas especiales se encargó de colocar balizas radar de manera que pudieran volar a una altitud indetectable para los radares y llegar felizmente a Panamá. Estas operaciones secretas, conocidas por los nombres Watchtower, Pegasus y Amadeus estaban dirigidas por el entonces director general de la CIA, George Bush padre.
Fue en aquella época cuando el aeropuerto de Mena (Arkansas) se convirtió en receptor de toneladas de cocaína, siendo Bill Clinton gobernador. Esta información ha sido corroborada por ex agentes de la CIA como Bill Tyree, Rodney Stich y Dois G. Tatum. El coronel Carone (el mismo que conservaba una carta de Bill Casey en la que reconocía la implicación de la CIA en el tráfico de drogas) es la mayor fuente sobre la operación Amadeus. Según pudo comprobar personalmente Ruppert, en la agenda telefónica de Carone aparecían los nombres de destacadas figuras de la CIA, como el propio Casey o Richard Stilwell. En sus últimos años de vida comentó a sus familiares que Amadeus era un paraguas para el lavado de dinero procedente de la droga, que iba a parar a las Bahamas o las islas Jersey. Entre los actores principales de aquella obra aparecían nombres ilustres como Oliver North, John Poindexter o el máximo capo, George Bush padre. En algunas ocasiones esas operaciones incluyeron el asesinato de agentes de la DEA, como Kiki Camarena en 1985. El socio de Carone, James Robert Strauss, viajaba constantemente a lugares como Hong Kong, Kuala Lumpur, Londres, Lisboa o Madrid.
La contra nicaragüense
En una vista de 1998 ante el comité para el seguimiento de los servicios secretos, el inspector general Frederich Hitzs desgranó las vinculaciones entre la CIA, el narcotráfico y diversos grupos de lo que se llamó la contra nicaragüense. Según se demostró en esa comisión, sobre el funcionamiento de la CIA: “en seis casos, a pesar de tener conocimiento de que personas o grupos estaban involucrados en el tráfico de drogas, decidió no intervenir. En al menos dos de ellos, a pesar de tener pruebas no decidió hacer ninguna alegación o comprobación”.
Según el propio inspector general Frederich Hitzs, a principios del año 1981 se produjeron unas negociaciones secretas con el Ministerio de Justicia por las cuales se procedía a cambiar el estatus de miles de colaboradores de la CIA por el de no empleados. La segunda parte de la conspiración, siempre según el inspector general Frederich Hitzs, consistió en exonerar a la CIA de la culpa por tráfico de drogas en el caso de los no empleados con los que pudiera, eventualmente, trabajar. En el año 1987, el ejecutivo de la CIA Robert Graves escribió un memorandum a su superior, Clair George, en el que calificaba de “insensatez”, colaborar en el tráfico de drogas. En esa misma carta, se hacía mención a diversos jefes de la contra nicaragüense como Jorge Morales y Edén Pastora, a quien la CIA intentó asesinar en varias ocasiones.
En la declaración del ex agente de la DEA, Celerino Castillo, ante la comisión sobre inteligencia de las cámaras norteamericanas, se mencionó al coronel Oliver North como el responsable de un hangar en el Salvador donde se guardaba la droga. Al parecer, la guerra contra el sandinismo fue uno de los momentos en los que se tejieron las rutas de la cocaína, que partían de Colombia a Estados Unidos, vía Panamá y México.
Durante los años ochenta, fueron bien conocidos los carteles colombianos de la droga de Cali y Medellín. Los nombres de los hermanos Ochoa, Pablo Escobar y Carlos Lehder son bien conocidos por todos nosotros. Pues bien, las personas que han revisado las cuentas de los partidos demócratas y republicanos
han constatado que algunos de esos hombres eran contribuyentes a las arcas de esos partidos.
En concreto, los bancos de Arkansas, el estado que vio crecer políticamente a Bill Clinton, recibieron abundante dinero de Lehder, a través de unos bonos de confianza, especializados en el lavado de dinero. Al parecer, el general Noriega era un mero empleado al servicio de Lehder. Aún más, numerosas empresas
de Wall Street habrían recibido abundantes flujos de dinero de los narcotraficantes.
Pero no sólo eso. En 1999, Catherine Austin Fitts, que fue secretaria asistente del gabinete de George Bush, después de directora general de la firma Dillon Read, constata que hay cuatro estados norteamericanos con una renta per cápita más alta que los otros: California, Texas, Florida y Nueva York. Esos cuatro estados son aquellos donde más se lava el dinero de la droga (entre 100 y 260.000 millones de dólares por año) y son, precisamente, los cuatro que más contribuyen a las campañas electorales de los dos grandes partidos (el 80%).
¿Quiénes eran los gobernadores de los estados de Texas y Florida en aquel tiempo? Los señores George Bush junior y Jeff Bush. Pero el escándalo no termina ahí, durante los años de más actividad de la contra en Centroamérica, el estado de Arkansas fue el único en todo el país que emitió unos bonos al portador que, en la práctica, venían a ser unos certificados de blanqueo de dinero.
En aquellos años, en los que el aeropuerto de Mena (Arkansas) se convirtió en uno de los mayores receptores de droga, la abundancia corría en ese estado, con unas tasas de paro bajísimas. ¿Quién era el gobernador de ese estado en aquellos años? Bill Clinton (gobernador más joven de la historia norteamericana, 1978-1992. Antes, fiscal general de ese mismo estado). Sabiendo esto no es de extrañar que, nada más llegar a la Casa Blanca, William Clinton se encargara de poner en la calle al narcotraficante Carlos Lehder.
Según algunas fuentes, Lehder fue uno de los máximos contribuyentes a su campaña. Ruppert sostiene que parte de los beneficios netos que algunas compañías norteamericanas dicen tener en América Latina proceden del tráfico de drogas. Así, General Electric, por ejemplo, habría aumentado astronómicamente
su valor en bolsa por medio del tráfico de drogas. Dado que General Electric posee la cadena de televisión ABC, el propio negocio de la información periodística estaría contaminado por el tráfico de drogas. Al igual que ocurriría con Ted Turner (fundador de la CNN), con conexiones con Heny Kissinger y Colin Powell.
Eso explicaría por qué todas estas informaciones están censuradas por los medios oficiales. Ruppert sostiene que algunas de las astronómicas adquisiciones y fusiones de empresas de finales de los noventa han sido financiadas con el dinero de la droga: “si fueras Pablo Escobar o Carlos Lehder y tuvieras miles de millones de dólares y no pudieras invertirlo porque es dinero sucio, estarías encantado con que te dieran un 5% de los beneficios a cambio de participar en el negocio”.
Ruppert sostiene que el equipo Clinton-Gore estaba conectado con el cartel de Cali y el general Noriega, razón por la cual, los Bush determinaron acabar con Pablo Escobar, Carlos Lehder y el propio General Noriega, quien sería, según este analista, “un empleado de Lehder”.
Ello explicaría también por qué Clinton intentó liberar a Noriega al final de su mandato. En suma, las luchas entre el cartel de Medellín y el de Cali habrían sido una batalla –encubierta– entre el partido demócrata y el republicano.
La citada Catherine Austin Fitts, cercana colaboradora de George Bush, cuenta que el presidente del mercado de valores de Nueva York, Richard Grasso, telefoneó al líder de las FARC colombianas (la guerrilla izquierdista), invitándole a entrar en la por entonces devaluada bolsa neoyorquina.
Algunos analistas creen incluso que la querencia norteamericana por Colombia reside en que el gran capital acumulado gracias a la venta de droga podría hacer tambalearse las estructuras de la economía norteamericana.
Daniel Estulín afirma que, si el dinero de la droga desapareciera de Wall Street, ésta desaparecería también. El líder de la secta de Waco, David Kores, habría conocido esta información, de ahí que fuera acribillado por las fuerzas especiales.
En 2007, un avión alquilado por la CIA se estrelló en la península de Yucatán (México) con 3,7 toneladas de cocaína.
En 2008, una avioneta cargada de hachís se estrelló en un aeródromo sito en una finca del banquero Emilio Botín en la provincia de Ciudad Real, España. No se llevó a cabo investigación para averiguar si existía conexión entre la avioneta y el titular del aeródromo.
“El MI6 británico son los señores de la droga mundial”
“Mi nombre es James Casbolt y trabajé en operaciones negras traficando con cocaína con el IRA irlandés y el Mossad en Londres y Brighton, entre 1995 y 1999. Mi padre, Peter Casbolt, también fue agente del MI-6 y trabajó con la CIA y la mafia en Roma, introduciendo cocaína en Gran Bretaña. Mi experiencia fue que
las diferencias entre estos grupos se difuminan hasta que, al final, todos ellos conforman un solo grupo internacional trabajando juntos por los mismos propósitos.
Somos marionetas cuyos hilos mueven señores de alto nivel financiero y político desde la City de Londres. Muchos de los más altos niveles de las agencias de inteligencia no son leales a los intereses de sus respectivos países sino que se ven como parte de un ente supranacional.
Desde que fue creado, el MI6 ha sido quien ha introducido la droga en el Reino Unido. No es que lleven parte de la droga a Gran Bretaña sino que estimo que introducen el 90% de la droga que entra. Hacen esto, a través de manejar los hilos de muchas organizaciones criminales y grupos terroristas como el IRA, que están repletos de agentes del MI6. El MI6 transporta heroína desde el medio Oriente, cocaína desde Sudamérica y cannabis desde Marruecos, así como desde otros lugares. En 1998, yo mismo envié 3.000 dosis de LSD en papelillos diseñados por el MI5 con la bandera de la Unión Europea en ellos. El hombre del MI5 que envió esta partida le dijo a mi padre que era una firma del gobierno y que a ese LSD le llamaron Europa.
Este comercio global de la droga controlado por el espionaje británico genera por lo menos 500 billones de libras al año. Esto es más que el comercio global de petróleo, y las economías de Gran Bretaña y Estados Unidos son totalmente dependientes del dinero de la droga.
El jefe de la mafia, John Gotti, lo dejó muy claro cuando le preguntaron en los tribunales si él estaba envuelto en el tráfico de drogas. Contestó: “No, no podemos competir con el Gobierno”. Creo que esto sólo era una verdad a medias porque la CIA y la mafia en realidad son un solo grupo en los niveles más altos. En Gran Bretaña, el dinero de la droga del MI6 es lavado a través del Banco de Inglaterra, el Barclays y otras entidades financieras.
El dinero de la droga va pasando de cuenta en cuenta hasta que sus orígenes se pierden en una maraña de transacciones. Así, el dinero de la droga aparece totalmente blanqueado pero no totalmente limpio. Con ese dinero se compran diamantes de los corruptos negocios de diamantes de familias como los Oppenheimers. Estos diamantes son entonces vendidos y entonces sí que se limpia el dinero.
El MI6 y la CIA también son responsables de la epidemia de crack en Gran Bretaña y América. En 1978, el MI6 y la CIA estaban en Sudamérica investigando los efectos en los nativos de la pasta de coca conocida como basuco. Tiene un efecto similar al crack de la cocaína. Vieron que la potencia adictiva era mucho mayor que las de la cocaína ordinaria y crearon el crack con la fórmula del basuco. El MI6 y la CIA introdujeron seguidamente y de forma masiva el crack en Gran Bretaña y Norteamérica.
Dos años después, en 1980, Gran Bretaña y Estados Unidos comenzaron a ver los primeros síntomas de la epidemia de crack en las calles. El 23 de agosto de 1987, en un pueblito al sur de Little Rock, estado de Arkansas, dos chavales llamados Kevin Ipes y Don Henry fueron asesinados y troceados después de observar un envío de la CIA que formaba parte de la operación cuyo punto de destino era el aeropuerto de Mena, Arkansas. Bill Clinton era el gobernador de Arkansas en ese momento y estaba implicado en el tráfico de drogas con la CIA por valor de 100 millones de dólares al mes, a través de ese aeropuerto. [Encontraréis más pruebas en los libros Compromiso y Dope inc.]
En los nexos de mi padre dentro del MI6, sección drogas, todo se movía al final por Gran Bretaña. Mientras mi padre canalizaba las lanchas motoras que iban desde Marruecos hasta la Costa del Sol, en España, y después movía los cargamentos de hachís, a través del MI6 y el IRA a Gran Bretaña cada mes, los jefes de la inteligencia británica estaban contentos.
Como mi padre movía grandes cargamentos de cocaína a Roma cada mes, los jefes del MI5 y MI6 estaban felices con él. Si mi padre se quedaba con una parte para venderla por su cuenta, nadie se mosqueaba porque había tanto dinero y drogas circulando como para mover 500 billones de libras al año. Los que lo estaban pagando eran las personas que se volvían adictas, y lo pagaban con su sufrimiento.
Pero el karma siempre acaba pasando factura y tanto mi padre como yo nos volvimos adictos a la heroína. Mi padre acabó muriendo adicto y pobre en una prisión en unas circunstancias muy extrañas. Hoy, estoy limpio de las drogas y quiero contribuir a parar el enorme sufrimiento que el comercio de las drogas causa.
Las agencias de inteligencia han usado siempre las drogas adictivas como un arma contra las masas, volviéndolas inermes a la creación de un superestado mundial, un estado policial cuya fuerza militar sea la OTAN y el pueblo lleve un chip, de manera que esté completamente controlado, esto es, el Nuevo Orden Mundial”.
Casbolt afirma que el dinero de la droga va a parar a los programas secretos de ingeniería genética, tecnología extraterrestre y bases en otros planetas del gobierno secreto.
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