viernes, 30 de septiembre de 2011

¿Por qué nos fumigan?


(Extracto del artículo de la Doctora Ilya Sandra Perlingieri "Chemtrails: Las consecuencias de los metales tóxicos y de aerosoles químicos en nuestra salud. Parte I.", en global Research, traducido por Antimperialista) 
Durante más de una década, primero los ciudadanos de Estados Unidos y luego los de Canadá, durante 24 horas al día, 7 días a la semana y 365 días al año, han sido víctimas de fumigaciones de aerosoles, hechos de una mezcla tóxica de metales pesados, productos químicos, y otros ingredientes nocivos. Nada de esto fue difundido por los medios de comunicación dominantes. El Departamento de Defensa de EEUU y los militares han estado sistemáticamente cubriendo nuestros cielos con lo que se conoce como Chemtrails (también conocidos como aerosoles estratosféricos de geoingeniería). Éstos son muy diferentes de las estelas de los aviones que se evaporan muy rápidamente. Los Chemtrails no. Los aviones (equipados con boquillas especiales) liberan aerosoles que forman "líneas" en el cielo que no se evaporan. Éstos aviones vuelan en paralelo (o con frecuencia en forma de "tablero de ajedrez" ) y de pronto cubren el cielo con muchas líneas de color blanco grisáceo de millas y millas de largo (aunque esto está cambiando). Al principio, estas líneas son finas, pero pronto se expanden y, en poco tiempo, se funden. El cielo azul desaparece y es sustituido por una nube tóxica de color blanco grisáceo que borra y disminuye en gran medida nuestro sol de costumbre.
Aviones militares y comerciales están involucrados en más de 60 operaciones secretas. El año pasado, cuando volé por todo el país, vi un avión de United Airlines (vuelan por debajo de nosotros a unos 37.000 pies) pulverizando un aerosol negro que se extendió por millas y millas a través del cielo. Este programa clandestino ahora incluye aviones fumigadores de aerosoles en América del Norte, Europa, Australia y Nueva Zelanda, territorios todos de la OTAN. Cientos (si no miles) de personas han llamado y escrito al Estado para obtener respuestas. Pero las respuestas nunca llegaron. Esta sigue siendo una constante de deliberado encubrimiento. Nadie es responsable, pero seguimos siendo envenenados todos los días. No es la primera vez, sin embargo, que los ciudadanos están siendo utilizados como sujetos experimentales. El gobierno de EEUU y sus fuerzas armadas tienen una historia muy larga y sórdida de utilización de sus ciudadanos, sin su consentimiento. Como señala Carole Pellatt:
El ejército de EE.UU. ha estado rociando armas químicas y biológicas en pruebas al aire libre sobre población civil, desde 1940. Se llaman "pruebas de vulnerabilidad". Esto no es una afirmación vana. El ejército ha admitido esta práctica en muchas ocasiones y hay un montón de documentación por parte del gobierno. También hay documentación de liberaciones intencionales y experimentales de radiación sobre población civil. Lamentablemente, esta información es conocida demasiado tarde como para poder salvar vidas o aliviar el sufrimiento de las víctimas.(3)
Durante la última década, las pruebas independientes de Chemtrails en todo el país han mostrado una mezcla peligrosa y muy venenosa que incluye: bario, fibra de vidrio recubierta de aluminio-nano (conocidos como cascarilla), torio radiactivo, cadmio, cromo, níquel, la sangre desecada, esporas de moho, microtoxinas de hongos, dibromuro de etileno, y fibras de polímero. El bario puede ser comparado con la toxicidad del arsénico. El bario es conocido por afectar negativamente al corazón. El aluminio daña la función cerebral. Los investigadores y los laboratorios independientes siguen presentando informes de niveles fuera de lo normal de estos venenos. Unos cuantos funcionarios "anónimos" han reconocido estas fumigaciones de aerosoles (5).
Numerosos informes muestran que estos venenos están por encima de los niveles normales de toxicidad. Éstos están basados en estudios del agua, del suelo, y del aire. Durante más de 10 años, el investigador Clifford Carnicom ha denunciado valientemente los distintos aspectos perjudiciales de estos aerosoles y lo que están haciendo a nuestro entorno, así como a nuestra sangre. Varios grupos de "observadores del cielo" también han presentado informes y documentación muy rigurosa y veraz de estas fumigaciones diarias (7).
La investigación del Dr. Kiburn muestra claramente que los productos químicos producen serios perjuicios para el cerebro y, por tanto, para la función cognitiva. Las sustancias y Preparados Químicos, sobre todo el aluvión diario de productos químicos tóxicos, durante muchos años, puede dañar nuestra capacidad para pensar con claridad. El doctor Kilburn, en el libro: "Lesión Cerebral Química" (publicado en 1998):
La preservación del cerebro representa la única posibilidad de supervivencia para el género humano. Se han encontrado en muchas partes del país y en muchos pacientes que sus funciones estaban erosionadas seriamente por los productos químicos, productos que se han introducido en el medio ambiente, básicamente, en los últimos 50 años (18).
Parece casi increíble que millones o miles de millones de personas puedan mirar al cielo y no notar los cambios dramáticos que han tenido lugar, por ejemplo, desde mediados de la década de los 90. Entonces nuestro cielo era de un azul magnífico. Las nubes eran una hermosa variedad de formas. El sol era glorioso. Pero las personas menores de 30 años, no podrán tener un verdadero sentido de lo que había. La mayoría de ellos están demasiado ocupados con mensajes de texto o hablando en sus teléfonos celulares.
Otra persona valiente es el Dr. Michael R. Castillo, que sigue ocupándose de la cuestión de la toxicidad Chemtrails, ha escrito artículos acerca de los peligros más graves de Chemtrails. El Dr. Castillo también ha escrito un documento sin precedentes, la Declaración Universal de Ley de Preservación de la Atmósfera [UAPA]. Este documento ha estado en el Congreso desde 2008, pero está bloqueado en la comisión. La única manera de que se aprobara esta legislación sería teniendo unos verdaderos representantes en el Congreso que nos representasen a los ciudadanos y no a los grupos corporativos. Ver:
http://anticcorruptionsociety.files.wordpress.com/22010/04/the-unified-atmospheric-preservation-act.pdf

Notas:
3. Carole Pellatt. Connections. “What’s going on in the air? Yes, we are being sprayed.” Aug. 8m 2007:
5. March 12, 2010:www.lightwatcher.com/chemtrails/text/faa_confirms_Chemtrails. An interesting conference at the University of California, San Diego [UCSD], “Atmospheric Aerosols: Health, Environment, and Climate Effects” trata del aumento de enfermedades cardio-vasculares debido a los “aerosoles atmosfericos” pero sin usar la palabra Chemtrails. Yet, satellite photos they show clearly indicate the atmospheric impact of Chemtrails. See: Jan. 31, 2008: UCSD:www.youtube.com/watch?v=ztHV5RF-xyw
En el siguiente vídeo podréis ver diferentes maniobras aéreas de fumigación y cómo los aviones apagan y encienden los rociadores de aerosoles. Unos aérosoles que, al contrario que los contrails (la combustión del keroseno), perduran en el cielo durante mucho tiempo, covirtiendose en densas nubes.
16/05/2010 10:47. antimperialista #GUERRA QUÍMICA



Publicado por Miguel Jara el 31 de mayo de 2010
El pasado sábado Infomativos Cuatro ofreció un reportaje de tres minutos sobre la geoingeniería. En él, Raquel Duva, su autora, planteaba la posibilidad de que las estelas nubosas que vemos en el cielo durante los últimos años sean lo que multitud de científicos han descrito, proyectos para combatir el cambio climático por medios tecnológicos.

La geoingeniería para combatir el calentamiento global la cita el Panel Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) en su informe de 2001 bajo el epígrafe de Mitigación y ya entonces alertaba de que el riesgo de que se produzcan consecuencias imprevistas es alto
Edward Teller, padre de la bomba de hidrógeno y asesor de Reagan para el programa de defensa conocido como Guerra de las galaxias, estaba a favor de inyectar partículas que disgregasen la luz del sol en la estratosfera para evitar el calentamiento global.
No sabemos qué son esas nubes artificiales que hay en el cielo pero lo cierto es que su apariencia coincide con proyectos descritos en los últimos años. En 2002, uno de los párrafos de la prestigiosa revista Nature era el siguiente:
“Nuestro futuro podría incluir proyectos de geoingeniería en gran escala, internacionalmente aceptados”.
Las escribió Paul Crutzen, premio Nobel de Química por sus descubrimientos sobre el agujero de la capa de ozono. En agosto de 2006, Crutzen propuso hacer un experimento consistente en desarrollar en la estratosfera películas de azufre para evitar que parte de la energía solar llegue a la Tierra. Quería lanzar, por ejemplo con cañones, sulfuro de hidrógeno. Por oxidación, se forma dióxido de azufre, del cual a su vez, también por oxidación se crean partículas de ácido sulfúrico (este es el funcionamiento de los volcanes, recuerden que hace unas semanas la temperatura bajó en los países que tenían en su cielo la nube de cenizas del volcán islandés).
En el video Raquel Duva recoge declaraciones mías sobre las imágenes que cualquier persona puede ver a través ofrecidas por una página web de la NASA y recogidas por un satélite que muestran cómo determinados días gran parte de la superficie de Europa aparece literalmente cubierta por estas estelas de nubes sintéticas creadas por aviones.
Quizá el estudio científico que recoge con más detalles proyectos con la apariencia de lo que vemos en el cielo sea un trabajo de 944 páginas realizado por un panel de científicos e investigadores denominado Policy Implications of Greenhouse Warming: Mitigation, Adaptation, and the Science Base (Implicaciones de la política del calentamiento por efecto invernadero, mitigación, adaptación y base científica). Fue publicado en 1992, cinco años antes de la cumbre de Kyoto, por la National Academies Press (NAP) y sus autores son el citado panel de científicos, la National Academy of Sciences (Academia Nacional de Ciencias), la National Academy of Engineering (Academia Nacional de Ingeniería) y el Institute of Medicine (Instituto de Medicina), todos ellos de Estados Unidos. Como pueden ver, altísimas instancias del mundo científico estadounidense. Hay que recordar que ese mismo año, 1992, se celebró la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que dio lugar a una serie de acuerdos por medio de los cuales los países de todo el mundo se unían por primera vez para hacer frente a este problema.
Este mega estudio, de una exhaustividad pasmosa, argumenta que la manera más eficaz de mitigar el cambio climático es la pulverización en la atmósfera de aerosoles reflectantes utilizando para ello aviones, tanto comerciales como militares. Este método de mitigación de los efectos del cambio climático tiene como objetivo crear un escudo en la atmósfera del planeta para conseguir que aumente el albedo de la Tierra (el albedo es la relación de la radiación que cualquier superficie refleja sobre la radiación que incide sobre la misma). Se utilizaría para ello aerosoles compuestos de aluminio u óxido de aluminio y óxidos de bario, así como productos químicos que generen ozono en la atmósfera.
El listado de los expertos que participaron en este inmenso trabajo de búsqueda de alternativas técnicas con las que combatir el cambio climático depara alguna sorpresa: encontramos a Robert A. Frosch, que entonces era vicepresidente del General Motors Research Laboratories —los laboratorios de investigación de la empresa automovilística-, que ya poseían la patente Welsbach para la fumigación del cielo con aerosoles compuestos por óxidos metálicos. También está Joseph Glas, director de la división de fluoroquímicos de la compañía química DuPont. No deja de ser curiosa la participación de la compañía General Motors en este análisis sobre la posibilidad de desarrollar proyectos de geoingeniería. Por un lado están obteniendo inmensos beneficios económicos con la venta de automóviles con los que en parte se causa el calentamiento global y por otro invierten en proyectos para modificar el clima al gusto sin “tocar” el actual sistema económico imperante, que es donde está la gracia de la geoingeniería para sus aplicadores.
Más info: El libro La salud que viene. Nuevas enfermedades y el marketing del miedo (Península, 2009) contiene un capítulo entero dedicado a la geoingenería que profundiza en este ámbito. Se titula Escrito en el cielo.

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