Solzhenitsyn

“Los dirigentes bolcheviques que tomaron Rusia no eran rusos, ellos odiaban a los rusos y a los cristianos. Impulsados por el odio étnico torturaron y mataron a millones de rusos, sin pizca de remordimiento… El bolchevismo ha comprometido la mayor masacre humana de todos los tiempos. El hecho de que la mayor parte del mundo ignore o sea indiferente a este enorme crimen es prueba de que el dominio del mundo está en manos de sus autores“. Solzhenitsyn

Izquierda-Derecha

El espectro político Izquierda-Derecha es nuestra creación. En realidad, refleja cuidadosamente nuestra minuciosa polarización artificial de la sociedad, dividida en cuestiones menores que impiden que se perciba nuestro poder - (La Tecnocracia oculta del Poder)

viernes, 3 de septiembre de 2010

La gran impostura


Thierry Meyssan


LA GRAN IMPOSTURA
¡Ningún avión se estrelló en el Pentágono!

Nota del autor

Los documentos oficiales citados en este libro están disponibles en las direcciones de Internet indicadas en las notas. En caso de que fueran retiradas de las webs norteamericanas, también se encuentran agrupados y archivados en el servidor http://www.effroyable-imposture.net, donde el lector podrá consultarlos fácilmente.

Introducción


Los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 fueron seguidos en directo por cientos de millones de personas paralizadas frente a la pantalla del televisor. El estupor ante la magnitud del ataque, la impresión ante la gratuidad de la violencia, aturdieron a todos los telespectadores, incluidos los comentaristas. La ausencia de información sobre la actitud de las autoridades norteamericanas, así como la espectacular violencia de las imágenes llevaron a las cadenas a repetir sin cesar la colisión de los aviones suicidas en las torres del World Trade Center y su desmoronamiento. Las exigencias del directo junto con el efecto sorpresa circunscribieron la información a una descripción de los hechos conocidos de inmediato e impidió toda comprensión global.

En los tres días que siguieron a los atentados, los oficiales entregaron a la prensa numerosa información suplementaria sobre los aspectos menos conocidos de esos acontecimientos. Pero ésta se diluyó en el ininterrumpido raudal de noticias relativas a las víctimas y los servicios de auxilio. Al cabo de los meses fueron apareciendo esporádicamente otros datos, como muchas otras anécdotas, sin que se situaran en su contexto.

Ese 11 de septiembre perdieron la vida varios miles de personas y para vengarlas se llevó a cabo una guerra en Afganistán. Sin embargo, los hechos siguen rodeados de misterio. Su descripción está llena de sucesos extraños, incertidumbres y contradicciones. A pesar de la desazón que inspiran, la opinión pública se ha contentado con la versión oficial, teniendo en cuenta que los imperativos de seguridad nacional no permiten a las autoridades estadounidenses contarlo todo.

Esta versión oficial no se sostiene con un análisis crítico. Vamos a demostrar que se trata sólo de un montaje. En algunos casos, los elementos que hemos recogido permiten restablecer la verdad. En otros, nuestras preguntas aún siguen sin respuesta, lo que no es una razón para seguir creyendo las mentiras de las autoridades. En cualquier caso, el dossier que hemos elaborado permite desde ahora poner en duda la legitimidad de la respuesta norteamericana en Afganistán y la «guerra contra el Eje del Mal».

Le invitamos a no considerar nuestro trabajo como una verdad definitiva. Al contrario, le invitamos al escepticismo. Confie únicamente en su espíritu crítico. Para que pueda comprobar nuestras imputaciones y formarse su propia opinión, hemos enriquecido el texto con muchas notas que le indicarán las principales fuentes.

En este periodo en que Estados Unidos separa el Bien del Mal, nos esforzaremos por recordarle que la libertad no es creer en una visión simplista del mundo, sino comprender, ampliar las opciones y multiplicar los matices.

martes, 31 de agosto de 2010

Confesiones de un gangster económico (XV): Venezuela salvada por Saddam

Viene de aquí.

Venezuela salvada por Saddam

Venía yo siguiendo a Venezuela desde hacía muchos años. Era el ejemplo clásico del país elevado de la pobreza a la prosperidad gracias al petróleo. Y también un modelo del trastorno que el petróleo fomenta, del desequilibrio entre ricos y pobres, y de nación desvergonzadamente explotada por la corporatocracia. Era el compendio de todos los lugares donde los gángsteres económicos al antiguo estilo, como yo, venían a coincidir con los de la versión corporativa, de nueva escuela.

Los acontecimientos que describía el periódico del día que visité la Zona Cero eran resultado directo de las elecciones de 1998 en que los pobres y los desheredados de Venezuela eligieron presidente a Hugo Chávez por aplastante mayoría.1 Sin pérdida de tiempo, éste instituyó medidas drásticas para controlar la judicatura y otras instituciones, y disolvió el parlamento venezolano. Denunció el «desvergonzado imperialismo» de Estados Unidos, vituperó la globalización, e introdujo una ley de hidrocarburos que recordaba, incluso por el nombre, a la que Jaime Roldós hizo promulgar en Ecuador poco antes de que se estrellase su helicóptero. Esa ley duplicaba los derechos a pagar por las compañías extranjeras del petróleo. A continuación Chávez desafió la tradicional independencia de la estatal Petróleos de Venezuela, reemplazando a los directivos de ésta por personas de su confianza.2