Solzhenitsyn

“Los dirigentes bolcheviques que tomaron Rusia no eran rusos, ellos odiaban a los rusos y a los cristianos. Impulsados por el odio étnico torturaron y mataron a millones de rusos, sin pizca de remordimiento… El bolchevismo ha comprometido la mayor masacre humana de todos los tiempos. El hecho de que la mayor parte del mundo ignore o sea indiferente a este enorme crimen es prueba de que el dominio del mundo está en manos de sus autores“. Solzhenitsyn

Izquierda-Derecha

El espectro político Izquierda-Derecha es nuestra creación. En realidad, refleja cuidadosamente nuestra minuciosa polarización artificial de la sociedad, dividida en cuestiones menores que impiden que se perciba nuestro poder - (La Tecnocracia oculta del Poder)

viernes, 15 de mayo de 2009

Sinfonía en Rojo Mayor: la lucha por el poder mundial VIII: Historias de la Revolución


En esta parte Rakovsky revela interesantes datos sobre la sucesión de Lenin y la eutanasia secreta a la que fue sometido. Se entiende mejor la rivalidad de Stalin y Trotsky, ambos deseaban suceder a Lenin.

Rakovsky continúa preparando a Gabriel para que comprenda el papel de “Ellos” en la Revolución y poder llegar a revelaciones concretas que permitan un acuerdo entre “Ellos” y Stalin.

Ver las anteriores partes empezando aquí.

R. En un noventa por ciento se lo debe a “Ellos”. No debe usted olvidar que los “blancos” eran, a su manera, “democráticos”. Con ellos estaban los mencheviques y los restos de todos los viejos partidos liberales. Dentro de tales fuerzas han tenido “Ellos” siempre muchos hombres a su servicio, conscientes o inconscientes. Al tomar Trotsky el mando, recibieron orden de traicionar a los “blancos” sistemáticamente y, a la vez, la promesa de participar más o menos pronto en el gobierno soviético. Maiski fue uno de aquellos hombres, uno de los pocos que vio cumplida en él la promesa, pero solo pudo lograrlo convenciendo a Stalin de su lealtad. Unido este sabotaje a la disminución progresiva de la ayuda de los aliados a los generales “blancos”, ellos, que además eran unos pobres idiotas, sufrieron derrota tras derrota. Por fin Wilson, en sus famosos 14 puntos, introdujo el punto 6, lo cual bastó para que acabara para siempre todo intento de los “blancos” en la URSS. Durante la guerra civil se afianza para Trotsky la sucesión de Lenin. Era cosa indudable. Ya podía morir glorificado el viejo revolucionario. Si salió con vida de las balas de la Kaplan, no saldría vivo de la disimulada eutanasia a la cual se le sometió.
G. ¿Abrevió su vida Trotsky?... ¡Gran espectáculo para vuestro proceso!... ¿Sería Levin quien asistió a Lenin?
R. ¿Trotsky?… Acaso interviniera, que lo supiera es bien seguro. Ahora bien, la realización técnica, lo accidental, ¿quién sabe?... Tienen “Ellos” demasiados canales para llegar adonde quieran.
G. De cualquier manera, el asesinato de Lenin es algo de primerísima categoría para llevarlo al próximo proceso… ¿Qué le parecería a usted, Rakovsky, ser esa cosa accidental, el autor?... Naturalmente, si fracasa usted en esta conversación… El caso técnico es muy adecuado para usted, como médico…
R. No se lo aconsejo. No toque usted ese asunto, es demasiado peligroso para Stalin mismo. Podrían ustedes con su propaganda hacer cuanto quieran, pero también tienen “Ellos” la suya, más poderosa, y un argumento superior a todas las confesiones arrancadas a Levin, a mí o a cualquier otro. El qui prodest hará ver en Stalin al asesino de Lenin.
G. ¿Qué quiere decir?
R. Que la regla clásica e infalible para descubrir a un asesino es averiguar a quién beneficia el asesinato…, y en el de Lenin el beneficiado fue su jefe, Stalin. Piénselo usted, y le ruego no haga estos incisos, que me distraen sin dejarme terminar.
G. Bien, prosiga usted, pero ya sabe…
R. Es de dominio público que si Trotsky no sucedió a Lenin no fue por fallar nada humano en el plan. La suma de poderes en las manos de Trotsky durante la enfermedad de Lenin era superior a la necesaria para conseguirlo. Hasta estábamos provistos de la sentencia de muerte contra Stalin. La carta que a su esposo le arrancó la Krupskaya contra su actual jefe bastaría en manos de un Trotsky dictador para liquidar a Stalin. Pero un estúpido accidente, como ya sabrá, frustró todos nuestros planes. Trotsky cae enfermo con una dolencia que adquiere casualmente, y en el momento decisivo, cuando Lenin muere, lleva meses incapacitado de toda actividad. Inconveniente, dentro de sus grandes ventajas, de nuestra organización: la centralización personal. Naturalmente que un Troysky formado para la misma misión que debía realizar no se improvisa repentinamente. Ninguno de nosotros, ni siquiera Zinoviev o Kamenev, teníamos la formación ni el alcance necesario, que por otra parte, Trotky, celoso de ser suplantado, no quiso facilitar a nadie. Así que, cuando al morir Lenin nos enfrentamos con Stalin, que ha desplegado actividad febril, pero secreta, prevemos la derrota en el Comité Central. Debemos improvisar una solución y la que se adopta es unirse a Stalin, ser más estalinista que él, exagerar, por tanto sabotear. El resto ya lo conoce usted. Nuestra lucha subterránea permanente y su continuo fracaso frente a un Stalin que se revela como un genio policiaco sin precedentes en todo el pasado. Más aún, Stalin, acaso por un atavismo nacionalista, que no pudo extirpar en él su incipiente marxismo, acentúa su pan rusismo, suscitando tras él una clase que nosotros deberíamos exterminar, la del nacional-comunismo, en oposición al comunismo internacional que somos nosotros. Él coloca la Internacional al servicio de la URSS, y a ésta obedeciéndole a él. Si queremos hallar un paralelismo histórico, debemos señalar al bonapartismo, y si queremos hallar otro personal a Stalin, no encontramos un personaje histórico a la par. Pero yo creo hallarlo en lo esencial fundiendo dos: Fouché y Napoleón. Quitémosle a éste su segunda mitad, lo accesorio, uniforme, jerarquía militar, corona, etc., cosas que a Stalin parecen no tentarle, y sumados nos darán un Stalin idéntico en lo capital: en yugular la Revolución, no sirviéndola, sino sirviéndose de ella, en identificarse con el más viejo imperialismo ruso, como Napoleón se identificó con el galo; en crear una aristocracia, si no militar, ya que no tiene victorias, si burocrático-policíaca…
G. Basta ya Rakovsky, que no está usted aquí para hacer propaganda trotskista. ¿Llegará usted alguna vez a lo concreto?...
R. Naturalmente que llegaré, pero cuando logre que forme usted un ligero concepto sobre “Ellos”, con los cuales habrá que contar para lo práctico y concreto. Antes no, me importa más que a usted no fracasar, como usted comprenderá.
G. Pues abrevie cuanto pueda.
R. Nuestro fracaso, que se acentúa de año en año, implica dejar sin objetivo inmediato cuanto en la post-guerra impusieron “Ellos” para el nuevo salto de la Revolución. El Tratado de Versalles, tan inexplicable para políticos y economistas de todas las naciones, porque ninguno adivinó su real proyección, fue la premisa más decisiva para la Revolución.
G. Es muy curiosa la teoría, ¿cómo la explica?

(Continua aquí).

jueves, 14 de mayo de 2009

Sinfonía en Rojo Mayor: la lucha por el poder mundial VII: Masonería


Sorprendente esta parte del interrogatorio, hay mucha información de carácter histórico muy interesante, pero hay dos cosas que me han llamado la atención, una cuál es el secreto de la Masonería según Rakovsky, la otra que el propio Rakovsky parece ser uno de "Ellos", al menos eso parece decir. Tendríamos pues al segundo miembro de "Ellos" en esa época.

Como curiosidad leed el enlace que pongo cuando hablan de O'Reilly.

Ver las anteriores partes empezando aquí.

R. Déjeme terminar esta pequeña historia, y luego ya deduciremos ambos… Trotsky, desde su arribo a Petrogrado es admitido sin reservas por Lenin. Como sabe demasiado bien, las disensiones entre ambos fueron profundas durante el tiempo que media entre las dos revoluciones. Todo se olvida y Trotsky es el artífice del triunfo de la Revolución, quiera Stalin o no quiera. ¿Por qué?... El secreto lo tiene la mujer de Lenin, la Krupskaya. Ella sabe quién es realmente Trotsky, ella es quien convenció a Lenin para que aceptase a Trotsky. Si no lo acepta, Lenin hubiera seguido bloqueado en Suiza, esta ya era una poderosa razón para él y también lo fue el saber qué ayuda traía Trotsky a la Revolución. Supo Lenin, desde luego, que Trotsky traía el dinero y poderosas ayudas internacionales; el vagón precintado fue la demostración. Luego, la unidad en torno al insignificante Partido bolchevique de toda el ala izquierda revolucionaria, socialistas revolucionarios y anarquistas es obra de Trotsky, no de la intransigencia férrea de Lenin. No en vano, el antiguo Bund de proletarios judíos, del cual nacieron todas las ramas revolucionarias moscovitas, a las cuales dio el noventa por ciento de sus jefes, era el verdadero partido del “sin partido” Trotsky. Naturalmente, no el Bund oficial y público, sino el Bund secreto, insertado en todos los partidos socialistas y cuyos jefes están casi todos bajo su disciplina.
G. ¿También Kerensky?
R. Kerenski también…, y algunos jefes no socialistas, jefes de facciones políticas burguesas.
G. ¿Cómo así?
R. Olvida usted el papel de la Masonería en la primera fase democrático-burguesa de la Revolución?
G. ¿También obedecía al Bund?
R. Como inmediato escalón, desde luego, pero, en realidad, obedecía a “Ellos”.
G. ¿A pesar de la marea marxista que se alzaba, la cual también amenazaba sus privilegios y sus vidas?
R. A pesar de todo eso: naturalmente, no veía tal peligro. Tenga usted en cuenta que todo masón ha visto y ha creído ver más de lo real con su imaginación, porque imaginaba lo que le convenía. La presencia en aumento de masones en los gobiernos y jefaturas de estado de las naciones burguesas es para ellos una prueba del poder político de su asociación. Tenga en cuenta que, en aquellas fechas, todos los gobernantes de las naciones aliadas eran masones, con muy contadas excepciones… Esto era un argumento de gran fuerza para ellos. Tenían absoluta fe de que la Revolución se detendría en la República burguesa, tipo francés.
G. Según el cuadro que me han pintado de Rusia en 1917, se necesitaba que fueran muy ingenuos para creer eso.
R. Lo eran y lo son. Los masones no han aprendido aquella primera lección que fue la Gran Revolución, en la cual jugaron un enorme papel revolucionario, y devoró a la mayoría masónica, empezando por su Gran Maestre, el Orleáns: mejor dicho, por el masón Luis XVI, para continuar con girondinos, hebertistas, jacobinos, etc., y si sobrevivieron algunos fue gracias al Brumario.
G. ¿Quiere usted decir que los masones están destinados a morir a manos de la Revolución, traída con su ayuda?
R. Exacto… Ha formulado usted una verdad encerrada en un gran secreto. Yo soy masón, ya lo sabía usted ¿no?... Pues bien: le diré a usted cuál es ese gran secreto que se promete descubrirle al masón en el grado inmediato superior…, pero que no lo descubre ni en el 25, ni en el 33, ni en el 93, ni en el más alto de ningún rito… Naturalmente, yo no lo conozco por ser masón, sino por pertenecer a “Ellos”…
G. ¿Y cuál es?
R. Toda la formación del masón y el fin público de la Masonería tiende a que logren y concedan todas las premisas necesarias para el triunfo de la Revolución Comunista; naturalmente, bajo pretextos muy varios, pero que se cubren bajo su conocido trilema. ¿Comprende?... Y como la Revolución Comunista supone la liquidación como clase de toda la burguesía y la física de todo dirigente político burgués, el secreto auténtico de la Masonería es el suicidio de la Masonería como organización y el suicidio físico de todo masón algo importante… Ya comprenderá usted que tal fin reservado al masón, bien merece misterios, escenografía y tantos y tantos “secretos”… interpuestos para ocultar el auténtico… No se pierda, si usted tiene ocasión, el presenciar en alguna futura Revolución el gesto de asombro y la estupidez reflejada en el rostro de un masón cuando se convence de que él va a morir a manos de los revolucionarios… ¡Cómo grita y quiere hacer valer sus servicios a la Revolución!... Es un espectáculo como para morir uno también …, pero de risa.
G. ¿Y aún niega usted la estupidez congénita en la burguesía?
R. La niego en la burguesía como clase, no en sectores determinados. La existencia de manicomios no indica una locura general. La Masonería puede ser también un manicomio, pero en libertad… Mas prosigo: ha triunfado la Revolución; la toma del Poder se consumó. Se presenta el primer problema: la Paz y con él la primera disensión dentro del Partido, en la cual toman parte las fuerzas de la coalición que disfruta el poder. No le relataré lo que ya es de sobra conocido sobre la lucha que se libra en Moscú entre los partidarios y adversarios de la paz de Brest. Solo le indicaré que lo llamado después Oposición trotskista, los liquidados y los por liquidar, Ya se definieron allí, todos eran contrarios a firmar el tratado de paz. Aquella paz fue un error, traición inconsciente de Lenin a la Revolución internacional. Imagínese a los bolcheviques sentados en Versalles en la conferencia de la Paz y en la Sociedad de Naciones después, con el Ejército Rojo, acrecido y armado por los Aliados, dentro de Alemania. Hubiera sido soldar por las armas el Estado Soviético a la Revolución Alemana. Muy otro sería hoy el mapa europeo. Pero Lenin, un ebrio del poder, secundado por Stalin, que ya había probado el alcohol del mando, seguidos del ala nacional rusa del Partido, se impusieron por la fuerza material. Y entonces nació el “socialismo en un solo país”, es decir el nacional-comunismo, que llega a su apogeo con Stalin hoy. Naturalmente hubo lucha, pero solo en forma y extensión que no destruyese el Estado Comunista; condición con vigencia para la Oposición en toda su lucha ulterior hasta hoy. Esta fue la causa de nuestro primer fracaso y de todos los que se han seguido. Pero hubo lucha feroz, aunque disimulada, para no comprometer nuestra participación en el Poder. Trotsky organizó por sus enlaces el atentado de la Kaplan contra Lenin. Por su orden, Blumkin mató al embajador Mirbach. El golpe de estado de la Spiridonova y sus socialistas revolucionarios fue de acuerdo con Trotsky. Su hombre para todo esto insospechado, fue aquel Rosemblum, un hebreo lituano, que usaba el nombre O’Reilly, conocido como el mejor espía de la Inteligencia Británica. En realidad, un hombre de “Ellos”. La razón de haber elegido a este famoso Rosenblum fue porque, conocido solamente como espía inglés, Inglaterra, no Trotsky ni nosotros, cargaría con la responsabilidad de atentados y complots en caso de fracaso. Y así fue. La guerra civil hizo abandonar el método conspirativo y terrorista, porque nos brindó la oportunidad de tener en nuestras manos la fuerza real del Estado, al llegar Trotsky a ser el organizador y jefe del Ejército Rojo. El ejército soviético, que retrocede sin cesar frente a los “blancos” y deja el territorio de la URSS reducido al antiguo Ducado de Moscú, como por arte de magia se torna victorioso. ¿Por qué cree usted?... ¿Por magia o casualidad? Se lo diré: al tomar Trotsky el mando supremo del Ejército Rojo, ya tiene él en sus manos la fuerza necesaria para tomar el Poder. Las victorias acrecerán su prestigio y su fuerza; los “blancos” ya pueden ser derrotados. ¿Cree usted verdadera la historia oficial, que atribuye todo el prestigio de la victoria soviética al mediocre, desarmado e indisciplinado Ejército Rojo?...
G. ¿A quién pues?

(Continúa aquí.)