JERUSALÉN - Israel continua siendo el destino favorito del tráfico de mujeres para la industria del sexo – también conocido como la trata de blancas – y para una clase de esclavitud moderna en la que trabajadores emigrantes de los países en desarrollo son explotados.
El Departmento de Estado de los EEUU situó a Israel en la posición Tier 2 en su informe del 2007 sobre tráfico de personas. Asimismo, un tribunal israelí falló en contra de la política de visados de trabajo del país que fuerza a los trabajadores extranjeros a trabajar con el patrón que lo contrata y figura en el visado de trabajo.
El Departamento de Estado de los EEUU divide a los países en tres categorías:
Tier 1 es para los países que han implementado medidas para controlar el tráfico de esclavos (la mayoría de países occidentales pertenecen a esta categoría).
Tier 2 es para aquellos países que intentan erradicar esta esclavitud moderna, pero aún no cumplen los estándares necesarios.
Tier 3 es para los países que ni siquiera intentan resolver el problema. En el 2006, Israel estaba siendo vigilada por el Departamento de Estado de los EEUU por su tráfico de personas.
"Los EEUU aplican sanciones económicas a aquellos países clasificados en Tier 3, pero como tenemos una fuerte relación económica con los EEUU, Israel solo fue advertido y clasificado en una categoría ligeramente superior," dijo Romm Lewkowicz, portavoz de Hotline, una organización humanitaria israelí que defiende a los trabajadores extranjeros.El gobierno israelí ha recibido también fuertes críticas de los EEUU por vincular las visas de trabajo de los extranjeros – en su mayoría procedentes de países en desarrollo y de países del antiguo bloque soviético que trabajan en ciertas industrias, tales como la construcción, la agricultura, el servicio de hogar – al empleador que figura en la visa.
"La emission de estas visas se liga a que los trabajadores permanezcan con el mismo empleador que figura en la visa, y si esta condición no se cumple, entonces el emigrante se convierte en ilegal y puede ser deportado, sin que pueda recurrir a un tribunal," dice Sigal Rosen de Hotline.Esto ha animado a empleadores sin escrúpulos a no pagar a sus empleados, sabiendo que siempre pueden reemplazarlos sin ser penalizados.
Uno de los casos más notorio fue el del acuerdo “Turcos por Tanques” del año 2002. Según el trato, la industria military israelí (Ta'as) modernizó unos 200 tanques para Turquía por 687 millones de $, en uno de los mayores acuerdos de exportación de armas. Como parte del acuerdo, se concedieron permisos de trabajo a 800 trabajadores turcos para trabajar en la construcción en Israel, a través de la agencia de empleo turca Yilmazlar. Uno de los trabajadores que pasaron por Yilmazlar, Shaheen Yelmaz, llegó a Israel en el año 2006 soñando con poder ayudar a su padre a pagar sus deudas. Se le prometió un buen trabajo en Israel de 1.400 dólares al mes - una fortuna según los estándares turcos donde el desempleo es alto. A su llegada a Israel le quitaron su pasaporte y teléfono móvil y fue alojado junto a otros trabajadores turcos en pésimas condiciones.
"No se nos permitía abandonar las instalaciones por las tardes, y solo podíamos salir fuera nuestro día libre. Y no nos pagaron los tres primeros meses," dice Yelmaz.Yelmaz y sus compañeros, la mayoría de ellos con escasa educación, fueron coaccionados a firmar documentos en blanco antes de salir de Turquía y de ese modo aseguraron su dependencia de Yilmazlar.
"Nuestro empleador israelí nos dijo que si no estábamos contentos podíamos irnos. La policía entonces nos detendría por ser ilegales y seríamos deportados," dice Yelmaz.Siguiendo casos similares, Hotline y otras organizaciones israelíes de derechos humanos recurrieron al Alto Tribunal israelí. La Corte reconoció la injusticia del sistema, pero falló que el contrato de Yilmazla con la industria israelí de defensa era único, y el contrato de la compañía con Israel era limitado. Sin embargo, la corte falló en el 2006 que las visas de trabajo que unían al empleado con su empleador eran ilegales, y ordenó al estado que estableciera una alternativa. Rosen dice que aún esperan una respuesta del estado.
Yelmaz fue deportado a Turquía, endeudado con 15.000 $, y el contrato de Israel con Yilmazlar fue renovado.
Pero han surgido nuevos problemas.
"Israel no es solo un importador de prostitutas sino que se ha convertido en un exportador también. El año pasado descubrimos un nuevo negocio en el que mujeres israelíes eran llevadas al Reino Unido e Irlanda para trabajar en la industria del sexo," dice Lewkowicz.
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