Hola amigos.
El post de hoy, es un post improvisado. Hoy voy a hablar de un artículo que me ha llamado mucho la atención, y que podéis leer aquí. El artículo se titula Un Niño de 13 años, descubre el secreto de los árboles y hace con eso más eficientes los paneles solares.
A los ingenieros industriales se les enseñan complejos cálculos implementados en hojas excel o sofisticados programas, para encontrar la mayor eficiencia en la instalación de los paneles solares. Sin embargo, un niño ha encontrado (o mejor dicho ha desenterrado) la mejor de las soluciones; la distribución de micropaneles solares en forma de hojas de árbol, siguiendo los patrones de la serie o espiral de Fibonacci, que maximiza el rendimiento y la eficiencia de una instalación solar. Al fin y al cabo, ¿qué mejor panel solar que una hoja de un árbol?
Esto aparentemente parece un gol por toda la escuadra al muchísimo dinero que se ha invertido en la investigación sobe energía solar, aunque lamentablemente a pesar del gran desconocimiento de la gente, no lo es tanto. O por suerte si, quién sabe.
La ciencia actúa a menudo como una apisonadora. Su lema es; si esto fuera verdad ya lo sabríamos.
A mí me lo han dicho tantas veces, en mis batallas en solitario en pos de hacer abrir los ojos a los científicos, que casi ya he perdido la cuenta. Es un comportamiento mecánico, una respuesta robótica, defensiva, fría, y lo que es peor, carente del rigor que caracteriza la investigación científica. Sin embargo, lo que ignoran los científicos, es cuán engañoso es el planteamiento de su premisa.
El otro día planteaba el siguiente debate en mi perfil de Facebook. Mi frase era:
Durante más de 5000 años, o lo que es lo mismo, desde que el hombre es hombre, el ser humano ha escrito toneladas y toneladas de libros sobre alquimia, óptica, y sobretodo, geometría sagrada. Es materialmente imposible, no encontrar un edifico u resto arqueológico antiguo, donde dicha sección áurea no se encuentre reflejada, sobretodo y muy especialmente en esos templos llamados Pirámides, que son los resultados de miles de años de uso de la intuición y de investigación concienzuda sobre la cuadratura del círculo, o la triangularidad de la esfera. Sin embargo, estos libros y estos conocimientos arcanos, fueron destruidos paulatinamente, de manera lenta pero implacable, en lo que supone el mayor atentado de la historia contra el ser humano, empezando por la Biblioteca de Alejandría en el 370, la de Lhasa en 1950, la de Bagdad en el 2004, etc… Pero hay un dato importante en todo esto, y es que la pérdida de dicho conocimiento arcano perpetrada por las grandes instituciones religiosas como la Iglesia, es ignorada deliberadamente por sus grandes detractores, en esa hipnosis selectiva que tanto caracteriza el pensamiento científico moderno. Nadie sabe, o mejor dicho nadie quiere saber desde los círculos más escépticos sobre estos conocimientos arcanos. Hay una especie de miedo escénico, de pavor… En este tema, forman un matrimonio de conveniencia, que supone un paso más hacia el desconocimiento y la ignorancia, desconociendo por ejemplo, que el 98% de lo que escribió un tal Newton, eran tratados de alquimia y teología, y que en muchos de estos libros, se reía de sus propias conclusiones que extrajo sobre la gravedad, y que escribió en los Principia Mathematica.
Pero esta noticia pone sobre la mesa también otra dato muy importante, y es que la verdad puede estar en minoría, y aún así, seguir siendo la verdad. Parafraseando a Gandhi, la historia tiene ejemplos para aburrir de las muchas veces que se han defendido grandes verdades desde la minoría o desde una única persona. Gustav Jung pensaba que eran las personas y no las sociedades las responsables de los grandes cambios, lo cual le valió un gran enfrentamiento con su homónimo, ese gran perturbador de la cultura occidental llamado Sigmund Freud que opinaba justo lo contrario (yo los apodo “cariñosamente” El Club de los Cinco, siendo los otros y por este orden Aristóteles, Marx, Darwin y Einstein). La pregunta es; qué opinaría ahora Freud si viviera en la época de los blogs y la revolución de Internet viendo cómo caen los dictadores en el Próximo Oriente.
Pero no nos vayamos por las ramas (y nunca mejor dicho). Hay otra interesante anécdota a comentar, que nos viene a huevo a tenor de todo lo que estamos viendo. No sé si esta historia es cierta, pero sí es perfectamente veraz, y eso es cuanto menos lo más importante. Abrumado por los brutales y abominables avances en pos de la guerra y la destrucción del medio que el tercer Reich emprendía entre los años de pre-Guerra, un joven Viktor Schauberger, que había dedicado toda su vida al estudio de la naturaleza y cuyos trabajos inspirarán después a grandes naturalistas como Theodor Schwenk, fue requerido a comparecer ante Hitler para asesorarle científicamente sobre la debacle que se avecinaba. Sobre Schauberger solo decir que pronto le dedicaré un artículo, ya que se trata sin lugar a dudas de uno de los más grandes.
Recibido por el Führer, se encontraba con él el asesor científico del dictador, que no era otro que un tal Max Planck, el gran padre de la mecánica cuántica. Cuando finalizó el discurso demoledor de Schauberger, la historia cuenta que hasta el mismísimo dictador se encontraba sin palabras, pero que fue Planck que rompiendo ese silencio implacable que precedió toda la exposición de Schauberger, rompió el hielo sentenciando la exposición con una frase lapidaria; La Ciencia, no tiene nada que ver con la naturaleza.
Estos niños Índigo, Cristal o como se les llame, como este chico Aidan Dwyer, están aquí para restaurar esos conocimientos arcanos de los druidas, de los sumos Sacerdotes Egipcios, esa unión de hemisferios cerebrales, que está detrás de los grandes descubrimientos científicos, de los verdaderos, y no de las imposturas a las que tanto nos han tenido acostumbrados en estos dos últimos siglos.
Mientras tenga vida y fuerzas, este blog se va a dedicar en cuerpo y alma a desentrañar las grandes mentiras de la ciencia, aquellas que nos permitirán entrar en una Nueva Era, a las que estamos algunos, empezando a acariciar, y que promete el mejor de los futuros para Gaia y su conciencia colectiva.
El post de hoy, es un post improvisado. Hoy voy a hablar de un artículo que me ha llamado mucho la atención, y que podéis leer aquí. El artículo se titula Un Niño de 13 años, descubre el secreto de los árboles y hace con eso más eficientes los paneles solares.
A los ingenieros industriales se les enseñan complejos cálculos implementados en hojas excel o sofisticados programas, para encontrar la mayor eficiencia en la instalación de los paneles solares. Sin embargo, un niño ha encontrado (o mejor dicho ha desenterrado) la mejor de las soluciones; la distribución de micropaneles solares en forma de hojas de árbol, siguiendo los patrones de la serie o espiral de Fibonacci, que maximiza el rendimiento y la eficiencia de una instalación solar. Al fin y al cabo, ¿qué mejor panel solar que una hoja de un árbol?
Esto aparentemente parece un gol por toda la escuadra al muchísimo dinero que se ha invertido en la investigación sobe energía solar, aunque lamentablemente a pesar del gran desconocimiento de la gente, no lo es tanto. O por suerte si, quién sabe.
La ciencia actúa a menudo como una apisonadora. Su lema es; si esto fuera verdad ya lo sabríamos.
A mí me lo han dicho tantas veces, en mis batallas en solitario en pos de hacer abrir los ojos a los científicos, que casi ya he perdido la cuenta. Es un comportamiento mecánico, una respuesta robótica, defensiva, fría, y lo que es peor, carente del rigor que caracteriza la investigación científica. Sin embargo, lo que ignoran los científicos, es cuán engañoso es el planteamiento de su premisa.
El otro día planteaba el siguiente debate en mi perfil de Facebook. Mi frase era:
El químico, observa la probeta, y formula sus leyes. El alquimista, observa la naturaleza, y formula las suyas. La pregunta es simple; dónde vivimos, ¿en una probeta o en la naturaleza?Las respuestas vinieron por partida doble. Por un lado, un amigo decía; acaso una ciudad, donde viven muchos humanos hacinados, ¿no es más parecida a una probeta? Gran verdad. Otra amiga decía; La ciencia está contenida en la naturaleza y no al revés. Bingo. Esa era la respuesta que buscaba. Y relacionando este post con esta noticia que estaba leyendo en el mismo instante, me dí cuenta una vez más, que no existen casualidades sino causalidades.
Durante más de 5000 años, o lo que es lo mismo, desde que el hombre es hombre, el ser humano ha escrito toneladas y toneladas de libros sobre alquimia, óptica, y sobretodo, geometría sagrada. Es materialmente imposible, no encontrar un edifico u resto arqueológico antiguo, donde dicha sección áurea no se encuentre reflejada, sobretodo y muy especialmente en esos templos llamados Pirámides, que son los resultados de miles de años de uso de la intuición y de investigación concienzuda sobre la cuadratura del círculo, o la triangularidad de la esfera. Sin embargo, estos libros y estos conocimientos arcanos, fueron destruidos paulatinamente, de manera lenta pero implacable, en lo que supone el mayor atentado de la historia contra el ser humano, empezando por la Biblioteca de Alejandría en el 370, la de Lhasa en 1950, la de Bagdad en el 2004, etc… Pero hay un dato importante en todo esto, y es que la pérdida de dicho conocimiento arcano perpetrada por las grandes instituciones religiosas como la Iglesia, es ignorada deliberadamente por sus grandes detractores, en esa hipnosis selectiva que tanto caracteriza el pensamiento científico moderno. Nadie sabe, o mejor dicho nadie quiere saber desde los círculos más escépticos sobre estos conocimientos arcanos. Hay una especie de miedo escénico, de pavor… En este tema, forman un matrimonio de conveniencia, que supone un paso más hacia el desconocimiento y la ignorancia, desconociendo por ejemplo, que el 98% de lo que escribió un tal Newton, eran tratados de alquimia y teología, y que en muchos de estos libros, se reía de sus propias conclusiones que extrajo sobre la gravedad, y que escribió en los Principia Mathematica.
Pero esta noticia pone sobre la mesa también otra dato muy importante, y es que la verdad puede estar en minoría, y aún así, seguir siendo la verdad. Parafraseando a Gandhi, la historia tiene ejemplos para aburrir de las muchas veces que se han defendido grandes verdades desde la minoría o desde una única persona. Gustav Jung pensaba que eran las personas y no las sociedades las responsables de los grandes cambios, lo cual le valió un gran enfrentamiento con su homónimo, ese gran perturbador de la cultura occidental llamado Sigmund Freud que opinaba justo lo contrario (yo los apodo “cariñosamente” El Club de los Cinco, siendo los otros y por este orden Aristóteles, Marx, Darwin y Einstein). La pregunta es; qué opinaría ahora Freud si viviera en la época de los blogs y la revolución de Internet viendo cómo caen los dictadores en el Próximo Oriente.
Pero no nos vayamos por las ramas (y nunca mejor dicho). Hay otra interesante anécdota a comentar, que nos viene a huevo a tenor de todo lo que estamos viendo. No sé si esta historia es cierta, pero sí es perfectamente veraz, y eso es cuanto menos lo más importante. Abrumado por los brutales y abominables avances en pos de la guerra y la destrucción del medio que el tercer Reich emprendía entre los años de pre-Guerra, un joven Viktor Schauberger, que había dedicado toda su vida al estudio de la naturaleza y cuyos trabajos inspirarán después a grandes naturalistas como Theodor Schwenk, fue requerido a comparecer ante Hitler para asesorarle científicamente sobre la debacle que se avecinaba. Sobre Schauberger solo decir que pronto le dedicaré un artículo, ya que se trata sin lugar a dudas de uno de los más grandes.
Recibido por el Führer, se encontraba con él el asesor científico del dictador, que no era otro que un tal Max Planck, el gran padre de la mecánica cuántica. Cuando finalizó el discurso demoledor de Schauberger, la historia cuenta que hasta el mismísimo dictador se encontraba sin palabras, pero que fue Planck que rompiendo ese silencio implacable que precedió toda la exposición de Schauberger, rompió el hielo sentenciando la exposición con una frase lapidaria; La Ciencia, no tiene nada que ver con la naturaleza.
Estos niños Índigo, Cristal o como se les llame, como este chico Aidan Dwyer, están aquí para restaurar esos conocimientos arcanos de los druidas, de los sumos Sacerdotes Egipcios, esa unión de hemisferios cerebrales, que está detrás de los grandes descubrimientos científicos, de los verdaderos, y no de las imposturas a las que tanto nos han tenido acostumbrados en estos dos últimos siglos.
Mientras tenga vida y fuerzas, este blog se va a dedicar en cuerpo y alma a desentrañar las grandes mentiras de la ciencia, aquellas que nos permitirán entrar en una Nueva Era, a las que estamos algunos, empezando a acariciar, y que promete el mejor de los futuros para Gaia y su conciencia colectiva.
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