Científicos de la Universidad de Alberta, en Canadá, aseguran haber descubierto una sustancia que elimina las células afectadas por tumores, pero no consiguen fondos para seguir sus pruebas porque la sustancia que usan no tiene patente.
¿La cura del cáncer es detenida por la avidez de las farmacéuticas?
Investigadores de la Universidad de Alberta han logrado curar el cáncer utilizando un medicamento llamado dicloroacetato, sin embargo, como esta sustancia no requiere patente y es barata en comparación con los medicamentos usados para combatir el cáncer por las grandes farmacéuticas, está investigación no ha recibido mucho apoyo ni está haciendo eco en los medios.
El Dr. Evangelos Michelakis, profesor de la Universidad de Alberta, probó el dicloroacetato en células humanas y notaron que mata las células de cáncer en los pulmones, en el cerebro y en el pecho, dejando solamente las células sanas. En ratas con severos tumores sus células se encogieron al ser alimentadas con agua con esta sustancia.
El dicloroacetato detona una acción en la mitocondria para que esta acabe de forma natural con el cáncer en las células (tradicionalmente se enfoca en la glucólisis para combatirlo).
El Dr Michelakis manifestó su preocupación de no encontrar fondos para hacer pruebas clínicas con dicloroacetato ya que no representaría fuertes ganancias para inversionistas privados al no estar patentado.
Esto encaja exactamente con lo que dijo el Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts en una entrevista sobre como los fármacos que curan no son rentables y por eso no son desarrollados por las farmacéuticas que en cambio sí desarrollan medicamentos cronificadores que sean consumidos de forma serializada.
La entrevista originalmente fue publicada por el diario español La Vanguardia:
¿La investigación se puede planificar?
Si yo fuera ministro de Ciencia, buscaría a gente entusiasta con proyectos interesantes; les daría el dinero justo para que no pudieran hacer nada más que investigar y les dejaría trabajar diez años para sorprendernos.
Parece una buena política.
Se suele creer que, para llegar muy lejos, tienes que apoyar la investigación básica; pero si quieres resultados más inmediatos y rentables, debes apostar por la aplicada.
¿Y no es así?
A menudo, los descubrimientos más rentables se han hecho a partir de preguntas muy básicas. Así nació la gigantesca y billonaria industria biotech estadounidense para la que trabajo.
¿Cómo nació?
La biotecnología surgió cuando gente apasionada se empezó a preguntar si podría clonar genes y empezó a estudiarlos y a intentar purificarlos.
Toda una aventura.
Sí, pero nadie esperaba hacerse rico con esas preguntas. Era difícil obtener fondos para investigar las respuestas hasta que Nixon lanzó la guerra contra el cáncer en 1971.
¿Fue científicamente productiva?
Permitió, con una enorme cantidad de fondos públicos, mucha investigación, como la mía, que no servía directamente contra el cáncer, pero fue útil para entender los mecanismos que permiten la vida.
¿Qué descubrió usted?
Phillip Allen Sharp y yo fuimos premiados por el descubrimiento de los intrones en el ADN eucariótico y el mecanismo de gen splicing (empalme de genes).
¿Para qué sirvió?
Ese descubrimiento permitió entender cómo funciona el ADN y, sin embargo, sólo tiene una relación indirecta con el cáncer.
¿Qué modelo de investigación le parece más eficaz, el estadounidense o el europeo?
Es obvio que el estadounidense, en el que toma parte activa el capital privado, es mucho más eficiente. Tómese por ejemplo el espectacular avance de la industria informática, donde es el dinero privado el que financia la investigación básica y aplicada, pero respecto a la industria de la salud. Tengo mis reservas.
Le escucho.
La investigación en la salud humana no puede depender tan sólo de su rentabilidad económica. Lo que es bueno para los dividendos de las empresas no siempre es bueno para las personas.
Explíquese.
La industria farmacéutica quiere servir a los mercados de capital.
Como cualquier otra industria.
Es que no es cualquier otra industria: estamos hablando de nuestra salud y nuestras vidas y las de nuestros hijos y millones de seres humanos.
Pero si son rentables, investigarán mejor.
Si sólo piensas en los beneficios, dejas de preocuparte por servir a los seres humanos.
Por ejemplo.
He comprobado como en algunos casos los investigadores dependientes de fondos privados hubieran descubierto medicinas muy eficaces que hubieran acabado por completo con una enfermedad.
¿Y por qué dejan de investigar?
Porque las farmacéuticas a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar el medicamento.
Es una grave acusación.
Pues es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la industria farmacológica y comprobará lo que digo.
Hay dividendos que matan.
Por eso le decía que la salud no puede ser un mercado más ni puede entenderse tan sólo como un medio para ganar dinero. Y por eso creo que el modelo europeo mixto de capital público y privado es menos fácil que propicie ese tipo de abusos.
¿Un ejemplo de esos abusos?
Se han dejado de investigar antibióticos porque son demasiado efectivos y curaban del todo. Como no se han desarrollado nuevos antibióticos, los microorganismos infecciosos se han vuelto resistentes y hoy la tuberculosis, que en mi niñez había sido derrotada, está resurgiendo y ha matado este año pasado a un millón de personas.
¿No me habla usted del Tercer Mundo?
Ése es otro triste capítulo: apenas se investigan las enfermedades tercermundistas, porque los medicamentos que las combatirían no serían rentables. Pero yo le estoy hablando de nuestro Primer Mundo: la medicina que cura del todo no es rentable y por eso no investigan en ella.
¿Los políticos no intervienen?
No se haga ilusiones: en nuestro sistema, los políticos son meros empleados de los grandes capitales, que invierten lo necesario para que salgan elegidos sus chicos, y si no salen, compran a los que son elegidos.
De todo habrá.
Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos - y sé de lo que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus campañas. Lo demás son palabras.
Richard J. Roberts nació en Derby, Inglaterra, en 1943. Estudió inicialmente Química, posteriormente se traslada a Estados Unidos, donde desarrolla actividad docente en Harvard y en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York. Desde 1992 dirige los trabajos de investigación del Biolabs Institute, de Beverly, (Massachusetts).
Obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1993, compartido con Phillip A. Sharp, por su trabajo sobre los intrones, fragmentos de ADN que no tiene nada que ver con la información genética. Pudieron describir que la información depositada en un gen no estaba dispuesta de forma continua, sino que se encontraba fraccionada.
Los primeros experimentos los realizaron sobre material genético de virus, particularmente de adenovirus.
Ambos llegaron a la conclusión de que el ARN ha tenido que preceder en la evolución al ADN.
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