He aquí una breve historia de este monstruo.
1901: La empresa es fundada por John Francis Queeny, un miembro de los Caballeros de Malta, un veterano farmacéutico de treinta años casado con Olga Méndez Monsanto, que acabó dando nombre a la Monsanto Chemical Works. El primer producto de la empresa es la sacarina química, que se vende a Coca-Cola como edulcorante artificial.
Incluso en aquel momento, el gobierno ya sabía que la sacarina era venenosa y realizó una demanda judicial para detener su fabricación, pero perdió en la corte, abriendo así la caja de Pandora de Monsanto para comenzar a envenenar al mundo a través de la conocida bebida gaseosa.
Década de 1920: Monsanto expande sus actividades al campo de los productos químicos industriales y los medicamentos, convirtiéndose en el mayor fabricante del mundo de aspirina, es decir, de ácido acetilsalicílico. Este es también el momento en el que las cosas empezaron a ir mal para el planeta, con la introducción de sus bifenilos policlorados (PCB).
“En su momento, los PCB se consideraban un producto químico industrial maravilloso, un petróleo que no se quema, impermeable a la degradación y que tenía aplicaciones casi ilimitadas.A pesar de que los PCB fueron finalmente prohibidas después de cincuenta años causando devastación, todavía está presente en casi todas las células animales y en muestras de sangre humana y tejidos por todo el mundo. Documentos presentados en la corte más tarde mostraron que Monsanto era plenamente consciente de sus efectos mortales, pero penalmente los ocultó al público para mantener sus enormes ganancias.
Actualmente, los PCB se consideran una de las peores amenazas químicas para el planeta.
Ampliamente utilizado en la fabricación de lubricantes, fluidos hidráulicos, aceites de corte, recubrimientos impermeables y selladores líquidos, los PCB son carcinógenos potentes y están implicados en trastornos del sistema reproductivo, en trastornos del desarrollo y en desórdenes del sistema inmunitario.
El centro mundial de fabricación de PCB era la planta de Monsanto en las afueras de St. Louis, Illinois, que tiene la tasa más alta de muerte fetal y de nacimientos prematuros del estado”.
Década de 1930: Monsanto creó su primera semilla de maíz híbrido y expandió sus actividades al campo de los detergentes, jabones, productos de limpieza industrial, cauchos sintéticos y plásticos. La mayoría de ellos tóxicos, por supuesto.
Década de 1940: Se inician las investigaciones sobre el uranio que se utilizará para la primera bomba atómica del Proyecto Manhattan, que más tarde sería lanzada sobre Hiroshima y Nagasaki, matando a cientos de miles de japoneses y envenenando a militares de Corea y del ejército de Estados Unidos Ejército, así como millones de personas más.
Durante esa década, la compañía continuó con sus actividades asesinas mediante la creación de pesticidas para la agricultura que contenían dioxinas mortales, que envenenaban los suministros de alimentos y agua. Más tarde se descubrió que Monsanto no dio a conocer que la dioxina fue utilizada en una amplia gama de sus productos, ya que hacerlo les obligaría a reconocer que habían creado un infierno en el medio ambiente de la Tierra.
Década de 1950: Estrechamente alineada con The Walt Disney Company, Monsanto crea varias atracciones en el parque Tomorrowland de Disney, exponiendo los “maravillosos beneficios” de los productos químicos y plásticos. Su “casa del futuro” fue construida íntegramente con plástico tóxico que no era biodegradable, en contra de lo que ellos mismos habían afirmado públicamente. Siguiendo con su larga tradición, Monsanto mintió al público.
Década de 1960: Monsanto, junto con su socio delictivo, la empresa química DOW Chemical, producen el controvertido y altamente tóxico Agente Naranja, el producto desforestador utilizado en la invasión de Vietnam por parte de los EE.UU..
¿Los resultados? Más de 3 millones de personas contaminadas, medio millón de civiles vietnamitas muertos, medio millón de bebés vietnamitas nacidos con espantosos defectos de nacimiento y miles de veteranos militares de EEUU sufriendo o muriendo a causa de sus efectos hasta la actualidad.
Monsanto fue denunciado ante la corte otra vez y memorandos internos muestran que Monsanto conocía los efectos mortales de las dioxinas contenidas en el Agente Naranja cuando vendieron el producto al gobierno.
Sin embargo, de forma escandalosa, se permite a Monsanto presentar su propia “investigación” que concluyó que la dioxina era segura y que no plantea problemas para la salud de ningún tipo.
Satisfechos por la explicación, los tribunales, obviamente comprados, desestiman las denuncias contra Monsanto. Más tarde salió a la luz pública que Monsanto mintió acerca de los resultados y que su verdadera investigación concluyó que la dioxina mataba muy eficazmente.
Un memorando interno de Monsanto, posteriormente liberado durante un juicio en el año 2002, afirmaba que:
“Las pruebas demuestran que la persistencia de estos compuestos y su presencia universal como residuos en el medio ambiente están fuera de toda duda…las presiones públicas y legales para eliminarlos con el fin de evitar la contaminación global son inevitables. Esto será como una bola de nieve. ¿Qué podemos hacer? Las alternativas: ir a la quiebra; seguir vendiendo el producto siempre cuánto podamos y no hacer nada al respecto; tratar de mantenernos en el negocio; crear productos alternativos”Monsanto se asoció con I.G. Farben, el fabricante de la aspirina de Bayer y de los productos químicos utilizados durante el Tercer Reich y la segunda guerra mundial, especialmente el gas mortal utilizado en las cámara de gas, el Zyklon-B.
En conjunto, las empresas utilizan su experiencia colectiva para introducir el aspartamo, otra neurotoxina extremadamente mortal, en el suministro de alimentos. Cuando empezó a cuestionarse la toxicidad de la sacarina, Monsanto aprovechó la oportunidad para presentar el aspartamo, otro de sus venenos mortales al desprevenido público.
Década de 1970: el socio de Monsanto, GD Searle, realiza numerosos estudios internos que pretenden demostrar que el aspartamo es seguro, mientras que las propias investigaciones científicas de la FDA (la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU.), revelan claramente que el aspartamo causa tumores y agujeros masivos en los cerebros de las ratas, antes de matarlas. La FDA inicia una investigación del gran jurado sobre GD Searle por “tergiversar deliberadamente hallazgos, ocultar pruebas materiales y hacer declaraciones falsas” en relación con la seguridad del aspartamo.
Durante este tiempo, GD Searle utiliza estratégicamente al destacado miembro de las cúpulas de Washington, Donald Rumsfeld, quien en su momento ejerció como Secretario de Defensa durante las presidencias de los presidentes Gerald Ford y George W. Bush y lo convierte en director general de GD Searle. El principal objetivo de la empresa es utilizar la influencia política de Rumsfeld y su vasta experiencia en el negocio de la muerte para influir en la FDA.
Donald Rumsfeld |
Década de 1980: En medio de las investigaciones que demuestran de forma indiscutible los efectos tóxicos del aspartamo y justo cuando el comisionado de la FDA, el Dr. Jere Goyan estaba a punto de firmar una petición de ley para sacar del mercado el producto tóxico, Donald Rumsfeld llama al presidente Ronald Reagan al día siguiente de asumir el cargo.
Reagan acusa de falta de cooperación al Dr. Goyan y nombra al Dr. Arthur Hayes Hull como cabeza de la FDA, que rápidamente inclina la balanza en favor de GD Searle y el producto NutraSweet es aprobado para consumo humano en productos secos.
Es tristemente irónico que Reagan, un amante reconocido de los dulces y los caramelos, más tarde acabará sufriendo Alzheimer durante su segundo mandato, uno de los muchos efectos terribles del consumo de aspartamo.
Pero el verdadero objetivo de GD Searle era conseguir que se aprobara el aspartamo como edulcorante para refrescos, ya que los estudios exhaustivos revelaron que a temperaturas superiores a 85 grados Fahrenheit, “se descompone en las conocidas toxinas dicetopiperazinas (DKP), alcohol metílico y formaldehído”, convirtiéndose en un producto mucho más tóxico que su forma seca en polvo.
La Asociación Nacional de Bebidas Refrescantes (NSDA) está inicialmente preocupada, temiendo por futuras demandas de los consumidores a causa de los efectos tóxicos del producto.
Pero cuando GD Searle es capaz de demostrar que el aspartamo líquido resulta ser mucho más adictivo que la cocaína, la NSDA se convence de que los beneficios de la venta de bebidas alcohólicas mezcladas con aspartamo compensarán fácilmente cualquier responsabilidad futura. Con eso, la avaricia corporativa gana y los incautos consumidores de refrescos acaban pagando los efectos sobre su salud.
Coca-Cola comienza a envenenar a los consumidores de su Coca-Cola Light con aspartamo en 1983. Como era de esperar, las ventas se disparan a medida que millones de personas de todo el mundo se vuelven irremediablemente adictas al producto.
El resto de la industria de los refrescos rápidamente sigue sus paso, olvidando convenientemente todas sus reservas iniciales sobre los efectos tóxicos demostrados del aspartamo. La enorme cantidad de ganancias que pueden obtener derriban todas sus posibles barreras morales.
En 1985, sin dejarse desalentar por el número creciente de acusaciones de investigaciones fraudulentas realizadas por GD Searle, Monsanto decide adquirir la empresa y forma una nueva filial del aspartamo llamada NutraSweet Company.
Cuando multitud de científicos e investigadores independientes continúan advirtiendo sobre los efectos tóxicos del aspartamo, Monsanto pasa a la ofensiva, sobornando al Instituto Nacional del Cáncer y presentando sus propios documentos fraudulentos para mantener el aspartamo en el mercado.
Los efectos conocidos de la ingestión de aspartamo son:
“manía, rabia, violencia, ceguera, dolor articular, fatiga, aumento de peso, dolor de pecho, coma, insomnio, entumecimiento, depresión, zumbido de oídos, debilidad, espasmos, irritabilidad, náuseas, sordera , pérdida de memoria, erupciones cutáneas, mareos, dolores de cabeza, convulsiones, ansiedad, palpitaciones, desmayos, calambres, diarrea, pánico, ardor en la boca. Las enfermedades provocadas incluyen la diabetes, la esclerosis múltiple, el lupus, la epilepsia, el Parkinson, tumores, aborto involuntario, infertilidad, fibromialgia, la mortalidad infantil, Alzheimer…”Además, el 80% de las denuncias presentadas a la FDA con respecto a los aditivos alimentarios son sobre el aspartamo, que ahora está presente en más de 5.000 productos, incluyendo refrescos dietéticos y no dietéticos, bebidas deportivas, mentas, chicles, postres congelados, galletas, pasteles, vitaminas, productos farmacéuticos , bebidas lácteas, tés instantáneos, cafés, yogures, alimentos para bebés y muchos, muchos más.
En medio de la oleada de efectos tóxicos y corrupción, el jefe de la FDA, Arthur Hull dimite y es contratado inmediatamente por la firma de relaciones públicas de GD Searle como consultor científico de alto nivel.
Fuente.
Década de 1990: Monsanto gasta millones de dólares tratando de derrotar toda aquella legislación estatal y federal de EEUU que no permite que la corporación continúe volcando dioxinas, pesticidas y otros venenos cancerígenos en los sistemas de agua potable.
En cualquier caso, son demandados en innumerables ocasiones por causar enfermedades en los trabajadores de su planta y en la gente que vive en los alrededores y por los defectos de nacimiento de los bebés nacidos en las zonas circundantes.
Incluso Monsanto es denunciada por suministrar hierro radiactivo a 829 mujeres embarazadas durante un estudio para ver qué pasaba con ellas.
Pero el inmenso negocio de Monsanto no se ve afectado por ello y la maquinaria no se detiene.
En 1994, la FDA aprueba legalmente la última monstruosidad de Monsanto, la Hormona Sintética del Crecimiento Bovino (rBGH), producida a partir de cepas genéticamente modificadas de la bacteria E. coli, a pesar de la indignación obvia en la comunidad científica por los peligros que representa. Por supuesto, Monsanto afirma que la leche llena de antibióticos y hormonas no sólo es segura, sino que en realidad es extremadamente saludable.
Peor aún, las empresas lecheras que se niegan a utilizar este producto tóxico y que etiquetan sus productos como “libres de rBGH” son demandadas por Monsanto, alegando que eso les da una ventaja injusta sobre los competidores. Al hacerlo, en esencia, lo que Monsanto dice es “sí, sabemos que el rBGH enferma a la gente, pero no está bien que usted anuncie que no está en sus productos”.
Al año siguiente, la empresa comienza a producir cultivos transgénicos capaces de tolerar su famoso herbicida tóxico Roundup.
Los productos Roundup Ready de colza, soja, maíz y algodón comienzan a golpear el mercado, anunciados como alternativas más saludables y seguras que sus rivales orgánicos no genéticamente modificados.
Al parecer, la propaganda funcionó, pues hoy más del 80% de la colza del mercado es de la variedad genéticamente modificada, cuyo aceite contamina gran cantidad de productos que se pueden encontrar en los supermercados.
Debido a que estos cultivos transgénicos han sido diseñados para “auto-polinizarse”, no necesitan a la naturaleza o a las abejas para hacerlo. Hay una agenda muy oscura al respecto de esto, que es acabar con la población de abejas del mundo.
Monsanto sabe que las aves y en especial las abejas, son una traba para su monopolio debido a su capacidad para polinizar las plantas y por lo tanto para crear de forma natural los alimentos no controlados por la empresa en su “programa de control y dominación completa” del suministro agrícola. Cuando las abejas tratan de polinizar una planta o una flor Genéticamente Modificada, se envenan y mueren. De hecho, el colapso de las colonias de abejas es un problema ampliamente reconocido y ha estado sucediendo desde que los cultivos transgénicos se introdujeron por primera vez.
Para contrarrestar las acusaciones de que deliberadamente causan este genocidio en las abejas, Monsanto compró con toda la mala intención la empresa Beeologics, la mayor firma de investigación de las abejas, que se dedicaba a estudiar el fenómeno del colapso de colonias y cuyas extensas investigaciones denunciaban a Monsanto como al principal culpable.
A mediados de los años 90, deciden reinventarse y se presenta como una compañía centrada en el control de la oferta mundial de alimentos a través de la biotecnología artificial, para preservar las pérdidas de mercado del Roundup, debidas a la aparición de menos tóxicos.
Como podemos ver, el Roundup es tan tóxico que acaba con los cultivos no modificados genéticamente, con los insectos, con los animales, con la salud humana y con el medio ambiente al mismo tiempo. Realmente es muy eficiente.
El plan de Monsanto desde el principio, fue que todos los cultivos que no fueran de Monsanto fueran destruidos o dañados, obligando a los agricultores de todo el mundo a utilizar solamente sus semillas OGM. Y Monsanto se aseguró de que los agricultores que se negaran a entrar en el redil, fueran expulsados del negocio o fueran demandados cuando las semillas contaminantes de Monsanto, envenenaran sus granjas orgánicas.
Esto le dio a la compañía un monopolio virtual sobre los cultivos, ya que las semillas genéticamente modificadas no podrían sobrevivir en un entorno no-químico, por lo que los agricultores se vieron obligados a comprar los dos productos de Monsanto: las semillas y el indispensable herbicida Roundup para proteger los cultivos OGM.
Su siguiente paso fue gastar miles de millones en todo el mundo para comprar la mayor cantidad de compañías de producción de semillas como les fue posible y convertirlas en productoras de semillas genéticamente modificadas, en un esfuerzo por acabar con cualquier rival y eliminar los alimentos orgánicos de la faz de la tierra. En opinión de Monsanto, todos los alimentos deben estar bajo su control total y si no están genéticamente modificados, no son “seguros para ser consumidos”.
Uno pensaría que la empresa estará muy orgulloso de que sus maravillosos alimentos transgénicos sean servidos a sus propios empleados…¡pero no lo hacen!
De hecho, Monsanto ha prohibido que se sirvan alimentos genéticamente modificados en sus propias cafeterías. Ante tal escándalo, Monsanto respondió que “creemos en la libertad de elección”. Lo que realmente significa es “no queremos matar a nuestros empleados”.
¿Alguien se imagina si los propios empleados enfermaran por los productos de Monsanto en las propias cafeterías de la empresa y denunciaran a la compañía?
2000: En este momento, Monsanto controla la mayor parte del mercado mundial de organismos genéticamente modificados, OGM.
A su vez, el gobierno de EEUU gasta cientos de millones para financiar la fumigación aérea de Roundup, causando devastación ambiental masiva. Peces y animales mueren a los pocos días de la pulverización, mientras que las dolencias respiratorias y las muertes por cáncer en los seres humanos experimentan un aumento acusado. Pero todo esto se considera una coincidencia inusual, por lo que la fumigación continúa.
El monstruo se hace más grande: Monsanto se fusiona con Pharmacia & Upjohn, a continuación, las separa de su negocio químico y se cambia el nombre para convertirse en una empresa agrícola.
Sí, es cierto, una empresa química cuyos productos han devastado el medio ambiente, han matado a millones de personas y han dañado gravemente la vida silvestre en los últimos años ahora quiere que creamos que producen alimentos seguros y nutritivos. Como es una idea muy difícil de venderle al público, continúan creciendo a través de fusiones y alianzas secretas.
Debido a que su rival DuPont es una empresa demasiado grande para que les permitan fusionarse, en su lugar forman una asociación sigilosa y acuerdan abandonar los pleitos de patentes existentes de los unos contra otros y comenzar a compartir las tecnologías OGM para beneficio mutuo.
Dicho de otra manera: juntos serían demasiado poderosos y políticamente conectados y las leyes antimonopolio podrían actuar contra ellos,por lo que deciden juntar esfuerzos sin que se note y conseguir el monopolio virtual de la agricultura planetaria, bajo el lema de que “Quien controla el suministro de alimentos, controla a la gente”.
Durante estos últimos años, Monsanto es demandado en repetidas ocasiones por cientos de millones de dólares por causar enfermedades, deformidades infantiles y muertes por vertidos ilegales de todo tipo de PCB’s en las aguas subterráneas, y continuamente miente acerca de la seguridad de sus productos a través de estudios fraudulentos pagados por la compañía.
Monsanto pasa al ataque y comienza a presentar demandas frívolas contra los agricultores orgánicos, acusándolos de infringir sus patentes de semillas OGM. Lo más grave es que en prácticamente todos los casos, las semillas son arrastradas por el viento a las tierras de estos agricultores orgánicos, desde plantaciones OGM cercanas.
De esta manera, las semillas OGM de Monsanto, no solo destruyen los cultivos de los agricultores orgánicos, sino que a través de las denuncias, los llevan a la quiebra por todos los EEUU, mientras el Tribunal Supremo norteamericano se dedica a anular sentencias de los tribunales inferiores y apoya siempre a Monsanto.
Al mismo tiempo, Monsanto comienza a presentar patentes sobre técnicas de cría para cerdos, reclamando sobre cualquier animal que haya sido alimentado de forma similar a la de sus patentes, con el objetivo de hacerse con la propiedad de los animales. De hecho, sus denuncias son tan absurdas, que siguiendo su lógica, podrían llegar a reclamar que todos los cerdos criados en el mundo entero, infringen su patente.
El terrorismo global de Monsanto, se extiende a la India donde más de 100.000 agricultores caen en la bancarrota por la pérdida de cosechas OGM, lo que provoca que muchos de ellos se suiciden bebiendo Roundup, para que sus familias puedan reclamar el pago de seguros de vida.
En respuesta, el monstruo se aprovecha de la situación alertando a los medios de comunicación de un nuevo proyecto para ayudar a los pequeños agricultores de la India, donándoles los mismos productos que causaron las pérdidas de sus cosechas y las consiguientes ruinas de sus familias.
¿Y qué sucede ante tal nivel de cinismo? Pues que la revista Forbes nombra a Monsanto “empresa del año”.
Para colmo de males del mundo, Monsanto y sus socios criminales Archer Daniels Midland, Sodexo y Tyson Foods, escriben y patrocinan la conocida como “Ley de Modernización de Seguridad Alimentaria de 2009: HR 875″. Esta ley criminal da a las granjas corporativas el monopolio de vigilar y controlar todos los alimentos cultivados en cualquier lugar de EEUU, incluso en el propio patio trasero de cualquier ciudadano, y aplica duras sanciones y penas de cárcel para aquellos que no utilizan productos químicos y fertilizantes. ¿Cuál fue la reacción del presidente Obama ante esta ley? Dio su plena aprobación.
Con esta Ley, Monsanto afirma que sólo los alimentos transgénicos son alimentos seguros y que los alimentos orgánicos de cosecha propia, potencialmente propagan enfermedades y que, por lo tanto, su existencia debe ser regulada para garantizar la seguridad del mundo.
Por si eso fuera poco, Monsanto ha elaborado la conocida como Resolución Continua HR 933, también conocida como Ley de Protección de Monsanto, que Obama convirtió también en ley obedientemente. Esta ley implica que no importa cuán dañinos sean los cultivos transgénicos de Monsanto y no importa cuánta devastación causen en el país, pues los tribunales federales no podrán impedir que sigan siendo utilizados en cualquier lugar que Monsanto elija. Dicho de otra manera, Obama firmó una disposición que pone a Monsanto por encima de cualquier ley y que la hace más poderosa que al propio gobierno, lo que indica claramente quién gobierna en realidad los EEUU.
Esto puede parecer un problema exclusivamente norteamericano, pero con el impulso de los tratados TPP y TTIP que otorgan un poder casi ilimitado y por encima de la ley a grandes compañías como Monsanto, pronto será un problema para todo el mundo.
Sin embargo, nadie puede negar que la maldad intrínseca de Monsanto ha causado tanto rechazo, que muchos países siguen condenando a Monsanto por crímenes de lesa humanidad y algunos de ellos han prohibido por completo sus productos.
El mundo ha comenzado a despertar al hecho de que este monstruo corporativo se ha propuesto obtener el control total sobre la producción mundial de alimentos y visto su historial de muerte y devastación, eso sería tanto como entregarle el poder del mundo al mismísimo Satán.
Como curiosidad conspirativa, añadiremos que gente como los masones y otras sociedades esotéricas, asignan números a cada letra y que en la Gematria Inglesa, “Monsanto” equivale, nada más y nada menos, que al número del diablo: 666.
No es extraño pues, que mucha gente llame a esta corporación Mon-Satan.
Pero más allá de curiosidades esotéricas, hay algo que queda muy claro.
Y es que todas las personas de este planeta, sean de la nación que sean, de la raza que sean y de la religión que sean, tienen un enemigo común contra el que luchar: esas entidades sin alma llamadas grandes corporaciones que pretenden dominar el mundo y esclavizar a sus gentes.
Y entre ellas, destaca Monsanto, la máxima representación de este mal, contra el que todos debemos unir nuestras fuerzas si queremos disponer de un futuro.
Fuente: http://www.globalresearch.ca/the-complete-history-of-monsanto-the-worlds-most-evil-corporation/5387964
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