Estas fuerzas plutocráticas están ensayando en Grecia, a modo de escaramuza, un avance de lo que planean para el mundo entero.
La situación calamitosa que viven los griegos se puede explicar a las mentes alicortas como la consecuencia natural de otorgar el poder a una pandilla de comunistas demagogos; pero lo cierto es que estos comunistas demagogos llevan gobernando apenas unos meses, de modo que no les podemos atribuir las trapisondas que han conducido a su país a la bancarrota (causadas por los moderaditos de derechas e izquierdas que los precedieron).
También se puede explicar a las mentes alicortas que estos comunistas demagogos han lanzado un órdago inaceptable a sus acreedores; pero lo cierto es que, con todos los histrionismos que se quiera (que para eso los griegos son grandes histriones), estos comunistas demagogos no han querido sino prolongar las condiciones que previamente sus acreedores habían concedido a los anteriores gobiernos griegos. Lo cierto, en fin, es que, tan pronto como estos comunistas demagogos alcanzaron el poder, la actitud del Fondo Monetario Internacional, las instituciones europeas y demás organismos al servicio de la plutocracia internacional cambió abruptamente; y que las contemporizaciones y condescendencias se tornaron de la noche a la mañana apremios y exigencias chantajistas.
No nos conformemos, pues, con explicaciones tan mostrencas, concebidas para pastorear mentes alicortas. Ando en estos días leyendo Juan XXIII (XXIV), una fantasía papal de Leonardo Castellani escrita en 1964 en la que, además de anticiparse que la sede de Pedro llegaría a estar ocupada por un argentino, se nos ofrece una lectura teológica de la Historia llena de iluminaciones proféticas. En un pasaje especialmente clarividente, Castellani se atreve a delinear el futuro de las democracias parlamentarias, que provocarán el «despertar hirviente del comunismo y el nacionalismo»; pues llegará el día en que se hará demasiado claro a todos que
«el cuento chino de la soberanía del pueblo era una tapadera de la plutocracia, un caballo de Troya de la Finanza apátrida, un cobertor de sociedades secretas y una arena espléndida del comunismo».
Para Castellani, el conflicto final (de naturaleza anticrística) será entre ese comunismo al que fatalmente nos conduce una democracia corrompida y la Finanza apátrida, que en otro pasaje se nos describe así:
«Es una sociedad nueva (o vieja, no lo sé) que dirige o concierta el movimiento anticristiano secreto en todo el mundo. Posee por doquier filiales y grande pecunia. ( ) Su objetivo es destruir el cristianismo y crear un Estado Mundial ateo; con todos los medios posibles, incluso los más infames, sin restricción moral ninguna y en el mayor secreto. Los oí también llamarse onewolders, o sea, «mundounistas». No son masones ni judíos; se sirven de los masones, de los judíos, de los ateos, de los protestantes, de los católicos tontos, y de cuanto haya. ( ) No reparan en medio alguno: el asesinato político, el robo en gran escala, la calumnia, la mentira ( ). Parecen tener recursos inmensos, no sólo de dinero, más también puestos políticos y mandos militares. Los domina un odio ilimitado a la Religión. No sé si practican el culto a Satanás, pero lo dudo; aquí todo es sobrio, escueto, moderno; nada de las antiguas mojigangas y grotesquerías de los francmasones».Estas fuerzas plutocráticas sobrias, escuetas y modernas que se nos presentan como las debeladoras del comunismo (cuando en realidad vienen a traer una tiranía más feroz y blindada) están ensayando en Grecia, a modo de escaramuza, un avance de lo que planean para el mundo entero, sojuzgado bajo su mando único. Sólo las mentes alicortas pueden creer ingenuamente que el episodio griego no tendrá continuación.
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