La mayoría de los ooparts conocidos consisten en objetos que no pertenecen a la época del yacimiento por ser demasiado modernos. Sin embargo, los métodos de datación revelan que estos objetos modernos son tanto o más antiguos que el lugar donde se encuentran. Cabe aclarar que el método de Carbono 14 no es apto para datar a la mayoría de los ooparts, ya que éstos carecen de material orgánico, sobre el cual trabaja dicho método.
Lo que viene a continuación es un listado de los Ooparts más significativos de la historia, junto a sus correspondientes fotografías.
Mapa de Piri Reis
Aunque Piri Reis vivió en un tiempo anterior, se suele decir que dibujó los mapas posteriormente al “descubrimiento de America”. Aunque bien es cierto que la fecha de su creación fue en el mismo siglo de los viajes de Colón, Piri reis se basó en mapas con antigüedad de 1500 años, de la era de Alejandro. Colón y su tripulación bien pudo haber navegado sabiendo perfectamente hacia qué lugar se dirigía utilizando los mapas del otomano, ya que hay ciertos hechos que vinculan a Cristobal Colón con Piri Reis.
Por contener aparentes representaciones de tierras entonces desconocidas y a raíz de los propios escritos de Reis indicando que sus fuentes habían sido “los antiguos reyes del mar”, ha suscitado gran interés como enigma y se le suele considerar un oopart. El original se conserva en el Museo Topkapi Sarayi de Estambul pero no suele estar expuesto al público.
El mapa del Creador
Durante esas investigaciones, encontraron en el archivo del Gobernador General de Ufa notas del siglo XVIII que relataban la existencia, cerca de la aldea de Chandar en la región de Nurimanov, de unas 200 misteriosas tablillas de piedra grabada. Otras fuentes indicaban que en los siglos XVII y XVIII, expediciones de científicos rusos a los Urales habían estudiado esas 200 tablillas blancas que tenían grabados distintos signos y motivos. Había también otras notas que indicaban que a principios del siglo XX, el arqueólogo A. Schmidt también había visto estas tablillas de color blanco en Bashkir.
Alexandre Chuvyrov formó a un equipo de estudiantes para continuar la investigación y en 1998 comenzó su expedición. Después de varias tentativas fracasadas, A. Chuvyrov comenzó a desconfiar y a sospechar que se trataba solamente de una leyenda. Pero su suerte cambió. Un año despues, en el mes de julio de 1999, el ex-presidente del Consejo Agrícola Local, Vladimir Krainov, le comunicó que en su búsqueda de estas piedras, había encontrado una de ellas semienterrada en el patio de una casa. Incrédulo, el Dr. Chuvyrov, fue a verificar la autenticidad de la piedra. Esta se encontraba situada debajo del pórtico de una casa y era imposible moverla debido a su tamaño y peso: 148 centímetros de alto por 106 centímetros de ancho, y 16 centímetros de espesor, y al menos una tonelada de peso. Una semana más tarde, se inició la extracción de la “piedra” para su posterior estudio. La gran piedra fue transportada a la universidad.
Inesperadamente, ésta contenía un mapa tridimensional. La investigación adicional de un grupo de especialistas chinos y rusos determinó que el mapa mostraba la región de Ural. La estructura geológica de la excavación estaba compuesta de tres niveles: la base, una dolomía gruesa de 14 centímetros; la capa media o segunda capa, contiene la imagen grabada y es de cristal de diopside; y la tercera capa, de 2 milímetros de porcelana de calcio y que supuestamente protege el mapa contra los golpes.
En la tablilla figuran inscripciones verticales jeroglífico-silábicas. En un principio los científicos pensaron que el mapa podía ser la obra de los chinos antiguos por su similitud. Pero después de buscar en diferentes libros y no encontrar ninguna inscripción similar a ésas resultó imposible descifrarlas.
Diferentes radiografías confirmaban que la piedra fue fabricada con instrumentos de precisión, un simple tallador de piedra no hubiera sido capaz de conseguir tal relieve y probablemente la tablilla forme parte de un mosaico formado por otras losas.
El relieve geográfico de Bashkir no ha cambiado mucho en unos millones de años y con la ayuda de especialistas en cartografía, topografía, geología, etc. se consiguió rápidamente identificar el monte de Ufa, su falla, los diferentes ríos de la región de los Urales, la falla de Ufa en Sterlitimak; con lo que se pudo tambien deducir que el mapa está realizado a una escala de 1 cm:1,1 km.
El mapa tambien indica el uso de ingeniería civil al crear un sistema gigante de canales de aproximadamente 12.000 kilómetros de longitud y 500 metros de ancho, y 12 embalses de entre 300 y 500 metros de ancho, 10 km de largo y 3 km de profundidad cada uno. Estos embalses que alimentaban las diferentes redes de abastecimiento y necesitaron la extracción de por lo menos 1000 metros cúbicos de tierra. Si se compara con el canal existente actualmente del Volga al Don, éste parecería un simple rasguño.
El Dr. Chuvyrov y su equipo pensaban que la edad de la losa era de unos 3000 años. Los análisis realizados con carbono 14 dieron unos resultados erráticos y poco concluyentes. En un análisis más minucioso se descubrió en la piedra la presencia de dos conchas, una de 50 y otra de 120 millones de años de antigüedad; pero nada permite saber si las conchas estaban o no ya fosilizadas en el momento de la creación del mapa.
Las investigaciones realizadas por el Centro de Cartografía Histórica de Wisconsin, propusieron que el mapa únicamente se ha podido elaborar a partir de levantamientos aéreos. Esta investigación sigue en EE.UU. Necesita de un tratamiento informático muy potente y un examen aeroespacial exhaustivo, con la utilización de datos por satélite.
El Dr. Chuvyrov se muestra muy circunspecto en cuanto a los autores del mapa: “No me agrada hablar de OVNIs o extraterrestres. Entonces llamamos al autor del mapa -sencillamente - el Creador“.
El Obelisco inacabado de Asuán, en Egipto
Todos los faraones admiraron la dureza y elegancia de este material que, entre otras cosas, dio origen al sarcófago, las paredes y los techos de la Cámara del Rey, en la Gran Pirámide: también a las columnas del templo de lsis, delante de la Esfinge, y a los grandes obeliscos del templo de Karnac.
Innumerables toneladas de piedra fueron arrancadas de la tierra y transportadas por los egipcios desde aquellas canteras hasta los múltiples templos esparcidos a lo largo del Nilo. Pero también dejaron algo, algo tan grande que no pudieron mover. O quizá el famoso Obelisco Inacabado no fue realizado con tal tamaño para ser transportado, sino para dejar constancia de la desconcertante técnica con que fue diseñado.
No se ha hallado nada en él que indique el uso de cinceles o martillos, pues no quedaron restos de escoriaciones. Si se observa de cerca, se aprecian anchos surcos verticales producidos por algo parecido a una pala que modeló sus proporciones. La única explicación posible es que, cuando atacaron la cantera, la piedra estaba blanda.
Tanto en las caras laterales como en la parte superior de este Obelisco Inacabado se aprecian canales, paralelos, de igual tamaño. Se trata de huellas que han permanecido allí desde hace miles de años, pues no se sabe su antigüedad. Se dice que el monolito fue abandonado porque en él apareció una fisura, pero en los últimos exámenes que se han llevado a cabo se ha podido comprobar que tal fisura no existe, sino que en algún momento de la historia alguien quiso cortar la piedra para hacer un obelisco más pequeño. De hecho, se nota la acanaladura dejada por un cincel que se introduce en la piedra regularmente a una profundidad fija de 3 centímetros. Todo parece indicar que los autores se arrepintieron después y dejaron la mole de piedra tal cual.
A pocos metros del monolito, los químicos se entretuvieron en perforar la piedra circularmente, dejando así unos pozos de ignorado significado. En ellos cabe un hombre. Sus paredes, sin restos de golpes, no son rectas, de lo que se deduce que fueron ahuecadas de manera irregular, sin aparente esfuerzo y sin que en la operación interviniera máquina alguna.
No se ha hallado nada en él que indique el uso de cinceles o martillos, pues no quedaron restos de escoriaciones. Si se observa de cerca, se aprecian anchos surcos verticales producidos por algo parecido a una pala que modeló sus proporciones. La única explicación posible es que, cuando atacaron la cantera, la piedra estaba blanda.
Tanto en las caras laterales como en la parte superior de este Obelisco Inacabado se aprecian canales, paralelos, de igual tamaño. Se trata de huellas que han permanecido allí desde hace miles de años, pues no se sabe su antigüedad. Se dice que el monolito fue abandonado porque en él apareció una fisura, pero en los últimos exámenes que se han llevado a cabo se ha podido comprobar que tal fisura no existe, sino que en algún momento de la historia alguien quiso cortar la piedra para hacer un obelisco más pequeño. De hecho, se nota la acanaladura dejada por un cincel que se introduce en la piedra regularmente a una profundidad fija de 3 centímetros. Todo parece indicar que los autores se arrepintieron después y dejaron la mole de piedra tal cual.
A pocos metros del monolito, los químicos se entretuvieron en perforar la piedra circularmente, dejando así unos pozos de ignorado significado. En ellos cabe un hombre. Sus paredes, sin restos de golpes, no son rectas, de lo que se deduce que fueron ahuecadas de manera irregular, sin aparente esfuerzo y sin que en la operación interviniera máquina alguna.
Los platillos de Bayan Kara Ula
Profundizando en las cuevas hayan una serie de enterramientos pulcros y cuidados, en ellos descubren los restos de esqueletos que al primer vistazo se asemejan más a primates que a humanos. Cuerpos menudos y de huesos finos, de apenas 130 centímetros de altura y cabezas desproporcionadamente grandes. Claro está, ante la pulcritud de los enterramientos se descarta que sean primates y piensan que deben ser alguna clase de hombres prehistóricos todavía desconocidos.
Continuando con la exploración, entre el viejo polvo del suelo, encuentran un extraño disco de unos treinta centímetros de diámetro con un orificio central de unos dos centímetros. Los discos son de una perfección geométrica total y están grabados con un surco en espiral que comienza en el centro para acabar en la parte exterior. A simple vista, son muy parecidos a los antiguos discos de vinilo, pero más toscos y pesados. Al cabo de unas semanas de exploración, Chi Pu Tei regresa a la universidad de Beijing, de donde es profesor, con la friolera de 716 discos. Allí se descubre que los surcos de los discos son en realidad una serie de pequeños grabados jeroglíficos de difícil lectura y descifrado. De estar datados correctamente y tener 12 milenios, el arqueólogo chino está ante la prueba física más antigua de escritura de la historia. Incluso mucho más antigua que la civilización egipcia.
Chi Pu Tei no consigue descifrar el extraño alfabeto y con el tiempo, estos discos y otros objetos de la expedición quedan catalogados y olvidados en el almacén de la universidad de Beijing, hasta que en 1962, Tsum Um Nui, otro arqueólogo de la universidad los rescata y comienza de nuevo la investigación que le llevará, tiempo atrás, a desencriptar con éxito los jeroglíficos. La tarea fue larga y costosa, muchos de los discos estaban deteriorados y se rompía el código. Lentamente, Tsum Um transcribió al papel, con ayuda de lentes de aumento todos los signos y comenzó a clasificarlos para encontrar las secuencias y los significados de cada uno de ellos. No con todos lo consiguió, pero si con un número suficiente para encontrar el significado de ellos.
Los discos contaban, ni más ni menos, la historia de un pueblo que se autodenominaba “Los Dropa” (de ahí el nombre por el que se los conoce ahora), que había llegado de un lejano planeta y que por una avería en su medio de transporte habían acabado en aquel lugar de las montañas, donde los Ham, antigua tribu que moraba en aquel lugar, los atacaron y mataron a muchos de ellos hasta que consiguieron comunicarse con signos y los dejaron en paz. Los Dropa no consiguieron reparar su nave para regresar a su lugar de origen y se quedaron a vivir en la tierra. De esto ser cierto, el darlo a conocer iba a ser la mayor noticia de la historia. Pero a la universidad le pareció que el estudio de Tsum Um Nui no tenía las garantías suficientes como para ser publicado, pues estaba en juego el honor de la universidad y le prohibió dar a conocer los resultados de su trabajo. Pero unos años después, no se sabe muy bien si con el consentimiento o no de la universidad, el arqueólogo publicó todo su trabajo en “La escritura acanalada concerniente a las naves espaciales que, como se registró en los discos, aterrizaron en la Tierra hace 12.000 años.”
Quizás por lo espectacular o la rotundidad de lo que se había descubierto, la comunidad científica de todo el mundo se rió literalmente de las conclusiones y traducción de los discos por el Dr. Tsum Um, ridiculizando sus teorías.
El Stegosaurio de Angkor
Los magníficos templos de la selva de Camboya fueron construidos por la civilización Khmer, siglos VIII al XIV de nuestra era, uno de los más grandes constructores de este imperio fue Jayavarman VII, coronado rey supremo en 1181.
Muchas de sus construcciones fueron redescubiertas siglos después y rehabilitadas, otras en cambio como en el caso del templo de Ta Prohm, uno de los más pintorescos, se dejó intacto. En una de las esquinas a la entrada del templo hay una columna cubierta con círculos decorativos, en los que se puede apreciar la forma de un Stegosaurio. Cientos de círculos de piedra decorativa rodean el complejo con animales conocidos como monos, venados, búfalos de agua, loros. Lo extraño de todo esto es que los talladores de estos relieves del siglo X reprodujeron Stegosaurios extintos hace más de 65 millones de años con la misma precisión que los monos, búfalos, ciervos y otras especies presentes en la época.
Si el faraón Semempses, llegó a idear instrumentos para ampliar la imagen como en telescopios o microscopios, se trataría de una proeza increíble. Y lo sería no sólo por la perfección que se necesita para conseguir una lente operativa, sino también por lo necesario para pulir el cristal, el óxido de cerio, que no se descubrió hasta 1803 por el alemán Jakos Berzelius.
Los descubridores de este hallazgo fueron Buddy Broyt y Ole Gunnar Krovel mientras realizaban una excavación en Noruega bajo las órdenes de la empresa KA Aurstad Volda para la construcción de un Centro Quiropráctico. La excavación se realizaba cerca de un acantilado de piedra sólida. Cuando estaban a varios metros de profundidad y al retirar sedimento, Krovel, se encontró con un desconcertante agujero en forma de estrella de siete puntas y unos 6 cm de diámetros, además de muy suave y pulido. Extrañado Krovel retiró cuatro metros de roca para saber dónde acababa el agujero pero sorprendido observó que el extraño agujero se adentraba en las montañas de los fiordos del Noroeste. En la opinión de este experto excavador en sus más de 30 años de profesión nunca antes había visto algo parecido.
Los responsables de la obra nunca pudieron dar una explicación a la presencia del agujero y otros geólogos de la región como Einar Anda, no pueden más que mostrar su perplejidad ante el asunto y sobre qué produjo el enigmático y diminuto túnel.
Hasta el momento se han establecido tres explicaciones posibles, y ninguna de ellas es definitiva:
Estos esqueletos son restos humanos encontrados en una isla de las Antillas, pero con la peculiaridad de que fueron hallados en un estrato con una datación geológica de al menos 28 millones de años, es decir de la época del Mioceno, mucho antes de que los seres humanos modernos aparecieran en la isla. Para muchos investigadores la datación no es correcta, pero el debate sigue abierto.
Una de las muestras extraídas de las costa de Guadalupe, cerca de la aldea de Moule, fue una losa de piedra de unas dos toneladas de peso que fue enviada al Museo Británico en 1812, donde fue expuesta al público, pero con la llegada de la teoría de Darwin, la losa quedó relegada al sótano. Una de las cosas a favor es que estos restos han sido estudiados de forma científica y pueden seguir observándose hoy en el Museo Británico.
Chi Pu Tei no consigue descifrar el extraño alfabeto y con el tiempo, estos discos y otros objetos de la expedición quedan catalogados y olvidados en el almacén de la universidad de Beijing, hasta que en 1962, Tsum Um Nui, otro arqueólogo de la universidad los rescata y comienza de nuevo la investigación que le llevará, tiempo atrás, a desencriptar con éxito los jeroglíficos. La tarea fue larga y costosa, muchos de los discos estaban deteriorados y se rompía el código. Lentamente, Tsum Um transcribió al papel, con ayuda de lentes de aumento todos los signos y comenzó a clasificarlos para encontrar las secuencias y los significados de cada uno de ellos. No con todos lo consiguió, pero si con un número suficiente para encontrar el significado de ellos.
Los discos contaban, ni más ni menos, la historia de un pueblo que se autodenominaba “Los Dropa” (de ahí el nombre por el que se los conoce ahora), que había llegado de un lejano planeta y que por una avería en su medio de transporte habían acabado en aquel lugar de las montañas, donde los Ham, antigua tribu que moraba en aquel lugar, los atacaron y mataron a muchos de ellos hasta que consiguieron comunicarse con signos y los dejaron en paz. Los Dropa no consiguieron reparar su nave para regresar a su lugar de origen y se quedaron a vivir en la tierra. De esto ser cierto, el darlo a conocer iba a ser la mayor noticia de la historia. Pero a la universidad le pareció que el estudio de Tsum Um Nui no tenía las garantías suficientes como para ser publicado, pues estaba en juego el honor de la universidad y le prohibió dar a conocer los resultados de su trabajo. Pero unos años después, no se sabe muy bien si con el consentimiento o no de la universidad, el arqueólogo publicó todo su trabajo en “La escritura acanalada concerniente a las naves espaciales que, como se registró en los discos, aterrizaron en la Tierra hace 12.000 años.”
Quizás por lo espectacular o la rotundidad de lo que se había descubierto, la comunidad científica de todo el mundo se rió literalmente de las conclusiones y traducción de los discos por el Dr. Tsum Um, ridiculizando sus teorías.
El Stegosaurio de Angkor
Los magníficos templos de la selva de Camboya fueron construidos por la civilización Khmer, siglos VIII al XIV de nuestra era, uno de los más grandes constructores de este imperio fue Jayavarman VII, coronado rey supremo en 1181.
Muchas de sus construcciones fueron redescubiertas siglos después y rehabilitadas, otras en cambio como en el caso del templo de Ta Prohm, uno de los más pintorescos, se dejó intacto. En una de las esquinas a la entrada del templo hay una columna cubierta con círculos decorativos, en los que se puede apreciar la forma de un Stegosaurio. Cientos de círculos de piedra decorativa rodean el complejo con animales conocidos como monos, venados, búfalos de agua, loros. Lo extraño de todo esto es que los talladores de estos relieves del siglo X reprodujeron Stegosaurios extintos hace más de 65 millones de años con la misma precisión que los monos, búfalos, ciervos y otras especies presentes en la época.
La lente de cristal de Heluan
Encontrada en una tumba, hoy permanece en el Museo Británico de Londres. De 5.000 años de antigüedad y que hoy día solo se puede elaborar empleando métodos electroquímicos para hacer oxido de Cerio.
Se trata de un objeto realizado en cristal de roca encontrado en Heluan, Egipto, concretamente en la tumba del faraón Semempses.
El objeto se considera actualmente como una lupa. Es una lupa de perfección absoluta y se cree que se utilizaba para observar el cielo, pero en lugar de ofrecer respuestas, ofrece muchas preguntas.
El minitúnel de Noruega
Los responsables de la obra nunca pudieron dar una explicación a la presencia del agujero y otros geólogos de la región como Einar Anda, no pueden más que mostrar su perplejidad ante el asunto y sobre qué produjo el enigmático y diminuto túnel.
Hasta el momento se han establecido tres explicaciones posibles, y ninguna de ellas es definitiva:
- Cristales: Aduce que el agujero estaba compuesto probablemente por un cristal que fue disuelto por el agua durante miles de años y el agujero se formó por una espectacular coincidencia del azar. En contra tenernos que el agujero se adentra en la montaña de forma recta y luego se desvía a la derecha de manera intencionada.
- Artificial: El agujero se produjo en 1930 cuando se uso la zona como una cantera. Al parecer hay martillos neumáticos que utilizan seis piezas unidas de broca que pudieron ser montadas de forma horizontal formando así el agujero. De esta manera un taladro que gira y martilla con seis puntas, puede dejar esa forma. En contra tenemos la longitud del agujero que es imposible para cualquier herramienta de este tipo.
- Civilización antigua: Esta teoría postula que una antigua civilización desaparecida pero avanzada creó y fue el elaborador del agujero. En contra aparte de ser muy imaginativa esta una pregunta básica ¿Con qué fin?
Estos esqueletos son restos humanos encontrados en una isla de las Antillas, pero con la peculiaridad de que fueron hallados en un estrato con una datación geológica de al menos 28 millones de años, es decir de la época del Mioceno, mucho antes de que los seres humanos modernos aparecieran en la isla. Para muchos investigadores la datación no es correcta, pero el debate sigue abierto.
Una de las muestras extraídas de las costa de Guadalupe, cerca de la aldea de Moule, fue una losa de piedra de unas dos toneladas de peso que fue enviada al Museo Británico en 1812, donde fue expuesta al público, pero con la llegada de la teoría de Darwin, la losa quedó relegada al sótano. Una de las cosas a favor es que estos restos han sido estudiados de forma científica y pueden seguir observándose hoy en el Museo Británico.
El problema es que estos esqueletos no encajan con la teoría de la evolución, pues es imposible encontrar seres humanos modernos hace 28 millones de años. Sólo el estudio geológico o arqueológico podrá demostrar si realmente el estrato donde se encontraron los esqueletos pudieran no ser del Mioceno, cosa que no se ha logrado hasta ahora.
Las huellas fósiles de Meister
William J. Meister estaba de expedición en Antelope Spring en 1968, un sitio ubicado a casi 70 kilómetros de Delta, en el estado de Utah, Estados Unidos de Norteamérica. Lo acompañaban sus esposa y dos hijas. Ya habían encontrado varios fósiles pequeños cuando Meister golpeó con su martillo de geólogo una losa de unos cinco centímetros de espesor, partiéndola de plano en dos, como se abre un libro. Allí estaba la huella.Como suele suceder en todo fósil que ha quedado atrapado en un sedimento, ambos lados del bloque muestran la marca de una sandalia, una en positivo y la otra en negativo, del tamaño normal de un pie humano. Esta pisada es muy particular, porque ha aplastado bajo su suela ni más ni menos que trilobites.
El 4 de Julio la muestra es enviada al Dr. Clarence Coombs de la Universidad de Columbia y al geólogo Maurice Carlisle, de la Universidad de Colorado. Carlisle se trasladó al lugar del descubrimiento y excavó en la zona y llegó a la conclusión de que la zona de la extracción era adecuada a la muestra y que desconcertantemente se establecía esa capa en el periodo Cámbrico, entre 550 y 590 millones de años.
Meister dio a conocer el extraño descubrimiento y todos coincidieron en que no podía ser, que era imposible, algunos dijeron que la huella era un ejemplo claro de extraña erosión y otros que era un simple y claro fraude. Continua sin explicación.
El 4 de Julio la muestra es enviada al Dr. Clarence Coombs de la Universidad de Columbia y al geólogo Maurice Carlisle, de la Universidad de Colorado. Carlisle se trasladó al lugar del descubrimiento y excavó en la zona y llegó a la conclusión de que la zona de la extracción era adecuada a la muestra y que desconcertantemente se establecía esa capa en el periodo Cámbrico, entre 550 y 590 millones de años.
Meister dio a conocer el extraño descubrimiento y todos coincidieron en que no podía ser, que era imposible, algunos dijeron que la huella era un ejemplo claro de extraña erosión y otros que era un simple y claro fraude. Continua sin explicación.
Esferas metálicas
En Klerksdorp (Sudáfrica) unos mineros empezaron a encontrar entre el “pyrophyllite” centenares de bolitas metálicas con marcas o ranuras de unión. Este pyrophyllite está formado por sedimentos de más de 2.800 millones de años.
Las esferas metálicas fueron halladas en forma paulatina por mineros que trabajaban sobre estratos precámbricos de 2.800 millones de años de antigüedad.
La singularidad de su aspecto externo induce a pensar un origen artificial para los ejemplares que actualmente se exhiben en el Museo de Klerkdorp, aunque algunos investigadores atribuyen a su forma un origen natural.
Todas las esferas presentan una forma esférica y pulida, con una línea recta rodeando el diámetro mayor, frecuentemente acompañada de dos paralelas distribuidas hacia un lado y hacia el otro de la línea central.
Debido a la aparente contrariedad entre la edad de la capa geológica en las que fueron halladas y el presunto origen moderno de las mismas, muchos especialistas opinan que las esferas pertenecieron a una civilización de tecnología avanzada, extinguida hace más de 2.800 millones de años, cuando la roca que las contenía comenzó a solidificarse.
Los detractores de dicha teoría se inclinan a pensar que las piedras son el producto de nódulos de pirita y goethita de origen metamórfico. No obstante, el tallado de las líneas carece de argumento sostenible tanto por su caprichoso aspecto, como por la dureza del material con que tendrían que haber sido talladas.
Según otros investigadores, como el profesor de geología A. Bissehoff, de la Universidad de Potchefstroom, las esferas pertenecen al aglomerado de la limonita. Sin embargo, los artefactos de Klerksdorp fueron hallados en nichos individuales, al contrario de la disposición con que suelen encontrarse los aglomerados de limonita.
Con similar destino al de otros oopart, el misterioso origen de las esferas de Klerksdorp probablemente permanezca en el olvido eterno, aguardando tras la vitrina de un museo.
Este extraño objeto al que nos referimos ha desconcertado y sigue desconcertando a todos los egiptólogos que han tenido ocasión de estudiarlo detenidamente. El primero de ellos fue su descubridor, Brian Walter Emery, uno de los egiptólogos más importantes del Siglo XX, autor de un clásico de la egiptología, Egipto Arcaico, 1.961, que sigue constituyendo, después de muchos años, un claro referente bibliográfico para el estudio y comprensión de los orígenes de la Antigua Civilización Egipcia.
Realizando unas excavaciones en el año 1.936, en la zona arqueológica de Sakkara, fue descubierta la Tumba del Príncipe Sabu, hijo del faraón Adjuib, gobernante de la I Dinastía (3.000 a.C.). Entre los utensilios del ajuar funerario que fueron extraídos, a B. Walter Emery le llamó poderosamente la atención un objeto que definió inicialmente en su informe Las Grandes Tumbas de la I Dinastía como: “…un recipiente con forma de tazón de esquisto…“. Años más tarde, en su obra citada con anterioridad, Egipto Arcaico, hacía un comentario que viene a resumir perfectamente la realidad y situación de este incómodo “cachibache”: “...no se ha conseguido ninguna explicación satisfactoria sobre el curioso diseño de este objeto…“.
Frontal y horizontalmente, este objeto de 5.000 años no deja de recordarnos a una de nuestra modernas piezas empleadas en la industria tecnológica.
Este objeto al que se refería B. Walter Emery en sus informes, tiene 61 centímetros de diámetros, y 10,6 centímetros de altura en la zona central. Está fabricado en esquisto, una roca muy quebradiza y frágil, que requiere un tallado muy laborioso. Su forma se asemeja a la de un plato o volante de coche cóncavo, con una especie de tres cortes o palas curvas que recuerdan a la hélice de un barco, y en el centro de ésta, un orificio con un reborde que sobresale como si fuera el receptor de algún eje de una rueda o de algún otro mecanismo desconocido, dispuesto para girar.
Como bien es sabido por todos, la postura que mantiene la egiptología oficial respecto a la aparición y uso de la rueda por parte de los antiguos egipcios, es muy clara y no deja lugar a ninguna duda. Su introducción en Egipto, nos aseguran, fue debida a la invasión de los Hicsos al final del Imperio Medio, 1.640 a.C., que la utilizaron, entre otras cosas, en sus carros de guerra, y que era conocida también en ese momento por otros muchos pueblos de Oriente Medio. La pregunta entonces es inevitable: si no es una rueda, ¿qué es el extraño objeto que apareció en la Tumba de un príncipe de la I Dinastía, 1.400 años antes de la invasión de los Hicsos?
A pesar de la complejidad de este problema, el tema se agudiza aún más a raíz de los estudios técnicos que diferentes investigadores han llevado acabo, impulsados por el sorprendente y extraño diseño de este artilugio. La disposición de su diseño indica claramente que algún tipo de eje atravesaba este enigmático objeto por el orificio situado en su zona central.
De hecho, esta rueda de esquisto apareció en la Tumba del Príncipe Sabu, junto con otros extraños objetos de cobre, prácticamente el único metal que conocían los egipcios en aquella época. La duda nos asalta al pensar cómo pudieron diseñar un objeto tan delicado y tan complejo estructuralmente, hace más de 5.000 años.
Una estructura que en el caso de sus tres extraños cortes o palas curvas, nos induce a pensar casi inmediatamente en la utilización de este objeto en un medio líquido. Este detalle, junto al orificio sobresaliente en la parte central, nos hace sospechar también que este objeto sólo sea una pequeña parte de algún mecanismo más complejo, y que se salvó gracias a una reproducción en piedra que por alguna desconocida razón, realizó un artista, con unas no menos desconocidas herramientas.
Pero…, ¿qué mecanismos existían hace 5.000 años en el Valle del Nilo?
Dentro de la típica política de los arqueólogos y egiptólogos oficialistas, este objeto no es más que una bandeja o el pedestal de algún candelabro, con un diseño producto de la “siempre recurrida casualidad”. Sea lo que sea, este objeto encontrado en una tumba de Sakkara con una edad que como mínimo alcanza los 5.000 años, sigue constituyendo uno de los misterios mejor guardados que se pueden encontrar.
Las esferas metálicas fueron halladas en forma paulatina por mineros que trabajaban sobre estratos precámbricos de 2.800 millones de años de antigüedad.
La singularidad de su aspecto externo induce a pensar un origen artificial para los ejemplares que actualmente se exhiben en el Museo de Klerkdorp, aunque algunos investigadores atribuyen a su forma un origen natural.
Todas las esferas presentan una forma esférica y pulida, con una línea recta rodeando el diámetro mayor, frecuentemente acompañada de dos paralelas distribuidas hacia un lado y hacia el otro de la línea central.
Debido a la aparente contrariedad entre la edad de la capa geológica en las que fueron halladas y el presunto origen moderno de las mismas, muchos especialistas opinan que las esferas pertenecieron a una civilización de tecnología avanzada, extinguida hace más de 2.800 millones de años, cuando la roca que las contenía comenzó a solidificarse.
Los detractores de dicha teoría se inclinan a pensar que las piedras son el producto de nódulos de pirita y goethita de origen metamórfico. No obstante, el tallado de las líneas carece de argumento sostenible tanto por su caprichoso aspecto, como por la dureza del material con que tendrían que haber sido talladas.
Según otros investigadores, como el profesor de geología A. Bissehoff, de la Universidad de Potchefstroom, las esferas pertenecen al aglomerado de la limonita. Sin embargo, los artefactos de Klerksdorp fueron hallados en nichos individuales, al contrario de la disposición con que suelen encontrarse los aglomerados de limonita.
Con similar destino al de otros oopart, el misterioso origen de las esferas de Klerksdorp probablemente permanezca en el olvido eterno, aguardando tras la vitrina de un museo.
El disco de Sabu, en Egipto
En la primera planta del Museo Egipcio de El Cairo y entre dos salas muy próximas a la Sala de las Momias, uno no puede por menos que pararse sorprendido al ver en una pequeña vitrina, aunque no sin cierta dificultad por los reflejos de la luz sobre el cristal que lo cubre, un objeto solitario parecido a una rueda o disco de piedra.
Realizando unas excavaciones en el año 1.936, en la zona arqueológica de Sakkara, fue descubierta la Tumba del Príncipe Sabu, hijo del faraón Adjuib, gobernante de la I Dinastía (3.000 a.C.). Entre los utensilios del ajuar funerario que fueron extraídos, a B. Walter Emery le llamó poderosamente la atención un objeto que definió inicialmente en su informe Las Grandes Tumbas de la I Dinastía como: “…un recipiente con forma de tazón de esquisto…“. Años más tarde, en su obra citada con anterioridad, Egipto Arcaico, hacía un comentario que viene a resumir perfectamente la realidad y situación de este incómodo “cachibache”: “...no se ha conseguido ninguna explicación satisfactoria sobre el curioso diseño de este objeto…“.
Frontal y horizontalmente, este objeto de 5.000 años no deja de recordarnos a una de nuestra modernas piezas empleadas en la industria tecnológica.
Este objeto al que se refería B. Walter Emery en sus informes, tiene 61 centímetros de diámetros, y 10,6 centímetros de altura en la zona central. Está fabricado en esquisto, una roca muy quebradiza y frágil, que requiere un tallado muy laborioso. Su forma se asemeja a la de un plato o volante de coche cóncavo, con una especie de tres cortes o palas curvas que recuerdan a la hélice de un barco, y en el centro de ésta, un orificio con un reborde que sobresale como si fuera el receptor de algún eje de una rueda o de algún otro mecanismo desconocido, dispuesto para girar.
Como bien es sabido por todos, la postura que mantiene la egiptología oficial respecto a la aparición y uso de la rueda por parte de los antiguos egipcios, es muy clara y no deja lugar a ninguna duda. Su introducción en Egipto, nos aseguran, fue debida a la invasión de los Hicsos al final del Imperio Medio, 1.640 a.C., que la utilizaron, entre otras cosas, en sus carros de guerra, y que era conocida también en ese momento por otros muchos pueblos de Oriente Medio. La pregunta entonces es inevitable: si no es una rueda, ¿qué es el extraño objeto que apareció en la Tumba de un príncipe de la I Dinastía, 1.400 años antes de la invasión de los Hicsos?
A pesar de la complejidad de este problema, el tema se agudiza aún más a raíz de los estudios técnicos que diferentes investigadores han llevado acabo, impulsados por el sorprendente y extraño diseño de este artilugio. La disposición de su diseño indica claramente que algún tipo de eje atravesaba este enigmático objeto por el orificio situado en su zona central.
De hecho, esta rueda de esquisto apareció en la Tumba del Príncipe Sabu, junto con otros extraños objetos de cobre, prácticamente el único metal que conocían los egipcios en aquella época. La duda nos asalta al pensar cómo pudieron diseñar un objeto tan delicado y tan complejo estructuralmente, hace más de 5.000 años.
Una estructura que en el caso de sus tres extraños cortes o palas curvas, nos induce a pensar casi inmediatamente en la utilización de este objeto en un medio líquido. Este detalle, junto al orificio sobresaliente en la parte central, nos hace sospechar también que este objeto sólo sea una pequeña parte de algún mecanismo más complejo, y que se salvó gracias a una reproducción en piedra que por alguna desconocida razón, realizó un artista, con unas no menos desconocidas herramientas.
Pero…, ¿qué mecanismos existían hace 5.000 años en el Valle del Nilo?
Dentro de la típica política de los arqueólogos y egiptólogos oficialistas, este objeto no es más que una bandeja o el pedestal de algún candelabro, con un diseño producto de la “siempre recurrida casualidad”. Sea lo que sea, este objeto encontrado en una tumba de Sakkara con una edad que como mínimo alcanza los 5.000 años, sigue constituyendo uno de los misterios mejor guardados que se pueden encontrar.
El Pilar Ashoka en India
El Hombre de hierro (Eiserne Mann)
Datado en el siglo XIII. El pilar metalico es una rareza única en el centro de Europa. Esta estela, antiguo pilar de hierro, se encuentra parcialmente enterrada en el bosque nacional alemán de Naturpark Kottenforst. El pilar, con aspecto de lingote áspero, poroso e irregular, mide cerca de un metro y 20 centímetros en su parte visible. Las medidas del ancho de sus caras varían entre los 21 y los 10 centímetros, promediando los 15 centímetros. A pesar de la humedad del ambiente y de la exposición constante a los elementos de la naturaleza, el pilar no muestra rastros de gran corrosión, óxido ni crecimiento de moho; sólo el ennegrecimiento de herrumbre, por el paso del tiempo, lo que plantea un severo desafío a lo que se conoce hasta ahora en la historia oficial sobre los talentos de la metalurgia y particularmente del hierro. El análisis de la composición material demostró que contiene algunas proporciones de carbón, manganeso, fósforo, silicio y sulfuro.
TORNILLO DE LANZHOU - CHINA
Encontrado en las montañas Mazong, China en junio del 2002
La roca que contiene al cuerpo del tornillo fue hallada por el Sr. Zhilin Wang durante una investigación de campo en la zona intermedia entre las provincias de Gansu y Xijiang.
El color de la roca es de un negro inusual, y su grado de dureza también la hace particular. Su peso es de 466 gramos y sus dimensiones aproximadas, de 7 x 8 centímetros.
El objeto inserto en la roca presenta todas las características del cuerpo de un tornillo ordinario, de unos 6 centímetros de longitud.
Desde su aparición, el cuerpo de tornillo ha llamado la atención de muchos científicos e investigadores, provenientes de instituciones tales como la “Oficina nacional de recursos terrestres de la provincia de Gansu”, el “Instituto de investigación de geología y minerales”, y la “Escuela de recursos y medioambiente de la Universidad de Lanzhou”.
TORNILLO DE LANZHOU - CHINA
Encontrado en las montañas Mazong, China en junio del 2002
La roca que contiene al cuerpo del tornillo fue hallada por el Sr. Zhilin Wang durante una investigación de campo en la zona intermedia entre las provincias de Gansu y Xijiang.
El color de la roca es de un negro inusual, y su grado de dureza también la hace particular. Su peso es de 466 gramos y sus dimensiones aproximadas, de 7 x 8 centímetros.
El objeto inserto en la roca presenta todas las características del cuerpo de un tornillo ordinario, de unos 6 centímetros de longitud.
Desde su aparición, el cuerpo de tornillo ha llamado la atención de muchos científicos e investigadores, provenientes de instituciones tales como la “Oficina nacional de recursos terrestres de la provincia de Gansu”, el “Instituto de investigación de geología y minerales”, y la “Escuela de recursos y medioambiente de la Universidad de Lanzhou”.
Luego de varias investigaciones, los especialistas confirmaron que la roca debería tratarse como uno de los objetos más valiosos de la arqueología China y mundial.
El artefacto de coso
En febrero de 1961, los residentes de la montaña Coso en Olancha, California, descubrieron una pieza de cuarzo extremadamente dura en una altura de más de 400 pies, 40 pies más alto que los lechos del río Owen.
Las superficies cortadas del cuarzo hacen pensar en los restos de algunos aparatos mecánicos. Su estructura muestra la complejidad extrema de materiales hechos por el hombre. Lo que es más remarcable es que el cuarzo puede ser datado hasta hace 500.000 años atrás.
Virginia Maxey afirmó que un geólogo calificado dató al artefacto atrapado en la roca en unos 100.000 a 500.000 años de antigüedad. Las radiografías demostraron que el objeto, en efecto, poseía un grado de tecnología solo clasificable como contemporáneo. Esto indica que el remoto período de fabricación del componente mecánico ya contaba con una tecnología similar a la moderna. Sin embargo, muchos investigadores como Pierre Stromberg y Paul Heinrich, opinan que la bujía pudo haber quedado atrapada en hormigón ferroso formado por la oxidación del objeto.
Artefacto de aluminio de Aiud - Rumania
El artefacto fue descubierto por un grupo de trabajadores que realizaban una excavación en la rivera del río Mures, dos kilómetros al este de la ciudad de Aiud, Transilvania.
Tres objetos fueron encontrados simultáneamente en el mismo sitio, de los cuales dos eran huesos fósiles pertenecientes a un Mastodonte. El tercer objeto, el bloque de aluminio, se alojaba asimismo en el estrato número 35 y presentaba una evidente diferencia con cualquier pieza ósea animal u objeto geológico corriente.
El curioso bloque fue donado al Museo de Historia de Transilvania, para ser redescubierto y analizado muchos años mas tarde. Su peso resultó ser de 5 libras, y sus medidas aproximadas de 20 x 12,5 x 7 centímetros.
Los exámenes químicos realizado en un laboratorio de Lausanne, Suiza, para determinar su composición, demostraron que el artefacto estaba constituido en su mayoría por aluminio (89%), con la participación menor de otros 11 metales en proporciones específicas.
La sorpresa para los científicos no fue menor, ya que el aluminio en estado puro no se encuentra presente en la naturaleza, y la tecnología para lograr un grado considerable de pureza solo pudo ser alcanzada a mediados del siglo XIX.
El vaso de Dorchester
Massachusetts (EE. UU.), datado hace 100.000 años. En 1851, se extrajo un jarrón o tarro de zinc y plata de una roca sólida en Dorchester (Massachusetts). El hallazgo fue publicado en el Scientific American de junio de 1851 (volumen 7, pp. 298-299); se extrajo de roca conglomerado (un tipo de roca sedimentaria) encontrada a 15 pies por debajo de la superficie de Meeting House Hill en Dorchester. El recipiente, de forma acampanada, tenía motivos florales incrustados en plata. El vaso medía 11,3 centímetros de alto, su composición se correspondía a una aleación de zinc y estaba decorado con hojas y plantas recubiertas en plata que, segun muchos botánicos que lo estudiaron, representaban especies vegetales desaparecidas de la Tierra hacia decenas de miles de años. Tras un largo recorrido por numerosos museos el vaso desapareció sin dejar rastro alguno.
La copa de Hierro de Wilburton
Esta pieza perfecta de metal fue descubierta en 1912 en una mina de Wilburton, Oklahoma, por Frank J. Kennard, dentro de un bloque de carbón. En una declaración jurada de Kennard el 27 de Noviembre de 1948, el trabajador de la Benton Co, declaró al respecto: “Mientras estaba trabajando en la planta eléctrica municipal Thomas, Oklahoma en 1912, salió a la luz un trozo muy grande y furo de carbón que costaba fragmentarse. Al partir el trozo de carbón con mi martillo, de su interior cayo una especie de taza de metal, dejando un molde perfecto en el carbón que lo albergaba”. Jim Stull, empleado de la empresa estaba presente y corroboró el descubrimiento y la declaración de Kennard. El trozo de carbón provenía de las minas de Wilburton en Oklahoma, las cuales se sabe tiene una antigüedad estimada de 300 millones de años.
El martillo de Texas
Tubos metálicos de Saint-Jean de Livet
Fue en 1968 cuando Y. Druet y H. Salfati anunciaron el descubrimiento de unos tubos metálicos semi-ovoides de idéntica forma pero de longitud variable, en un lugar donde no debían estar, un estrato de tiza cretácea. Ese estrato se localizó en una mina de Saint-Jean de Livet en Francia y se calculó su antigüedad en la época del cretácico, hace 65 millones de años.
El planeador Saqqara, en Egipto
Descubierto en una tumba. Esta pieza del Museo Egipcio de El Cairo con el número 6.347 constituye todo un enigma para los expertos en aeronáutica. El Planeador de Saqqara o pájaro de Saqqara es un objeto tallado en madera de sicómoro y hallado en 1891 en la tumba de Pa-di-Imen en la antigua necrópolis egipcia de Saqqara, que se asemeja a un aerodinámico avión en miniatura.
Data del 200 a. C. y se encuentra en el museo egipcio de El Cairo. Fue clasificado como objeto de culto por sus descubridores. Mide 15 cm, con una envergadura de 18,30 cm. y pesa 39 gramos. Tiene un pico, agujeros para las plumas, ojos, y fue pintado originalmente para asemejarse a un halcón, con imágenes y tallas que representan las plumas de las alas.
Las lámparas de Dendera
El anillo Ming
Sorprendentemente, en la parte trasera del anillo está grabada la palabra Suiza. Según los arqueólogos, esta tumba estaba completamente sellada desde hace cuatro siglos. Las agujas del reloj marcan las 10:06.
El reloj anillo fue descubierto cuando dos arqueólogos estaban haciendo un documental con dos periodistas de la ciudad de Shangsi.
El reloj anillo fue descubierto cuando dos arqueólogos estaban haciendo un documental con dos periodistas de la ciudad de Shangsi.
“Cuando tratamos de quitar la tierra alrededor del ataúd, un pedazo de roca de repente cayó y cuando choco con el suelo hizo un sonido metálico”- dijo Jiang Yanyu, ex curador de la Región Autónoma del museo de Guangxi. “Recogimos el objeto, y encontramos un anillo. Después de la eliminación de la cobertura del suelo y examinarlo más a fondo, nos quedamos conmocionados de ver que era un reloj”.La excavación se ha suspendido hasta que se resuelva este misterioso hallazgo.
La Fuente Magna
La clave para la polémica estriba principalmente en la presencia de escritos en dos lenguas que absolutamente nada tienen que ver con el punto geográfico de su localización, como son la escritura cuneiforme sumeria y la semítica. Del mismo modo tanto los grabados como el estilo que acompañan a los textos estan en perfecta consonancia con las tradiciones mesopotámicas. Solo falta determinar qué hacían los sumerios en América hace más de 5.000 años.
Las runas de Kensington
El ovni de Samaipata (Bolivia)
La conclusión por tanto es que “no puede ser real algo tan evidente”. En cualquier caso, la sola existencia de “El Fuerte” constituye para muchos todo un enigma histórico, pues según las leyendas locales narradas a los españoles tras su llegada, este cerro fortificado por los incas fue en tiempos remotos un lugar donde los dioses ascendían a los cielos en “caballos de fuego”.
Unos años más tarde, en julio de 1944, Waldemar Julsrud, de 69 años de edad hizo un descubrimiento en Acámbaro, pequeña ciudad mejicana situada a menos de 300 kms al noroeste de Méjico, en la provincia de Guanajuato. Mientras se paseaba a caballo a lo largo de una zanja cerca de la colina del toro, con uno de sus empleados, un granjero llamado Odilon Tinajero, su atención fue atraída por un trozo de cerámica que salía del suelo. Era una figurina de terracota de un estilo que desconocía. Mandó a su empleado cavar y llevarle todas las piezas similares que podría encontrar. Unos días más tarde, Tinajero se presentó con una carretilla llena de estos artefactos. Julsrud se quedó estupefacto por el estilo y la diversidad de las figuritas. Hizo un trato con su empleado: él le pagaría 1 peso por cada figurita entera; y nada por las estropeadas que, sin embargo tendría que entregarle (y que conservó). Su objetivo era evitar que su granjero las fabricara (de todos modos no hubiera tenido suficiente tiempo ni maña y el precio pagado era demasiado bajo) e incitarle a excavar con mucha precaución.
Las figuritas fueron descubiertas por grupos de entre 20 y 40 en el interior de pozos a una profundidad variable de 1,20 metros hasta 1,80. No eran pozos funerarios, puesto que sólo se encontraron 6 calaveras durante las excavaciones. Según la hipótesis de Julsrud, parece que habían sido sepultadas deprisa para evitar su saqueo por los primeros colonos españoles.
Más de 33.500 objetos de cerámica (en su mayoría ), piedra, jade y obsidiana fueron encontrados. Todos son únicos, ninguno ha sido duplicado. Su tamaño varía desde unos centímetros hasta menos de un metro. Varios tipos de arcillas fueron utilizados (su examen daría una indicación valiosa de su procedencia ), y todos fueron fabricados por el método del “fuego abierto” (entonces la fabricación de objetos falsificados no habría sido inadvertida por el humo y las grandes cantidades de leña - rara y cara en esta región - necesarias).
A pesar de su gran diversidad, se pueden clasificar, según su estilo, por centenares incluso por millares, como procedentes de culturas diferentes.
El Mecanismo de Anticitera
Ahora, y gracias a este vídeo de más abajo y al conservador Michael Wright, podemos observar cómo funciona este apasionante instrumento gracias a una réplica funcional del mismo. El vídeo tristemente está en inglés pero creo que se entiende una gran parte del mismo bastante bien.
Podemos contemplarlo en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas. Descubierto por unos pescadores en el fondo del Mar Egeo en 1.900, presenta un complicado y sofisticado mecanismo de lo que parece ser un reloj astronómico.
Ahora, y gracias a este vídeo de más abajo y al conservador Michael Wright, podemos observar cómo funciona este apasionante instrumento gracias a una réplica funcional del mismo. El vídeo tristemente está en inglés pero creo que se entiende una gran parte del mismo bastante bien.
La batería de Bagdad (2.000 a.C.)
En 1936, durante unas excavaciones en una colina de Kujut Rabua, una aldea al sureste de Bagdad (Iraq), los trabajadores del Departamento Estatal Iraquí del Ferrocarril descubrieron una vieja tumba cubierta con una losa de piedra.
Durante dos meses, el Departamento Iraquí de Antigüedades extrajo de allí un total de 613 abalorios, figurillas de arcilla, ladrillos cincelados y otras piezas. Fueron fechados en el período de los partos (casi quinientos años entre 248 a. C. y 226 d. C.). También hallaron unos recipientes muy singulares de arcilla, con forma de jarrón y de color amarillo claro. En su interior había un cilindro de cobre, fijado con asfalto a la embocadura del cuello. Dentro del cilindro había una vara de hierro.
El recipiente medía 13 cm de alto por 4 cm de diámetro, mientras que el cilindro de cobre medía 9 cm de alto por 2,6 cm de diámetro. La vara de hierro sobresalía 1 centímetro y daba la impresión de haber estado revestida de una fina capa de plomo.
En ese año (1939), el arqueólogo alemán Wilhelm König, entonces a cargo del Laboratorio del Museo Estatal de Bagdad, lo identificó como una probable pila eléctrica. Describió su hallazgo en el 9 Jahre Irak, publicado en Austria en 1940. El primer análisis de este objeto consistió en introducir en su interior un electrolito, y conectarle una lámpara, que se encendió muy débilmente. El informe oficial que se redactó después decía que este objeto se comportaba exactamente igual que una pila eléctrica moderna.
En contra: El arqueólogo König no mostró con qué material se podrían haber unido las “baterías”, ya que entre los miles de objetos arqueológicos encontrados en Mesopotamia no había ningún objeto metálico transmisor de la corriente eléctrica (como un alambre de hierro) de longitud suficiente para unir varias de estas “pilas”. König sostuvo que el objetivo de estas baterías era proporcionar la electricidad necesaria para realizar galvanización con oro y plata (aunque hasta el momento no se ha encontrado ningún objeto antiguo galvanizado).
Para König y Gray no había nada más fácil que afirmar que estos recipientes eran pilas. Sin embargo, la hipótesis de las pilas es insostenible: no se encontraron restos, ni siquiera trazas, de ningún electrolito dentro de los cilindros de cobre. Si estos recipientes se hubieran utilizado como generadores de tensión, deberían haber contenido algún electrolito, el cual, aunque hubiese pasado mucho tiempo, se habrían podido detectar en la actualidad. Además, tampoco se encontró el alambre necesario para hacer uso de las pilas.
El hecho de que al agregar sulfato de cobre como electrolito se haya generado una diferencia de potencial de 1,5 V, no implica que realmente se hubiesen utilizado como baterías, ya que cualquier otro recipiente que contenga dos metales puede generar una tensión eléctrica mínima si se le agrega algún elemento electrolítico. El experimento del ingeniero Willard Gray (galvanizar en dos horas una estatuilla de plata con electrolito de zumo de uva) resultó ser falso. La pila de Bagdad podría haber generado como máximo 10 mA. Entonces para depositar 10 g de oro teóricamente serían necesarios casi 6 días de trabajo continuo (y 10 días para depositar 10 g de plata). En la práctica este tiempo se puede duplicar o triplicar.
Si se agrega vino, vinagre u otro ácido, la varilla de hierro se desintegraría en poco más de 1 año. No obstante esas varillas han llegado hasta nuestros días, clara muestra que no se utilizó ese par galvánico. Aquellos que consideran que este artefacto era efectivamente una pila eléctrica, la califican de oopart. Los escépticos en cambio piensan que el jarrón sólo servía para guardar pergaminos y cosméticos
Actualidad: El 11 de abril de 2003, durante la Invasión de Iraq, el Museo Nacional de Iraq en Bagdad, fue asaltado y saqueado. Durante aproximadamente tres días muchas de las piezas de incalculable valor histórico fueron destruidas o robadas. Este es el caso de las “baterías de Bagdad”. Aunque algunas versiones afirman que estas pudieron ser retiradas para su protección por el mismo gobierno Irakí como medida de protección ante los bombarderos, los más escépticos consideran que estas pasaron a formar parte del tráfico ilegal de antigüedades mesopotámicas. Actualmente se desconoce su paradero.
Las calaveras de cristal mayas
En 1936, durante unas excavaciones en una colina de Kujut Rabua, una aldea al sureste de Bagdad (Iraq), los trabajadores del Departamento Estatal Iraquí del Ferrocarril descubrieron una vieja tumba cubierta con una losa de piedra.
Durante dos meses, el Departamento Iraquí de Antigüedades extrajo de allí un total de 613 abalorios, figurillas de arcilla, ladrillos cincelados y otras piezas. Fueron fechados en el período de los partos (casi quinientos años entre 248 a. C. y 226 d. C.). También hallaron unos recipientes muy singulares de arcilla, con forma de jarrón y de color amarillo claro. En su interior había un cilindro de cobre, fijado con asfalto a la embocadura del cuello. Dentro del cilindro había una vara de hierro.
El recipiente medía 13 cm de alto por 4 cm de diámetro, mientras que el cilindro de cobre medía 9 cm de alto por 2,6 cm de diámetro. La vara de hierro sobresalía 1 centímetro y daba la impresión de haber estado revestida de una fina capa de plomo.
En ese año (1939), el arqueólogo alemán Wilhelm König, entonces a cargo del Laboratorio del Museo Estatal de Bagdad, lo identificó como una probable pila eléctrica. Describió su hallazgo en el 9 Jahre Irak, publicado en Austria en 1940. El primer análisis de este objeto consistió en introducir en su interior un electrolito, y conectarle una lámpara, que se encendió muy débilmente. El informe oficial que se redactó después decía que este objeto se comportaba exactamente igual que una pila eléctrica moderna.
En contra: El arqueólogo König no mostró con qué material se podrían haber unido las “baterías”, ya que entre los miles de objetos arqueológicos encontrados en Mesopotamia no había ningún objeto metálico transmisor de la corriente eléctrica (como un alambre de hierro) de longitud suficiente para unir varias de estas “pilas”. König sostuvo que el objetivo de estas baterías era proporcionar la electricidad necesaria para realizar galvanización con oro y plata (aunque hasta el momento no se ha encontrado ningún objeto antiguo galvanizado).
Para König y Gray no había nada más fácil que afirmar que estos recipientes eran pilas. Sin embargo, la hipótesis de las pilas es insostenible: no se encontraron restos, ni siquiera trazas, de ningún electrolito dentro de los cilindros de cobre. Si estos recipientes se hubieran utilizado como generadores de tensión, deberían haber contenido algún electrolito, el cual, aunque hubiese pasado mucho tiempo, se habrían podido detectar en la actualidad. Además, tampoco se encontró el alambre necesario para hacer uso de las pilas.
El hecho de que al agregar sulfato de cobre como electrolito se haya generado una diferencia de potencial de 1,5 V, no implica que realmente se hubiesen utilizado como baterías, ya que cualquier otro recipiente que contenga dos metales puede generar una tensión eléctrica mínima si se le agrega algún elemento electrolítico. El experimento del ingeniero Willard Gray (galvanizar en dos horas una estatuilla de plata con electrolito de zumo de uva) resultó ser falso. La pila de Bagdad podría haber generado como máximo 10 mA. Entonces para depositar 10 g de oro teóricamente serían necesarios casi 6 días de trabajo continuo (y 10 días para depositar 10 g de plata). En la práctica este tiempo se puede duplicar o triplicar.
Si se agrega vino, vinagre u otro ácido, la varilla de hierro se desintegraría en poco más de 1 año. No obstante esas varillas han llegado hasta nuestros días, clara muestra que no se utilizó ese par galvánico. Aquellos que consideran que este artefacto era efectivamente una pila eléctrica, la califican de oopart. Los escépticos en cambio piensan que el jarrón sólo servía para guardar pergaminos y cosméticos
Actualidad: El 11 de abril de 2003, durante la Invasión de Iraq, el Museo Nacional de Iraq en Bagdad, fue asaltado y saqueado. Durante aproximadamente tres días muchas de las piezas de incalculable valor histórico fueron destruidas o robadas. Este es el caso de las “baterías de Bagdad”. Aunque algunas versiones afirman que estas pudieron ser retiradas para su protección por el mismo gobierno Irakí como medida de protección ante los bombarderos, los más escépticos consideran que estas pasaron a formar parte del tráfico ilegal de antigüedades mesopotámicas. Actualmente se desconoce su paradero.
Las calaveras de cristal mayas
Excepto la ausencia de suturas craneanas, es una reproducción casi perfecta de una supuesta calavera de mujer. Pesa 5 kilos. Se compone de dos partes, con la mandíbula inferior ajustándose perfectamente con la parte superior.
Segura de su autenticidad, Anna acepta confiar la calavera a un equipo de científicos especializados en cristalografía, pertenecientes a la compañía Hewlet-Packard. Al cabo de 6 meses de pruebas, las conclusiones a las que se llega son :
- Está hecha con cuarzo natural sumamente puro, de dióxido de silicio “piezoeléctrico” anisótropo.
- Las dos partes están talladas en el mismo bloque de cristal de roca.
- Ninguna huella de instrumento, ni siquiera rastro microscópico.
- Sin señal de fabricación, resulta imposible fecharla (el cristal no envejece).
- Con una tecnología moderna con diamante haría falta un año de trabajo para conseguir el aspecto exterior (con huellas de fabricación, lo que no lleva la calavera); en cuanto a los efectos prismáticos, su reproductibilidad resulta aún más dificultosa.
- La fabricación manual hubiera necesitado 300 años de una labor continua.
Las piedras de Ica, Perú
Artículo completo sobre las piedras de Ica en este blog.
Algunas conclusiones en torno a piedras de Ica desenterradas en alguno de mis viajes.
1 comentario:
Magnífico trabajo, y muy exhaustivo. Mi enhorabuena al autor.
Como curiosidad, siempre tuve en la casa familiar una reproducción del mapa de Reis en la cabecera de mi cama.
Publicar un comentario