Solzhenitsyn

“Los dirigentes bolcheviques que tomaron Rusia no eran rusos, ellos odiaban a los rusos y a los cristianos. Impulsados por el odio étnico torturaron y mataron a millones de rusos, sin pizca de remordimiento… El bolchevismo ha comprometido la mayor masacre humana de todos los tiempos. El hecho de que la mayor parte del mundo ignore o sea indiferente a este enorme crimen es prueba de que el dominio del mundo está en manos de sus autores“. Solzhenitsyn

Izquierda-Derecha

El espectro político Izquierda-Derecha es nuestra creación. En realidad, refleja cuidadosamente nuestra minuciosa polarización artificial de la sociedad, dividida en cuestiones menores que impiden que se perciba nuestro poder - (La Tecnocracia oculta del Poder)

viernes, 11 de abril de 2014

Tavistock, Rockefeller y la infiltración en los sindicatos



El Instituto Tavistock de Relaciones Humanas, fundado por la Fundación Rockefeller, también fundadora del Club Bilderberg, es el máximo centro de control mental creado para atontar a las masas aborregadas. Se venden en su web como una institución sin ánimo de lucro y dicen que fue fundada como organización benéfica. No es así. Vamos a ver como Rockefeller junto con otros eugenistas manipuladores de mentes, impusieron la explotación laboral humana y además se hicieron con el control del movimiento obrero y los sindicatos, a través de sus conocimientos sobre las técnicas de control de masas de Tavistock.

Tavistock se valió de su comprensión de los métodos de la psiquiatría para formular y llevar a la práctica un programa de acción basado en dichos conocimientos. Una vez que quedaba dibujado el mapa neurótico de cada persona, Tavistock podía instalar diferentes formas de lavado de cerebro, para seleccionar diversos tipos neuróticos y situarlos en los entornos apropiados para llevar a cabo sus planes de un Nuevo Orden Mundial. En la revista The Campaigner de Estudios Estratégicos JCLC, L. Marcus explica que: 
“Las reformas estructurales fascistas, el control de las comunidades locales y el contrato social constituyen la afirmación del mundo infantil del inconsciente a expensas de la relativa racionalidad de anteriores ego-ideales de socialización. Fascismo es la palabra deseada que aparece en los sueños paranoicos del id(individuo). Y por el contrario, si el mundo atomizado de la persona se transforma en un entorno controlado conforme a esas reformas estructurales fascistas, la mente de la víctima descubrirá que sólo su potencial yo paranoico le proporciona el medio para estar en armonía con dicho entorno controlado.”



En determinadas circunstancias, esta técnica se aplicó al mundo de la inteligencia, pero quienes practicaban el arte del lavado de cerebro, idearon una utilidad mucho más horrenda. Después de la guerra, estas técnicas se practicaron a la sociedad, se aplicaron a personas reales y vivas. Tavistock había comprendido que la familia era el agente psicoactivo más poderoso de todos. Una de sus creaciones, los “grupos terapéuticos”, proporcionó la oportunidad que se necesitaba para aprovechar el poder que tenía la familia.

El más adelantado de todos los brutales practicantes de la nueva psicología industrial fue el doctor John Rawlings Rees, que se convirtió en el primer presidente de la Federación Mundial de Salud Mental y tenía una estrecha relación con el diputado de Hitler, el ocultista, Rudolf Hees. Rees descubrió que el mundo de lo irreal podía crearse, el denominado “grupo social”. Se obliga a una persona a transferir su identidad al grupo, en el cual es sometida a las formas más extremas de sugestión. Siempre que se destruya el sentido de identidad real de esa persona, se podrá manipular como si fuera un niño.

M. Minnicino, en un artículo titulado “Low Intensity Operations”,(Operaciones de baja intensidad), explica: 
“Un experto líder de grupo es capaz de servirse de dicho grupo para crear un entorno familiar potente, aunque sea artificial. Una vez que se ha inducido dicho entorno, un terapeuta puede manipular a un miembro del grupo, no mediante un ataque directo, sino por medio de una sutil manipulación de los demás miembros del grupo; por ejemplo, empleando la sugestión. Si la víctima ha sido llevada a creer que el grupo es algo que la ayuda, a tener un sentimiento maternal, cuando dicho entorno haya sido manipulado y se vuelva en contra, tenderá a ejercer el mismo impacto que el profundo rechazo de una madre.”



Rees y Tavistock comprendieron, gracias a los muchos esfuerzos que habían dedicado al trabajo con grupos, que la manipulación basada en los “miedos de la madre” era fundamental para controlar a las masas. Es decir, el Instituto se puso a buscar métodos con los que manipular a las poblaciones explotando su ideología. Primero, creando numerosos grupos sociales y después poniendo dichos grupos en una situación competitiva. Haciendo que todas las victorias dependieran exclusivamente de vencer a expensas de los grupos, se podría establecer un orden social fascista. Lo único que se requería era atomizar a la población objeto, emplear un arsenal de armas sociológicas y psiquiátricas que tuvieran como efecto enfrentar a unos contra otros. Divide y vencerás. A una raza contra otra, a un partido contra otro, a un país contra otro, a un grupo lingüístico contra otro, a un equipo contra otro, los derechos de las mujeres contra la opresión de los hombres…, para luego subdividir estos grupos en categorías profesionales y después subdividirlos en pequeños grupos con intereses territoriales, por comunidades. De esta forma, las fuerzas nunca se enfrentaran a más que una pequeña fuerza material, representada por un núcleo duro resistente a una, por lo general eficaz, combinación de armas de control sociológicas y psiquiátricas.

Uno de los usos que dieron a dichas prácticas los lavacerebros de Tavistock, fue el de aumentar la productividad e intensificar el rendimiento de la mano de obra sin importarles para nada la salud de los trabajadores. En otras palabras, los bilderberianos Rockefeller, indujeron a la destrucción automotivada del yo, una sociedad de zombis borregos con el cerebro lavado, que se contentaba con subsistir al borde del hambre.



Rees: “La finalidad consiste en funcionar sometido a una disminución en espiral de los ingresos económicos y de las condiciones de trabajo.” O lo que es lo mismo, bajarte el sueldo poco a poco mientras empeoran tus condiciones laborales y así tú no te quejas. ¿Te suena de algo?

Previamente se crea en el grupo una dinámica de familia, o lo que es lo mismo, una dinámica de presión de los iguales, en la que los compañeros tendrían las mismas obligaciones y derechos, para crear el conocido, “que si Fulano trabaja menos que yo y que Mengano”, creando así una autovigilancia de los compañeros en esta empresa “familiar”. La idea era que al atacar a un miembro del grupo, este entregaría su soberanía y se volvería susceptible de ser sugestionado para luchar por los objetivos predeterminados. Un ejemplo: En un ambiente de disminución en espiral de los ingresos económicos y de las condiciones de trabajo, se “sugiere” como meta del grupo un aumento cada vez mayor de la productividad, con frecuencia, a expensas de la seguridad y del bienestar psicológico de los miembros del grupo. Se forzara al grupo a alcanzar unos objetivos predeterminados mediante consenso, o “democráticamente”. A quien proteste se le dice que no se ha adaptado bien.

Dichas técnicas sacan provecho de los sentimientos de culpa, vergüenza y remordimiento de la persona vulnerable a la fuerza del grupo. Esa persona, al verse humillada por todos y teniendo únicamente en cuenta el mundo matrix que le rodea, sin ser capaz de juzgar por él mismo, se degrada todavía más y acepta el veredicto. Entonces el individuo empieza a producir más. Los conceptos como la “coparticipación”, “calidad de vida”, “determinación conjunta”, “humanización”, “relaciones humanas”, “empresa familiar” o cualquiera que sea el eufemismo que se quiera emplear, son manipulación mental de la “sociedad posindustrial”, una basura patrocinada por la Fundación Ford, cuya opinión particular, como arma ideológica de contrainsurgencia, introdujo la noción protofascista del “crecimiento cero”. Henry Ford, compró el periódico “The Dearborn Independent”, en el cual publicó “Los protocolos de los sabios de Sión”.



Hitler leyó a Ford y le admiraba. La mano de obra esclava y el sistema de campos de exterminio de los nazis no son rarezas caprichosas de Hitler y sus socios, sino una expresión intrínseca de las políticas fundamentales de toda economía de crecimiento cero. Resulta imposible iniciar políticas de crecimiento cero hoy, sin provocar un genocidio en masa mañana. De hecho, la idea que dio lugar a estos programas surgió mucho antes de que se crease Tavistock. Rockefeller II comenzó a fomentar los salvajes planes de “relaciones humanas”, diciendo que eran la mejor manera de obtener una mayor productividad ya en 1916, cuando intervino en la Conferencia Industrial de la YMCA, y en 1917, durante el discurso que pronunció en la Universidad de Come. Una de las principales propuestas que salieron de la campaña de Rockefeller fue la de: “promover un plan democrático según el cual los empleados serían propietarios de cierto número de acciones y así el trabajador se ve a sí mismo como un capitalista desde su punto de vista y se vuelve conservador e inmune a los ideales radicales”. Y, además, las masas aborregadas producen más, que es el objetivo.

En los años cuarenta, fue el punto de inflexión de la estrategia de Rockefeller de modificación de conducta-lavado de cerebro, determinación conjunta, coparticipación y corporativismo para apoderarse de Estados Unidos y del movimiento de trabajadores de todo el mundo. A medida que la guerra iba tocando a su fin, Rockefeller cambió la psicología de los trabajadores de una manera esencial de acuerdo con la forma en que iba a dirigir, a partir de entonces, el movimiento obrero organizado de Estados Unidos. Fue algo que se hizo simultáneamente en distintos niveles.

En 1946, Rees-Tavistock-Rockefeller formalizaron el Memorándum Rockefeller, en el cual, el general de brigada John Rawlings Rees expuso los detalles del pensamiento de su camarilla y lo ofreció a la familia. La Fundación Rockefeller, que había dado grandes cantidades de dinero a Tavistock y a sus miembros desde 1934, aceptó de inmediato, y la Clínica Tavistock se transformó en el Instituto Tavistock de Relaciones Humanas. El Instituto llevaba a cabo operaciones nacionales e internacionales bajo el título de “investigación de operaciones”.



En primer lugar, Rockefeller contrató a muchos de los sociólogos que habían participado en los bestiales y fascistas servicios de inteligencia de guerra y los colocó en los campus de los Institutos de Trabajo financiados por la Fundación Rockefeller, el Instituto Nacional de Salud Mental, el Ejército, la Marina, las Fuerzas Aéreas y grandes empresas capitalistas para desarrollar proyectos y dar orientación. Estos Institutos de Trabajo se crearon al mismo tiempo que la CIA, la Junta de Jefes de Estado, el Consejo de Seguridad Nacional, como parte de la misma red que estaba construyendo Rockefeller para dirigir el mundo entero una vez que Estados Unidos hubiera ocupado el lugar de Gran Bretaña, después de la guerra, como primera potencia mundial. 

Uno de los proyectos clave de Tavistock fue el Instituto de Trabajo patrocinado por Rockefeller, donde se estudiaba la modificación de la conducta, cómo motivar a los grupos, el trabajo en equipo, la dinámica social, el aumento de la productividad, desde el punto de vista psicológico con el fin de manipular a las masas. Para principios de los años cincuenta, Rockefeller ya tenía una red de institutos de trabajo, más el control del Departamento de Trabajo, desde donde controlaba física y psicológicamente el movimiento obrero de Estados Unidos.

Pero la mayor aportación que hizo Rockefeller a la “causa del trabajador” fue la total destrucción del movimiento obrero, la perversión y el control del mismo mediante las operaciones orquestadas por él y Tavistock. Desde el Civilian Conservation Corps (CCC - Cuerpo Civil de Conservación) hasta la Works Progress Administration (WPA – Administración para el Progreso del Trabajo), desde la National Civic Federation (NCF – Federación Nacional de Ciudadanos) hasta la American Federation of Labour (AFL – Federación Americana del Trabajo), el control del movimiento obrero de Estados Unidosestaba siempre sometido al control ejercido por los intereses económicos de Rockefeller. Por ejemplo, Samuel Gompers, el primer presidente de la AFL, ayudó a principios del siglo xx a formar la NCF. Gompers creía en la supremacía de los empleadores y en la benevolencia del capitalismo, y ayudaba a desbaratar huelgas, reclutar vigilantes y dirigir ataques contra la clase obrera. Durante la Primera Guerra Mundial, Gompers defendió a la agresiva War Labour Board (Junta de Trabajo en tiempo de Guerra), que aplastó a los trabajadores. Entre los líderes de la NCF se encontraron Mark Hanna, de la U. S. Steel Corporation, y seguidores de Rockefeller como Charlie Elliott, miembro del Consejo de Administración de la Fundación Rockefeller y Presidente de Harvard. Otra de las organizaciones dirigidas por Rockefeller era el Comité Organizativo de Trabajadores del Acero, cuyo director era Philip Murray. La mano derecha de Murray era Clinton Golden, que en 1947 se sumó al consejo de dirección de la revista Relaciones Humanas de Tavistock y a mediados de los cincuenta pasó a ser miembro de la Fundación Ford, controlada por Rockefeller. Rockefeller contaba con otro frente más: la Coalition of Labour Union Women (Coalición de Mujeres de Sindicatos Obreros) creada por la Cornell ILR School, que celebró su primera conferencia en 1974, en Chicago. Este grupo tenía como finalidad promover la Acción Afirmativa para que las mujeres se enfrentaran a los hombres en agresivas luchas laborales, que se saldaron con un millón de despidos.



Los tres institutos de trabajo formados, financiados y dirigidos por Rockefeller,Tavistock, el ISR y Corneil ILR, son sólo tres de los más de doscientos o trescientos que crearon los Rockefeller por todo el mundo tras la Segunda Guerra Mundial. Entre ellos se encuentran el Centre d’Études de Problemes Humaines de Travail y la Association pour la Recherche et l’Intervention Psycho-sociologiques, en Francia; el Industrial Research Institute de Bonn y el Department of Social Relations Institute del DGB (sindicato alemán), ambos en Alemania; la Sociedad Argentina de Investigación Operativa (SADIO); la International Jewish Research Foundation on Human Relations, en Israel; y el Psychological Institute en Kyushu, Japón, entre otros. La lista de los institutos de Rockefeller es larguísima y su influencia, enorme.

Entre el prolongado control que venía ejerciendo la familia Rockefeller sobre la Asociación Americana de Médicos y la Asociación Americana de Psiquiatras y los miembros de la CIA colocados en puestos en los distintos niveles del Gobierno, se invirtieron muchos fondos gubernamentales, entre ellos fondos militares, para promover el desarrollo de programas de lavado de cerebro y colocar a protegidos de Rockefeller y Tavistock en puestos e instituciones clave. Por ejemplo, para crear el cargo que ocupó B. E Skinner en Harvard. Otro alumno de Rees, el doctor Kenneth Clark, entró a formar parte de la Junta de Regentes del Estado de Nueva York, creada por Rockefeller, y también ocupó el puesto clave de la contrainsurgencia contra los negros (MARC) de la Fundación Ford, entidad inspirada y controlada por Rockefeller. El doctor Nathan S. Une, uno de los criminales de la ideología de Rees, se situó al frente del Hospital Estatal de Rockland, en el estado de Nueva York, además de ocupar un puesto clave en el Hospital Presbiteriano de Columbia, también en Nueva York, donde se practicó el lavado de cerebro. De hecho, las técnicas que se emplean en las negociaciones laborales de España, Francia, Alemania, Estados Unidos y en la mayoría de los países occidentales están sacadas directamente del manual de juegos de rol de Tavistock.



A los líderes sindicales no les vendría mal estudiarse la técnica que propugnan Rockefeller y Tavistock para las negociaciones laborales. Quizá ya la estén estudiando, y den a entender lo contrario o quizá formen parte del plan. Tavistock, antes de una huelga, analiza a fondo el sindicato. Los Institutos de Trabajo de Rockefeller trazan perfiles psicológicos del sindicato como un todo, recopilan información al respecto extrayéndola de alumnos que salen con un cuestionario en la mano. Consultan a miembros del sindicato, interrogan concienzudamente a los líderes sindicales, asisten a sesiones de debate de los miembros y a las reuniones del sindicato, evalúan la historia del sindicato para ver, por ejemplo, si tiende a organizar huelgas, y escrutan los exámenes por escrito y los datos que figuran en los currículos de un número significativo de miembros concretos. Se llevan a cabo estudios de las sub-secciones étnicas y raciales del sindicato. En cada sub-sección, por ejemplo, la de los italianos, se registra si proceden de la clase media o baja trabajadora, si acaban de llegar al país, si tienen o no papeles, si son muy religiosos, si llevan mucho tiempo viviendo en determinado barrio, si están muy unidos a la madre, y así sucesivamente. A continuación, se evalúa tanto al sindicato como a las sub-secciones del mismo para ver cómo reaccionan en situaciones de crisis: las lastimosas flaquezas psicológicas, el sentimiento neurótico de culpa, la imágenes horripilantes que produce el miedo en los miembros y que después se reproducirán en los medios de comunicación y se explotarán de manera sutil en niveles inconscientes a través de la propaganda del Gobierno y de la de Rockefeller, como el conocido miedo que tienen los profesores de raza blanca y de ingresos medios de ser agredidos por las pandillas callejeras de negros, el punto en el que se derrumban los miembros bajo la presión del estrés, los métodos que hay que emplear para que los invada el pánico, en qué momento los miembros dejarán de fiarse unos de otros, hasta qué punto se los puede intimidar con la violencia, qué presión externa es capaz de hundirlos. El Instituto de Trabajo Rockefeller realiza nada menos que cien o doscientos estudios en cada sindicato.

Los métodos empleados están sacados directamente de Behaviour Theory of Labor Negotiations (Teoría conductual de las negociaciones laborales), escrito por Walton y McKenzie para la Corneli School of Industrial Relations, creada por Rockefeller. Primer paso. Se provoca al sindicato ofreciéndole un contrato particularmente leonino e insultante. El sindicato, enfurecido, sale en masa a las líneas de los piquetes. Puños cerrados y caras serias y de pocos amigos por todas partes. Rockefeller deja pasar los primeros días. Al tercer día, por la tarde, el líder del sindicato ya está pasando la mayor parte del tiempo en la sede del mismo, charlando con los amigos. Para el cuarto día, los gritos ya no son ni la mitad de enérgicos y quedan pocas caras que aún mantengan el gesto serio y de pocos amigos del primer día.



Entra en escena Tavistock. La huelga va a ser desbaratada por fases. Los líderes sindicales son llamados a negociar. Ya se ha hecho un completo perfil psicológico de ellos, de la estructura de su personalidad, etcétera. En reuniones estructuradas como sesiones de terapia de grupo, el árbitro modificador de la conducta lleva a cabo, sin que lo sepan los líderes sindicales, ciertos sondeos psicológicos contra ellos. La mayoría de los líderes sindicales son unos pobres infelices y resultan fáciles de manipular. Los negociadores y los capitalistas saben que la presión que representan los ataques de los medios de comunicación, las tensiones de la huelga, la presión de sus iguales y la merma de los fondos para la huelga están haciendo mella en ellos y que se están desmoronando por dentro.

A continuación se lleva aparte al líder para proseguir la negociación. A estas alturas, éste ya está muy cerca de suplicar lo que sea, con tal de poder regresar con los suyos llevando algo en las manos. Pero, en lugar de ofrecer a los líderes sindicales mejores condiciones para los trabajadores, se les enseñan las técnicas que han de emplear para venderles la moto a los miembros del sindicato, para que éstos no piensen que los han estafado. ¿Cómo se hace eso? Se imparte un curso sobre negociación para los líderes y delegados sindicales en el Instituto de Trabajo más cercano. En dicho instituto se llevan a cabo programas de modificación de conducta que dirigen los leales psicólogos de Rockefeller y los miembros de su equipo.

Sin embargo, no termina ahí la invasión y posterior conquista de los sindicatos. Se coloca a agentes clave infiltrados, modificadores de conducta, en diversos cargos de los sindicatos, normalmente en los de secretario de formación y abogado. Cuando llega la siguiente sesión negociadora, los líderes sindicales ya son más fáciles de moldear y con frecuencia aceptan las condiciones que se les ofrecen en las sesiones de negociación previas al acuerdo para fijarlos. Además, al mismo tiempo se centra la atención hacia los miembros del sindicato. Las técnicas de guerra psicológica como los “períodos de reflexión” entre una reunión de negociación y otra, las campañas de desprestigio en los medios de comunicación, las ofertas de reconciliación, se utilizan y son armas objetivas que Rockefeller tiene a su disposición para quebrantar la voluntad que todavía pueda quedarles a los huelguistas, y así lograr aplastarlos.



Con el fin de garantizar que no surgieran problemas en el movimiento obrero, los servicios de inteligencia, la CIA y el Departamento de Estado, junto con el Instituto Tavistock, reunieron a varios sindicalistas clave para poner en práctica el plan de Rockefeller de remodelar y asumir el control de varias secciones del movimiento obrero de Europa.» Estos sindicalistas fueron reclutados sobre todo en la National Labour Relations Board, una filial corporativista de Rockefeller dirigida por su fiel perrillo faldero, Arthur Goldberg. Goldberg trabajaba con los socialdemócratas dentro del movimiento obrero de Europa. Estaba pasando fondos de la OSS (precursora de la CIA) al ala socialdemócrata de la clandestina federación de trabajadores de Francia, preparando pactos que ayudasen a la inteligencia estadounidense a apoderarse del movimiento francés después de la guerra. Por otro lado, el movimiento que pretendía formar una Europa Unida era parte de un plan más amplio, el de formar un Gobierno Mundial. En el Congreso de La Haya, celebrado en mayo de 1948, se reclamó una Europa Unida y se promulgaron siete resoluciones referidas a aspectos de la unión política. La número siete afirmaba lo siguiente: “La creación de una Europa Unida ha de verse como un paso esencial hacia la creación de un Mundo Unido.”

El Plan Marshall, aparte de ayudar a Europa a ponerse de nuevo en pie, condujo al Plan Schuman de 1950, cuando el Ministro francés de Asuntos Exteriores Robert Schuman propuso que toda la producción de carbón y de acero tanto de Francia como de Alemania se pusiera bajo el control de un único organismo supranacional, plan que a su vez dio lugar a la Comunidad Económica del Carbón y del Acero (CECA), más adelante a la Euratom (Comisión Europea para la Energía Atómica) y, finalmente, al Mercado Común.



La CECA fue el primer paso concreto que se dió hacia la unificación política, el primer ladrillo de la construcción del imperio. Con la firma del Tratado de Roma, que allanaba el camino para la llegada, en 1957, de la Comunidad Económica Europea; el primer gran paso hacia un Nuevo Orden Mundial ya estaba dado. Es la espantosa realidad de la usurpación diaria que practica el fascismo de rostro democrático en nuestra sociedad, ideada como tal en el Instituto Tavistock, con la estimable ayuda económica de la familia Rockefeller, que se remonta a finales del siglo XIX.

Si no abordamos de frente esta manipulación masiva que ataca por todos los flancos, dentro de un plazo de tiempo relativamente corto, todas las demás cosas que hacemos como personas, todas las esperanzas que, como sociedad, abrigamos de construir un mundo mejor acabarán estrellándose en el fondo de ese foso que denominamos historia. Hay que decidir entre el Instituto Tavistock, patrocinado por la familia Rockefeller, y nosotros. No hay más alternativas. El futuro está en tus manos, de ti depende cambiar tu mundo.

Un abrazo y mucha fuerza.

Manu Escrig.


Libro que deberías leer:

“El Intituto Tavistock”, Daniel Estulin.

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