PENSAR EL 15-M
“Sólo la verdad convence”
Cicerón
La comprensión objetiva y exacta, hasta donde ello es hacedero, del Movimiento 15-M tiene importancia no sólo ni principalmente por sí mismo, sino sobre todo por lo que significa como síntoma de las muchas, notables y novedosas transformaciones de toda naturaleza que se están produciendo en el cuerpo social, desde su base económica a los sistemas de ideas dominantes, en “España” y en todo el mundo. Por eso, aunque tiene en sí un interés limitado (sobrevalorar el 15-M es un error) y un futuro con probabilidad negativo, su comprensión veraz permite aprehender mejor nuestra época.
Así pues, lo necesario es un acercamiento pensante y reflexivo. Primero, porque la verdad, con independencia de sus consecuencias prácticas, es un valor y una meta primordial, ya que sin ella no nos podemos construir como seres humanos. Segundo, porque no hay acción transformadora sin un análisis estratégico, sin una visión de conjunto de lo real que oriente la intervención política.
Quienes, poseídos por el pragmatismo y el utilitarismo, que en su forma actual ocasionan el vicio del activismo, se desentienden de la reflexión, hacen chacota de la voluntad de verdad y sólo se preocupan por “los resultados” quedarán una vez más burlados y frustrados, porque dar palos de ciego y actuar al buen tuntún no es transformador.
Desde su aparición se han publicado un sinnúmero de artículos y comentarios sobre el 15-M, además de varios libros significativamente breves y superficiales. Mucho más material escrito, audiovisual y de otro tipo aparecerá en el futuro inmediato. El rasgo común a todo eso en lo epistemológico es, por desgracia, la ínfima calidad del estudio, la locuacidad indocumentada y vacía, la más estupefaciente ausencia de ideas [1].
Esto forma parte del juego más esencial del poder constituido, interesado en que no se comprenda lo que está sucediendo. Para quienes no tienen otra finalidad que arrancar tales o cuales migajas al Estado providente de la modernidad toda reflexión sobra y de lo que se trata es de agitar en la calle con machaconería hasta conseguir sus pedestres metas, más dinero y más servicios. Pero para aquellas y aquellos que se hayan propuesto tratar los grandes problemas de nuestro tiempo, desde la perspectiva de una revolución integral suficiente de la vida social, de los sistemas de ideas y valores y del propio ser humano, el conocimiento cierto es imprescindible.
La verdad es anterior y más importante que la política. Lejos de estar determinada por ésta, la determina y conforma. Es probable que no sirva de mucho, en las muy aciagas condiciones de nuestro tiempo, recordar que la realidad es siempre compleja y en el caso que nos ocupa incluso hiper-compleja, por lo que debe ser aprehendida en sus contradicciones interiores, en su auto-movimiento y en la interrelación que se da entre sus partes, así como entre cada una de ellas y el todo finito. Sea o no efectiva esta advertencia debe ser expuesta.
Asimismo, resulta apropiada la exhortación al análisis ateórico que se esfuerza en comprender la realidad desde la realidad misma, sin primeras verdades, sin axiomas, sin teorías, sin maestros del pensar, sin nada que no sea un estudio muy cuidadoso, pormenorizado y fatigoso de la experiencia.
El pensamiento depende de la experiencia y se satisface en exclusiva con ella. Lo demás es innecesario.
Otra expresión de la completa ausencia de ideas y del simplismo mental que caracteriza al sector institucional del 15-M lo ofrece “¡Indignaos!, de Stéphane Hessel, texto que, en efecto, es apto para suscitar indignación por la manera tan decidida y completa como niega y ahoga cualquier atisbo de actividad reflexiva, pensamiento complejo, altura de miras, grandeza en los fines y voluntad de verdad, en especial lo primero.
El librito, una expresión de pragmatismo extremista, lo que explica su ramplonería, infantilismo, ausencia de voluntad de verdad y espíritu reaccionario, manifiesta bien la barbarie propia del siglo XXI, esa firmísima decisión de renunciar a todo, a la libertad, a la verdad, al bien moral, a la belleza, a la reconciliación con la naturaleza, al quehacer reflexivo, a la primacía de las metas espirituales y, por supuesto, a la revolución, para centrarse en un único propósito, llenar el estómago lo más posible recreándose en los horrores del Estado de bienestar y la sociedad de consumo, renunciando a ser humanos para disfrutar a calzón quitado y ser felices consumiendo.
Se trata de llevar una vida de cerdas y cerdos, y eso es todo. Por lo demás, Hessel, que alardea de haber sido miembro de la Resistencia francesa, en realidad es uno de los que realizó, de 1944 en adelante, la traición a los ideales de las mujeres y los hombres de la Resistencia que de forma heroica y desinteresada dieron su vida luchando contra el nazi-fascismo. Traición llevada adelante sobre todo por el Partido Comunista y el Partido Socialista en “Francia”, esto es, por la izquierda, para crear un régimen de dictadura constitucional, parlamentarista y partitocrático, el actual, que ha negado la libertad al pueblo. Ello ha dado asimismo origen a un capitalismo ultra-agresivo y ha creado un régimen neo-colonial galo del que Hessel ha sido y es destacado alto funcionario, el cual atormenta desde hace decenios en especial a los pueblos de África [2].
El enardecido culto por el Estado que manifiesta Hessel es típicamente francés. En sus escritos asoman la oreja Luis XIV, Robespierre y el resto de los genocidas de la revolución francesa, Napoleón como el Hitler del siglo XIX, la atroz tradición estatista del socialismo, el sindicalismo y el comunismo francés, el mariscal Pétain fusilando a los soldados que en la I Guerra Mundial se atrevieron a hacer real la consigna “Guerra a
la guerra” y el general De Gaulle, campeón del imperialismo galo. En la Resistencia nuestro hombre fue su agente, y su lucha contra los nazis no tuvo nada de revolucionario, pues su idea impulsora era el patriotismo y chovinismo galos.
En una visita a Madrid con el fin de presentar su nuevo manual de instrucciones para sujetos sin cerebro, “¡Comprometeos!”, se ha declarado partidario del PSOE y admirador de Zapatero, entrevistándose con importantes gerifaltes de aquél. Teniendo en cuenta que el PSOE ha sido y es, desde el final del franquismo, el partido que mejor expresa los intereses del gran capital multinacional español, y la fuerza política que más a conciencia ha destruido a la sociedad, devastado los valores de la civilización, laminado la moralidad y encanallado a las personas hasta niveles que invitan al llanto, podemos comprender bien los contenidos que este experimentado histrión publicita.
En fin, ¿por qué no nos dice Hessel cuánto dinero está haciendo con sus panfletos, difundidos por todas partes con la más entusiasta anuencia de los poderes constituidos? A fecha de hoy se han vendido, sólo de “¡Indignaos!” en castellano, unas 500.000 copias, a 5 euros. ¿Qué parte de esos 2,5 millones ha ido a la cuenta de resultado de Hessel? Aduce que la que le corresponde como derechos de autor lo dona, pero lo obvio es que con sus libros-nada se ha montado un gran negocio de oscuras concreciones. Además, dado que el libro es una estafa debería devolverse los euros abonados a los compradores.
No menos precisos y severos se ha de ser con José Luis Sampedro. Este funcionario privilegiado del Estado franquista, luego reconvertido a toda prisa en “demócrata”, una vez que las elites mandantes consideraron que debían cambiar su forma de dominación, del fascismo al parlamentarismo, aparece ahora como un “indignado” de pro y como un oráculo de esta radicalidad de pega. Pero, ya que se manifiesta tan “humanista” y dado al buenismo, ¿por qué no nos habla de sus tiempos como alto y probo funcionario del régimen de Franco, así como de los textos que escribió entonces para desarrollar y aplicar la política franquista? Su estatolatría actual, su obstinada convicción de que el Estado ha de ser el todo de la vida social, y las clases populares meros siervos del Estado (a poder ser bien alimentados, adoctrinados, alojados y médicamente atendidos), es la aplicación del ideario estatista a ultranza de Franco y Falange a las nuevas condiciones [3].
Todos realizan el lema más querido por Fernando VII, “lejos de nosotros la funesta manía de pensar”. La causa es fácil de conocer. El pensamiento libre, complejo y capaz descubre el sinsentido, la perfidia y horror del vigente statu quo, estableciendo al mismo tiempo las vías y los fines alternativos que hacen posible su superación, lo que lleva a la revolución.
Ahogar las capacidades reflexivas de las personas es la vía más eficaz para mantener el actual orden de dictadura política. Amaestrar en el hábito del no-pensar, como hacen los ideólogos del ala empresarial y estatal del 15-M, es la primera necesidad del orden vigente en las actuales condiciones, de manera que ello se ha constituido en una de las más importantes metas de dicha facción.
El fomento de la ignorancia, el no saber y el no raciocinar, la aniquilación de las facultades cognoscitivas de los seres humanos de las clases populares conforme a una estrategia planificada por las élites mandantes ha alcanzado ya resultados pavorosos. Un reflejo de ello es el libro “La sociedad de la ignorancia” (G. Mayos y A. Brey, 2011) en el que el asunto es debatido, cierto que con muy poca fortuna. Que se elaboren tales textos muestra hasta dónde han llegado ya las cosas en este terreno. El poder constituido desea seres sub-humanos inhábiles para todas las actividades del espíritu, comenzando por el pensamiento, y ahora el sector estatal-empresarial del 15-M tiene como meta más importante eso mismo, ayudar al Estado a construir sujetos que distribuyan su tiempo entre trabajar y consumir, sin que en ellos haya nada de reflexivo, espiritual, elevado y transcendente, nada de lo realmente humano.
Frustrar tal designio es tarea de todas y todos los que deseamos un movimiento de masas sustentado en asambleas omni-soberanas, libres de jefaturas y dirigismos de muy oscuro origen, como luego se dirá. Eso exige personas con sus capacidades reflexivas afinadas y desarrolladas al máximo, no los desventurados neo-siervos de la modernidad, seres sin cerebro construidos en serie por los aparatos educativos (en
primer lugar la universidad), mediáticos, políticos, culturales y cibernéticos del actual régimen de dominación.
Se ha de considerar además que la nula calidad de los textos que se están publicando por y sobre el 15-M expresa falta de respeto por sus lectoras y lectores. Un libro es un acto de servicio al otro, un esfuerzo desinteresado que busca aportar algo, poco o mucho, al acerbo de los saberes de nuestros iguales, en definitiva una obra de amor. Pero los textos aquí mencionados se manifiestan como una burla a quienes a ellos se acercan, además de una estafa, pues cobran unos euros que en modo alguno lo valen.
Sólo una autocrítica sincera y severa por parte de sus autores y autoras puede remediarlo. Eso exigiría devolver el dinero timado a quienes han comprado tales subproductos, lo que es una de las exigencias de la Revolución Ética que el ala popular del Movimiento preconiza. Pero el tiempo perdido escrutando dichos libros-basura no puede ser restituido.
El pensamiento de la izquierda se estructura desde las consignas y la propaganda, esto es, desde la mentira útil, mientras que el que busca investigar la verdad para luego realizarla lo hace desde la experiencia, la voluntad de verdad y el obrar desinteresado.
El 15-M según sus documentos
El análisis de un partido o movimiento político ha de comenzar por sus contenidos, esto es, por su línea y programa. Olvidarlo es equivocarse en lo más sustantivo [4] y condenarse a la inoperancia práctica, porque una lucha política es, antes que cualquier cosa, un combate de ideas. Para el caso del 15-M los documentos que deben ser examinados son los de Democracia Real Ya (DRY), que actúa en su interior como partido de vanguardia de facto que todo lo controla, en particular las asambleas, para aquél instrumentales y no sustantivas.
El texto medular es el “Manifiesto de los indignados en 25 propuestas” [5]. La lectura es cualquier cosa menos agradable, debido a su naturaleza farragosa, vacía de creatividad y falta de calidad expositiva, a su elementalidad, ignorancia y espíritu reaccionario. Es una obra de corta-y-pega propia de mentes deformadas por la universidad y por Internet. Pero por latoso que sea su estudio es obligatorio hacerlo, pues toda formación política se expresa en sus textos programáticos.
Los contenidos del citado “Manifiesto” explican las adhesiones que ha recibido: de banqueros (en particular del presidente del BBVA, Francisco González), oligarcas, gerifaltes de los medios de comunicación, altos funcionarios del Estado, políticos profesionales, pedantócratas y así sucesivamente. En esta oleada de entusiasmo en la cumbre es a destacar el respaldo ofrecido por Rosalía Mera, cofundadora de Inditex (Zara), con una fortuna situada en los 3.000 millones de euros, lo que la convierte, al parecer, en la segunda mujer más rica del mundo, cacique todopoderosa de Galicia [6]. Al obrar de esta forma lo hace en nombre de la clase empresarial española, de la que esta destacada burguesa es portavoz informal.
En tan esclarecedor asunto se han de enfatizar tres cuestiones. Una es que Inditex-Zara ha sido acusada por cierta prensa crítica de usar mano de obra esclava en sus factorías del Tercer Mundo. La otra es que Rosalía “se declara de izquierdas”, lo cual es lógico, pues hoy la ideología y la política de la izquierda son las más ventajosas para el nuevo capitalismo ultra-agresivo y totalitario, propio del siglo XXI. La tercera es que a sus órdenes opera buena parte de lo más granado de la intelectualidad de izquierdas en Galicia, como es el caso de Manuel Rivas, intelectual exquisito e izquierdista de pro, que escribe al dictado de La Señora en la Fundación de ésta, Paideia Galiza, sin olvidar al inefable Suso del Toro, panegirista de J.L.R. Zapatero. No hace falta señalar que son partidarios entusiastas del 15-M. Es más, La Señora se manifestó resuelta a sumarse en persona a las acampadas del Movimiento, al parecer a la de A Coruña, permaneciendo la duda de si lo hizo. Por tanto, es legítimo preguntarse ¿no habrá salido de estos medios el impulso inspirador, e incluso algo más, del “Manifiesto” del 15-M?
Entremos en el análisis ecuánime, aunque sumario y breve, del citado “Manifiesto”.
La propuesta 1 propone la reforma de la ley electoral. A corto plazo deja entrever cual es la meta última de Democracia Real Ya, convertirse en un nuevo partido político (hoy es un cuasi partido), dado que se propone poner fin al bipartidismo. Preconiza además otras modificaciones políticas de mínima entidad. Su propuesta, a fin de cuentas, consiste en remozar el régimen de dictadura constitucional, partitocrática y parlamentaria, para superar el desgaste que ha sufrido desde 1978, cuando se impuso al pueblo por medio de un referéndum la actual Constitución, ese texto jurídico-político aciago que repite la ensangrentada Constitución de 1812.
Aquí DRY manifiesta que no valora en absoluto la asamblea como fundamento inexcusable de todo orden de libertad política, porque su meta es un nuevo parlamentarismo en el que todo el poder político formal siga estando en los partidos (y todo el real en el Estado), si bien lo enmascara con algunas fórmulas que quieren ser paliativas, de nula efectividad. Tal planteamiento enfrenta a dicha organización con la gran mayoría de las y los integrantes del 15-M para los que la asamblea es el fundamento de todo. Esta contradicción, bien trabajada por el componente popular del Movimiento, puede dar al traste con los manejos de ese inquietante para-partido político, salido quien sabe de dónde, el cual hoy se atribuye todo el poder de tomar decisiones, apareciendo en público sus jefes como los jerarcas “naturales” del Movimiento.
La negación por Democracia Real Ya de la asamblea, su reducción a instrumento coyuntural, montaje demagógico y apéndice del parlamentarismo, es una traición al ideal que ha movido a miles y miles de personas a incorporarse, plenas de magnanimidad, deseo de servir y buena fe, al Movimiento 15-M.
Se trata de someter el “Manifiesto” a una crítica argumentada en las asambleas, para eliminar toda referencia positiva a cualquier régimen parlamentarista y de partidos, haciendo de la asamblea el centro sustantivo, en sí y por sí, de la vida política, sin existencia de otros poderes, por tanto sin Estado.
El combate por la centralidad, inviolabilidad y sacralidad de la asamblea ha de ser hasta el fin. En esto se sintetiza la oposición entre tiranía, como demanda de un nuevo régimen parlamentario, y libertad política, que sólo un sistema de asambleas en red que abarque a toda la sociedad puede hacer real.
Como detalle hilarante diremos que DRY ni siquiera cuestiona la monarquía, contentándose con sugerir una enmienda de la Constitución que permita que las mujeres de la casa de Borbón puedan acceder al trono en igualdad con los varones. Dicho de otro modo, ha inventado la indignación monárquica…
La propuesta 2 pide rebajar los privilegios económicos y legales de los políticos profesionales, cuando de lo que se trata es de poner fin a su existencia, haciendo de la política una actividad de la gente común y sólo de ella: sin eso ningún régimen puede ser considerado democrático. DRY pretende mantener la casta de los politicastros con el infundado pretexto de que van a tener unas pocas prerrogativas menos. La cita favorable del juez Garzón, ese sujeto corrupto, izquierdista y endiosado acusado de otorgar cobertura a la tortura en el País Vasco y que niega al pueblo la capacidad de aplicar por sí las leyes, retrata bien al ala institucional del Movimiento.
La propuesta 3 tiene una frase escandalosamente anti democrática, “que los cargos públicos gobiernen obedeciendo a los ciudadanos”. Tal aserción niega lo más sustantivo de la libertad política, que exige que sea la gente común (los ciudadanos en el lenguaje institucional) la que se auto-gobierne por medio de un sistema de asambleas en red, en las que se debatan, deliberen, adopten, apliquen y fiscalicen todos los asuntos de la vida política, sin “cargos públicos” (formulación dirigida a engañar, porque la expresión verdadera es la de “cargos estatales”, y de nuevo vemos que DRY niega la Revolución Ética que exige la mayoría del 15-M, dado que mentir y embaucar no es ético), sin políticos profesionales, sin funcionarios, sin nada ni nadie que no sea el pueblo autoorganizado políticamente para regirse a sí mismo.
Donde hay Estado no existe libertad política, pues el pueblo es gobernado por el Estado en vez de gobernarse a sí mismo. Patrocinar “lo público”, esto es, lo estatal, es dar respaldo a la peor de las tiranías, la que tiene al Estado como dictador corporativo [7].
El punto 4 dice con gran pompa “no hay democracia sin independencia judicial”, cuando lo cierto es que no hay democracia sin asambleas omni-soberanas decidiendo sobre todo, también sobre lo jurídico y penal. En efecto, han de ser las asambleas las que ejerzan de tribunales, constituyéndose en Asambleas Judiciales, lo que permitirá mandar a paseo a los jueces profesionales, que son una expresión del despotismo estatal.
Las asambleas han de hacer las leyes y las asambleas han de aplicar las leyes: eso es lo que exige la libertad política. Por lo demás, ¿cómo puede hablarse de “independencia del poder judicial” existiendo el Ministerio de Justicia, que ata a los jueces y magistrados a los intereses del gobierno de turno en todas las circunstancias? Los tres poderes citados por ese apologeta del despotismo monárquico llamado Montesquieu son uno sólo en realidad, pues se unifican en el aparato de Estado, y los tres se lucran con los tributos que ése extrae coercitivamente de las clases asalariadas.
Exige el texto “mayor control popular” sobre los jueces, cuando de lo que se trata es de que el pueblo organizado en asambleas sea juez, del mismo modo que ha de ser el poder legislativo, como lo fue en el Medioevo hispano, cuando el pueblo escribía las leyes (redactando los fueros y cartas de población) organizado en las asambleas soberanas de la época, el régimen de concejo abierto.
Una manifestación singular de ello es el fuero de Madrid de 1202, cuando esta villa de la Extremadura castellana tenía unos 3.000 habitantes, organizados en 10 asambleas de barrio que designaban a los portavoces. Éstos, obligados por el mandato imperativo, asistían a la junta de gobierno de la villa, el Concejo de Madrid. Cada asamblea barrial ejercía de poder judicial, aplicando el fuero y sancionando a quienes incumplían su articulado. De ese modo el pueblo tenía en sí y por sí todo el poder político (dejando a un lado una parte reducida, que quedaba en manos de la institución de la Corona, a la que de forma errónea se permitió existir), esto es, todo el poder legislativo, judicial, económico (la actividad productiva se gobernaba desde las asambleas, siendo sus componentes sustantivos los bienes comunales y los sistemas de ayuda mutua) y ejecutivo (a través de las legendarias Milicias Concejiles, expresión del armamento general del pueblo en una sociedad sin ejército ni policía profesionales).
Tal sistema de auto-gobierno, incompleto e imperfecto pero real en lo más sustantivo, existió en la Edad Media en todos los territorios peninsulares liberados del tiránico poder andalusí. La asamblea es lo propio y más sustantivo de nuestra historia, en tanto que historia de las clases populares, mientras que el parlamentarismo -lo mismo que el fascismo- es una imposición de las clases altas y las élites estatales, siempre liberticidas. En todas la villas y ciudades hasta los siglos XIII-XIV, y en las aldeas hasta hoy mismo, fue la asamblea la que rigió la vida colectiva, mientras que el parlamento y la dictadura de los partidos políticos fue introducido por la anti-popular Constitución de 1812, obra en especial del ejército. Aquélla dio al mismo tiempo un impulso tan colosal al desarrollo del capitalismo que equivalió a su introducción de facto.
Traicionar el régimen de asambleas, como hace el ala reaccionaria del 15-M, es también traicionar lo mejor de nuestra historia, la herencia más sagrada y magnífica de nuestras abuelas y abuelos desde hace muchas generaciones. Ha llegado el momento de propiciar un retorno general a un sistema de gobierno por asambleas soberanas, con libertad de conciencia, política y civil, con pluralidad y respeto para todas y todos, pero también con movilización general del pueblo para combatir a los enemigos de la libertad. Será un régimen sin Estado, lo que hará realidad la libertad política, sin capitalismo, situación que permitirá realizar la libertad civil, y sin aparatos de adoctrinamiento y manipulación, lo que instaurará la libertad de conciencia, interior o espiritual de la personas, con autogestión popular del saber y el conocimiento.
Lo que DRY entiende por “control popular” del poder judicial es lo mismo que los políticos profesionales: el pueblo les vota (en elecciones no-libres carentes de legitimidad) y ellos, “en nombre del pueblo” pero sin el pueblo, “controlan” el poder judicial, esto es, compadrean con éste contra la gente de la calle.
El punto 5 dice “los indignados exigen transparencia política”, pero ¿por qué no comienza DRY haciéndose transparente en lo referente a sus orígenes, verdadera naturaleza, financiación y metas? Por lo demás, ¿pretenden que el Estado sea transparente?, ¿sí?, pues no hay más que un modo de lograrlo, haciendo que el Estado sea nada y el pueblo todo. En efecto, el único Estado transparente es el que no existe. Sólo mentes infantilizadas por los catecismos progresistas pueden llegar a creer que puede ser transparente el ejército, las diversas policías, el CNI (Centro Nacional de Inteligencia) y los servicios especiales, incluyendo los “fondos de reptiles” que el Ministerio del Interior destina a oscuras operaciones de todo tipo, en algunos casos también a las de naturaleza política. Eso es la médula misma del Estado, algo consustancial a su
naturaleza.
El meollo del poder real hoy, y siempre mientras exista el parlamentarismo, reside en el ejército, en los aparatos policiales, en los siniestros servicios de inteligencia, esto es, en los cuerpos armados y organizados que niegan por la fuerza al pueblo la libertad para autogobernarse. Así lo dice el artículo 8 de la actual Constitución, de 1978, promovida sobre todo por la izquierda, PSOE y PCE-IU, a quienes Democracia Real Ya copia con el objetivo, según parece, de hacer imposible una renovación verdadera de la vida política, social, moral e intelectual del país.
La propuesta 6 es un batiburrillo imposible de desenredar, quizá porque sus redactores se han embrollado más de lo habitual con su sistema de corta-y-pega.
Por tanto pasamos al siguiente. En éste colocan alguna afirmación hipócrita, tomada del vasto arsenal de J.L. Sampedro, como que “el dinero no es lo más importante”, dicho por quienes no expresan otra idea que el “más”, esto es: “más” dinero, “más” empleos lucrativos, “más” carreras provechosas, “más” servicios otorgados por el Estado, “más” desarrollo económico, “más” avances tecnológicos, “más” goces fisiológicos y “más” consumo. Una frase descubre la verdadera cosmovisión de DRY, esa en que lamenta que “los ciudadanos, además de consumir menos, se endeudan (por causa de la crisis)”, lo que es una apología de la sociedad de consumo, convicción que impregna el programa y actuar de ese colectivo. Es indicativo que ninguno de los integrantes de dicho para-partido se alzase para protestar contra el consumo enardecido de los años 1994-2008. Sólo cuando está amenazado se han declarado indignados.
Llegados a este punto la pregunta pertinente a todo el 15-M es ¿de qué nos valdría tener excelentes empleos y magníficos sueldos si hemos perdido la capacidad de pensar y, con ello, hemos dejado de ser seres humanos? Una revolución de la libertad ha de poner fin a la sociedad de consumo, así como a su fundamento institucional, el Estado de bienestar. El 85% de la población del país consume más, mucho más de lo que necesita. Conque la meta ha de ser rebajar drásticamente el consumo, el personal y sobre todo el institucional (el del ejército, por ejemplo, directo e indirecto), por dos motivos. Uno para que los bienes y valores espirituales sean lo central en nuestras vidas, dejando de ser entes zoológicos reducidos a un solo órgano, el estómago. La otra porque el planeta está exhausto y devastado, y la catástrofe medioambiental en curso sólo puede atajarse con una sociedad de anticonsumo volcada en lo espiritual.
En la 8 proponen “poner fin a los desahucios” cuando de lo que se trata es poner fin a los bancos, pero no a través de la consigna tomada del programa de La Falange, “nacionalización de la banca” (aquí se pone en evidencia el franquismo residual de J.L. Sampedro), lo que sería la estatización del sistema financiero, de donde resultaría un capitalismo de Estado similar al de Corea del Norte, porque nacionalizar es estatizar. Lo
pertinente es expropiar a la clase empresarial para realizar la democracia en el terreno de la producción de bienes, extinguiendo el trabajo asalariado y creando una economía colectivizada y autogestionada al servicio del bien general, gobernada de forma
omnímoda desde las red de las asambleas populares. Con esta premisa la parte monetaria de la economía quedará también sometida a las decisiones, deliberadas y adoptadas en asamblea, del pueblo soberano.
El “Manifiesto” sólo concibe la economía como dinero y operaciones monetarias, nunca como producción real de bienes esenciales, lo que muestra su concepción parasitaria de lo económico, que es la propia de la burguesía de Estado organizada en los partidos de la izquierda institucional. No logran comprender que si la actividad económica es necesaria su parte monetaria no lo es, o lo es sólo mínimamente [8].
La propuesta 9 se despeña en la formulación de los lugares comunes apologéticos del capitalismo de Estado, del cual DRY aspira a formar parte. En un aserto falto de cualquier fundamento reflexivo llega a tildar a lo estatal de “público” y “común”. Pero ¿son “públicos”, o sea, de todos el Banco de España y el Banco Central Europeo?, ¿son “públicas” la Agencia Tributaria y el Ministerio de Economía?, ¿son “públicas” las empresas estatales en las que los trabajadores han de acudir a la huelga para defenderse, igual exactamente que hacen en las del capitalismo privado?, ¿son “públicos” los 16 Ministerios, esos lúgubres espacios para el ejercicio del despotismo funcionarial contra el pueblo?, ¿son “públicas” las cárceles y centros de tortura?, ¿son o pueden ser “públicas” la sanidad estatal, la escuela estatal, la universidad estatal y el sistema estatal de pensiones, todos ellos instrumentos del Estado para sobre-dominar, envilecer, aculturar, desorganizar y destruir al pueblo, destruyendo en él la virtud y la moralidad, la inteligencia y la autonomía, la sociabilidad y la hermandad, vale decir, la esencia concreta humana?
Si lo estatal es lo público entonces el ejército es público, la policía es pública, las cárceles son públicas. Aquí el ala estatal y empresarial del 15-M bate su propia marca, al presentar a los aparatos militares y represivos, los mismos que hicieron la gran carnicería de 1936-39, como instituciones “públicas” y “comunes”, de todos, que el pueblo debe tener como algo propio, y por tanto querer, servir y fomentar. En efecto, los partidarios de identificar lo estatal con lo público son los militaristas más entusiastas, los partidarios más decididos del Estado policial.
Tales tópicos, tomados tal cual de la política del PSOE e IU (Izquierda Unida), expresan el punto de vista de la burguesía de Estado, que vive muy bien de los impuestos que coercitivamente el artefacto estatal despoja al pueblo. Hay que tener en cuenta que IU es un partido de funcionarios del Estado que forman el 90% de su militancia: parlamentarios, alcaldes y concejales; “liberados” de los sindicatos (se dice que superan los 200.000); integrantes de los consejos de administración de las Cajas de Ahorro; aparato ministerial, autonómico y local; intelectuales y artistas izquierdistas mega-subvencionados; beneficiarios de las muchas Fundaciones “públicas”, ONGs y otras instituciones similares.
Para maximizar su poder, influencia, presencia e ingresos monetarios, Izquierda Unida y Comisiones Obreras, lo mismo que el PSOE y UGT, compiten con el sector privado del capitalismo, pues cuanto más poder acumule el Estado, cuanto más expolie éste al pueblo, más dominio y más capital tienen dichas organizaciones y quienes las integran. Viven de explotar a los trabajadores por medio del sistema tributario, y también por los beneficios obtenidos por las empresas de capitalismo estatal, llevando una vida improductiva, hedonista, sórdida y parasitaria que escandaliza a las personas conscientes y morales. Tal es el estatuto que, al parecer, desea lograr DRY para sí y para sus integrantes.
En las reyertas entre la burguesa estatal y la burguesía privada las personas de ideario anticapitalista deben mantenerse ajenas, denunciando a ambas por igual, con el fin de crear una sociedad libre de capitalismo en cualquiera de sus dos formas, en la que todas y todos vivan de su trabajo y ninguno del ajeno, sea explotando directamente a los trabajadores en la unidad productiva o saqueándoles indirectamente por medio del régimen tributario.
El desarrollo del Estado nos convierte en esclavos del Estado. El desarrollo del Estado de bienestar nos hace neo-siervos del Estado de bienestar. La extraviada estatolatría de DRY debería llevarle a quitarse la careta, a ser consecuente, a decir la verdad. Si desea que todo sea “público”, esto es, estatal, su modelo económico es el de Corea del Norte. ¿Lo es realmente? [9]
Es el momento de recordar uno de los carteles anónimos más sustanciosos colocado en una de las acampadas del 15-M, que decía, “Si el problema es el Estado, ¿por qué pedimos que el Estado resuelva nuestros problemas?”.
En el programa de la izquierda adoradora del Estado, que es el que calca el “Manifiesto” del 15-M, no hay ni pizca de ideología, nada de ideales, sólo intereses, furia posesiva, apetencia por el consumo y egoísmo corporativo. Expresa la avidez ilimitada de la nueva burguesía de Estado, que sirve al conjunto del poder constituido de muchas maneras y que a cambio demanda más recursos monetarios para sí. Con el fin de lograr votos, por tanto poder, loan de forma enfermiza y falseando los hechos, el Estado de bienestar, convirtiéndose así en vehículos fundamentales del militarismo y el Estado policial.
En las asambleas del 15-M, y en las comisiones de trabajo, se ha de debatir una cuestión determinante: qué es el Estado, qué es el Estado hoy y qué es el pueblo, qué es el pueblo hoy. Jamás DRY permitirá que esto se efectúe, haciendo para ello uso de su poder censor y manipulador.
En la propuesta nº 9 el “Manifiesto” presenta como el colmo de la radicalidad que “los más ricos tienen que pagar más impuestos”, medida ya realizada en varios países, en alguno de ellos a petición de lo más adinerados, por ejemplo en Francia, y que aquí es defendida incluso por un sector del PP. La inmensa ignorancia de DRY, proveniente de leer sólo panfletos, libros-basura y catecismos progres, le impide comprender cómo es la realidad económica y hasta qué punto la oligarquía financiera necesita de un ente estatal fuerte, para lo que llega a demandar el incremento de su tributación, precisamente para robustecerse como capitalismo.
Su entusiasmo por el Estado mide su devoción por el capitalismo. El “Manifiesto” del 15-M es un pequeño arsenal de disposiciones para desarrollar, actualizar y ampliar el capitalismo, en la medida que ello es compatible con su colosal desinformación, errores y superficialidad. Es un canto al capitalismo más eficaz, sin crisis, lo que explica que una empresaria multinacional tan perspicaz y representativa como Rosalía Mera, sin olvidar a Francisco González, presidente del BBVA, simpatice con él.
Nada hay de idealismo, de preocupación por el bien general, deseo de servir y afán de crear una sociedad nueva y cualitativamente superior a la actual. Expresa el espanto de la juventud de las clases medias, sobremanera degradada en lo intelectual y depravada en lo moral ante la contracción del Estado de bienestar y el declive de la sociedad de consumo en Europa, a causa de los cambios que se están dando en la correlación de fuerzas entre las grandes potencias a escala planetaria [10].
Su “rechazo” del capitalismo se reduce al capitalismo que está en crisis y no funciona, pero no al que proporciona buenos empleos y altos salarios y emolumentos, cuando no suculentos negocios. Respecto al que funciona el sector conformista del 15-M está por completo a favor. Así es en todo el izquierdismo.
Cuando arguye que “las cajas de ahorro son patrimonio público” se pone al descubierto una vez más, pues esa forma híbrida de capitalismo, estatal-privado, es precisamente una de las principales instituciones destinadas a que la casta política haga suculentos negocios, siendo el ámbito de buena parte de las corruptelas en curso y una institución imprescindible para el régimen partitocrático hiper-corrupto. No hay duda de que quienes se atreven a formular tal enormidad es porque desean montar un nuevo partido político (o integrase en uno ya existente) y vivir del privilegio, la venalidad y el expolio, como todos ellos.
Las propuestas nº 10, 11, 12, 13, 14 y 15 son una repetición, aún más enrevesada, peor escrita y todavía más llena de lugares comunes que las ya consideradas, por tanto nada se dirá sobre ellas para no repetir argumentos.
La 16 ensaya un “análisis” de la situación económica internacional que sólo la risa puede provocar, por su naturaleza rudimentaria e indocumentada. Este episodio permite ver en activo a “la sociedad de la ignorancia”. Exige, por lo demás, establecer la tasa Tobin a las transacciones financieras internacionales, medida instituida por varios países en el verano de 2011, lo que da una idea de su naturaleza “anticapitalista”.
La propuesta 18 trata de la educación y, en vez de examinar el sistema educativo vigente, aleccionador, adoctrinador y negador de la libertad de conciencia, el estatal tanto como el privado, se reduce a pedir más presencia del Estado en la educación, para crear, dice, una “ciudadanía crítica” y “con músculo moral”. Pero ¿crítica como quienes han redactado este “Manifiesto”?, ¿moral como la de los que desean más Estado y más capitalismo y lo exponen con frases hipócritas y farisaicas, llenas de codicia y desenfreno consumista? La educación ha de ser libre, sin injerencias del Estado y de la clase empresarial, autogestionada, dirigida a constituir seres humanos autodeterminados e integrales, no a aleccionar y amaestrar en los contenidos que interesan al poder constituido, al Estado.
Para ir terminando diremos que el número 20 se ocupa de la libertad de Información a la que encuentran “en grave peligro”. Como pretendido remedio ofrece unas cuantas medidas legales caracterizadas por su insustancialidad e inoperancia, una letanía del más conformista reformismo, según la tónica del “Manifiesto”.
Los grandísimos peligros que acechan a la libertad de conciencia bajo el actual régimen de dictadura constitucional, la cual es el fundamento de todas las libertades, ni siquiera se atisban. La causa es que aquéllas no preocupan. En efecto, la libertad-libertades no forma parte de las cuestiones que intranquilizan a los redactores del “Manifiesto”, dado que no es un bien consumible.
La propuesta 21 se ocupa de decir algunos tópicos, mínimos y de los más manoseados, sobre ecología, menos de lo que al respecto promete el PP en su programa.
Las propuestas siguientes siguen con la misma materia, tratada de similar modo. Una vez más constatamos el colapso reflexivo y pensante de DRY, su total falta de capacidad innovadora, espíritu creativo y talento, dado que en todo se limita a repetir los más manoseados dogmas izquierdistas. Ahí está lo más preocupante, pues muestra hasta qué punto el pensamiento, no sólo el creador sino el que se usa en los asuntos habituales de la existencia humana, se está extinguiendo.
Un vacío significativo (en política lo que no se dice y “olvida” suele tener tanta o más importancia que lo que se verbaliza) en el “Manifiesto” es lo referente al ejército y la policía, dejando a un lado alguna breve frase tramposa. Cuando se está desarrollando una situación mundial en que los desequilibrios crecientes entre las grandes potencias y la profundización de la crisis económica de Occidente llevarán, están llevando ya, a un rearme general, en la dirección de ir preparando la IV Guerra Mundial, tal silencio favorece al militarismo. Quizá aquí esté una de las claves para comprender la génesis de DRY y los grupos afines.
Hemos llegado al final. Es un placer perder de vista este texto, por decirlo con una frase de Y. Zamiatin, “infantilmente simple” [11], y además carente de inteligencia e innovación. Sólo se puede encontrar para él uno uso positivo, de tipo penitencial: quien desee mortificarse a fondo, para expiar pecados terribles, que lo lea dos o tres veces al día.
El corolario es que el “Manifiesto” expresa la intención de crear un Estado mucho más poderoso y un capitalismo renovado y robustecido.
Pero no estaría completa esta parte sin escrutar a otro integrante de la autonombrada jefatura del 15-M, Juventud Sin Futuro (JSF). Proviene del movimiento estudiantil, en particular de los lamentables episodios de la acción contra el plan Bolonia, y su libro de referencia es “Euro-Universidad. Mito y realidad del proceso de Bolonia”, 2006, Judith Carreras, Carlos Sevilla y Miguel Urbán, gestado en ambientes de la extrema izquierda.
El libro citado ha influido en el sector empresarial e institucional del 15-M, por tanto no es posible dejar de hacer un comentario. Comienza con unas citas de Manuel Sacristán, de su obra “La Universidad y la división del trabajo”, que a pesar de usar un lenguaje vetusto contienen algo de verdad, en especial cuando define la universidad como “uno de los principales centros de producción ideológica hegemonizadora al servicio de la clase dominante”. Pero el texto, un modesto volumen de 143 páginas, hace justo lo contrario, olvidar a la institución como instancia creadora de las mentiras útiles al poder constituido y ocuparse de una única cuestión, el modo de lograr que en ella, y sobre todo una vez terminados los estudios, la élite estudiantil logre el máximo de beneficios monetarios y profesionales. Hay en este uso manipulador de los escritos de Sacristán una falta grave de honradez intelectual y moral.
Se ocupa, como se ha dicho, de la manera de hacer de la universidad un lugar de todavía más prebendas, sinecuras y medro profesional. Sobre lo que la institución significa como aparato de creación de ideología, ficciones y propaganda, de su desdén por la verdad e inmoralidad estructural, del modo como tritura a las y los infortunados sujetos que pisan las aulas, los cuales quedan psíquicamente mutilados para toda su
existencia. De eso no dice nada.
Sintoniza pues con ese movimiento estudiantil que se propone sólo alcanzar más ventajas materiales para el estudiantado, un grupo social privilegiado y parasitario que se realiza por medio de la carga tributaria que el Estado impone a las clases asalariadas.
También expresa los intereses del profesor-funcionario que jamás se cuestiona su función en tanto que creador y transmisor de pseudo-saberes y amaestrador del alumnado. Todo se condensa en lograr mejoras académicas y buenas salidas profesionales. La idea que los autores del texto antedicho tienen del movimiento estudiantil es corporativista: se bate por sus intereses materiales, a la caza de más y más privilegios contra las corporaciones competidoras, y eso es todo. Ello equivale a la completa degradación de aquél.
Su crítica del plan Bolonia es el habitual en la izquierda estatolátrica. La universidad “pública” (estatal) es excelente, pero la “regida desde los postulados del libre mercado” y convertida en “universidad empresa” resulta inadmisible, de modo que la lucha callejera y el activismo tienen como fin que el Estado siga siendo el dueño directo del aparato académico, por tanto el amo del pensar (mejor, del no-pensar) y del obrar de las gentes.
A eso se reduce todo, a un maniqueísmo que divide arbitrariamente una realidad, que en lo sustantivo es la misma, en una parte “Mala” la universidad privada, y una parte “Buena”, la explícitamente estatal. Tal, no hace falta decirlo, oculta que el aparato universitario, el estatal de forma directa y el particular indirecta pero no menos férrea, está regido por el Estado a través del Ministerio de Educación, por medio de una
maraña de leyes, medidas políticas, intervenciones financieras y otros varios procedimientos. Y que ambas porciones sirven igual al capitalismo y al Estado.
Porque si la educación estatal es tan excelente como dice esta obra, ¿dónde están los resultados?, ¿qué ha aportado de positivo la universidad “pública” española desde que está en vigor la Constitución de 1978, y eso por no remontarnos a los últimos 200 años? Lo cierto es que se ha limitado a cumplir sus funciones sustantivas, a saber:
1) elaborar ideología y propaganda para el aleccionamiento sistemático de las masas, a fin de hacerlas dóciles y sumisas al poder constituido;
2) destruir la autonomía y creatividad mental del alumno forzándole a adaptarse a horripilantes procedimientos “pedagógicos” fríamente encaminados a su mutilación psíquica y trituración moral;
3) proporcionar cuadros al aparato estatal y a la gran empresa capitalista.
Eso es lo que aplaude Juventud Sin Futuro, siempre que de ahí salgan exitosas carreras profesionales para sus integrantes.
La universidad, como creación de saberes y conocimientos, está muerta desde hace decenios. Su capacidad de aportar cultura ha desaparecido hace bastante. Hoy es una institución que no tiene más función que la destrucción planificada de la juventud y la construcción de las diversas religiones políticas para el control mental de las masas, pero puede realizarse con procedimientos más económicos, de ahí su actual reforma.
El colectivo autor del libro examinado no comprende los cambios que se están dando en Europa y en el mundo, que se sitúan en la base de Bolonia. La vieja universidad, verbalista, amodorrada en sus prerrogativas, pedante, anticuada y carísima, no puede mantenerse en las nuevas condiciones de competición ascendente a escala planetaria entre las superpotencias, cuando Europa es una fuerza en declinación.
Conque ha de ver recortados sus privilegios y se ha de someter a procedimientos que la fuercen a ser más “eficiente” y “competitiva”, empresariales o, con más exactitud, pseudo-empresariales.
Por lo demás, creer que todo o la parte principal del aparato académico va a ser privatizado es fruto de las habituales alucinaciones de la izquierda explotadora y parasitaria, que vive del Estado y le aterra lo que pueda disminuir su mega-estructura de expolio y dominio. Pero dado que aquélla consume mucho presupuesto y ya aporta muy poco, al haberse hecho innecesaria a las elites mandantes, en parte por los cambios ocurridos y en parte porque los privilegios la han embrutecido y transformado en incompetente, ha llegado el momento de paso a paso irla dejando a la intemperie como lo que es, un residuo del pasado que no tiene lugar en el siglo XXI.
Es muy significativo que la autoría del libro, tras haber hecho un uso falto de honradez de las citas de Manuel Sacristán que lo encabezan, no diga nada de lo que se desprende de ellas, la necesidad de plantear con realismo la función de la universidad en el presente, enfoque que sólo puede llevar a su rechazo estratégico. La meta no es “otra” universidad, justo la del pasado, que no es deseable y ya tampoco posible, sino la
autogestión popular del saber y el conocimiento, en una sociedad libre en que sobresalgan por encima de todo la libertad de conciencia y el derecho del individuo a no ser mutilado espiritualmente por los aparatos de manipulación de las conciencias mantenidos por el Estado. Eso significa una sociedad sin universidad.
Al cerrarse a tales formulaciones, que son de sentido común, JSF se manifiesta como una fuerza política reaccionaria.
Algunas consideraciones finales sobre el significado último del sector carca del 15-M, que ha sido y es el dominante, se imponen. Su respaldo al Estado de bienestar, así como a la totalidad de la sociedad de consumo, es conservador por varios motivos. Uno, obvio, es porque se propone sólo conservar lo existente hasta la crisis de 2008, no crear una nueva sociedad, de ahí que la consigna de “spanish revolution” sea ilusoria y engañosa: no hay ningún proyecto revolucionario sólo añoranza del pasado inmediato, apología del capitalismo libre de crisis, trastornado enamoramiento de la sociedad de consumo y ciega veneración por el Estado. Por tanto, es una anti-revolución.
Todo ello lleva incluso a más fúnebres conclusiones. El consumo y el bienestar de Occidente se han mantenido y pueden mantenerse, aunque cada día más disminuidos, por medio del saqueo del Tercer Mundo (y por la destrucción medioambiental), de tal modo que demandar aquéllos equivale a exigir a las potencias occidentales que conserven e incrementen su control sobre los países pobres. Esto ha sido velado por el 15-M con un teatrillo hipócrita de “apoyo a los inmigrantes”, cuando de lo que se trata es de manifestar la solidaridad combatiente con los pueblos que viven en la indigencia, renunciando al consumo, al bienestar y al orden político y social que les tiene como fundamento.
Esto, proyectado sobre el futuro, en su versión más probable llevará a una política de “unión nacional”, esto es, de alianza pueblo-Estado/ejército/policía-capital para librar guerras en el exterior, presumiblemente contra las potencias ascendentes, con el propósito de mantener el statu quo consumista y bienestante.
La inexistencia de un antimilitarismo digno de tal nombre en toda la documentación del 15-M y más aún en sus prácticas activistas (atacan con furor al Papa pero “olvidan” hacerlo al ejército) apunta en esa dirección.
Para terminar se repetirá que lo que más impacta es el despiadado pragmatismo, estrechez de miras, ramplonería y ansia de medro del sector oficialista del 15-M. Si eso es cosa de un equipo de jóvenes, desde luego, son jóvenes seniles, con una mentalidad de ancianos incapaces de pensar en otros asuntos que en los del bolsillo. No hay que perder de vista que incluso la insustancial tanda de reformas políticas que proponen no tiene otra meta que permitir, según ellos, negociar con el Estado y el empresariado desde posiciones más ventajosas las cuestiones económicas [12].
En absoluto se preocupan de la libertad, palabra que apenas usan en sus escritos y discursos, lo cual nos pone sobre la pista de qué hay en lo más íntimo de su cosmovisión, el ser felices consumiendo con renuncia a su condición de seres humanos.
Hasta ahora se creía que la juventud es la etapa de la vida en que el idealismo y el romanticismo, la generosidad y el desinterés, el deseo de aventuras y el gusto por el riesgo, el afán de entregarse a grandes causas sin pedir nada a cambio y la disposición por el sacrificio dominan en la psique. Pero las y los jefes de los indignados están demostrando que ya las cosas son de otro modo. Conciben la juventud como un tiempo de la existencia en que no hay más meta que terminar una o varias carreras con buenas salidas laborales, acumular máster e idiomas, lograr un bien remunerado empleo, comprar una vivienda y situarse profesionalmente.
Se trata, en suma, de realizar a todo trance el interés personal y nada más. Los colectivos que señorean el 15-M son más burgueses que la misma burguesía. Ellos son la no-juventud, la ancianidad a edad temprana, la negación del espíritu juvenil, la renuncia a pensar de forma creativa e innovar. De esto tiene la culpa la ideología izquierdista, pura logomaquia centrada en la cotidianidad y el vientre: tal es su “anticapitalismo”.
“Lucha” contra la burguesía porque la envidia, porque desea llevar su mismo tipo de existencia y ser como ella (en realidad, ser ella, heredarla), cuando la única lucha anti-burguesa digna del tal nombre es la que surge del repudio y desprecio integral por la vida, designios y disvalores de ésta, lo que desemboca en la formulación de un programa en pro de un orden social cualitativamente diferente y un tipo de ser humano no menos diferenciado.
La izquierda nos ha robado a una parte de la juventud de la misma manera que el flautista de Hamelin robó a los niños y niñas a esa desventurada ciudad. Ha hecho de aquélla la expresión más acabada de la ancianidad. No hay, pues futuro, para el mundo.
Al triturar la noción misma de qué es ser joven la izquierda ha asestado un golpe devastador a la esencia concreta humana. Ya no somos humanos sólo arribistas enardecidos, maniacos del medro profesional, entusiastas de ser criaturas no-libres bien alimentadas, egoístas desalmados y frenéticos consumidores frustrados y, por ello, indignados.
¿Cómo salir de esta situación?, ¿cómo recuperar lo humano?, ¿cómo retornar al gusto por lo sublime, heroico, magnifico y trascendente?, ¿cómo dejar de ser ratones que corren tras el queso?, ¿cómo refundar una juventud que se atreva a desafiar a lo instituido, a pensar, planear y hacer la revolución?
El sector popular del 15-M
Pero aún no hemos acabado. La propuesta 25 del “Manifiesto” se refiere al género, amontonando los tópicos más sexistas y feminicidas usados por el feminismo de Estado. Aquí se pone en evidencia la naturaleza no representativa, forzada e impuesta del susodicho documento, además de la ruptura existente entre quienes lo han elaborado, violentando psíquicamente a las asambleas, y la mayoría real del Movimiento 15-M.
Como es sabido, en la acampada de Sol, de Madrid, una pancarta feminista fue silbada y abucheada en dos ocasiones por la totalidad de la asamblea, mujeres y varones a la par, que manifestaban así su repulsa revolucionaria y no sexista al feminismo como ideología de Estado y del capital, dirigida a enfrentar a los hombres con las mujeres y a destruir a las féminas, en tanto que seres humanos y mujeres. Quien mejor analiza esta cuestión es Mª Prado Esteban en “De revolución, sexo y 15-M”, uno de los pocos textos decentes, en los contenidos y las formas, que ha generado hasta ahora el Movimiento, infortunadamente. Pero donde las y los madrileños dijeron digo el “Manifiesto” dice Diego.
En la acampada de Sevilla un cartel rechazaba la “discriminación positiva” exigida por el feminismo, en realidad un modo de demandar poder ilegítimo para sí, con el excelente lema “Mujeres 50%-Hombres 50%”. En el área popular del Movimiento la hostilidad al feminismo es tan intensa como persistente.
Estos acontecimientos, que son un hito histórico definitorio de un antes y un después en la influencia social de la hoy con probabilidad más agresiva de las religiones políticas fabricadas por la socialdemocracia, nos introducen en las contradicciones internas del 15-M, haciéndonos ver su otra cara, esto es, la existencia en su seno de un sector diferenciado con precisión, aunque hasta el momento en estado de pasividad y sin voz perceptible, y opuesto al oficialista.
Más adelante se examinarán las fases por las que ha ido pasando el 15-M, automovimiento que explica una parte de sus contenidos y significados, pero por el momento la intención es ir tratando sus aspectos positivos, innovadores, creativos, magníficos e incluso revolucionarios, más allá del tristísimo marcaje y tutela al que le someten DRY y otros colectivos institucionales, también Juventud Sin Futuro (JSF).
Ha habido y hay, por tanto, dos 15-M en el 15-M. Las acampadas en plazas de numerosas poblaciones proporcionaron a sus integrantes la inmensa alegría de encontrarse en las tareas comunes, saliendo de la cárcel del yo en que el Estado y el capitalismo han encerrado a todos y cada uno de nosotros, a través de las ideologías, prácticas y adiestramientos egomaniacos. Esos encuentros multitudinarios, en los que cada yo se fusionaba en el todo, y el todo era la expresión reduplicada del yo, originaron un estado de embriaguez colectiva que proporcionó a casi todas y todos las experiencias más magníficas.
Estar juntos, vivir juntos, debatir juntos, pensar juntos, trabajar juntos, comer juntos, superar juntos las dificultades, dormir juntos, escribir juntos, luchar juntos, imaginar juntos, atreverse juntos, investigar juntos, ser reprimidos juntos, permitió practicar el colectivismo integral que es la forma natural de la existencia humana (lo que no significa ignorar la responsabilidad y el esfuerzo personal), a la que tendemos en cuanto la presión espeluznante del Estado y de la clase empresarial, para hacernos individualistas y egoístas, solipsistas e insociables, flaquea, por poco que sea.
El 15-M, en su parte positiva, ha sido una demostración práctica de que el colectivismo, y no el individualismo, es lo natural en el ser humano. El capitalismo como apoteosis de lo egoísta, interesado y asocial, es una construcción antinatural que se mantiene por la presión de los aparatos de adoctrinamiento y coerción del aparato estatal, en última instancia por el espanto que produce una posible intervención militar contra el pueblo, como en 1936.
En esas condiciones la sociabilidad se hizo general. Todas y todos conocían a todas y todos de forma que nadie era extraño y ajeno. Los malos modos habituales en las lúgubres megalópolis de la modernidad se desplomaron y emergieron unas maneras nuevas de tratar a los demás sustentadas en un afecto y simpatía interiormente sentidas y anheladas. El yo enfermizo de una formación social desquiciada, la actual, se disolvió en el sublime nosotros de un proyecto tenido por sustantivo para crear una sociedad nueva y un nuevo ser humano.
La cortesía y buenos modos se elevaron a procedimiento habitual, como forma de expresar el amor de cada uno y todos por todos y cada uno, en una magnífica manifestación de hermandad y fusión interpersonal. Ello vino a significar la derrota de los maestros del odio, Maquiavelo, Hobbes, Stirner y Nietzsche, así como de sus miserables epígonos de la modernidad última, Fernando Savater sin ir más lejos [13].
Las acampadas permitieron asimismo dar curso al gusto por la acción transformadora innato al ser humano, superando la dolorosa pasividad, confinamiento e inactividad aniquiladores del sujeto en que transcurre la vida bajo el capitalismo. Obrar es esforzarse y esforzarse es el modo superior de vivir como seres humanos, pues al hacer el sujeto se hace a sí mismo. La pereza y la desgana, la desidia y la abulia, el epicureísmo y el hedonismo dejaron lugar a una vibrante disposición para el esfuerzo desinteresado.
Es a enfatizar que esta embriaguez proveniente de superar las barreras del yo hizo inútil el consumo de alcohol y drogas. Lo que podría haber degenerado en un inmenso botellón se mantuvo como un rotundo bloque de virtud cívica en el que no hubo ni de lo uno ni de lo otro, dejando a un lado a los inicialmente muy escasos representantes del lumpen, autóctono e inmigrante, que se colaron en las acampadas, probablemente enviados por la policía, para crear los problemas que acostumbran. Esto, en sí mismo, fue un éxito colosal, que manifestó lo que puede hacerse cuando se dice NO a la borrachera y a los narcóticos para experimentar satisfacciones espirituales como las descritas.
Otro elemento que contribuyó a elevar los espíritus al universo de los bienes inmateriales, los específicamente humanos y por consiguiente los que deben ser más apreciados, fue la voluntad de longanimidad y entrega desinteresada a una gran causa trascendente que arrastró a docenas de miles de personas a las acampadas.
Una vez que se abandona el interés particular, en su forma individual, colectiva o corporativa, y cuando se ha tomado la decisión de servir y no ser servido, de darse sin pedir nada a cambio, de poner el interés general muy por delante del interés particular, renunciando a considerarse a sí mismo como una mercancía de la que hay que extraer un máximo de beneficios, se entra en una forma superior y magnífica de existencia que produce espasmos de emoción psíquica y permite la plena realización del yo-nosotros.
En los mejores momentos del 15-M la ruin, desmoralizadora y auto-destructiva verborrea izquierdista fue superada y arrinconada. Ya no se trataba sobre economía, reivindicaciones materiales y dinero, todo lo cual mata el espíritu, disuelve la vida colectiva y embrutece a los sujetos. Ya no había casi nada de la habitual mentalidad obsesionada con lo monetario, el egoísmo, el pancismo, el consumo y la monomanía de las “reivindicaciones sociales”. Allí prevaleció la magnanimidad, el dar por encima del recibir, el servir por delante del ser servido, el pensar y realizar el bien común, no el del ego.
Es curioso que, cuando los comisarios políticos de DRY, JSF, IU y otros esperpentos lograban imponer en las asambleas sus monsergas, ultra-burguesas por economicistas, la reacción de una buena parte de las y los acampados era inhibirse, no yendo o yendo para no escuchar. Lo que se apreciaba de aquéllas era su existencia misma, como reunión fraternal y afirmación comunal de la totalidad. Se convocaban para mirarse y escucharse, quererse y reconciliarse, con independencia de lo que las y los manipuladores profesionales del hecho asambleario dijeran e hicieran. Llegó un momento en que fueron repudiadas por muchas y muchos, porque era el ámbito de manejos infames, mientras que la convivencia en las acampadas, fuera de las asambleas, permaneció intocada como una relación humana directa, auténtica y embriagadora.
Además, las asambleas, por lo general, dieron una imagen muy pobre de las capacidades intelectuales de la gente congregada. En ellas se debatían sobre todo de tópicos izquierdistas, sacados de los llenos de errores, indocumentados, incultos y torpes panfletos al uso [14], lo que aburría y fastidiaba a muchas y muchos, que las evitaban, en especial cuando la camisa de fuerza de guardianes de la ortodoxia se manifestaba más agobiante.
La izquierda, la oficial y sus clones dentro del movimiento, ha realizado una labor liquidacionista, empujando a más y más gente fuera, pues sus deleznables productos intelectuales y sus maneras despóticas de hacer las cosas repelen a la gran mayoría. Sin acabar con ella en todas sus manifestaciones no se puede construir un gran movimiento de masas: esa es una de las grandes lecciones del 15-M. En realidad es algo que se viene repitiendo monótonamente desde el final del franquismo, a saber, que los movimientos populares son destruidos por la izquierda en sus tres versiones, institucional, extrema izquierda y gueto político.
Esa renuncia al egotismo, con todas las limitaciones que podamos señalar, fue lo que atrajo a miles y miles de persona de todas las edades y de los dos sexos, convencidas interiormente de que debían contraer un compromiso consigo mismas para hacer algo sustantivo y difícil, para responsabilizarse, esforzarse, luchar, sacrificarse, padecer y sufrir con el fin de sacar a la sociedad de la intolerable situación en que la había metido la izquierda mega-capitalista del PSOE, en el gobierno desde 2004, y sus satélites.
Otra experiencia magnífica fue el derroche de talento que se manifestó en las acampadas: no había problema, fuera del tipo que fuera y tuviera la dificultad que tuviera, que no se abordara creativamente, con resultados por lo general excelentes.
Era maravilloso ver que asuntos muy arduos, doctrinales o convivenciales tanto como prácticos y cotidianos, encontraban solución a través de la aplicación del sano sentido común popular, más allá de doctrinarismos académicos y teorías más o menos patéticas elaboradas por profesores-funcionarios y sabelotodo multititulados.
Ya no eran los expertos y especialistas los que se encargaban de los asuntos, para embrollarlos más y más, sino la gente de la calle, son sensatez revolucionaria y sabiduría ancestral. A ello se sumaba la generosidad y disposición para servir: se solicitaba la colaboración de una persona y se ofrecían veinte, se demandaba un individuo para un esfuerzo de dos horas y se presentaban cincuenta para trabajar el tiempo que fuera necesario, se ponía un cartel en la cocina pidiendo diez kilos de arroz para hacer la comida del día y en media hora habían sido donados cien, y así siempre.
Esto fue creando un clima espiritual de una intensidad descomunal, que tuvo una fase de ascenso (hasta mediados de junio) y, luego, otra de descenso.
En los ámbitos populares del 15-M se extinguió el doctrinarismo propio del izquierdismo, para el que todo ha de extraerse de un libro en que conste lo que dijo este o el otro amado dirigente, genio inabarcable, premio Nobel o maestro del pensar a lo Hessel. Acontecimiento de un potencial emancipador incalculable. Los asuntos se iban solventando a partir de la experiencia, individual y colectiva, usando del sentido común
y las capacidades reflexivas innatas en cada ser humano. Ello permitió la recuperación de las facultades pensantes y de la libertad de conciencia, que gimen marginadas y excluidas en la actual sociedad, aunque como luego se dirá esto tuvo límites bastante restringidos, por desgracia.
Otras cuestiones de una significación civilizadora y liberatoria que se dieron dentro del ala popular del 15-M fueron las que siguen, aunque es cierto que con menor intensidad. Preocupaba bastante el problema de la verdad en relación con las manipulaciones y campañas de desinformación que realizan habitualmente los medios de comunicación, instrumento de uno de los poderes ilegítimos más intolerables en el actual régimen de dictadura, el mediático.
Se hizo alguna incursión reflexiva en la función que desempeña la mentira, el engaño y la astucia en las relaciones interpersonales, a lo que se proponía como remedio la adhesión firme a la verdad, en tanto que negación de la mentira y el error al mismo tiempo, imprescindible si lo que se pretende es regenerar la sociedad y construir un ser humano renovado por convicción interior.
Las comisiones de trabajo de las acampadas, durante un tiempo, tendieron a transformarse en equipos para la autogestión del saber y el conocimiento. Finalmente no lo lograron. La vida reflexiva está tan hundida en nuestra sociedad que no da para casi nada.
Similarmente las asambleas de barrios y pueblos, que podrían haber servido como lugar de encuentro, espacio de fraternidad y centro desde donde regenerar el tejido social cooperativo y comunal, quedaron en un guirigay de pseudo-debates dirigidos y acciones reivindicativas sin significación estratégica, puro reformismo cutre.
Ello estaba en relación con una de las mejores consignas surgidas del 15-M, la de Revolución Ética (así escrita aparecía en un cierto número de carteles y pancartas), que se proponía reformular unos criterios de pensamiento y comportamiento morales para ofrecerlos como alternativa a la inmoralidad fomentada desde arriba, que domina absoluta y furiosamente en la actual sociedad. Se avanzó poco en desarrollar esta maravillosa noción, es cierto, y la élite manejante la “concretó” a escape en un asunto de tercer orden, la pretendida extinción de la corrupción de los políticos a través de reformas legislativas de pacotilla, abortando su desarrollo.
En muchas de las acampadas se establecieron casetas y espacios que en la puerta llevaban escrita la palabra “Espiritualidad”. Su designio era rehabilitar la vida inmaterial de un país aferrado como nunca lo ha estado a los disvalores del consumo, el goce
sensorial, el hedonismo deshumanizador, las diversiones embrutecedoras y los altos ingresos monetarios. Conscientes de que no se podía seguir así, un buen número de personas, mujeres y varones, intentaron hacer oír sus formulaciones y propuestas. No fueron escuchados porque nada está más lejos de los planes del sector empresarial del Movimiento que contribuir al relanzamiento de la vida espiritual de una sociedad
envilecida por el materialismo más grosero, la chabacanería y el economicismo.
Se ha de destacar que en ninguno de los documentos y textos que he consultado se cita a los colectivos que acamparon bajo el cartel de “Espiritualidad”. Es como si no hubiesen existido. La policía del pensamiento operante dentro del 15-M ha barrido su
memoria, reescribiendo la historia de éste según sus particulares intereses.
Pero, con todos sus méritos, el sector popular tuvo defectos sustantivos e incurrió en errores fundamentales. Para comenzar, no escribió prácticamente nada, mientras que el ala reaccionaria no ha dejado de publicar. Ni siquiera en Internet se puede encontrar algún trabajo suyo de calidad, por reducido y elemental que sea. Eso equivale a decir que se ha mantenido y mantiene a la defensiva, confuso y paralizado, sin saber cómo abordar el inevitable combate de ideas.
Ciertamente, se vio sorprendido por la aparición del Movimiento, en el que sólo logró influir de manera parcial, cuando en otras condiciones podría haber librado una confrontación de propuestas desde el primer momento.
A pesar de lidiar denodadamente por mantener y dignificar las asambleas, lo que es positivo, se quedó en la mera devoción por su existencia, sin comprender que son marco de debate y ámbito de la pelea política, por lo que librar ésta con eficacia es de primerísima importancia.
Cualquier lucha política es una lucha de ideas y en ella todo depende de la calidad de las ideas.
Llegó un momento en que dicho sector se fue desentendiendo más y más de las asambleas (insoportables ciertamente en muchos casos, al estar férreamente manipuladas), para centrarse en los aspectos convivenciales, emocionales, organizativos y técnicos de los campamentos, lo que dejó el terreno libre a los oficialistas, que las hegemonizaron con facilidad, convirtiéndolas en eficaces cajas de resonancias de sus formulaciones y consignas.
Esto sucedió también por la extrema debilidad en los contenidos que padeció el sector popular, como siempre sin proyecto ni estrategia. En particular, en los debates sobre política era muy fácilmente batido, cuando se atrevía a presentar batalla, por los
avezados politiquillos del bloque institucional. Lo mismo sucedía en las deliberaciones acerca de economía, dándose el caso tristísimo de que, pongamos por ejemplo, nadie entre los asistentes, literalmente, poseía argumentos para refutar una simpleza reaccionara como es la tasa Tobin, de forma que la política, línea y programa estatal-empresarial triunfó casi sin dificultades en las asambleas. Lo logró no por sus propios méritos sino por la descomunal impreparación e incapacidad de su oponente, el sector popular.
De esa extrema debilidad del factor consciente es responsable, en primer lugar, la mentalidad activista, un error fatal que lleva inexorablemente a la derrota y a la autoliquidación, disposición de ánimo muy arraigada también en los mejores ambientes del 15-M. En particular, es letal para el combate político.
En segundo lugar, el ala popular llegó al Movimiento con deficiencias decisivas, producto de muchos años de desaciertos, falsos enfoques estratégicos, deseo de aparentar que se es lo que no se es y falta total de perspectivas. En vez de centrarse en el dominio argumental de los asuntos que son siempre el centro de las controversias pueblo/Estado, a saber, la libertad política, la Constitución, el orden parlamentario y partitocrático, la relación entre política y economía, así como en el resto de las
cuestiones que irían saliendo, no por casualidad, en el Movimiento, lo que ha hecho ha sido perder el tiempo. Durante años muchas personas y colectivos se han ocupado de naderías, cuestiones de tercera fila y pseudo-problemas, dejando lo fundamental de lado, de manera que cuando llegó el momento de saltar a la arena y combatir políticamente resultó que apenas nada tenían que aportar.
Se ha dicho que el gueto político es una combinación de socialdemocracia “radical” y extravagancias, de modo que si se aparta la hojarasca excéntrica (tomada del aciago mundillo de las vanguardias artísticas de hace un siglo y sus retoños posteriores) sólo queda socialdemocracia, esto es, seguidismo hacia el PSOE. Lo indudable es que dedica muchas energías a temas de ínfimo orden, como la denuncia de las corridas de toros, mientras no tiene apenas nada que exponer sobre las cuestiones fundamentales, políticas, económicas e ideológicas. Por tanto, basta de epatar al burgués, de poses y radicalismos de pega, dado que la hora de realizar la lucha política en la calle como preparación de la revolución ha llegado.
Años y años de creencias auto-destructivas están en el fondo de ello. Si hacer las cosas mal es “anti-burgués”, si recrearse en la ignorancia es “subversivo”, si el hedonismo que convierte al ser humano en una lastimosa nulidad “va contra la mentalidad judeo-cristiana”, si esforzarse en dominar el arte de la oratoria es “burgués”, si sólo cuentan las luchas “anti” que ofrecen o parecen ofrecer reformas tangibles, si por encima de todo merece atención lo que afecta a “mi” pequeño proyecto, a “mi” y a “mis” amigos en suma, acontece que cuando llega la lucha política con mayúsculas (y la que se ha desarrollado en el 15-M ha sido de esta naturaleza) en la que participan cientos de miles de personas no se tiene nada que decir y se hace el ridículo.
Se aproximan tiempos muy duros. En ellos todas y todos vamos a ser probados y quienes deseen seguir cómodamente instalados en los espacios de la marginalidad, el reformismo extravagante y la parodia serán más pronto que tarde barridos por los acontecimientos.
Durante muchos años he trabajado para que, cuando se den situaciones como la del 15-M, el pueblo pueda poseer herramientas y armas apropiadas, vale decir, argumentos bien elaborados para el combate político, que es la forma sustantiva de enfrentarse a la dictadura del Estado para alcanzar la libertad política, de conciencia y civil, para realizar un cambio integral revolucionario. Cuando una sociedad sale de su apatía y desinterés habituales lo primero que se pone sobre el tapete es la cuestión del orden político, el actual que se critica más o menos y uno o varios futuros y alternativos.
Por eso en mis libros se encuentran análisis, datos y reflexiones sobre el sistema constitucional, desde la Constitución de 1812 hasta la operante, de 1978, el carácter ficticio del derecho de voto bajo el parlamentarismo, o la real naturaleza del Estado
actual, que en varias de mis obras es diseccionado en cientos de páginas, entre otras muchas cuestiones de primerísima importancia. Asimismo, he dedicado mucho tiempo y muchos textos a la economía, procurando estudiarla no desde algún añejo dogmatismo sino desde la realidad última y más palpitante. Todas esas cuestiones, exactamente esas, son las que se han debatido en las asambleas del 15-M. Y cuanto más se profundice la crisis del actual sistema más y más demandarán los sectores sanos de las clases populares tratar sobre ellas, por lo que seguirán siendo consideradas en futuras asambleas cuando ya dicho Movimiento sea sólo un recuerdo.
Hay que tener en cuenta que uno de los factores que ha hecho tan atractivo el 15-M en su etapa inicial ha sido que se ha abierto a lo político, dejando en un segundo plano lo económico, lo reivindicativo, lo salarial y dinerario. Cuando al entrar en una siguiente fase se degradó a plataforma para la lucha económica (desahucios, paro, etc.), su prestigio y poder de convocatoria cayó.
Conviene no olvidar que ni la así llamada Huelga General del 29-S de 2010 ni menos aún las convocatorias del 1 de Mayo de 2011 encontraron eco mínimo suficiente entre el pueblo, mientras que el 15-M, que comenzó dándole a la política el lugar central que tiene por sí, arrastró multitudes en su primera época. Esto es una prueba, otra más, de la centralidad de la política frente a la sinrazón del economicismo, la concepción burguesa del mundo por excelencia.
Lo cierto es que a causa de la extrema debilidad del sector popular el ala capitalista y estatal del 15-M ha logrado una fácil victoria en las asambleas, de donde ha salido un texto sumamente reaccionario y chapucero, el “Manifiesto” de las 25 propuestas.
Esto debe ser considerado con ánimo reflexivo y responsable. Hay que transformar la habitual autocomplacencia y victimismo en autocrítica. Por lo demás, ríe mejor quien ríe el último. Veremos.
Para librar con eficacia la lucha política lo primero y principal es producir los argumentos a utilizar en ella, pues todo depende de su contenido de verdad. En consecuencia constituir equipos de trabajo para el combate político es una necesidad urgente en la etapa histórica en que nos adentramos. Quienes quieren seguir mariposeando por las asambleas no necesitan de tales medios, y tampoco los que en toda coyuntura ven exclusivamente las posibilidades de exigir más reformas, materiales o de otro tipo, para vivir “mejor” bajo el capitalismo y no para poner fin a su existencia.
Sólo quienes desean realizar la revolución comprenden la decisiva significación del combate político y de las intervenciones políticas [15], por tanto de los equipos parallevar la lucha de ideas a la victoria.
Las ideas-armas de la lucha política pueden adoptar la forma de un grueso volumen, de un folleto, de un panfleto, de un producto audiovisual o de una intervención oral bien reflexionada. Hay que recuperar la sabiduría y la cultura de tradición oral de nuestras abuelas y abuelos, para aprender a transmitir por medio de la palabra. Sócrates nada escribió y sin embargo es uno de los más admirables pensadores.
La lucha política no requiere de erudición ni de sapiencia libresca. Su esencia es la destreza argumental asentada en la voluntad de verdad y en la vinculación a lo real.
Defender la asamblea y negar la centralidad de la palabra bien investigada, cuidadosamente reflexionada y expuesta con elegancia es caer en una contradicción ridícula. Y es poner las asambleas al servicio de los enemigos de la libertad, de los
adversarios de la revolución, como ha sucedido hasta ahora en el 15-M.
Acerca de los cambios en el cuerpo social que han estado en la génesis del Movimiento
La explicación de un acontecimiento tan complejo como el 15-M por la presión de la crisis económica es un error, al hacer de un factor de segundo orden la causa determinante.
El análisis empírico evidencia que lo que atrajo a los sectores más conscientes de las clases populares al Movimiento ha sido el debate político, el hecho de las asambleas, el idealismo y espíritu de servicio desinteresado, la calidad convivencial de las acampadas, que éstas fueran un lugar para superar la cárcel del yo, el inicial repudio a las religiones políticas y la esperanza de hacer una aportación personal-colectiva para regenerar una sociedad que se está hundiendo en la barbarie y la incivilidad.
Sólo después de estos elementos causales puede colocarse la crisis económica. Además, hay que situar ésta en su justa medida, tal como se ha manifestado hasta el momento. Se habla de 5 millones de parados pero, teniendo en cuenta que el 25% del PIB proviene de la economía sumergida, podemos asignar a ésta unos 3 millones de ocupados, de forma que el paro realmente existente se quedaría en unos 2 millones. Es cierto que aquélla paga salarios más bajos que la tributaria pero no lo es menos que proporciona empleos.
Hecha esta puntualización tenemos que entrar en un análisis estratégico si deseamos comprender el por qué del Movimiento más allá de datos inconexos y poco significativos. Se hará con la inevitable concisión.
En el ámbito internacional el rasgo más característico del actual momento es el retroceso económico de Occidente, que está perdiendo su hegemonía a escala planetaria tras siglos de ejercerla. La emergencia de las nuevas grandes potencias, no sólo China sino también India, Brasil, e incluso Turquía, Indonesia, Perú, Sudáfrica y otras, está arrebatando a aquél el lugar de privilegio que ha ostentado. Esto es mucho más que una simple cuestión económica, pues tiende a alterar cualitativamente la totalidad del orden planetario y la totalidad del modo de vida occidental, sobre todo en lo referente a sus clases populares.
La crisis económica iniciada en 2007/2008, lejos de ser un suceso mundial, ha sido y sigue siendo un padecimiento específico de EEUU y la UE, mientras que las economías de las nuevas potencias han continuado creciendo sin dificultades. Ello hace que nos adentremos en una etapa de cambios tan sustantivos como plurales, sin precedentes y colosales, lo que da la razón a G. Rachman, columnista del “Financial Times”, quien manifestó en junio de 2011 que “Occidente ha entrado en una era de ansiedad”. Muy cierto. Si los dos integrantes del bloque occidental no adoptan en el plazo de unos años medidas sustantivas, algunas de ellas de naturaleza grave e incluso dramática, por la misma marcha de la actividad económica quedarán reducidos a poderes de segundo nivel en el plano mundial.
No es sólo la economía la que va mal, también la demografía de Europa (la de EEUU está mejor), la calidad de las personas incluso en tanto que factores de producción, la hiper-tecnologización y otros varios asuntos. EEUU es, eso sí, la potencia militar hegemónica todavía, muy por delante de cualquier otra. Que Occidente sea fuerte en lo militar y débil en todo lo demás indica por donde irá, presumiblemente, su contrarréplica estratégica. Pero la UE, que se está desmoronando en lo económico y que es poca cosa en la esfera de lo militar, tiene una limitada capacidad de acción a medio plazo. Es el componente más débil de un Occidente que se debilita día a día, realidad de que deberían tomar nota quienes sueñan con la vuelta al “feliz” pasado inmediato.
Lo cierto es que, mientras la potencias emergentes, no menos anhelantes de dominio y beneficios, no menos imperialistas y agresivas que las occidentales, se vayan apropiando de las principales fuentes de materias primas, buena parte de los territorios donde invertir capital y porciones crecientes del mercado mundial, siendo además acreedoras en lo financiero, la economía occidental está condenada a no poder superar la actual crisis más que con leves y pasajeras mejoras que llevarán una y otra vez a nuevos desplomes.
Así, escalón tras escalón, los países occidentales, comenzando por los más débiles (“España” entre ellos), irán descendiendo hacia la escasez, la sobreexplotación y la pobreza, en un proceso que se mantendrá quizá durante decenios antes de tocar fondo.
Si China se está haciendo como es Occidente ello fuerza a Occidente a hacerse como es China, en lo social y laboral en primer lugar. Eso significa que las ilusiones del hiper-consumo, sobre la base de trabajo para todos y buenos salarios, que engendró el lúgubre periodo de despilfarro desenfrenado de 1994-2008, en el cual la esencia concreta humana sufrió un daño acaso irreparable, están fuera de lugar: nunca se volverá a una situación así. Los consumidores compulsivos frustrados e indignados que se expresan en el sector oficialista del 15-M sólo tienen una salida, buscar un remedio para sí y su grupo, porque para el conjunto de la sociedad eso ya no es realizable. Tal es lo que están haciendo en realidad.
Si la gran crisis económica de 1929 se resolvió en la II Guerra Mundial, 1939-1945, es previsible que la iniciada en 2008, mucho más grave y de muy peculiar naturaleza, necesite de un “remedio” similar. Eso explica una buena parte de la situación internacional, si bien estamos en un primer momento del obrar estratégico de las superpotencias, con sus cambios, alianzas y toma de posiciones.
También explica la naturaleza de las religiones políticas activas en nuestra sociedad, las más importantes de ellas dirigidas a hacer que Occidente recupere una hegemonía en trance de liquidación acudiendo a un uso a colosal escala de la fuerza en el ámbito planetario.
Se ha dicho que Europa agoniza. Si es así nuestro momento se aproxima. En el interior del país se han dado cambios de variada naturaleza que deben ser tenidos en cuenta para comprender el 15-M como fenómeno de masas, si bien plagado de agudas contradicciones internas.
El primero es el descrédito del parlamentarismo y del régimen partitocrático, establecido en la Transición, 1974-1978, por un pacto entre el Estado y la izquierda, entonces hegemonizada por el PCE (hoy IU), lo que frustró las esperanzas de una salida revolucionaria al desmantelamiento del franquismo. En los treinta años largos transcurridos muchas y muchos han observado lo obvio, que el parlamentarismo no permite la intervención de la gente común en la vida política, que es una forma de dictadura y que no puede ser apoyado. Esta grave pérdida de credibilidad del régimen parlamentario es un fenómeno que se está dando en toda la UE, y que arrastra por el
lodo el prestigio de los partidos políticos tanto como el de la totalidad del sistema constitucional vigente.
En ello hay una crisis inicial, pero ya bien visible, del sistema político actual que, de seguir desarrollándose, podría llevar a enfrentamientos trascendentales entre el pueblo y el Estado, aunque no a corto plazo. De ahí que el 15-M, en su componente negativo y reaccionario, sea una intervención política urdida en las alturas por los máximos poderes del Estado para recomponer el vigente orden de dictadura con una versión renovada y actualizada del parlamentarismo y la partitocracia, e incluso con una gran reforma de la Constitución vigente.
En no menor estado de cuestionamiento y decrepitud está el instrumento político número uno de que se ha servido el capital español y el Estado desde incluso unos años antes del desmantelamiento del franquismo, la izquierda. Ésta, representada por sus cuatro secciones, PCE-IU, PSOE (hoy la más influyente), la extrema izquierda y el gueto político, ha llegado a un grado muy notable de agotamiento intelectual, falta de ideas, ausencia de discurso, inexistencia de cerebros pensantes e incapacidad para dar respuesta a los grandes problemas de nuestro tiempo, que escapan a sus dogmas fundacionales.
Aunque todavía recibe votos y mueve masas (el 15-M es una muestra de ello), la izquierda tiene sus días contados, mucho más considerando que nada está haciendo para renovarse en los contenidos, asunto curioso.
Textos afines, como el “Manifiesto” en 25 propuestas de los indignados, antes examinados, sorprenden por su nula capacidad para integrar nuevos enfoques, proporcionar nuevas formulaciones y sugerir nuevas propuestas políticas. Es el izquierdismo más rancio, chabacano y zoquete, el de siempre, con la única particularidad de situarse al lado del sector más derechista de la socialdemocracia. Y esa decadencia de la izquierda se da en todo el Viejo Continente, también en EEUU. Sus intelectuales son personas de mucha edad, que han perdido el contacto con la realidad actual, una gerontocracia inoperante y patética que no ha encontrado relevo generacional.
En este momento histórico se comienzan a dar las condiciones para poner fin a la hegemonía de la izquierda en la vida política de Europa, en sus dos versiones básicas, la formulada por la socialdemocracia alemana hace un siglo y la establecida por la III Internacional en los años 20 y 30 del siglo pasado. Ambas están en desintegración. Por tanto, podemos lograr a medio plazo que esas dos concepciones para la salvaguarda del
capitalismo so pretexto de combatirlo desaparezcan de la vida política europea. Eso sería una renovación intelectual, política, axiológica, historiográfica, moral, estética y cultural colosal, y al mismo tiempo pondría al capitalismo al borde del abismo, al
pulverizar su principal instrumento político e ideológico para el control de las clases populares. Sería situarnos a las puertas de la revolución.
En el periodo 2004-2011 el gobierno del PSOE con la colaboración de la radicalidad izquierdista y los movimientos estatolátricos subsidiados no sólo ha cooperado en arruinar económicamente al país sino que ha demolido las capacidades reflexivas, ha laminado el sentido moral, ha alentado el despilfarro y el nihilismo hasta estadios inauditos, ha embrutecido a la juventud con el alcohol y las drogas, ha destruido a las mujeres con el Estado feminista, ha reducido a una farsa la vida cultural, ha convertido a las personas en enemigos a perpetuidad de sus iguales, ha desarrollado superlativamente el Estado policial, ha devastado como nunca antes el medio ambiente, ha metido al país en una guerra tras otra, ha convertido el dinero en lo único deseable, ha lanzado unas tras otras las más aberrantes operaciones de ingeniería social y ha transformado al sujeto medio en un autómata que sólo desea consumir, en un prisionero de sus egomanías, en una criatura en la que la esencia concreta humana se desvanece.
Es la izquierda en el poder la que se ha manifestado como sujeto agente fundamental de la dictadura constitucional, parlamentaria y partitocrática, del colapso de la libertad, del triunfo de la barbarie y del fin de toda vida civilizada y verdaderamente humana.
Lo más aflictivo que ha hecho aquélla es devastar el alma popular, encanallar a las multitudes y convertir a las personas en seres puramente zoológicos. Bajo su tiranía ha sido arruinado el aprecio por la verdad, el respeto por la moralidad, la devoción por el bien, la veneración por el saber, la emoción de la convivencia, la sociabilidad y el amor. Y ello para hacer a las masas aún más dóciles y sumisas al par capital-Estado, lo que es consustancial a la ideología de la izquierda que concibe a la persona como un ente biológico y no un ser humano. Lo ha hecho, en definitiva, contra la revolución.
No se puede explicar la rotunda vaciedad, el agresivo pragmatismo, la ignorancia autocomplaciente, el balbuciente estilo escolar, la idea obsesiva de que los buenos empleos y el elevado consumo son el todo de la vida humana y el inconmovible desprecio por el acto de pensar que manifiestan los libros-nada del 15-M, sin recordar que están escritos por una cierta juventud que ha crecido bajo la dictadura de la izquierda, y por tanto ha sido adoctrinada en el aborrecimiento por los valores, y en la falta de respeto por lo superior, inmaterial, elevado y trascendente. Esos textos miden hasta dónde ha llegado el vaciado de las mentes y la desintegración de lo humano, hasta qué punto los seres humanos han sido rebajados a mano de obra y a unidades de consumo.
Poner fin a más de cien años de hegemonía intelectual y política de la izquierda, que es sólo la más eficaz expresión de la derecha, iniciará una etapa nueva en la historia de Europa. La contradicción política principal no es la que se da entre la derecha y la izquierda, sino entre la derecha y la izquierda unificadas y la revolución. Se necesita una nueva cosmovisión y un nuevo paradigma, una nueva política y una nueva formulación programática.
El izquierdismo está muerto, es una carroña insepulta que aún por una temporada puede molestar pero su época ha pasado.
La idea de revolución es central. Quien la niegue lo niega todo, comenzando por sí mismo, porque equivale a pensar un mundo cualitativamente diferente al actual y un ser humano sustantivamente renovado. La izquierda ha sido, es y será el enemigo número uno de la revolución: para eso fue creada.
Trabajemos pues en la formulación de una nueva cosmovisión revolucionaria, civilizante y emancipadora de lo humano en tanto que humano, contra el capitalismo y el Estado, por la revolución.
Junto al desplome de la izquierda y muy relacionada con ella está la desintegración de la intelectualidad y estetocracia adoctrinadoras, que desde hace más de dos siglos ha sido mega-subvencionada por el poder constituido para anular mentalmente a las personas inquisitivas y potencialmente hostiles al sistema de dominación. Esto es de una importancia colosal.
La decadencia de la universidad [16], la desaparición de los santones intelectuales del pasado inmediato (ahora sustituidos por sujetos tan esperpénticos como Hessel y Sampedro, sin olvidar a Savater ni tampoco a Stiglitz), el declive de los medios de comunicación supuestamente de más nivel, la ausencia casi general de textos de reflexión y de novedades con contenidos, la desaparición de facto de numerosas disciplinas, el colapso casi universal de la creatividad y la reducción del arte a mero extravagarte vacío de toda significación están produciendo un efecto emancipador en una minoría. Cuando el gran montaje institucional se ha venido abajo, algunos cerebros, muy pocos por el momento pero su número puede avanzar con rapidez, están comenzando a pensar por sí mismos. Y eso es magnífico.
También es verdad que las élites mandantes se han dormido en los laureles, han creído haber logrado una victoria definitiva sobre el pueblo y han descuidado el mantenimiento y actualización de los aparatos de aleccionamiento a un nivel superior. Es como si hubieran llegado a la conclusión que con la televisión, la industria del ocio, la prensa deportiva, las revistas del corazón, la publicidad, el inframundo de Internet y el machaqueo diario de los profesores-funcionarios bastaba. Pero no es así, se han equivocado y ese error puede servir magníficamente para hacer madurar la revolución.
Ahora sabemos que en el terreno del pensamiento profundo, en el ámbito del conflicto entre lo verdadero y lo erróneo, el poder constituido es relativamente débil.
Si quienes deseamos una transformación integral suficiente nos hacemos relativamente fuertes podemos asestar golpes devastadores a nuestros adversarios en ese y, desde él, en casi todos los campos.
Es de sentido común que con una izquierda potente el 15-M no se habría dado. Por un lado, el poder constituido no habría necesitado de tal intervención política y, por otro, las personalidades inquietas e inconformistas que han formado su ala popular habrían sido ganadas y fagocitadas por el devastador tándem izquierda-intelectualidad.
El descrédito de la universidad viene a abundar en lo dicho y es un desdoro múltiple, como institución para lograr exitosas carreras profesionales, como ámbito del saber y la realización personal y como lugar para conectar con lo novedoso y creativo.
Ya no es, por lo general, ninguna de esas tres cosas, lo que deja un amplio margen a la disidencia profunda y fundamentada, muy diferente de la rebeldía frívola y reaccionaria, estilo mayo del 68. No casualmente uno de los carteles anónimos de las acampadas decía, “Esto no es mayo del 68: nosotros vamos en serio”. A ver si es verdad.
Un factor nuevo que está incidiendo mucho sobre la juventud es la rapidísima degradación del acto de trabajar, del trabajo asalariado por tanto, en las sociedades tecnológicas. No se trata de que esté mal remunerado, que lo está, sino de que el hecho mismo de ejecutar los trabajos se hace cada día más penoso, devastador e inhumano. No hace aún cuarenta años que Harry Braverman denunció “la degradación del trabajo en el siglo XX”, en su famoso libro, y lo hoy existente supera con mucho lo por él formulado.
Trabajar en el siglo XXI es embrutecerse, encanallarse y autodestruirse, es renunciar a lo que de humano tenemos, es entregarse a las depresiones, al alcohol, a los narcóticos legales o ilegales. Para las mujeres es, además de todo ello, renunciar a la maternidad.
Paralelamente, la universidad se ha ido envileciendo de manera similar (al fin y al cabo hoy es nada más que una preparación para el salariado). Cada vez más estudiantes, ellas y ellos, no pueden soportar la universidad y además se aterran, con motivos sobrados, ante la perspectiva de incorporarse a la actividad laboral, pues saben lo que le espera, en síntesis, hacer dejación de su condición de seres humanos. Esto, que forma parte del meollo mismo de nuestra sociedad, ha estado implícitamente muy presente en el Movimiento del 15-M, pero no se ha manifestado de forma explícita.
Su sector reaccionario, por horripilante que pueda parecer, lo tiene claro: los buenos salarios lo justifican todo y lo compensan todo, de modo que el dinero es su remedio a la destrucción programada de las y los jóvenes en el mundo laboral. El sector
popular, como en prácticamente todas las cuestiones, guarda silencio y sólo lo trata con las y los más próximos. Pero el asunto está ahí, se agrava deprisa y se puede convertir en un acicate a la toma de conciencia y la acción anti-institucional, en particular a un anticapitalismo sin comillas, que no se dirija a mendigar más dinero sino a destruir y superar el capitalismo.
Una reflexión añadida es que está por ser pensada la lucha contra el capitalismo como afirmación integral de lo humano, rompiendo con la concepción habitual, que la entiende como una airada demanda de más dinero a los empresarios y al Estado. Esta interpretación ha bastardeado y desacreditado el ideal anticapitalista, ha destruido al proletariado y reducido a la pasividad a las clases asalariadas, que vegetan en el consumismo, el corporativismo y la ausencia de ideales transcendentes.
El anticapitalismo es objetivamente y ha de ser en lo subjetivo una lucha por la libertad, el bien, la hermandad, el colectivismo y la virtud, y así ha de exponerse.
No menos notable, y deseable, está siendo el desplome de las diversas religiones políticas, que llevan decenios atenazando mentalmente a las personas, chantajeándolas psíquicamente, atormentándolas con fortísimos sentimientos de culpa y prohibiéndolas pensar por sí mismas. Se ha de entender por tales los productos ideológicos complejos fabricados en las alturas (en la universidad sobre todo, que es la matriz de gran parte de las maldades) que buscan la docilidad completa de los dominados, lograda a través de su conversión interior, alcanzada por medio de la violación psíquica, persistente y continuada, de las mentes.
El fundamento de las religiones políticas son las medias verdades y la mentira a gran escala, maquiavélicamente urdidas para que sean persuasivas en ausencia de crítica, que se impide y prohíbe por todos los medios. Su propósito, en lo epistemológico, es que las y los creyentes ni siquiera se atrevan a poner en duda o cuestionar sus contenidos, admitiendo acríticamente cuanto el poder constituido desea que crean en cada una de las materias.
Desde las religiones políticas se realizan las correspondientes operaciones de ingeniería social, destinadas a alterar la estructura de la sociedad conforme a los intereses de las élites mandantes. El PSOE en el gobierno, desde 2004 hasta el día de hoy, ha manifestado ser un maestro en el inicuo arte de imponer los sistemas de creencias obligatorias que son las religiones políticas, así como de lanzar una tras otra operaciones de ingeniería social, que han desarticulado el cuerpo social hasta dejarlo en el lastimoso estado en que está hoy.
Si las religiones políticas perturban y enloquecen, la ingeniera social altera muy negativamente la sociedad y, por tanto, al individuo, sin contar con su anuencia.
Las religiones de Estado, o políticas, más importantes se refieren a cuestiones absolutamente vitales para la pervivencia, continuidad y ascenso del ente estatal y la clase empresarial. Las más importantes son:
1) el parlamentarismo es una democracia;
2) el Estado realiza el bien común y defiende a las clases trabajadoras del capitalismo;
3) Occidente en bloque, todo él, es negativo;
4) la teoría del “feudalismo” explica la sociedad pre-moderna y la revolución liberal nos emancipó de él;
5) el feminismo, particularmente en la forma de feminismo de Estado, libera a las mujeres;
6) la inmigración es el bien y el racismo, sólo un cierto tipo, no otros, es el pecado más nefando;
7) la única expresión negativa del poder del capital es el fascismo;
8) la Alianza de Civilizaciones (islamofilia obligatoria) es sacrosanta;
9) todo lo que los seres humanos de las clases populares necesitan es tener cubiertas sus necesidades fisiológicas;
10) la universidad se preocupa de determinar qué es la verdad y el pueblo absorbe sumisamente lo que ella estatuye;
11) la felicidad y el placer son las únicas metas de la existencia;
12) la economía es lo más sustantivo y lo único que cuenta;
13) el egotismo y la búsqueda del interés particular ha de ser tenido por lo “natural” en el ser humano;
14) la revolución es imposible y si es posible es indeseable.
Ésas son las más importantes, pero hay también religiones políticas menores. Quienquiera que se atreva a desafiar tales fes totalitarias y creencias forzosas será tenido por los bienpensantes, en particular en la izquierda, como un hereje a llevar a la hoguera.
Desde ellas se han realizado, como se dijo, atroces operaciones de ingeniería social que nos han atomizado, enfrentado unos con otros, aculturado (de ahí, por ejemplo, el olvido del concejo abierto, tan fundamental), puestos a la defensiva, cargado de sentimientos de vergüenza y culpa, cosificado y auto-destruido.
Desde ellas se está expandiendo en flecha el militarismo y se está creando la forma más ominosa de Estado policial. En efecto, las más virulentas religiones políticas apuntan en la dirección de preparar las condiciones para la IV Guerra Mundial.
Las religiones políticas están entrando en una fase de cuestionamiento y desintegración, en parte porque cada vez se acumulan más datos y análisis parciales que las refutan, en parte porque se va poniendo en evidencia sus desastrosos efectos prácticos para el pueblo. Unas están ya parcialmente desacreditadas mientras que otras comienzan a estarlo. Su derrumbe dejará al poder constituido sin sistemas de creencias
homologados con suficiente capacidad de persuasión forzada, lo que probablemente haría posible una explosión social de las ideas revolucionarias en el interior del cuerpo social.
No casualmente los guardianes por excelencia de tales fes son los partidos y grupos de la izquierda, que manejan con ellas a sus aturdidos electores, esos pobres guiñapos que se dejan tratar como meras cosas.
El corolario es que todo lo positivo expuesto, nada desdeñable, es nuevo, pues no existía o apenas existía hace sólo 10-15 años, si bien sus precondiciones han estado madurando desde hace mucho.
La situación denota un cierto desorden en los aparatos institucionales para el control de las conductas, el aleccionamiento político y la dominación ideológica [17].
Este estado de cosas es excelente. Si se materializa la noción práctica de autogestión del saber y el conocimiento se puede llegar muy lejos. Si a eso se une el descrédito de los instrumentos políticos, parlamento, partidos y Constitución, la putrefacción de la izquierda y una situación mundial en rápida transformación en un sentido contrario a los intereses más fundamentales de las élites de Occidente, y sin olvidar la crisis
económica, podemos referirnos sin temor a equivocarnos al inicio de un periodo políticamente nuevo, muy diferente al de 1945-2007, que tiene que ser entendido para ser transformado.
Éste se caracterizará por amplios debates masivos, movimientos populares en auge de diversa naturaleza (atención: muchos de ellos reaccionarios), luchas en la calle, incremento del interés por saber, conocer y leer, deseo de elaborar y encontrar ideas
nuevas para una situación nueva, efervescencia mental, combates políticos incesantes y continuas controversias sobre ética, valores, ideología, arte e historia.
El 15-M es sólo el principio. Éste, con casi total seguridad, se integrará a corto plazo en la izquierda institucional o se desintegrará como consecuencia de su propia futilidad e incoherencia, pero eso no importa, detrás vendrán experiencias similares o incluso más formidables en lo cuantitativo. Y hasta es posible que alguna de ellas aparezca como consecuencia de una intervención política a gran escala realizada por las fuerzas revolucionarias, lo que permitiría alcanzar victorias de una importancia descomunal.
Que los estrategas y planificadores de las élites poder-habientes se sigan aferrando a la ideología y política izquierdista, ya completamente agotada, para el control mental de las multitudes, como se observa en los contenidos del sector ortodoxo del 15-M es, a mi juicio, un error del que es posible extraer provecho con un apropiado enfoque estratégico. Expresa la completa incapacidad para crear algo nuevo que tiene hoy Occidente, disfunción propia de las sociedades sometidas a sobre-dominación extrema y trituración absoluta del sujeto.
Significa que, en cierta medida, los enemigos de la libertad cavan su propia tumba.
¿Quién ha creado realmente el 15-M y cuáles son sus fines estratégicos?
La versión oficial de los orígenes del Movimiento es que fue ideado y creado por unos reducidos colectivos de jóvenes, y sólo por ellos, que se reunían en un piso del barrio de La Prospe (Madrid) [18], los cuales valiéndose muy hábilmente de las redes sociales lo planearon todo inspirándose en “la primavera árabe”.
Esta emotiva historia, una narración para niños en realidad, no está exenta de contradicciones, por ejemplo, alguna de las versiones señala que la operación se estaba preparando desde bastante antes de dicha “primavera”, lo que suena más creíble.
¿Se puede aceptar que un pequeño equipo de individuos con limitadas capacidades intelectivas y con un grave desconocimiento de la realidad social, a tenor de lo que se encuentra en sus textos, sin más recursos que los contactos vía Internet, hiciera lo que dicen sin “ayuda” de nadie?
Para el caso de la “primavera árabe” ya pocos analistas mantienen la versión espontaneísta, siendo una amplia mayoría la que admite que, en lo principal, fue un movimiento impulsado desde arriba, por poderosas fuerzas concretas todavía mal identificadas, que estaban interesadas en introducir cambios políticos y económicos en el norte de África.
El recuerdo de las “revoluciones de colores” (en Ucrania, Serbia y Georgia sobre todo) del este de Europa, diseñadas y lanzadas también con instrumentos digitales por quienes se aprovecharon de ellas viene a cuestionar aún más la candorosa explicación oficial.
Hacerse la pregunta ¿a quién beneficia? suele aportar bastante luz en lo referente a quién promueve y lanza los movimientos sociales.
El 15-M ha transitado hasta ahora por diversas fases. La primera de gestación, que es totalmente opaca y lo será hasta que no se haga una investigación. La segunda es la del momento del lanzamiento, el 15 de mayo y los 2-3 días posteriores, no exenta
tampoco de oscuridades. Por ejemplo, ¿las acampadas y las asambleas estaban en el proyecto inicial o fue algo impuesto a los promotores por el ala popular del Movimiento? La pregunta es pertinente porque en los escritos del sector ortodoxo la asamblea no desempeña ninguna función, y apenas se la cita.
La versión de testigos de cómo fue el acto de acampar en alguna capital de provincia donde el Movimiento desplegó mucha presencia informa de “una operación con bastantes medios, bien sincronizada y realizada con disciplina que podría calificarse de militar”, dirigida por personas con camisetas y pegatinas de DRY.
Esto es significativo porque ¿también en una ciudad a 450 km. de Madrid llegaron los chicos y chicas del modesto piso de La Prospe, con su adolescente inocencia, abismal ignorancia, mentalidad chapucera, aislamiento social y romántica escasez de medios? Ciertamente hubo bastantes diferencias entre unas poblaciones y otras pero se hace difícil de creer que en unas 60 grandes poblaciones, de forma súbita y coordinada, en la noche del 15 al 16 de mayo, una vez acabadas las manifestaciones y concentraciones convocadas, se crearan campamentos estables de manera espontánea.
Es cierto que en algunos lugares tal actividad fue realizada en días posteriores pero eso no altera el meollo de la cuestión.
También es cierto que en la versión oficial se admite la ayuda de la organización socialdemócrata y ciudadanista ATTAC, pero ésta, por sí sola, carece de medios y personal para ayudar significativamente a tan imponente despliegue y, además, luego desaparece de la escena hasta hoy.
No puede ignorarse tampoco que el respaldo otorgado por casi todos los medios de comunicación al Movimiento los tres primeros y decisivos días, 16-17-18 de mayo, fue casi unánime y sobre todo descomunal. La operación propagandística fue llevada adelante como si hubiera un centro director que impartiera órdenes, de tal modo que en sólo tres días se hizo de algo que si se hubiera dejado abandonado a sí mismo habría pasado desapercibido un magno acontecimiento mediático, rápidamente recogido en la más importante prensa internacional además.
La pregunta se formula sola, ¿cómo es que el poder mediático, tan decisivo, actuó de ese modo, sin dudas y casi sin fisuras, sin manifestar sorpresa ante lo que estaba sucediendo?
La tercera fase, que dura desde la consolidación de los campamentos, en torno al 18-20 de mayo, hasta mediados de junio, en total “25 jornadas” de acampada, según una portavoz, se caracteriza por un cierto vuelco: el sector ortodoxo pierde posiciones en el seno del Movimiento y el popular adquiere peso y presencia. En muchos lugares DRY se desvanece, o casi, dejando hacer. ¿Actúa de ese modo por la presión del sector
popular o como parte de una estrategia bien meditada, que exigía permitir un cierto grado de espontaneidad para dotar de credibilidad y amplitud a la operación en curso? Y de ser así, ¿quién había diseñado esa estrategia, muy inteligente por lo demás, que contenía un cierto riesgo para los planificadores?
Sea como fuere, es ése el gran momento del 15-M popular, con interesantes debates, convivencia, encuentros entre las personas, efervescencia espiritual, idealismo en grandes dosis, ilusión intensísima, magnanimidad, acciones magníficas en la calle y mucho más.
La cuarta fase, y hasta ahora última, comienza con la desnaturalización y decadencia de las acampadas, muy visible en Barcelona, por ejemplo, continúa con su levantamiento y sigue con un fuerte retroceso del prestigio y la capacidad de movilización del 15-M. En efecto, una parte de las gentes que de buena fe se habían integrado en el Movimiento se distancian de él desde principios de junio, en buena medida porque carecían de claridad respecto a la estrategia a seguir, y también a causa de la conversión de las asambleas en espacios para el adoctrinamiento a cargo de DRY (lo que, de paso, las hace insufribles) que retoma la dirección directa del movimiento.
Las asambleas de barrio, inicialmente muy concurridas, decepcionan rápidamente a muchas y muchos, por lo ramplón de los contenidos, centrados casi siempre en los soporíferos tópicos del izquierdismo, y la manipulación a que estaban sometidas. Hay un momento en que bastantes de ellas son ya casi exclusivamente agrupaciones de militantes de la izquierda, que despliegan sus fúnebres dislates y sus malos modos verbales, lo que hace huir en masa a las personas normales aún asistentes.
Ya sometido a los dictados de la extrema izquierda y el gueto, el 15-M deriva hacia un movimiento reivindicativo sin perspectivas, una especie de nuevo sindicato pseudo-asambleario concentrado en cuestiones monetarias, lo que equivale a la liquidación de facto del Movimiento como renovación de los modos de hacer política y esperanza de un cambio político, social y cultural sustantivo en la base.
Hay un giro, además hacia los partidos de la izquierda, el PSOE e IU, lo que suma descrédito e incrementa el tedio. La visita de Hessel a Madrid, ensalzando a Zapatero y entrevistándose con jerarcas del PSOE, partido para el que de facto pide el voto en las elecciones generales del 20 de noviembre de 2011, desvela un aspecto de la estrategia y fines del ala oficialista del Movimiento. Curiosamente DRY desautoriza veladamente a
Hessel, ¿porque se había precipitado al anunciar tal cuestión o porque está en desacuerdo con él, tras haber vivido ideológicamente a su sombra tanto tiempo?
Esos son los hechos hasta el momento que demandan reflexión. El a quién beneficia está en íntima conexión con la pregunta sobre quién lo ha organizado. No es posible, al menos por el momento, realizar una indagación detectivesca o propia del periodismo de investigación, para averiguar qué organizaciones, cuerpos, entidades o fuerzas activas estuvieron en la raíz del evento. Lo que sí es posible, legítimo y mucho más eficaz es deducir quienes son esas fuerzas, hasta donde es ello posible, desde los contenidos, la línea y el programa del sector reaccionario del 15-M. Dicho de otro modo: debemos aceptar como hipótesis de partida que éste ha sido promovido por quienes se lucran políticamente con su existencia.
El 15-M benefició de entrada a las elecciones autonómicas y municipales del 22 de mayo, que gracias a su habilidad para reavivar el interés por la política, conocieron una abstención menor de la que se habría contabilizado de no existir aquél.
Probablemente, quienes más ganaron fueron los partidos de izquierda, que padecieron una derrota menor de la que habrían sufrido de no haberse formado aquél. En segundo lugar, el programa y la línea de la izquierda han encontrado un altavoz en el Movimiento, pues, como se ha dicho, en nada difieren del sector reaccionario de éste.
Es cierto que aquí y allá se lanzan algunos dardos verbales contra todos los partidos en general, pero con la introducción de lo más sustantivo de la línea y programa de la izquierda institucional eso no es nada más que demagogia. Que Hessel, posteriormente, haya demandado el voto para el PSOE esclarece mucho las cosas.
Siguiendo con las deducciones podemos anotar que DRY idealiza el parlamentarismo de EEUU, presentado en sus textos como la “democracia real” por antonomasia. Parece claro que uno de sus objetivos es la americanización, todavía más, del país. No se puede olvidar que los “espontáneos” movimientos de masas de la “primavera árabe” se han hecho con la bandera de las barras y estrellas ondeando sobre todas las cabezas, asunto bien inquietante. El respaldo recibido, enorme y de inmediato, por el Movimiento en la prensa anglosajona apunta en la misma dirección.
Asimismo, los sucesivos “olvidos” del ala institucional del 15-M en lo referente a la acción antimilitarista, en un momento es que ésta debe ser fundamental, dada la situación internacional, señala a otros de los colectivos favorecidos con su existencia y actuar, el ejército español.
Finalmente, las numerosísimas referencias positivas al capitalismo y a la gran empresa, así como la devoción por el Movimiento de no pocos de las y los más adinerados oligarcas del país, dejan las cosas claras en este terreno.
Todas esas fuerzas sociales son las beneficiadas y todas ellas están en la raíz del 15-M, por más que aún no conozcamos el cómo y los detalles.
Hay un aspecto algo delicado, pero que por mor de la verdad es imposible de dejar de tratar. El estudio atento de los escritos de las cabezas visibles del 15-M nos las muestra, a partir también de textos que presuntamente están hechos por ellas mismas,
como individuos de un pragmatismo ilimitado, sin ideales ni adhesiones a convicciones de carácter filosófico, ético o de otra naturaleza, simplemente interesados en resolver sus problemas laborales y monetarios. Este tipo de personas, a las que antaño se denominó “sin principios”, son, por un lado, poco creíbles, y, por otro, fácilmente susceptibles de ser ganadas para esta o la otra causa a través de satisfacer lo que ellas valoran en exclusiva, el propio interés. Eso viene a significar que sus testimonios son menos fiables.
Para comprender lo que sucedió hay que investigar también los anteriores movimientos de masas habidos en “España” en los últimos decenios. El llevado adelante contra la guerra de Irak, en 2003-2004, es rápidamente hegemonizado por la extrema izquierda de la época, que opera a las órdenes del PSOE. Se trataba de expulsar al PP del gobierno central y para lograrlo dicha izquierda radical se mueve con gran eficacia en la calle.
Los sucesos del 11-M de 2004, tan misteriosos en sí mismos, dado que ni el juicio ni las investigaciones periodísticas realizadas han podido determinar quiénes fueron los cerebros de la sangrienta intervención política, favorecieron la derrota electoral del PP. Como si todo hubiera estado pactado de antemano, los mandamases del activismo izquierdista, colectivos y personas, irán recibiendo prebendas de variada naturaleza, todas provenientes del aparato estatal y gubernamental en los siguientes años, al mismo tiempo que, vencedor el PSOE, se pone fin abruptamente al activismo, como quien dice de un día para otro, a fin de crear un clima social de tranquilidad.
Gracias a ello dicho partido gobierna sin problemas y la extrema izquierda da su giro estatolátrico, tan provechoso en términos de carreras profesionales e ingresos. Sólo pierde la ingenua gente que, plena de las mejores intenciones, se había sumado a la lucha contra la guerra y ve frustradas sus esperanzas de establecer un gran movimiento popular que regenerase la sociedad. A ésta se la envía a casa sin contemplaciones, y ella
lo acepta, de manera que una vez más se debe convertir el victimismo en autocrítica.
Dicho de otro modo, no se puede ser tan inocentones, tan crédulos, tan pardillos. La izquierda y extrema izquierda son Maquiavelo redivivo y todo trato con ellas contiene por necesidad engaño y manipulación a gran escala.
En la Transición política, 1974-1978, las cosas fueron más o menos iguales, aunque con mucha mayor significación. El Estado, agonizante el franquismo, comprende que la fuerza política con capacidad para primero contener, luego encauzar y finalmente destruir al movimiento popular de la época, que en ciertos sectores deseaba llevar la acción contra el franquismo hasta la revolución, es el Partido Comunista de España (PCE), hoy IU, desde hacía mucho en la clandestinidad. Conque se pacta con él (de eso se encarga Adolfo Suarez y luego su partido, la UCD) para crear un sistema parlamentario y partitocrático como recambio al régimen de Franco.
La contraprestación recibida por el PCE, además de su legalización y la de su satélite, CCOO, es un buen número de puestos bien remunerados en el aparato estatal, los mismos que anteriormente habían estado a disposición de los falangistas. De ese modo se renueva al personal político de que se vale el ente estatal para controlar ideológica y políticamente a las masas.
La operación, muy bien pensada, planificada y ejecutada desde los poderes del Estado (en ella desempeña una función de primer orden el ejército), estatuye incluso la formación política de sustitución, el PSOE, para el caso de que el PCE perdiera demasiado prestigio y apoyos populares en la operación, como así sucedería.
El movimiento “antiglobalización”, mucho más modesto en sus pretensiones, apareció en los años 90 del siglo pasado de la mano de los intelectuales izquierdistas vinculados a los todopoderosos diarios Le Monde y El País, que expresan los intereses del capital multinacional europeo más neo-imperial. Se extendió por muchos lugares del planeta gracias al apoyo que le proporciona la extrema izquierda, sempiterna obra barata en todas las operaciones de esta naturaleza. Tras muy sonadas actuaciones públicas durante unos años, se le hizo desaparecer súbitamente de la escena mundial entre 2004 y 2005, al parecer por los mismos que lo habían creado, seguramente por considerar que ya habían logrado sus fines, de manera que en muy poco tiempo, tras haber movilizado a cientos de miles y en algún momento quizá a millones de personas, se esfumó.
¿Qué se pretendió con él? Lo más importante, al parecer, era:
a) renovar los cuadros de los partidos socialdemócratas, que estaban ya bastante envejecidos,
b) reafirmar la vieja política socialdemócrata con nuevas aportaciones y hallazgos, sobre todo de tipo lingüístico, siempre útiles para la propaganda y el aleccionamiento, tras una temporada en que aquélla aparecía como vetusta y desfasada.
Podrían traerse otros ejemplos de intervenciones políticas realizadas en los últimos decenios, que suelen ajustarse todas a un idéntico patrón, como si estuvieran ejecutadas conforme a un mismo manual de instrucciones, de modo que sólo hace falta
cambiar los nombres y las fechas manteniéndose intactos los procedimientos y los fines en todos los casos. Desde luego, el manejo de las masas en las sociedades de la modernidad tardía, cuando poderosísimos aparatos para el control y la propaganda están a disposición del poder, no parecen revestir mayores dificultades y se hace una y otra vez según las necesidades del momento.
Retornemos a pensar sobre el 15-M. La delicada situación social, ya evidente en 2010, ha cogido al sistema partitocrático con el pie cambiado. Quien mejor puede manejarla es el PSOE, pero éste, en el gobierno, está bastante desgastado, y con seguridad ganará las elecciones el PP, que tiene muy escasa audiencia y credibilidad entre los sectores más inquietos de las clases populares.
La transición a una sociedad de la pobreza y la escasez la debería hacer el PSOE pero justamente en el momento en que
más necesitaba el capital español y el Estado una gran fuerza de izquierda creíble y cohesionada ésta aparecía debilitada y en minoría social. La solución estaba en crear una nueva formación izquierdista, o en su defecto, infundir vida nueva al PSOE
aportándole lo que ya no tenía, a saber, credibilidad, impulso en la base, una cierta renovación programática y nuevos cuadros.
Esa es la causa, con total seguridad, de la planificación y lanzamiento del 15-M. La operación podría, según las circunstancias, culminar en dos posibilidades:
a) refundar el PSOE, lo que nos pondría ante una repetición, pero más ambiciosa, de la operación que se llevó a efecto con el movimiento “antiglobalización”;
b) constituir una fuerza política con vida propia a partir del 15-M, aunque obligada a pactar electoralmente con aquél.
Las líneas de actuación tácticas parecen estar más confusas en las mentes del núcleo verdaderamente dirigente del Movimiento.
Según una versión se trata de respaldar ya ahora al PSOE, para intentar alzarse con la victoria en las elecciones del 20 de noviembre, lo que significa que se busca repetir lo acontecido en marzo de 2004.
La otra, quizá más sagaz, se reserva para después de los comicios, cuando una pinza del PSOE y el 15-M contra el gobierno del PP podría desgastarle con rapidez y obligarle a convocar elecciones anticipadas, en las que una izquierda remozada volvería al gobierno para culminar la transición a la sociedad de la escasez y la hiper-dominación.
Al mismo tiempo, una buena parte de las impopulares medidas a tomar las implementaría el PP, lo que elevaría el prestigio social de la izquierda.
Ciertamente, la segunda opción es más inteligente que la primera, pero tal vez los analistas, estrategas y planificadores que están al mando de la operación no estén evaluando bien las circunstancias y metan la pata. Eso sí, en una y otra opción, las
chicas y los chicos de la jefatura del 15-M, DRY y el resto de los para-partidos, que se despepitan por realizar exitosas carreras profesionales, verán atendidas sus demandas.
Existe, por supuesto, una tercera posibilidad, que el 15-M, dado lo inane de sus formulaciones, lo tosco de su línea programática y lo insustancial de sus mandos, se desintegre y desaparezca en el curso de la refriega política, como ha sucedido antes con tantos movimientos similares. En ese caso el PSOE recibiría encantado a los restos del naufragio.
Al parecer, nadie cuenta con IU, a pesar de tener más de dos millones de votos, lo que se explica por la senilidad extrema de esta formación, incapaz de renovarse y actualizarse, la cual depende además de un electorado muy envejecido.
Lo que está fuera de duda es que el actual régimen de dictadura política necesita de una fuerza, nueva o renovada, de izquierda para lidiar con una situación bastante complicada. Se puede decir que esa necesidad es tan ineludible que, de salir mal o
imperfecta la operación 15-M, los poderes de facto en el país lanzarían otra no mucho después.
Es importante la cuestión de los cuadros. Los profesionales de la partitocracia se desgastan deprisa, particularmente en periodos políticamente difíciles, de modo que su renovación es un requerimiento imperioso para el statu quo.
Se ha dicho que el 15-M no tiene dirigentes ni “líderes”, sorprendente formulación por cuanto posee a) un partido dirigente o de vanguardia en su seno, DRY, y b) un extenso plantel de jerarcas, cuyos nombres y apellidos son conocidos por todas y todos, que conceden entrevistas, emiten opiniones en los medios, manejan las asambleas, escriben ¿libros? y realizan todas las funciones propias de los políticos profesionales.
El pretendido rechazo del Movimiento a los “líderes” es tan verdadero como su supuesta oposición al capitalismo.
Pero lo más necesario es realizar un meta-análisis de lo que es el 15-M, más allá de las cuestiones visibles e inmediatas. Su función última, la más decisiva, aquella que resulta ser imprescindible para el sistema de dominación, pues le mantiene en pie por encima de todas las circunstancias, más allá del cambiante vaivén de las coyunturas políticas, es la determinante a fin de cuentas.
Su contenido puede establecerse en siete puntos:
1) no pensar;
2) egotismo, primacía absoluta del interés particular;
3) conformismo y servilismo con apariencia de “rebeldía”;
4) amoralidad;
5) incultura, ignorancia, no saber;
6) aborrecimiento de la libertad en todas sus formas;
7) prevalencia total de la economía, del dinero por tanto.
Estos siete puntos son los que el 15-M lleva principalmente a la juventud, en su formato de izquierda [19]. En ellos le adoctrina y alecciona.
¿Qué puede hacer el sector popular del 15-M, así las cosas? En primer lugar debería considerar reflexivamente lo que hasta ahora ha realizado convirtiendo, como se expuso, el victimismo en autocrítica. Necesita realizar un análisis estratégico y fijar un
plan de acción, teniendo en cuenta elementos que hasta ahora no ha querido ver.
Verbigracia, la asamblea es fin y medio al mismo tiempo por su propia naturaleza, los revolucionarios la consideramos sobre todo de la primera manera, pero la jefatura del 15-M la concibe exclusivamente como un medio, un instrumento, albergando hacia ella una gran tirria, en realidad, que por el momento contiene a duras penas. Esto tiene que plantearse precisamente en las asambleas, para desde aquí revertir la influencia de DRY
y frustrar la intervención política de recomposición de la izquierda capitalista-estatal que es lo sustantivo del proyecto 15-M.
Eso equivale a decir que es apropiado estar en el 15-M mientras tenga gente popular, normal, de la calle. Pero cuando se reduzca a los politiquillos de la izquierda hay que dejar el asunto en sus manos, como un juguete roto más de los muchos que ha manejado en su historia. Esto significa que no hay que atarse al Movimiento ni darle más importancia que la que realmente posee, que es limitada.
Las complejas, cambiantes y rápidas modificaciones en las condiciones de existencia de las sociedades occidentales en curso van a ofrecer otras muchas posibilidades, iguales, mejores o incluso mucho mejores que el 15-M, no hay que apurarse.
Lo que no puede ser puesto en duda es que, dada la actual correlación de fuerzas proveniente en gran medida de los voluminosos errores y debilidades del sector popular del 15-M, no es hacedero hacer triunfar, salvo en algún caso aislado y transitorio, el ideario y programa revolucionario. Esto confirma el aserto de A. Camus sobre que “se puede tener toda la razón y ser vencidos”.
Plantearse la situación de otro modo no sería realista. Pero eso no significa que, mientras convoque a personas de las clases populares, no convenga estar en el Movimiento para realizar al menos seis funciones:
1) conectar con éstas,
2) someter a crítica la línea y el programa reaccionario,
3) frustrar todo lo posible el proyecto estratégico de convertirlo en alternativa de recambio a la izquierda institucional en declinación,
4) aprender a realizar el combate político realizándolo,
5) poner en evidencia a los colectivos y personalidades que llevan años y años destruyendo los movimientos populares por medio de la introducción en ellos de la política que el Estado y el capital utilizan contra las clases populares, la de la izquierda,
6) librar en la calle luchas justas.
Se aproximan tiempos complicados, llenos de peligros pero también de oportunidades, en los que todas y todos debemos prepararnos para ocupar las primeras filas del combate político con el ánimo limpio de todo interés particular, con afán de servicio y, sobre todo, con el entendimiento muy alerta. En sólo unos pocos años se habrá creado, de un modo u otro, una situación políticamente nueva, a cuya existencia, presencia e influencia nadie podrá escapar.
Tenemos 2-3 años para situarnos a la altura de las circunstancias, para autoconstruirnos como sujetos hábiles y útiles a la gran causa de la revolución. No perdamos pues el tiempo.
Félix Rodrigo Mora
Hijes (Guadalajara), 9 de Septiembre de 2011
http://felixrodrigomora.net
NOTAS
[1] Una muestra es “Nada será como antes. Sobre el movimiento 15-M”, Carlos Taibo. Su indigencia en los contenidos causa sorpresa. Nada expone y nada argumenta. Aquí el “cierre de la mente moderna” se hace ya acabada, renuncia al quehacer reflexivo. En eso coincide con los textos del ala institucional del 15-M, Democracia Real Ya, Juventud Sin Futuro, Democracia Participativa y otros, cuyo común componente es la exclusión de cualquier actividad cognoscitiva. Dicho autor se presenta como “activista de los movimientos sociales”, un dato más que avala la
negatividad del activismo, auto-destructiva manera de ser y estar del sujeto peculiar de la izquierda, causante de una anulación de lo más decisivo en los seres humanos, el uso del entendimiento. De lo que se trata es de ser sujetos reflexivos, activos, sociables, morales y responsables, no activistas. De ser revolucionarios, no activistas.
[2] Un texto que, entre las oleadas de meliflua fraseología tercermundista y “antirracista” (neo-racista) hoy de moda deja ver la despiadada faz del neocolonialismo francés a que se adscribe Hessel es su libro (en realidad un compendio de trabajos de varios autores), “Hacia nuevas solidaridades. Diez diálogos sobre cooperación al desarrollo”. De quien fuera destacado colaborador del general De Gaulle, y luego afiliado al PS Francés, campeón del colonialismo y después del neocolonialismo hasta el presente, no se puede esperar otra cosa. Su respaldo a la causa palestina es expresión del anti-americanismo del autor de “¡Indignaos!” por motivos patrióticos y de rivalidad entre las grandes potencias.
[3] Escritos franquistas de Sampedro son “Crónica económica colonial”, en Cuadernos de Estudios Africanos 3 (1947) y “El nuevo enfoque del problema colonial. De la “Cuestión colonial” al “Derecho de las materias primas”, en Cuaderno de Estudios
Africanos 4 (¿1948?). En ellos el actual indignado aparece como un técnico al servicio del régimen de Franco, al que ayuda a realizar su política colonial para Marruecos y Guinea Ecuatorial (“nuestra colonia” la llama Sampedro satisfecho). Nada hay en esos textos que manifieste la menor disensión o reserva mental respecto al franquismo, antes al contrario. Es curioso que él y Hessel coincidan en su equívoca posición, por decir lo menos, hacia el fenómeno colonial y neo-colonial. Así como otros profesores, García Calvo es el caso más conocido, se opusieron al régimen de Franco y fueron represaliados por él, Sampedro jamás manifestó la menor disidencia como profesor de Estructura Económica en la Universidad de Madrid desde 1947. Quienes le trataron entonces conocían su firme decisión de mantenerse rigurosamente apartado y enfrentado a la oposición clandestina. Todos sus escritos del periodo franquista son de similar naturaleza. En los posteriores prevalece un economicismo populista y ramplón que prima el robustecimiento continuado del Estado, lo que es lógico al ser Sampedro un muy cualificado profesor-funcionario que medra profesionalmente tanto como lo haga el aparato estatal. Por lo demás, el pobre nivel intelectual de sus análisis, mera exposición de tópicos conformistas levemente teñidos de “radicalidad”, cuando no de ñoñeces progres (tal es la novela “El amante lesbiano”), excusa realizar su crítica.
[4] Una manera inapropiada de situarse en la dura y difícil brega política es la del “Comunicado del Bloque Libertario y Autónomo. Por la extensión de las revueltas. Todo el poder a las Asambleas” (sin fecha, de finales de mayo de 2011), que nada dice sobre los contenidos políticos y programáticos del Movimiento, quedándose en la loa irreflexiva de sus formas organizativas y procedimientos de acción callejeros. Este “apoliticismo”, que resulta de un insensato culto al número y al movimiento, es un sinsentido cuando se está tratando de una cuestión política porque, en definitiva, los contenidos lo determinan todo. Y lleva a sus autores a ser simple mano de obra, cuando no carne de cañón, de quienes han hecho y hacen del 15-M una operación a colosal escala para actualizar y renovar las formas de dictadura del par Estado-capital, envejecidas después de más de 30 años de uso.
[5] En “NO nos representan”, Pilar Velasco, otro de los textos mínimos e ínfimos, en extensión pero sobre todo en contenidos, esfuerzo reflexivo, rigor investigador, respeto por el lector-lectora y calidad expositiva, propios del ala carca del Movimiento. Su meta es aproximar el 15-M al PSOE (la autora trabaja en la Cadena Ser), para lo que censura y ningunea lo hecho por el sector popular de aquél.
[6] “Rosalía Mera, indignada de lujo”, Lola Galán, El País 12-6-2011.
[7] Un libro que fundamenta el proyecto de DRY para mantener el actual régimen de dictadura constitucional, parlamentaria y partitocrática con transformaciones meramente cosméticas es “Mando a distancia. Herramientas digitales para la Revolución Democrática”, de Lorenzo Abadía. A su presentación en Madrid asistió Olmo Gálvez, portavoz de Democracia Real Ya, que asintió a todo lo expuesto por el autor del texto, y también Enrique Dans, profesor de la IE Bussines School, uno de los hombres de confianza del gran capital, español y foráneo, que actuó como autoridad en la penumbra. Ciertamente, quienes tienen al 15-M controlado por DRY como un movimiento “anticapitalista” deberían tomar nota de estas realidades. Lo peculiar de aquel libro es su insistencia en que el sistema político español imite al de EEUU, presentado como modelo magnífico, lo cual indica quién mueve los hilos entre bastidores y quién está dirigiendo la operación política en curso destinada a renovar los instrumentos políticos del poder constituido en “España”. Otro rasgo propio del texto es el ninguneo que hace de la asamblea como pieza clave e inexcusable de todo orden democrático.
[8] La ignorancia que caracteriza al sector institucional del 15-M está estimulada por su actitud genuflexa ante sabihondos como el economista J.E. Stiglitz, premio Nobel. Éste, próximo al Partido Demócrata de EEUU, perpetrador con B. Obama de numerosas guerras de agresión, preconiza un desarrollo óptimo del capitalismo multinacional por medio de una apropiada combinación de la empresa privada y el intervencionismo estatal, lo que incluso difiere de la obsesión estatolátrica que mantiene DRY. Por lo demás aquél, como todos los premios Nobel de esta disciplina, es un avezado mercader de palabras que se lucra con sus conferencias (al percibir por cada una de ellas miles de dólares), libros, artículos, presencia en actos públicos y otros. De hecho, hace mucho ya que ha fundado una empresa multinacional lanzada a obtener unos beneficios anuales de millones de dólares, Joseph E. Stiglitz S.L., que vende humo, esto es, verborrea vacía e inútil. Evidencia que está abriendo los ojos a ciertos sectores de la opinión pública, que se mofan de él y de los otros economistas receptores del Nobel, no menos charlatanes y farsantes, aduciendo que “sus ideas no nos sacan de la crisis”. En realidad la ciencia económica es un pseudo-saber, y tomarse en serio a aquel sujeto, o a otros como él, manifiesta la inmadurez intelectual y emocional (necesitan un guía espiritual que les diga lo que han de pensar y decir) del ala oficialista del 15-M.
[9] La incoherencia del ala institucional del 15-M le excusa de establecer formulaciones libres de contradicciones lógicas. Ciertamente, ¿para qué, si lo único que se desea es encontrar un buen empleo, pagar la hipoteca y consumir todo lo posible, a imitación de sus padres y madres? En el no-libro “Nosotros, los indignados” de Klaudia Álvarez, Pablo Gallego, Fabio Gándara y Óscar Rivas encontramos que Pablo hace una loa del capitalismo que haría las delicias del ala derecha del Partido Republicano de EE.UU. Dice, “el mercado debe ser realmente libre… que tú elijas con quién quieres establecer una relación económica y que el Estado no fije precios, ni ponga impuestos abusivos, ni empiece a cobrar antes que una empresa tenga beneficios (sic)”. Por tanto, se sitúan ente el fascismo-Estado de Corea del Norte (unos) y la derecha yanqui más estomagante (otros). Además, Óscar se presenta a sí mismo como un modesto empresario arruinado por la crisis económica deseoso de reiniciar sus negocios en cuanto mejore la coyuntura. Entre líneas se percibe que a quienes verdaderamente admiran los mandamases de los indignados es a sujetos como Mark Zuckerberg, fundador de Facebook y multimillonario antes de cumplir los treinta años. Por tanto, los viejos izquierdistas que siguen aseverando que el 15-M es “anticapitalista” una vez más muestran que son incapaces de conectar con la realidad, sempiternamente enredados en sus rancios dogmatismos. Cuando la noción de verdad se sustituye por la de utilidad suelen pasar esas cosas.
[10] En esencia es el mismo impulso que llevó a las revueltas en Inglaterra en el verano de 2011, en las que una combinación de lumpen asombrosamente deshumanizado, creado por las atroces “políticas sociales” del laborismo, y niños-niñas bien se volcó en el saqueo y el incendio durante varios días, robando todo lo que se les puso a la mano, agrediendo y asesinando de paso a personas inocentes. El ansia ciega de consumo y el egocentrismo, que es lo único que tienen en la cabeza estos “rebeldes”, les lleva a afirmarse por la violencia reaccionaria como sector parasitario cuando la sociedad de consumo y el Estado de bienestar están entrando en una fase de regresión. En sus metas y motivaciones últimas en nada se diferencian del sector gubernamental del 15-M, aunque sí en sus modos de acción, por fortuna. Es una muestra de madurez intelectual que prácticamente nadie, dejando a un lado a algún intelectual izquierdista muy senil, haya otorgado respaldo a la rebelión de los airados consumidores frustrados de Gran Bretaña, lo que es diferente a los sucesos del otoño de 2005 en París y otras ciudades francesas, cuando tuvimos que padecer una ola de textos apologéticos de quehaceres tan carcas, entre los que destaca “¿Chusma?” de A. Dell’Umbra. Desde luego el lumpen es cualquier cosa menos revolucionario. En Alemania en los años 20 y 30 del siglo pasado se organizó con los nazis en las SA, siendo el sector más criminal del movimiento nacional-socialista hasta 1934. Que no viva de su trabajo sino del ajeno le hace un colectivo explotador, le aproxima a la burguesía y le sitúa como aliado natural de ésta en todos los grandes conflictos políticos. En la inestable y tensa situación que se aproxima en Europa veremos una vez más al lumpen fusionado con los aparatos del Estado (en particular con los policiales), más aún porque ahora vive de éstos a través de las “ayudas sociales”, contra el pueblo.
[11] Causa estupor la lectura de “Nosotros, los indignados”, de Klaudia Álvarez, Pablo Gallego, Fabio Gándara y Óscar Rivas, quizá el libro-nada más penoso de la saga 15-M, escrito por sus jefes auto-designados. Especialmente la parte de Klaudia es una loa a Internet que anonada por su misticismo, lo que lleva a deducir que la completa vaciedad de los cuatro trabajos recopilados en el volumen está en relación con el uso a gran escala de la Red. Al sumergirse en su lectura viene a la memoria el libro de Nicholas Carr “Superficiales, ¿qué está haciendo Internet con nuestras mentes”?, con la advertencia de que lo que aquél denota no es superficialidad sino algo mucho peor, no-pensamiento interiorizado, odio al conocimiento, visceral desprecio por la noción de verdad, decisión de vivir sin utilizar el cerebro, pendientes únicamente de la pitanza. Empero, la universidad es aún más culpable de haber creado seres para los que el entendimiento es un adorno del que hay que desprenderse cuanto antes para centrarse en la más pedestre y garbancera concepción de la existencia ¿humana?, que se realiza al completo en cinco metas: 1) tener un buen trabajo, 2) ganar mucho dinero, 3) poseer una vivienda, 4) disponer del régimen asistencial del Estado de bienestar, 5) consumir al máximo. Llegados a este punto constatamos con dolor que los fundamentos mismos de lo humano han sido dañados muy gravemente y de manera quizá irremediable, y que el 15-M oficial viene a remachar el clavo de todo eso.
[12] Tengo ante mí una obra, de 1556, titulada “Libro contra la ambición y codicia desordenada de aqueste tiempo: llamado alabanza de la pobreza”, de Bernardino de Riverol. Sé que la izquierda, perversa y corruptora, se mofará de un texto dirigido a exponer una verdad sustantiva, que la pobreza es buena y la riqueza mala, tildándolo de “feudal”, “clerical” o de cualquiera otra de las lindezas de que se sirve para aterrorizar y acallar a los disidentes, impedir un debate libre y sereno e imponer sus monstruosidades, pero yo valoro como excelente ese libro, dejando a un lado algunos desacuerdos. Lo verdaderamente aciago y preocupante es la pobreza espiritual, la falta de valores, la aculturación, la pérdida de las capacidades reflexivas, el egotismo, el hedonismo, la codicia, el consumismo, la irresponsabilidad, la incapacidad de amar y, sobre todo, el ansia de poder y mandar. Contra tales vicios, hoy impuestos a todas y todos por el Estado y el capitalismo, es contra lo que hay que luchar, yendo a sus causas estructurales, lo que equivale a decir que, para superarlos, hay que poner fin a la actual dictadura estatal-capitalista creando una sociedad autogobernada y autogestionada, con libertad y pluralismo, con la asamblea como componente medular.
[13] Este “filósofo”, cuyos textos son de lectura obligatoria en la enseñanza media (¿cuántos millones de euros estás embolsándote de ese modo Fernando?), ha hecho de Nietzsche el maestro del pensar de la progresía e izquierdas patrias desde hace decenios, lo que ha traído aparejado el derrumbe de la convivencia y la sociabilidad, de la cordialidad y los buenos modales, del afecto, la amistad y el amor, entre otras muchas desgracias. Pero, por suerte, se ha publicado un libro que pone en evidencia lo que es realmente el gárrulo teutón, “Nietzsche contra la democracia. El pensamiento político de Friedrich Nietzsche (1862-1872)”, Nicolás González Varela. Sabíamos que fue el ideólogo del fascismo y el nazismo, y admitíamos con Jean Amery que fue la Gestapo la que mejor realizó su ideario de odio y brutalidad clasista, pero lo que este trabajo prueba es que la naturaleza ultra-reaccionaria de Nietzsche iba mucho más allá, hasta el punto de situarse incluso muy a la derecha de lo que luego serán nazis y fascistas. Nietzsche es el nexo intelectual de unión que ata y unifica a la izquierda con el fascismo más extremista en la cosmovisión. De ahí que en el futuro se ha de repudiar a la izquierda tanto como a la derecha para avanzar hacia la revolución.
[14] Se puede tomar como muestra del agotamiento en los contenidos que padece la izquierda, ya senil del todo, la cual mantiene un sistema de ideas en aguda contradicción con las realidades del siglo XXI, el libro de Ignacio Ramonet “La catástrofe perfecta. Crisis del siglo y refundación del porvenir”. En él no hay nada de nada, solo huera locuacidad, ignorancia ilimitada y malos modos estéticos. Es otro ejemplo del no-libro, libro-nada o libro-basura, por tanto libro-estafa, habitual en la izquierda. El autor, que fue director de Le Monde Diplomatique (diario dependiente de la industria armamentística gala) en 1991-2008, contribuyendo a lanzar desde ahí el movimiento “antiglobalización” como herramienta para la renovación generacional de los partidos socialdemócratas, expresión señera del giro estatolátrico que han dado los movimientos sociales en los últimos 20 años. Todo este mundo está prácticamente acabado en el terreno más decisivo, el de las ideas y el discurso, aunque aún tiene capacidad para manipular y destruir el 15-M. Pero si lo hace, que es lo más probable, hemos de lograr que sea éste su último gran servicio al capital y al Estado. Sujetos como Ramonet han aportado muchísimo a ridiculizar el limpio y sublime ideario anticapitalista, del cual han hecho una caricatura ahora vomitada y odiada por la inmensa mayoría, particularmente entre la juventud.
[15] Sobre esta materia consultar “De la intervención política”, revista “Estudios” nº 1, Félix Rodrigo Mora.
[16] Si alguien duda de que ésta existe puede leer, para cerciorarse, un texto de Fernando Gil Villa, profesor de sociología en la universidad de Salamanca, “Profesores indignados”, otro libro-basura próximo al 15-M, como su título evidencia. Tras citar a S. Hessel con arrobo pasa a lo importante, que como siempre es lo provechoso. Gil no se preocupa de otra cosa que no sean sus reivindicaciones corporativas y las de sus colegas. Por tanto, cuando hace comparaciones entre universidades en el pasado inmediato sin pudor plantea la cuestión para él central, “¿quién cobraba más?”. Repugnante. El lastimoso estado de la verdad, la penosa situación del saber, el declinar del conocimiento cierto, el tristísimo futuro del alumnado, la desintegración de la sociedad, la dislocación planeada del individuo, son para él bagatelas al lado de lo único que cuenta, el dinero contante y sonante. Luego admite que “ya nadie, ni padres, ni alumnos, ni políticos, confían en nosotros (los profesores universitarios)”. Claro, ¿cómo van a hacerlo tras leer lo que él (tiene publicados nueve libros) y tantos como él escriben, dicen y hacen? El egoísmo corporativo, el autismo vivencial y el ansia de medrar es lo único que estas gentes tienen en la cabeza. Así está la juventud universitaria.
[17] Estando aún muy activo el 15-M un grupo de intelectuales y artistas publicó un manifiesto titulado “Una ilusión compartida”, suscrito por varias decenas de pedantócratas y estetócratas españoles, de Almodóvar a Almudena Grandes e
incluyendo a personajes como el juez Garzón o el economista Vicenç Navarro, tan ignaro y reaccionario que un año de estos hasta le otorgan el Nobel. Lo importante del asunto, además de la completa vaciedad del texto, es que pasó desapercibido, de modo que sólo la prensa más afín dio con desgana la noticia. Hace sólo diez años todo el país habría vibrado al dictado de unos sujetos que han hecho una aportación fundamental a destruir la sociedad, triturar a la persona, aniquilar el saber, el arte y la cultura y asentar con un poder reduplicado la dictadura del Estado y el capital. Que hoy carezcan de audiencia militante, que sean siempre los mismos y las mismas, que no logren renovarse, dice bastante sobre los aspectos positivos de nuestra época. Alguno de estos sujetos incluso ensayaron una aproximación a las acampadas del Movimiento, siendo airadamente rechazados. Ellos han constituido lo que se ha venido en llamar “el desierto posmoderno”, referido a los asuntos del espíritu. Sí.
[18] Por ejemplo, el diario El Mundo, en su edición del 20-5-2011, titulaba un largo artículo de contenido laudatorio, “Todo nació en un piso de la “Prospe”. Un grupo de Facebook creado en febrero fue la espoleta del inicio del movimiento”. La versión
ofrecida en “Nosotros, los indignados” coincide en lo sustantivo, a pesar de tener significativas contradicciones internas.
[19] Laurent Joffrin, en “Histoire de la gauche caviar”, 2006, muestra que el caviar es el ideal estratégico de toda la izquierda, dividiéndose ésta en la que lo consume ya y la que confía en hacerlo en el futuro. Así es. Esperar otra cosa de su ideología, línea y programa es soñar despiertos.
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