No olvidemos Yugoslavia
by John Pilger
Los secretos del aplastamiento de Yugoslavia están saliendo a la luz, enseñándonos algo de cómo se gobierna el mundo moderno. La antigua fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional para Yugoslavia en La Haya, Carla Del Ponte, ha publicado este año sus memorias, La caza: Yo y los criminales de guerra. El libro revela amargas verdades sobre la intervención occidental en Kosovo, que tiene repercusión en el Cáucaso.
El tribunal fue establecido y financiado principalmente por los EEUU. El papel de Del Ponte fue el de investigar los crímenes cometidos durante la disolución de Yugoslavia en los años 90. Ella insistió en que se incluyeran los 78 días de bombardeos de la OTAN en Serbia y Kosovo en 1999, en que se asesinaron centenares de civiles en hospitales, escuelas, iglesias, parques, y estudios de televisión y que destruyeron la infraestructura económica. "Si no quiero [procesar al personal de la OTAN]," dijo Del Ponte, "debo dimitir." Era una farsa. Bajo la presión de Washington y Londres, la investigation de los crímenes de guerra de la OTAN fue descartada.
Conviene recordar que la justificación de los bombardeos de la OTAN era que los serbios estaban cometiendo "genocidio" en la provincia secesionista de Kosovo contra la etnia albanesa. David Scheffer, embajador de los EEUU, anunció que unos "225.000 hombres de etnia albanesa entre 14 y 59 años" podrían haber sido asesinados. Tony Blair invocó el Holocaust y "el espíritu de la II Guerra Mundial." Los heroicos alíados de occidente eran el Ejército de Liberación de Kosovo (KLA), cuyos actos criminales fueron dejados de lado.
Cuando finalizaron los bombardeos de la OTAN, equipos internacionales fueron a Kosovo para exhumar el "holocausto." El FBI no encontró ni una sola tumba masiva y se marchó. El equipo forense español hizo lo mismo, su jefe denunció enfadado "una pirueta semántica de la maquinaria de propaganda de la guerra." Un año después, el tribunal de Del Ponte anunció la cifra final de muertos en Kosovo: 2.788. Esto incluía combatientes de ambos bandos y serbios y gitanos asesinados por el KLA. No hubo ningún genocidio en Kosovo. El "holocausto" era una mentira. El ataque de la OTAN fue fraudulento.
Eso no fue todo, dice Del Ponte en su libro: el KLA secuestró a cientos de serbios y los transportó a Albania, donde sus riñones y otras partes de sus cuerpos fueron extraídos; luego se vendieron para trasplantes en otros países. Del Ponte también dice que había suficientes pruebas para procesar a los albano kosovares por crímenes de guerra, pero la investigación fue impedida y el foco del tribunal solo se puso en los "crímenes cometidos por Serbia." Ella explica que los jueces de La Haya estaban horrorizados por los crímenes de los albano kosovares – la misma gente a la que occidente defendió.
Mientras Blair estaba de gira por el "liberado" Kosovo, el KLA perpetraba la limpieza étnica de más de 200.000 serbios y gitanos de la provincia. El pasado febrero la "comunidad internacional," liderada por los EEUU, reconoció Kosovo, que no tiene una economía formal y está dirigida de facto por bandas criminales que trafican con drogas, contrabando, y mujeres. Pero dispone de un activo valioso para occidente: la base militar de los EEUU Camp Bondsteel, descrita por el comisionado del Consejo de Europa para los derechos humanos como una "versión menor de Guantánamo."
Del Ponte, ahora embajadora de Suiza en Argentina, recibió de Simo Spasich, jefe de Missing in Action Families Union, los documentos, que contienen las pruebas del secuestro de serbios para extraer sus órganos y su asesinato en campos de concentración.
Según el diario de Belgrado “The Press”, el negocio criminal estaba controlado personalmente por Hashim Thaci. Ganó millones de $ en el comercio de órganos humanos. Eso es lo que el antiguo juez del Distrito de Pristina, Danic Marincovic, intentó decir en el proceso contra Slobodan Milosevic en La Haya. Ella también dijo que la misión de la ONU en Kosovo (UNMIK), encabezada entonces por el ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Bernar Kushner, le prohibió la investigación de los casos de gente desaparecida y los secuestros. Fueron los miembros de la UNMIK los que no permitieron a Carla procesar a los albaneses que secuestraron a gente y comerciaron con sus órganos.