Oh, ¡qué tipo de despojos de democracia quedan en los EE.UU! Pero ahora me gustaría hablar no tanto sobre Trump, a quien volveremos más adelante, sino de los EE.UU. en su conjunto.
¿Qué están haciendo los EE.UU. hoy y cuál es su lugar en el mundo moderno? No es una pregunta ociosa. Podemos ver que los estadounidenses y sus redes globales todavía se están haciendo sentir y continuan interfiriendo en los asuntos internos de sus aliados, los países neutrales, e incluso en sus países enemigos.
Literalmente hace sólo unos pocos días, trataron de llevar a cabo un golpe militar en Turquía y provocar disturbios en Armenia y Kazajistán. Sin embargo, cada vez es más evidente que son mucho más débiles que antes. Washington trató de impedir el Brexit, pero fracasó. El motín gulenista en Turquía también terminó en fracaso. Por lo tanto, ¿podemos afirmar inequívocamente que el mundo unipolar ha terminado y que vivimos en un nuevo mundo post-americano?
Creo que tal optimismo sería prematuro. Washington no puede ser descartado todavía.
El fin del mundo americano es un proceso que se extiende en el tiempo. Y, sin duda, se prolongará. Es difícil decir por cuánto tiempo, y el colapso de la hegemonía unipolar es un período muy peligroso. Yo llamaría a lo que está sucediendo con Estados Unidos ahora como un “dragón herido.” Esta metáfora explica mucho, casi todo.
Tras la liquidación de la URSS y el campo del Este, apareció en el mundo un modelo unipolar, bajo el cual el dragón americano alcanzó la cima de su poder. Redes de agentes de infuencia estadounidense, sobre todo en forma de ideología liberal, pero también en formas más ocultas imitando las tendencias políticas e ideológicas locales, permearon la sociedad en prácticamente todos los países. El dragón se infiltró en las élites políticas, las grandes empresas, la educación, los medios de comunicación, y a veces en los círculos de seguridad en los estados de Europa y Asia.
En Rusia, las fuerzas pro-estadounidenses dominaron casi abiertamente en la década de 1990, y sólo en la década del 2000 Putin comenzó a arrinconar su autoridad poco a poco. Estas redes se extiendieron hacia los países islámicos, donde su ala militar se convirtió en el Islam radical, un verdadero siervo del dragón americano.
Pero el dragón recibió un golpe, o una serie de golpes, muy probablemente fatales, a la altura de su poder. Todos los países que no se inclinaron ante la hegemonía de Estados Unidos en la década de 1990, y que no aceptaron por completo el modelo unipolar del mundo como irreversible, gradualmente llegaron a formar un club informal y comenzaron el proceso de resistir al dragón. China jugó con mucho cuidado en esta línea, tratando de cabalgar el tigre y llevar a cabo la modernización y la liberalización, preservando al mismo tiempo, e incluso fortaleciendo, la soberanía nacional.
A principios de la década de 2000, Rusia comenzó a seguir este camino. Irán ocupaba una posición similar. La contemplativa India trató de escapar al diktat directo de Estados Unidos. Una oposición comenzó a formarse entre los seguidores del dragón en la UE, Turquía, e incluso entre los extremistas salafistas pro estadounidenses. Lo más importante es que los estadounidenses, habiendo obtenido la oportunidad histórica de gobernar el mundo entero, simplemente no pudieron manejar esta tarea. Tal vez ellos no tenían suficiente recursos, inteligencia o experiencia histórica, imperial. La hegemonía se recalentó. El dragón fue herido.
Hoy en día, estamos tratando con un monstruo herido a nivel mundial. Estados Unidos sigue siendo fuerte y sus redes son todavía eficaces. Los liberales, los extremistas islámicos, los atlantistas y los agentes de influencia ocultos siguen siendo fuertes en las diferentes sociedades. Pero el pico de la dominación estadounidense está detrás de nosotros.
El hecho de que el dragón está herido quedó claro ya en la década de 2000, cuando los Estados Unidos dejaron de imponer incluso una apariencia de orden y se orientaron sólo hacia un caos controlado, sangriento. Revoluciones de colores, intentonas, golpes de Estado, e invasiones de Oriente Medio y del espacio post-soviético por parte de tropas occidentales, son prueba de ello.
La esencia de esto es que el dragón está herido. Todavía es fuerte y tiene la apariencia de una potencia que conoce su objetivo. Pero, en realidad, se ha vuelto loco por el dolor ante el colapso de su dominio. De ahí el por qué los EE.UU. comienzan a comportarse de manera inapropiada en muchos casos.
Esto afecta a sus propios servidores, ruinas que podrían ser preservadas, y reacciona dolorosa y desproporcionadamente a los pequeños ataques.
Esto es extremadamente peligroso. El dragón herido está equipado con armas nucleares y todo su gran poder todavía puede enviar al abismo a la humanidad entera de un solo golpe.