Solzhenitsyn

“Los dirigentes bolcheviques que tomaron Rusia no eran rusos, ellos odiaban a los rusos y a los cristianos. Impulsados por el odio étnico torturaron y mataron a millones de rusos, sin pizca de remordimiento… El bolchevismo ha comprometido la mayor masacre humana de todos los tiempos. El hecho de que la mayor parte del mundo ignore o sea indiferente a este enorme crimen es prueba de que el dominio del mundo está en manos de sus autores“. Solzhenitsyn

Izquierda-Derecha

El espectro político Izquierda-Derecha es nuestra creación. En realidad, refleja cuidadosamente nuestra minuciosa polarización artificial de la sociedad, dividida en cuestiones menores que impiden que se perciba nuestro poder - (La Tecnocracia oculta del Poder)

jueves, 26 de febrero de 2015

Gilad Atzmon: la religión del holocausto


Gilad Atzmon es un saxofonista de jazz, activista político, escritor y novelista nacido en Israel, de nacionalidad británica. En 1994 emigró al Reino Unido para realizar en la Universidad de Essex, una maestría en Filosofia y adquirió la nacionalidad britanica en 2002. Es un gran crítico del gobierno de Israel, lo cual manifiesta en sus escritos contra el sionismo, el judaísmo y la ocupación del territorio palestino. Ofrecemos hoy nuestra traducción de parte del capítulo 18 (pp. 203 y ss.) de su libro The Wandering Who? A Study of Jewish Identity Politics (Ed. Zero Books. Winchester, UK; Washington, USA, 2011) sobre la “religión del holocausto”. Un texto muy interesante.
Yeshayahu Leibowitz, el filósofo que fue un judío
ortodoxo y observante, me dijo una vez:
“La religión judía murió hace dos cientos años.
Ahora no hay nada que unifique a los judíos del mundo que no sea el holocausto”
Remember What? Remember How? Uri Avnery
19.3.05 (90)
El profesor Yeshayahu Leibowitz, de la Universidad Hebrea, un filósofo nacido en Letonia, fue probablemente el primero en sugerir que el holocausto se había convertido en la nueva religión judía. El filósofo israelita Adi Ophir ha señalado (91) también que, lejos de ser simplemente un relato histórico, “el holocausto” contiene numerosos elementos religiosos fundamentales. Tiene sus sacerdotes (por ejemplo Simon Wiesenthal, Elie Wiesel, Deborah Lipstadt) y profetas (Shimon Peres, Benjamín Netanyahu, que son los que advierten contra un judeocidio iraní por venir). Tiene mandamientos y dogmas (por ejemplo “nunca más”) y rituales (días del recuerdo, peregrinaciones a Auschwitz, etc.). Posee un orden simbólico-esotérico establecido (por ejemplo, los kapos, las cámaras de gas, chimeneas, cenizas, zapatos, los campos de prisioneros, la figura del Musselmann (91bis), etc.). También tiene un templo, Yad Vashem, y santuarios (los museos del holocausto) en las capitales del mundo. La religión del holocausto también está sostenida por una red global de recursos financieros, lo que Norman Finkelstein llama “la industria del holocausto”, e instituciones como el Holocaust Education Trust. Esta nueva religión posee suficiente coherencia como para definir a sus “anticristos” (negadores del holocausto) y tiene suficiente poder como perseguirlos (a través de las leyes que prohíben la negación del holocausto y los discursos de odio).

Me tomó muchos años comprender que el holocausto, la creencia central de la fe judía contemporánea, no era un relato histórico, porque las narraciones históricas no tienen necesidad de la protección de la ley y de los políticos. En cierto instante del tiempo, un capítulo horrendo de la historia de la humanidad recibió un estatuto excepcional, meta-histórico. Su “facticidad” ha sido sellada por leyes draconianas y sus razonamientos asegurados por instituciones sociales y políticas.

La religión del holocausto es judeo-céntrica hasta el tuétano. Define la raison d’être judía. Para los judíos sionistas, significa su cansancio total de la diáspora y considerar al goy como un asesino potencial e irracional. Esta nueva religión judía predica la venganza. Podría ser la más siniestra religión conocida por el hombre, porque en nombre del sufrimiento judío, otorga licencia para matar, arrasar, aniquilar, emprender ataques nucleares, saquear, realizar limpiezas étnicas. Ha hecho de la venganza un valor occidental aceptable.

Los críticos de la noción de “religión del holocausto” han sugerido que, si bien la veneración del holocausto tiene muchas características de una religión organizada, no ha establecido una divinidad exterior para adorar. No podría estar menos de acuerdo: la religión del holocausto encarna la esencia de la visión demo-liberal del mundo. Ofrece una nueva forma de culto, haciendo del amor de sí mismo una creencia dogmática, en la cual el fiel observante se adora a sí mismo. En la nueva religión, en vez del viejo “Yahvé”, “el judío” es el sujeto a quien los judíos adoran: un valiente e ingenioso sobreviviente del genocidio supremo, que emergió de las cenizas y dio un paso adelante para un nuevo comienzo.

En cierta medida, la religión del holocausto es la señal última del abandono del monoteísmo por parte de los judíos, porque cada judío o judía es potencialmente un dios o una diosa. Abe Foxman es el dios de la anti-difamación, Alan Greenspan es el dios de la “buena economía”, Milton Friedman es el dios del “libre mercado”, Lord Goldsmith el dios del “fuego verde”, Lord Levy el dios de la recaudación de fondos, Paul Wolfowitz el dios del “intervencionismo moral” norteamericano. La AIPAC (el American–Israel Public Affairs Committee) es el Olimpo americano donde los mortales, elegidos en los Estados Unidos, van a pedir misericordia, perdón por ser Goyim y un poquito de dinero. La religión del holocausto es el momento concluyente, final, de la dialéctica judía; es el fin de la historia judía, porque ella es la más profunda y la más sincera forma de “amor a sí mismos”. Más que llamar a un Dios abstracto para designar a los judíos como el pueblo elegido, en la religión del holocausto los judíos eliminan a este mediador divino y simplemente se eligen a ellos mismos. La política de identidad judía trasciende la noción de historia: Dios es el maestro de ceremonias. El nuevo dios judío, esto es “el judío”, no puede ser sometido a la ocurrencia de ninguna contingencia humana. Así, la religión del holocausto está protegida por las leyes, mientras que todas demás narrativas históricas se debaten abiertamente por parte de los historiadores, los intelectuales y la gente ordinaria. El holocausto se establece como una verdad eterna que trasciende el discurso crítico.

Apenas unos pocos intelectuales judíos en Israel, y en el extranjero, aceptan la observación de Leibowitz. Entre ellos, encontramos a Marc Ellis, un prominente teólogo judío, con una mirada reveladora sobre la dialéctica de la nueva religión: “La teología del holocausto”, dice Ellis, “produce tres temas que existen en una tensión dialéctica: sufrimiento y empoderamiento, inocencia y redención, singularidad y normalización”(92). Si bien la religión del holocausto no ha reemplazado al judaísmo, le ha dado a la “judeidad” un nuevo significado. Proporciona una narrativa judía moderna, situando al sujeto judío dentro de un proyecto judío. El “sufriente” y el “inocente” marchan hacia la “redención” y el “empoderamiento”. Dios está fuera de este juego, ha sido expulsado, habiendo fallado en su misión histórica. Después de todo, no estuvo ahí para salvar a los judíos. En la nueva religión “el judío”, como nuevo dios judío, se redime a sí mismo. Los judíos adeptos a la religión del holocausto idealizan la condición de su existencia. Luego erigen una estructura para una futura lucha por el reconocimiento. Las siguientes tres “'iglesias” de la religión del holocausto asignan a los judíos un importante papel, con algunas implicancias globales: para los seguidores sionistas de la nueva religión, las implicaciones parecen relativamente duraderas. Ellos están ahí para arrastrar fatigosamente a la totalidad de los judíos del mundo hacia Sión, a expensas de un pueblo palestino indigente.
Para los marxistas judíos, el proyecto es ligeramente más complicado. Para ellos, la redención implica la construcción de un nuevo orden mundial, a saber, un paraíso socialista, un mundo dominado por políticos dogmáticos de la clase trabajadora, en el que judíos pasan a ser no más que una minoría entre muchas.
Para los judíos humanistas, los judíos deberían situarse en la vanguardia de la lucha contra el racismo, la opresión y el mal en general. (Aunque esto último suena prometedor, de hecho es problemático. En nuestro actual orden mundial, Israel y los EE.UU., están entre los principales opresores. Esperar que los judíos estén en la vanguardia de la lucha humanista los ubica en una pelea contra sus hermanos y la superpotencia que los apoya).

Como podemos ver, el holocausto funciona como una interfaz ideológica. Ofrece a sus seguidores un logos. En el nivel de lo consciente, sugiere una visión puramente analítica del pasado y del presente; sin embargo, no se detiene allí: también define la lucha por venir, la visión de un futuro judío. No obstante, como consecuencia de ello, se llena el inconsciente del sujeto judío con la mayor ansiedad: la destrucción del yo.

Huelga decir que un cuerpo de ideas que estimula la conciencia (ideología) y dirige el inconsciente (espíritu) es una muy buena receta para una religión exitosa. Esta unión estructural de la ideología y el espíritu es fundamental para la tradición judaica. El vínculo entre la claridad jurídica de la Halajá (ley religiosa, es decir, la ideología) y la naturaleza misteriosa de Jehová, así como las enseñanzas de la Cábala (es decir, el espíritu) hace del judaísmo una totalidad, un universo en sí mismo. El bolchevismo -movimiento de masas, más que teoría política- se basa en la misma estructura, en este caso, la lucidez de un materialismo pseudo-científico junto con el temor al apetito capitalista. La ideología neoconservadora también está en conformidad con la misma estructura fundamental, bloqueando al sujeto en un abismo entre la supuesta lucidez forense de las “armas de destrucción masiva” y el miedo inexpresable al “terror por venir”.

Este vínculo entre el consciente y el inconsciente trae a la mente la noción lacaniana de lo "real", o lo que no puede ser simbolizado (es decir, expresado en palabras). Lo real es lo inexpresable, es inaccesible. En palabras de Zizek, “lo real es imposible”, "lo real es el trauma". Sin embargo, este trauma da forma al orden simbólico y constituye nuestra realidad. La religión del holocausto encuadra muy bien en el modelo lacaniano. Su núcleo espiritual está arraigado profundamente en el dominio de lo inexpresable. Su predicación nos enseña a ver una amenaza en todo. Sin embargo, la narrativa principal -el trauma- es sagrada. Está protegida, es intocable, muy parecida al sueño. Usted puede recordar su sueño pero no puede cambiarlo. Curiosamente, la religión del Holocausto se extiende mucho más allá del discurso intra-judío. De hecho, funciona como una misión, y no sólo porque sus templos se construyen a lo largo y ancho del mundo, sino porque el holocausto se considera como un posible pretexto para bombardear con armas nucleares a Irán. Los líderes israelíes y los grupos de presión judíos de todo el mundo, parecen interpretar el proyecto de energía nuclear de Irán como un judeocidio en marcha. Claramente, la religión del holocausto sirve tanto a la derecha como a la izquierda dentro del discurso político judío, pero también hace un llamamiento a los goyim y, sobre todo, a los que instigan y avalan los asesinatos en nombre de la “libertad”, la “democracia” y el “intervencionismo moral”.

Hasta cierto punto, todos estamos sometidos a esta religión: algunos de nosotros, como creyentes; otros, sólo están sometidos a su poder. Aquellos que tratan de revisar la historia del holocausto son sujetos de abusos de parte del alto clero de esta religión. La religión del holocausto constituye lo “real” de Occidente. No se nos permite tocarlo, ni estamos autorizados a mirar dentro. De modo muy semejante al de los antiguos israelitas, que debían obedecer a su Dios pero nunca cuestionarlo, estamos marchando hacia el vacío.
Los académicos que estudian el holocausto como una religión (en términos de teología, ideología e historicidad) se dedican principalmente a las formulaciones estructurales: sus significados, la retórica y la interpretación histórica. Algunos buscan la dialéctica teológica (Marc Ellis), otros a formular los mandamientos (Adi Ofir); algunos indagan sobre su evolución histórica, otros exponen su infraestructura financiera (Norman Finkelstein).

La mayoría está comprometida con una lista de hechos que sucedieron entre 1933 y 1945; sin embargo ninguno de los estudiosos de la religión del holocausto han empleado algún esfuerzo en el estudio del papel del holocausto en el largo plazo del continuum judío. De aquí en adelante voy a sostener que la religión del holocausto estaba bien establecida desde mucho tiempo antes de la solución final (1942), mucho antes de la Kristallnacht (1938), las leyes de Nuremberg (1936) e incluso antes del nacimiento de Hitler (1889). La religión del holocausto es probablemente tan antigua como los judíos mismos.

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90. http://www.gushshalom.org/archives/article348.html
91. http://www.tikkun.org/article.php/20090617074540771
91. bis. N. de T.: término del argot de los campos de concentración que designa al prisionero que deja de luchar por su vida.
92. 30. Ellis, Marc H., Beyond Innocence and Redemption: Confronting The Holocaust and Israeli Power : Creating a Moral Future for the Jewish People , San Francisco, Harper & Row, 1990, p. ???
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lunes, 23 de febrero de 2015

Raymond Rife: la cura del cáncer censurada

La iglesia de la ‘ciencialogía’ que acabó con Royal Raymond Rife



Royal Raymond Rife (1888-1971) es el curioso nombre de quien fue un eminente científico norteamericano que tuvo la mala fortuna de nacer en el país del tito Sam. Y digo mala fortuna, porque de ser un reputado y brillante investigador pasó a ser convertido en un “charlatán”, como quien dice, de la noche a la mañana. Rife no fue un chamán, ni un nigromante, ni un milagrero, sino un hombre de ciencia cien por cien, que fue víctima de los intereses, la codicia y la rapiña de un grupo de personajes ávidos de poder y dinero, algo que (para mal) siempre ha sido una de las marcas de la casa del país usano. Rife, a pesar de sus detractores oficiales (de antes y de ahora), jamás tuvo nada que ver con las pseudociencias, ni con inventos extravagantes, ni con curas “milagrosas”, sino que se trató de un científico cabal, de una honestidad fuera de toda discusión.

La prueba de esto último es que Raymond Rife recibió 14 grandes premios y diversos honores, además de un doctorado honoris causa por la prestigiosa Universidad de Heidelberg (Alemania), en reconocimiento a su trabajo (residió en Alemania como investigador de la mundialmente reconocida empresa de instrumentos ópticos Carl Zeiss). Trabajó con los mejores médicos y científicos del momento e incluso tuvo el apoyo financiero para realizar sus trabajos por parte de mecenas privados millonarios como Henry Timkin. Pero esto tan sólo fue un espejismo temporal para Rife quien, a la luz de sus descubrimientos en el campo de enfermedades como el cáncer, fue vilipendiado, ridiculizado, atacado y su obra destruida. Por increíble que parezca, la trama criminal de intereses médico-farmacéuticos norteamericanos se encargó de que el genio de Rife pasara a mejor vida.

Después de especializarse en Microbiología por la prestigiosa Universidad John Hopkins de Baltimore, la capacidad inventiva de Rife hizo que desarrollase tecnología para varios campos científicos como la óptica, electrónica, radioquímica, bioquímica, balística o en el terreno de la aviación. Pero sin duda la aportación más genial de Rife a la ciencia fue la invención de un Microscopio Universal que permitía observar organismos vivos, como los virus, al contrario que los aparatos que había vigentes hasta aquel momento que sólo podían “escrutar” bacterias y otros parásitos. Su inherente versatilidad autodidacta y dominio de diferentes disciplinas científicas le permitió a Rife ampliar su formación médica y desarrollar inventos tales como un microscopio de heterodinación ultravioleta, otro para micro-disecciones y un micromanipulador. El microscopio estrella de Rife fue sin duda el que diseñó y terminó en 1920 para la observación de virus, un hito, entonces, de proporciones universales. El grado de complejidad del microscopio de Rife era tal que estaba compuesto de casi 6.000 piezas diferentes, con capacidad para aumentar objetos hasta 60.000 veces.

¿Pero qué es lo que arruinó la meteórica carrera de Rife? ¿Qué ocurrió para que un genio de la talla de Rife cayese en desgracia para el “establishment” académico-científico e, indirectamente, para la mafia política gobernante de EEUU? Veamos, primero, en qué consistieron los logros o hitos científicos del genial Raymond Rife. Siguiendo a Jeff Rense:
Rife identificó minuciosamente la señal espectroscópica individual de cada microorganismo usando un dispositivo espectroscópico de hendidura, también de su invención. Luego, giró lentamente los prismas de cuarzo del bloque para enfocar la luz en una sola longitud de onda sobre el microorganismo que estaba examinando. Esta longitud de onda fue seleccionada porque resonó con la frecuencia de la firma espectroscópica del microbio, basada en el hecho de que cada molécula propia oscilaba a una frecuencia diferente.
Los átomos que se unen para formar una molécula se mantienen unidos en esa configuración molecular con un enlace de energía covalente ya que ambos emiten y absorben su propia frecuencia electromagnética específica. No hay dos especies de moléculas que tengan las mismas oscilaciones electromagnéticas o señales energéticas.
El resultado de utilizar una longitud de onda resonante es que los microorganismos que son invisibles a la luz blanca de repente se hacen visibles en un brillante destello de luz. Más del 75% de los organismos que Rife podía ver con su microscopio universal eran accesibles solamente con luz ultravioleta. La luz ultravioleta está fuera del rango de la visión humana, es “invisible” para nosotros. 
El Microscopio Universal de Rife

Pero la brillantez de Rife le permitió superar esta limitación mediante la heterodinación, una técnica mediante la cual iluminó el microbio (generalmente un virus o una bacteria) con dos longitudes de onda diferentes dentro de un rango de igual frecuencia de la luz ultravioleta, las cuales resonaron con la señal espectral del microbio. Estos dos longitudes de onda produjeron interferencias con las que se fusionaron, ocasionando una tercera onda que se hizo visible en el espectro electromagnético. Así fue como Rife consiguió que microbios invisibles fueran visibles sin matarlos.
En definitiva, Rife, consiguió aplicar este último descubrimiento a la parte clínica de su experimento, empezando a probar la transformación de células normales en tumorales para lo que realizó varios miles de intentos fallidos, hasta que consiguió irradiar el virus en animales de laboratorio, previamente “tumorizados” (del orden de 400), a los que logró, con éxito, curar el cáncer utilizando la resonancia a través de su espectroscopio. Al incrementar la intensidad de la frecuencia aplicada a los microbios, Rife aumentó sus oscilaciones naturales hasta que distorsionaron y desintegraron las tensiones estructurales de aquéllos. Rife llamó a esta frecuencia «tipo oscilatorio mortal” o “MOR”, y lo hizo sin dañar los tejidos circundantes sanos del virus atacado. Un verdadero y magistral hallazgo.

Con el éxito a la vista, en 1934 la Universidad del Sur de California, convocó a una comisión médica especial para confirmar el descubrimiento de Raymond Rife. Desde el Hospital del Condado de Pasadena llevaron al laboratorio de Rife a 16 pacientes diagnosticados con cáncer en fase terminal. El equipo de médicos estaba allí para observar a los pacientes durante el tratamiento. Después de 90 días de terapia la Comisión confirmó que 14 de los 16 pacientes estaban completamente curados. Otros dos pacientes continuaron el tratamiento después de 4 semanas y se declararon libres de cáncer. La Comisión Médica confirmó que la terapia de Rife fue 100% exitosa. Parecía que el prodigio de Rife iba a convertirse en el mayor descubrimiento del siglo o quien sabe si del milenio…tanto fue así que incluso antes de los espectaculares resultados del experimento con humanos es conocido Rife fue agasajado por la comunidad médica más respetada y selecta de EEUU. Un total de 44 prestigiosos médicos de todo el país celebró, un tanto pomposamente, el “fin de todas las enfermedades”, con una celebración en honor a Raymond Rife en la finca que poseía el doctor Milbank Johnson, en Pasadena (California), hecho que tuvo lugar en el año 1931.

Pero el gozo de Rife se fue irremediablemente al pozo de la ignominia de forma y manera abrupta, tan sólo unos pocos años después. Estaba cantado que cualquier amenaza a la organización mafiosa médica oficial norteamericana proponiendo una cura del cáncer (y otras enfermedades) suponía una afrenta para todo aquello que no fuese generar beneficio y usura para la industria de la enfermedad (entonces dominada por la pujante cirugía), en particular, con el gran negocio de los fármacos. Rápidamente, en 1934, apareció en escena un personaje siniestro: Morris Fishbein, el capo de la AMA (Asociación americana de Medicina, también conocida, por sus críticos más feroces, como American Murder Association, o Asociación Americana del Asesinato) quien estuvo a su mando durante veinticinco años. Fishbein, era el prototipo de mafioso (al estilo de Larry Silverstein –el que se llevó el pelotazo de la demolición controlada de las Torres gemelas- o Sheldon Adelson, el Padrino de los casinos) que trabajó activamente para el complejo médico-farmacéutico y, cómo no, para llenarse los bolsillos en tiempo récord. Como dicen en “Rense” Fishbein estudió originalmente para ser un payaso, pero al darse cuenta de que podía ganar más dinero como médico, ingresó en la Facultad de Medicina donde fracasó en especialidades como Anatomía. Nunca trató a un paciente en su vida. Cabe recordar que bajo el mandato de Fishbein en la AMA, Phillip Morris, la multinacional del tabaco estadounidense, lanzó una agresiva campaña publicitaria para promocionar sus cigarrillos nada menos que declarando sus propiedades como saludables, hecho que la hizo ser rápidamente la mayor vendedora de cigarrillos de Estados Unidos. Las páginas de JAMA (la revista oficial del clan médico estadounidense) estaba, en aquella época, llena de anuncios de cigarrillos.
El banquete de los traidores (1931). Homenaje de la comunidad médica de EEUU a Raymond Rife por sus descubrimientos sobre el cáncer

En 1939, la mayoría de médicos que honraron, ocho años atrás, a Rife con un banquete en su honor, desconocieron (repentinamente) al brillante investigador y su trabajo. Morris Fishbein, el mismo año, sobornó a Phillip Hoyland,co-investigador con Rife en el Beam Ray Machine (el dispositivo para inducir frecuencias sobre virus) para que presentara una demanda contra Rife y así hacerse con la tecnología o patente de éste último. El litigio afectó a Rife más de la cuenta, aunque lo ganó. Pero Fishbein, un gángster ávido de dinero y poder, quería el todo o la nada. Y, cómo no, obtuvo el trofeo deseado: decidió destruir la reputación y el material de Rife prohibiendo a los médicos, en su calidad de jefe máximo de la AMA, el uso del aparato de Rife y confiscando incluso los equipos del investigador tan laureado antaño. El influyente doctor Milbank Johnson, uno de los defensores de Rife, logró sortear las trabas del mafioso Fishbein pero falleció, repentina y sospechosamente, en 1944 (muy probablemente envenenado) y con él también “volaron” documentos de los ensayos clínicos de Rife que estaban en poder de la Universidad del Sur de California, donde Johnson ejercía como profesor.

La cadena de sabotajes y acoso terrorista hacia Rife fue en aumento. Si antes, durante los artificiales litigios con el gángster Fishbein, se produjo un robo gradual de componentes de equipos, fotografías, películas, registros y escritos del laboratorio de Rife (sin que el culpable, vaya por dios, fuese nunca atrapado), después su material fue, como decimos, confiscado y su Microscopio universal, la joya de Rife, en un acto de barbarie sin límites, fue destrozado por “desconocidos”. Más tarde, sus laboratorios en Nueva Jersey (Beam Ray Corp.) fueron destruidos intencionadamente mediante un incendio cuando se iban a hacer públicos los hallazgos de Rife, mientras que los médicos que estaban de su lado fueron acosados hasta el punto de dejar algunos la profesión, mientras que otros se suicidaron y la mujer de alguno tuvo que ser ingresada en un hospital para tratar una crisis psicológica aguda.

Otros colaboradores de Rife fueron untados con pasta gansa para dar cerrojazo por la puerta de atrás a sus logros. Como Arthur Kendall, quien trabajó con Rife sobre el virus del cáncer. Kendall recibió más de un cuarto de millón de dólares (en los años treinta era una cantidad desorbitada), mientras que George Dock, otro asistente de Rife, también fue comprado a precio de oro para liquidar cualquier vestigio donde apareciera la obra de Rife. Huelga decir que las revistas médicas norteamericanas negaron la posibilidad de publicar cualquier artículo que tuviera que ver con la terapia aplicada por el creador del microscopio universal.
El mafioso Morris Fishbein, presidente de la AMA (Asociación Americana de Medicina), artífice de la destrucción de la carrera de Rife
El círculo de hierro se cerró en torno al caso Rife y las aguas volvieron a su cauce, con la Farmafia y la corporación médica americana dueñas y poseedoras de los tratamientos convencionales para tratar enfermedades, esos que (para bien y demasiado para mal) les han proporcionado siempre, a ambos, suculentas plusvalías. De este modo Raymond Rife vio como su trabajo se iba completamente por la borda gracias a la campaña de descrédito y linchamiento personal, además de destrucción literal de su trabajo, que una asociación mafiosa de médicos, encabezada por el sátrapa Fishbein, ejecutó contra su persona. La única compañía de Rife en sus últimos veinticinco años fue el alcohol como modo de ahogar su frustración, de ver cómo su dedicación y brillante actividad investigadora-creativa, finalmente inútil, fue represaliada y literalmente borrada del mapa por un mafioso sin escrúpulos y unos médico-sicarios vendidos a éste último.

Royal Raymond Rife murió en 1971, a los 83 años, después de ingerir valium y alcohol (accidental o deliberadamente) y, con él, se fue una historia admirable, truncada por el bandidaje del establishment médico-farmafiacéutico, quien no tuvo reparos en llevarse por delante a un brillante hombre de ciencia con tal de asegurar el pastel a las corporaciones mafiosas que monopolizan el negocio de la salud.