"Interior del coliseo, Roma", 1832. Oleo sobre lienzo, Thomas cole. |
"Hasta las estadísticas más simples demuestran la rotación constante de una nación tras otra a intervalos regulares"Sir John Glubb fue un autor y profesor británico condecorado por su servicio en los Royal Engineers en la Primera Guerra Mundial, fue comandante de la Legión Árabe Jordana desde 1939 hasta 1956. Brillante erudito, profundizó en sus conocimientos de la historia clásica y árabe con sus contactos con el mundo académico local durante su estancia en Jordania. Su famoso y sucinto ensayo, The Fate of Empires and the Search for Survival (1978), analiza el ciclo vital de los imperios desde sus orígenes hasta su eventual caída. En su día, provocó cierto revuelo por el parecido en la trayectoria de EEUU, hoy las similitudes son incluso más.
John Bagot Glubb
Glubb observa un patrón inquietante que emerge cuando se trata de la durabilidad de los imperios humanos: Desde el Imperio Asirio (859-612 aC), el Imperio Árabe (634-880 dC), al Imperio Británico (1700 - 1950), cada uno parecía perdurar aproximadamente 10 generaciones, o alrededor de 250 años. Glubb postula que cada imperio pasa por seis fases predecibles:
- Ascenso/conquista
- Comercio
- Abundancia
- Intelectualidad
- Decadencia
- Caída
Glubb observa que todos los imperios a través de la historia pasan por las mismas etapas, que duran aproximadamente el mismo tiempo: diez generaciones; más o menos unos 250 años. Esta duración parece estar motivada por el comportamiento humano, sorprendentemente uniforme entre culturas y, también sorprendentemente, independientemente de las tecnologías disponibles en la época (de transporte, comunicaciones y bélica). La seis etapas del ciclo vital de los imperios a veces se solapan momentáneamente.
Fase 1: Ascenso/conquista
En la primera fase del gran imperio, las naciones pequeñas, aunque vistas como insignificantes por sus vecinos, arrancan a dominar grandes extensiones de territorio. Esta explosión inicial se caracteriza por exhibiciones extraordinarias de energía y coraje, sus gentes, acostumbrados a las dificultades, son pobres, duros, emprendedores y, sobre todo, agresivos, y poco les disuade en su deseo de gobernar. Las gentes de los imperios decadentes o Estados de menor importancia que subyugan, son acomodadas y ricas, pero están trabados en su actitud tímida y defensiva. Esto le da la ventaja a la nación emergente, cuyos miembros pueden ser audaces y agresivos en su actitud; tienen poco que perder salvo sus vidas. Pero no es sólo una ventaja militar la que esta nación emergente, esta nación conquistadora disfruta; sino que, porque tienen hambre, porque no están obligados por una tradición establecida, sino por un enfoque intenso hacia su objetivo, la nación ascendente exhibe un gran dinamismo en todo el espectro de las actividades humanas: la ciencia, la tecnología, su gobierno, su cultura. Nada engendra más éxito que el éxito mismo, y la confianza auto-alimentada de la nación emergente, les lleva a creer que tienen el propósito de dominar y gobernar para siempre, tal vez incluso elegidos por su dios (o dioses), para dominar sobre los hombres.
Es interesante notar que es aquí, en el principio, donde se siembran las semillas de la destrucción imperial, ya que cada país, a raíz de su ascenso, atribuye su buena fortuna a su superioridad hereditaria y natural. Habiéndose convertido en dominante, esta nación se ve como naturalmente mejor que los pueblos que conquistan. Sin embargo, es esta arrogancia la que se convierte en el catalizador de la propia destrucción de la sociedad. La cultura no se protege a sí misma contra la diversidad que vendrá, y que arruinará la población que construyó la nación.
Fase II: Expansión comercial
Es interesante notar que es aquí, en el principio, donde se siembran las semillas de la destrucción imperial, ya que cada país, a raíz de su ascenso, atribuye su buena fortuna a su superioridad hereditaria y natural. Habiéndose convertido en dominante, esta nación se ve como naturalmente mejor que los pueblos que conquistan. Sin embargo, es esta arrogancia la que se convierte en el catalizador de la propia destrucción de la sociedad. La cultura no se protege a sí misma contra la diversidad que vendrá, y que arruinará la población que construyó la nación.
Fase II: Expansión comercial
Los comerciantes y el conjunto de las personas se benefician de la paz, la seguridad y la racionalización de los procesos burocráticos que un gran imperio asegura . La transición de la ascensión / conquista al comercio, se caracteriza por un cambio en las actitudes, en la que el estatus por la gloria militar y el honor, da paso a un énfasis en el aumento de la fortuna. Sin embargo, como el recuerdo de dónde vienen aún está fresco, la gente y la cultura es todavía fuerte.
Fase III: Luxos
La primera mitad de la "Edad del Comercio" es particularmente espléndida ... virtudes como la valentía, el patriotismo y la devoción al deber están todavía en boga. Los niños deben ... ser viriles, [y] las escuelas de niños son intencionalmente exigentes.La era del comercio también se caracteriza por la exploración de nuevas formas de riqueza, y la obtención de la riqueza es el catalizador para la transición a la "Edad de la abundancia".
Fase III: Luxos
La abundancia de riqueza y comodidad comienzan a dañar las cualidades que hicieron exitosa a la nación. Por ejemplo, la búsqueda del éxito individual reemplaza la del honor y la aventura como los objetivos de los mejores y los más brillantes de entre los jóvenes. Poco a poco, esta persecución del oro, desplaza la persecución del deber. Por otra parte, la educación sufre un cambio similar en sus prioridades; así, las instituciones educativas se centran en la producción, no de patriotas valientes, sino en acuñar a los que gobernarán hacia los altos salarios. Esta fase representa el apogeo de una sociedad, es todo cuesta abajo desde aquí, ya que las personas se tornan más individualistas "... del espíritu de servicio al egoísmo", y la nación en su conjunto, cambia de la agresividad ofensiva, a actitudes defensivas, interesados no en la adquisición de más riqueza, sino en asegurar lo que se tiene.
Este cambio en las actitudes nacionales hacia un mayor pesimismo y pragmatismo durante esta fase se refleja en la postura de la política exterior de la nación:
Este cambio en las actitudes nacionales hacia un mayor pesimismo y pragmatismo durante esta fase se refleja en la postura de la política exterior de la nación:
... habiendo un mayor abastecimiento de dinero que de coraje, se emplean, en lugar de armas, subsidios para comprar a los enemigos.Varias argucias psicológicas se utilizan para intentar considerar este cambio como noble, en vez de cobarde:
La disposición militar ... es denunciada como primitiva e inmoral. Los pueblos civilizados son demasiado orgullosos para luchar. La conquista ... se considera algo inmoral. Los imperios son malos. "No es que tengamos miedo de pelear", suelen decir, "sino que debemos considerarlo inmoral ". Las naciones que se proclaman poco dispuestas a luchar, están expuestas a ser conquistadas por pueblos en la etapa del militarismoAdemás, durante esta fase, la prosperidad y la riqueza también traen una afluencia de extranjeros a los centros urbanos del imperio. Los romanos nativos se quejaron de la multiplicidad de gentes del Oriente Medio y norteaafricanos en Roma, al igual que los habitantes de Bagdad, a su vez sufrieron una enorme afluencia de persas, turcos, árabes, armenios, egipcios, africanos, y griegos. Hoy en día, Londres es conocida en algunos círculos como "Londonistán", New York hace mucho tiempo dejó de ser habitada principalmente por anglos, y el propio Washington DC cuenta con una amplia población internacional (solo hay que llamar a un taxi en esa zona para convencerse de ello). El resultado de esta migración es que la población que creó el imperio, es relegada a las zonas de influencia, las fronteras y las zonas rurales, mientras que los extranjeros llegan a dominar las ciudades y, finalmente, la política de todo el reino. Así vemos que en realidad, en verdad, no hay nada nuevo bajo el sol, ya que esta "diversidad" se repite una y otra vez en la historia, y la solidaridad y el compañerismo que surgen con la homogeneidad étnica y cultural (las cualidades que construyeron el imperio en el primer lugar) primera se erosionan, y luego desaparecen por completo.
Esta diversa masa políglota está poblada por inmigrantes, que a menudo no se logran asimilar plenamente, lo que lleva a problemas de lealtad intragrupo / extragrupo, y a una falta de disposición general a sacrificarse por el país anfitrión, cuando la ola de prosperidad da paso a tiempos de recesión. Grubb señala:
Cuando se establece el declive, es extraordinario cómo la memoria de guerras antiguas, quizá de siglos antes, revive de repente, y los movimientos locales o provinciales parecen exigir la secesión o la independenciaEsta falta de coherencia cultural se combina con el mencionado cambio en los valores de la lucha por la racionalización, y, finalmente, un sentimiento de superioridad moral, que sienta las bases para las luchas internas que son características de la etapa siguiente, la "Edad del intelecto".
Fase IV: Intelectualismo. El principio del fin
El pueblo, carente ya de mentalidad marcial y con vidas no visitadas con frecuencia por las privaciones, se vuelven indiferentes a la adquisición de riqueza y bienestar, viéndose a sí mismos como intelectuales. Este período se caracteriza por la proliferación de instituciones de enseñanza y una rápida expansión de la base de los conocimientos. El Intelectualismo lleva a la discusión, el debate y al argumento, y así, la cultura pierde su homogeneidad. Las divisiones políticas internas entre ideologías se osifican y se vuelven insalvables. Con muchos capitanes que compiten por el control del timón, la nave del Estado comienza a ir a la deriva:
Así los asuntos públicos van derivando de mal a peor, en medio de una cacofonía incesante de argumentos ... en medio de una babel de chácharas, el barco se desplaza hacia a las rocas. Las diferencias internas no se reconcilian ... las rivalidades internas se agudizan, y la nación se vuelve más débil.Es importante señalar aquí que el Imperio sigue siendo fuerte en este momento y está situado en una especie de edad de oro. Pero el brillo exterior oscurece una pudrición interior, ya que el Imperio sangra desde dentro. En esencia, el Imperio está viviendo en tiempo prestado, ya no produciendo, conquistando, ampliándose; en su lugar, se alimenta de la grasa almacenada en su propia grandeza pasada. Viéndose aún a sí mismos excepcionales, la nación se relaja y disfruta de los frutos de su trabajo, esta voluptuosidad latente resulta en más y más tiempo dedicado al ocio.
Por otra parte, un Imperio, en esta etapa, aunque no amplía ya su territorio, todavía gusta verse más inteligente que sus vecinos y sigue patrocinando la expansión cultural de su Imperio. Pero el motivo de esta expansión no es es militar (lo cual sería malvado), sino que es para el bienestar de los demás, lo que se considera "bueno", y, así "justificado", el imperio continúa ampliando su influencia. Este cambio en la motivación es clave ... cuando la cabeza (la razón) llega a dominar al corazón (la pasión), el gran imperio quiere "ayudar" a los menos "afortunados" a compartir su prosperidad. Glubb, sin embargo, tiene una mala opinión de este cambio:
Tal vez el subproducto más peligroso de la Edad del intelecto es el crecimiento inconsciente de la idea de que el cerebro humano puede resolver todos los problemas del mundoEsta idea lleva al Imperio a sobre-extenderse a sí mismo, ya que literalmente no hay límite a los problemas por resolver en un esfuerzo por mejorar el bienestar de los extranjeros. Así, agotado, el descuidado, oxidado andamiaje socio-cultural y económico que soporta el edificio del Estado comienza a descomponerse. El centro, el núcleo, no se sostiene.
Fase V: Decadencia
La decadencia es una enfermedad moral y espiritual, no física, resultado de un período demasiado largo de riqueza y poder. Los ciudadanos de una nación así ya no hacen un esfuerzo para salvarse a sí mismos, porque no están convencidos de que nada en la vida merezca la pena salvarse.
Un imperio en decadencia está marcada por varias características.
- La primera entre ellas es un fuerte sentimiento predominante (y autocumplido) de pesimismo entre la gente, con frecuencia acompañado de frivolidad, donde las personas cambian las esperanza y la orientación hacia el futuro, por un enfoque en el presente ... una actitud de tipo "vamos a comer beber y ser felices, porque mañana estaremos muertos". Carpe diem. Grubb también hace notar que los héroes de un imperio cambian en las civilizaciones en declive, en consonancia con este enfoque hacia la frivolidad ... el actor, el cantante, y el atleta (todos ellos relacionados con el entretenimiento) reemplazan al general, estadista o genio literario, como modelos a seguir para los jóvenes.
- Otra característica del declive que se observa, es la degeneración y una laxitud generalizada de la disciplina durante estas épocas. Un materialismo creciente, la retirada de la moralidad, el advenimiento del feminismo, y la aparición e influencia de las mujeres en la vida pública son todas características de una civilización en decadencia. La indiferencia hacia la religión aparece también entre la cultura y, como Glubb atribuye a la religión (expansivamente definida, incluyendo la fe del propio Imperio en un destino especial para sí mismo) la fuerza motivadora del deseo de expandirse, conquistar, subyugar o extinguir, así el espíritu de servicio, la heroica abnegación por la causa, también desaparece.
- Una tercera característica es una cuyas bases se sentaron en la Edad del Intelectualismo ... la Edad de la Decadencia se asocia con la filantropía, la generosidad y la compasión por otras razas y naciones. La cultura asume una actitud condescendiente de "nobleza obliga" hacia los menos afortunados, la idea de que siempre serán ricos empuja al Estado imperial a gastar pródigamente, y a conferir privilegios, derechos y beneficios a todos los recién llegados. Los derechos de ciudadanía, una vez signo de estatus, un bien preciado, se degradadan, ya que el Estado los otorga con largueza... en algunos casos, los vende para obtener ingresos... de nuevo para conferir los beneficios y la prosperidad a todos. La asistencia estatal a los pobres es igualmente generosa. Al menos hasta que se derrumba la economía.
- Un período demasiado largo de riqueza y poder.
- El egoísmo.
- El amor desenfrenado al dinero.
- La pérdida de un sentido del deber.
Tras la publicación del ensayo (1978), muchos argumentaron que los EEUU seguían un patrón diferente y que escaparían a este proceso. Su respuesta fue:
Los Estados Unidos surgieron súbitamente como una nueva nación, y su período de ascenso fue empleado como pioneros en la conquista de un vasto continente, en lugar de un antiguo imperio. Sin embargo, la historia de la vida posterior de los Estados Unidos ha seguido la tónica habitual ... los períodos de los pioneros, del comercio, de la abundancia, de la intelectualidad y de la decadencia.Glubb falleció en 1986, y, en el apogeo de EEUU como potencia en la decadencia de la URSS y sobre todo tras la caída de ésta, con el estatus de potencia unipolar mundial, casi nadie dio importancia a sus escritos.
Recientemente, se le ha re-descubierto en el mundo anglosajón, por la precisión con la que encaja su descripción de la decadencia de los Imperios, con el discurrir de la historia americana, especialmente los últimos 50 años. Si nos atenemos al ciclo vital observado por Glubb para otros Imperios, el estadounidense habría de caer alrededor de 2025. Desde luego, varias de las fases ocurridas en otros procesos de declive de una potencia en la historia, así lo parecen sugerir.
John Bagot Glubb - Wikipedia, the free encyclopedia
Article Review: The Fate of Empires - The Spearhead
http://people.uncw.edu/kozloffm/glubb.pdf
Su necrológica en El País (murió en 1986).
Ha muerto el militar inglés 'Glubb Pacha', ex jefe de la Legión Árabe en Jordania | Edición impresa | EL PAÍS