Desde las “leyendas” de la Edad Media, pasando por las Cruzadas –se llega a sostener “científicamente” el mito de que la palabra asesino es de origen islámico-, atravesando las lecturas “racionales” de la “civilización occidental” contra la “barbarie islámica”, llegando al choque de civilizaciones y la lucha contra el fundamentalismo y el terrorismo “islámico”, los musulmanes tienen una historia y un presente explicado por intereses para nada neutrales.
También en América Latina las operaciones de prensa se fogonean en periódicos y programas televisivos. Últimamente, se insiste con la absurda idea de la “penetración iraní” en nuestro continente.
Y lo peor, se le coloca a la comunidad islámica en general, pero muy especialmente a la vinculada con la escuela de pensamiento shiíta, un manto de sospecha en relación a sus actividades y referentes religiosos. Que el Holocausto, que la Amia, siempre hay letra para lastimar y dañar la imagen de los musulmanes en Argentina.
Entonces, si un católico sigue las enseñanzas espirituales del Papa, es normal. Pero si un musulmán reivindica el pensamiento religioso de algún árabe o persa con turbante, la sospecha se instala. Los musulmanes de de estos lugares o bien son un “injerto”, reducidos a alguna que otra colectividad (sirios, libaneses); o bien son un potencial peligro, personas susceptibles de ser cooptadas por redes del “terrorismo internacional”.
No se nos escapa que tales difamaciones se desprenden para opacar las luces que tiene la revelación islámica en nuestra tierra. La crisis del cristianismo, la decepción del marxismo, la falta de respuesta –o peor, la mala solución para conflictos como la droga y la falta de valores- empujan a muchos sectores sociales a mirar otros horizontes. Y el Islam Revolucionario, cuyo epicentro se desarrolla en Irán y su revolución, tiene banderas muy serias para la vida del hombre.
A esto se le suma la alianza que se ha dado entre revolucionarios, como por ejemplo el compañero Chávez, quien insistía, entre otras cosas, en una “alianza estratégica” entre la revolución bolivariana y la islámica, en el rol positivo de la religión, en el pedido al retorno de Jesús y Al-Mahdi, otorgándole espiritualidad a la lucha política.
En fin, consideramos que el Islam, incluso a pesar de algunos musulmanes, será una fuerza espiritual importante en Latinoamérica, in sha Allah. Y por supuesto, las experiencias políticas de los musulmanes siempre se encontrarán donde corresponda: con el pueblo. Si hay musulmanes que piensan en una revolución islámica, quisiéramos indicarles que se parecen mucho a aquellos que esperan repetir experiencias revolucionarias europeas ya pasadas. Lo hemos dicho antes, y lo repetimos: no se trata de cambiar Europa por Irán.
No hubo nunca soviets por aquí, Vietnam siempre estuvo en Asia, y Jomeini es irrepetible. Así como invitamos a conocer y estudiar al Islam y a su revolución, nuestra mirada no puede ser ingenua: desarrollaremos nuestra experiencia, nuestro camino…nuestra lucha.
Es el momento de volver al título de este artículo. Lo que sigue a continuación es copia textual del testimonio de un ex – agente del Mossad, Víctor Ostrovsky [1].
Queremos volver a denunciar, insistir, que aquello que se le adjudica a los musulmanes, es practicado por otra “comunidad” político-religiosa con mucho poder económico-financiero. Desde el vamos, nos desentendemos de apreciaciones nazis, y de las lecturas sobre una “conspiración mundial” y otras pavadas que se encuentran.
Lo interesante aquí es que los judíos sionistas no solo no ocultan lo que sigue, sino que incluso lo consideran fundamental y presionan abiertamente a sus comunidades en el mundo para que así sea.
Precisamente, en la Argentina, con el Memorándum de Entendimiento por la causa Amia, pudimos notar como grandes sectores de la comunidad judía local jugaron sus cartas para los intereses de Israel. O la crisis en Siria: mientras musulmanes y cristianos pedían por la paz, ¿alguien escuchó a algún rabino criticar el posible bombardeo estadounidense?
El Sionismo insistirá siempre en vincular lo judío, más allá de todos sus matices, con Israel. Citemos al libro de Ostrovsky:
“El Mossad —créase o no— tiene únicamente treinta o treinta y cinco oficiales de servicios especiales o katsas operando por el mundo en cualquier momento. […]
La razón principal de una cifra tan sorprendentemente baja es que, a diferencia de otros países,Israel puede aprovechar el significativo y leal cuadro de la comunidad judía mundial establecida fuera de Israel. Y ello lo consigue a través de un sistema único de sayanim, ayudantes voluntarios.”
“Los sayanim —ayudantes— deben ser ciento por ciento judíos. Residen en el extranjero y, aunque no son ciudadanos israelíes, muchos son accesibles por medio de los parientes que tienen en nuestro país.”Así el Mossad garantizará la lealtad del ayudante, incluso aunque no termine colaborando.
Tengamos presente que en nuestro país (Argentina) se encuentra la tercera comunidad judía en número, luego de la Entidad Sionista y de EE.UU.
Reconoce Ostrovsky:
“Tenemos a nuestra disposición un sistema de reclutamiento exento de riesgos que nos facilita realmente unos efectivos de millones de judíos a quienes recurrir allende las fronteras del país. Resulta mucho más fácil operar con lo que se halla disponible in situ y los sayanim ofrecen un apoyo increíblemente práctico en todas partes.”Precisemos algunas tareas que pueden realizar para ayudar al Mossad:
- Alquilar un auto, evitando que el agente haga todo el papeleo.
- Prestar hospedaje a agentes sin levantar sospechas.
- Un banco sayan entregaría cantidad de dinero necesaria para las operaciones, en el horario que fuese necesario.
- Un doctor sayan trataría heridas de cualquier tipo, sin necesidad de informar a la policía.
- Un periodista sayan impedirá que se critique a Israel en su trabajo, etc.
“Los katsas destinados a las bases tienen a su cargo a los sayanim, y los más activos son visitados por su katsa cada trimestre más o menos, lo que para ellos suele representarles entre dos y cuatro reuniones personales diarias con los sayanim junto con numerosas conversaciones telefónicas.”También el autor nos relata la importancia de los viajes que Israel organiza con los jóvenes de la diáspora. Se reconoce abiertamente que se trata de reclutarlos, entrenarlos, y prepararlos para espiar, entre otras cosas:
“Muchos jóvenes entrenados en los campamentos de verano de Israel se convierten después en sayanim, lo que sin duda proporciona una importante reserva de colaboradores voluntarios, bien entrenados, que no se arredran ante las consignas y que ya han demostrado su habilidad para asumir riesgos. Con excepción de Canadá y Estados Unidos, las comunidades judías exteriores de Israel cuentan con estructuras entrenadas y armadas, dispuestas a defenderse llegado el caso.”Para finalizar, Ostrovsky se hace la misma pregunta que nosotros:
“El único problema del sistema es que a dicha organización [el Mossad] no parece preocuparle cuan perjudicial resultaría que esto se supiese para el estatus de los judíos que se hallan en la diáspora. Cuando uno se interesa por ello, le responden: « ¿Y qué es lo peor que podría sucederles a esos judíos? ¿Qué viniesen todos a Israel? ¡Pues serían bien recibidos!»”
ENTREVISTA AL ESCRITOR JACOB COHEN
Los sayanim, ciudadanos comunes y corrientes que colaboran con el Mossad por «patriotismo»
por Silvia CattoriLa entrevista que el escritor Jacob Cohen ha concedido a la periodista Silvia Cattori trata sobre una obra, Le printemps des sayanim (La primavera de los sayanim), que debería leer todo ciudadano israelí interesado en los asuntos de su país. El libro trata de las actividades para recopilar información, dar desinformación e incluso hacer la propaganda, actos que llevan a cabo ciudadanos de confesión judía al servicio de un tercer Estado, Israel. ¿Pueden nuestras autoridades seguir ignorando esta actividad y el crucial impacto que tiene sobre la política y en la opinión pública en nuestros países?
El 12 de marzo de 2012 durante una presentación de su libro el escritor Jacob Cohen fue agredido un grupo de siete a ocho miembros de la Liga de Defensa Judía.
«Se precipitaron sobre mí y empezaron a romperme huevos en la cabeza y a llenarme de harina. Cuando se marchaba gritaban «kapo, colaboracionista, volveremos siempre que organices algo».
Silvia Cattori: He leído con verdadero interés y placer «Le printemps des Sayanim» [1]. ¿Contar lo que es verídico por medio de una novela es para usted una forma de tomar distancia?
- «La primavera de los sayanim» excelente novela de Jacob Cohen
Jacob Cohen: Soy consciente de ciertas realidades y de ciertas manipulaciones; siento la necesidad de transmitirlas, de desmitificar ciertas cosas. Y lo cuento mejor en forma de novela ya que se describe mejor a los personajes.
Silvia Cattori: Su obra, que se basa en hechos y personajes reales, y está jalonada por acontecimientos que durante varias décadas han marcado la actualidad, desvela lo que había entre bastidores. ¿Se trata de dejar al descubierto lo que nos ocultan los diferentes poderes?
Jacob Cohen: Desde luego. Tengo la oportunidad de seguir la actualidad en los medios de comunicación favorables a Israel y trato de dar las claves de ello. Por ejemplo, el programa «Rire contre le racisme» [Reír contra el racismo] [2] que hacen UEJF (Unión de Estudiantes Judíos de Francia) y sus cómplices de SOS Racisme [3]. Una iniciativa a priori simpática, excepto que se montó contra las salidas humorísticas de Dieudonné [4]. El mensaje subyacente y que transmitían los medios judeo-sionistas era: «Se puede reír sin aludir a las cuestiones complicadas de la ocupación y la colonización sionistas».
Silvia Cattori: Pone en perspectiva unos acontecimientos que pueden haber afectado de alguna manera a cualquier persona sin darse cuenta de todos sus matices, empezando por las maniobras de quienes se empeñan en mostrar la ocupación israelí bajo un ángulo favorable.
Jacob Cohen: Sí, en efecto. Una parte de mi trabajo consiste en buscar información en las páginas web judeo-sionistas para entender cómo pasan las cosas y las hacen avanzar. Así es como logro sacar a la luz las verdaderas intenciones de los actores políticos.
Silvia Cattori: A través de Youssef, un personaje muy cautivador, se siguen las acciones de personas fácilmente reconocibles, como BHL (Bernard-Henri Lèvi) al que usted llama MST. Da la impresión de que Youssef, árabe de origen marroquí, es usted. En su opinión, ¿encarna este personaje la insumisión del árabe colonizado frente al desprecio del dominante israelí?
Jacob Cohen: Sí, es una trayectoria que ha sido un poco la mía en el seno del Gran Oriente. Youssef lucha contra la logia judeo-sionista que se beneficia de la complacencia de los dirigentes de la Obediencia. En cualquier sociedad, sobre todo en conflicto, siempre ha habido francotiradores, no me atrevo a decir justicieros. Personas que resisten hay en Israel, en todas partes, en todos los medios. Cada uno a su manera trata de luchar contra la injusticia o contra la imposición de una ideología dominante.
Silvia Cattori: Hay tres palabras que aparecen frecuentemente en su novela: sayanim, paz y antisemitismo. La intriga se desarrolla en torno a unos sayanim. A través de personajes conocidos, fáciles de identificar, nos hace estar atentos al hecho de que entre nosotros hay personas de las que no se sospecha y que colaboran con el Mossad. Y se acepta el hecho de que trabajen para un país extranjero. ¿Por qué es tan importante para usted sacarlas a la luz?
Jacob Cohen: Cuando se trata de luchar contra la ideología sionista y sus enormes crímenes es importante sacar a la luz la manera que tienen de actuar. Primero para comprender y después para poder contrarrestarles, para no dejarse engañar por su propaganda.
Silvia Cattori: La existencia de los sayanim era prácticamente desconocida antes de la aparición de su obra. ¿Acaso no es usted el primer autor francés que da cuerpo a una realidad desconocida al tiempo que hacer entrar así este término en el vocabulario?
Jacob Cohen: Cuando leí libros sobre el Mossad y descubrí la existencia de los sayanim me caí del guindo. Lo que es extraordinario (y lo he afirmado en otra parte) es que probablemente haya en Francia algunos miles de sayanim y nunca se haya pronunciado esta palabra. Cuando descubrí esta realidad quise darle cierto peso. Quise ponerlo en el título. Creo que he sido la primera persona en utilizar esta palabra en Francia, mientras que en los países anglosajones es un término bastante corriente. Hoy estoy bastante satisfecho porque la palabra sayanim casi ha entrado en el lenguaje corriente en internet. Hay muchas personas que ahora usan este término de sayanim como un nombre común.
Silvia Cattori: ¿Un sayan es un agente del Mossad?
Jacob Cohen: No, en absoluto. Los sayanim no son agentes del Mossad. Son personas que llevan una vida normal, escritores, periodistas, directores de hotel o de una agencia inmobiliaria, etc. Los agentes del Mossad pueden necesitar un día que se les eche una mano, ya sea para espiar, para organizar una manipulación mediática, por ejemplo la campaña en torno a Gilad Shalit, una maravilla en términos de propaganda.
Silvia Cattori: ¿Se han convertido en informantes, en espías al servicio del Mossad sin saberlo? ¿O realmente saben quiénes son aquellos que les piden hacer unos servicios?
Jacob Cohen: Colaboran voluntariamente con el Mossad. En general pertenecen a organizaciones judeo-sionistas completamente fieles a Israel, como Bnaï Brit, una especie de francmasonería internacional judía que cuenta con 500.000 miembros en el mundo. Están muy orgullosos de aportar su contribución.
Silvia Cattori: ¿Cómo actúan concretamente?
Jacob Cohen: Tomemos el caso de Gilad Shalit. ¿Cómo es que un cabo del ejército de ocupación secuestrado por Hamás cuyo padre es un funcionario sin medios se convierte de la noche a la mañana en una personalidad internacional? ¿Cómo es que su padre fue invitado varias veces por Sarkozy, por Obama, por el Papa, por el secretario general de la ONU, por Merkel? Ese es el trabajo de los sayanim. La red de los sayanim es la que organiza todo eso. Este es un ejemplo que demuestra para qué pueden servir los sayanim.
Silvia Cattori: En su opinión, ¿en qué sentido se presta a discusión la palabra paz? ¿Acaso Israel no está interesado por la paz?
Jacob Cohen: Para quienes no conocen la mentalidad israelí los israelíes son muy buenos cuando se trata de la palabra paz. Cuando voy a Israel leo los periódicos, conozco un poco el hebreo, discuto. Por ejemplo, la música israelí: siempre se canta a la paz, cuando llegue la paz… se hace vivir a la gente en la ilusión de la paz. Es una manera de hacer creer a la gente que se está buscando la paz: si se tuviera un interlocutor fiable, serio, si se pudiera confiar en él... La palabra paz forma parte integrante del vocabulario sionista de forma obsesiva, pero es totalmente ilusorio.
Silvia Cattori: En su opinión, ¿en qué sentido resulta sospechosa la promesa de un Estado palestino?
Jacob Cohen: Es una consigna vacía. Todo el mundo habla de un Estado palestino. Hasta Georges W. Bush había declarado que habría un Estado palestino antes de 2005 y luego antes de 2008. Se trata de todo un vocabulario que sirve para hacer creer que el objetivo está al alcance de la mano, aunque en realidad no hay nada de eso puesto que prosigue la colonización y Palestina se reduce a ojos vista.
Silvia Cattori: ¿No pertenece usted a asociaciones de defensa de los derechos de los palestinos que, sin embargo, creen en ello?
Jacob Cohen: La única asociación de la que soy miembro es la UJFP (Unión Judía Francesa por la Paz). Creo que muchos militantes, ya sea de la UJFP o de otras organizaciones, creen cada vez menos en la perspectiva de un Estado palestino. Personalmente creo que la solución que se impondrá, seguramente con violencia, será un Estado único.
Silvia Cattori: ¡Hablemos de la UJFP! ¡Que sepamos, sus responsables no tienen escrúpulo alguno en servirse de la acusación de antisemitismo para excluir a personas absolutamente honorables! Ellos son quienes originaron la campaña que hoy se lleva a cabo contra el músico de jazz Gilad Atzmon [5] tras la publicación de su libro The Wandering Who?, ¿qué opina de esto?
Jacob Cohen: Hace muy poco tiempo que conozco a Atzmon. Su editor me envió el libro y me gustó, incluso escribí una reseña elogiosa, a pesar de que me siento aludido en su crítica de los «judíos antisionistas que siguen siendo judíos». Me sorprendió la violencia de los debates. Lamento mucho estas acusaciones de antisemitismo, tanto más cuanto que en general son producto de judeo-sionistas que quieren impedir así cualquier crítica a Israel. Es lo que le ha pasado a Günter Grass, premio Nobel de literatura: se le tacha de antisemita. Me parece lamentable. Dicho esto, no soy responsable de las posturas de la UJFP como tal.
Silvia Cattori: Su novela traduce muy bien el clima de intimidación y de sospecha que crea el anatema del antisemitismo. ¿Acaso no dice usted un poco lo mismo que Atzmon, aunque de manera diferente? Él se basa en conceptos, usted en lo que observa día a día. ¿No pone usted en tela de juicio un cierto comportamiento identitario y el impacto que este tiene en la escena política?
Jacob Cohen: En eso me diferencio de las posturas de Atzmon. Tengo una identidad judía que es producto de varios elementos históricos, culturales, litúrgicos, tradicionalistas, y no quiero deshacerme de ellos sin razón.
Silvia Cattori: Su personaje expresa el temor a ser tachado de antisemitismo y deplora la dificultad que tienen para decir lo que piensa. ¿Acaso no es una estafa el uso de esta acusación?
Jacob Cohen: ¡Ah, totalmente!. Los israelíes, los sionistas, las organizaciones judeo-sionistas han encontrado esta forma de contraatacar. En el libro de Israël Shahak [6] encontré que ya en 1973 se había acusado a un periódico británico de ser antisemita porque criticaba la ocupación israelí. Encontraron un argumento extraordinario, un método excelente para contrarrestar las críticas e imponer su silencio. Esta acusación funcionó durante mucho tiempo pero cada vez da menos miedo. Además, los israelíes (o judeo-sionistas, como me gusta llamarlos) utilizan menos la acusación de antisemitismo. Son unas exageraciones que acaban siendo inoperantes. Han encontrado otra forma de contraatacar: hablan de «deslegitimación» de Israel y dicen: «quieren deslegitimar a Israel, decir que no tienen derecho a existir, deslegitimar al Estado». Es otra manera de disuadir las críticas. Pascal Boniface [7] escribió un libro, Est-il permis de critiquer Israël? [¿Se puede criticar a Israel?] Cada vez más personalidades dicen que basta de estas amalgamas.
Silvia Cattori: Youssef, el protagonista de su libro, considera con severidad estas manifestaciones que tienen por objetivo establecer una simetría entre el opresor y el ocupado. La intriga que se crea en torno a un partido de fútbol es esclarecedora, ¿es real?
Jacob Cohen: La historia del partido de fútbol es absolutamente real. Hice el seguimiento de cómo habían hablado los medios de ello. Imaginé lo que se había dicho en el despacho del jefe de los sayanim, las verdaderas razones por las que se había montado esta operación de propaganda. Hay que dar la ilusión de que se hacen cosas para facilitar la comprensión entre los pueblos. Lo único es que mientras tanto la colonización prosigue implacablemente.
Silvia Cattori: ¿Estaba Leila Shahid [8] en el lugar en el que se celebró el partido?
Jacob Cohen: Supuse que debía de estar ahí. Si no estaba en este partido, debió de participar en otras manifestaciones de este tipo. El novelista tiene esa libertad. Sigo la realidad. Lo esencial es crear la atmósfera. Tanto a Leila Shahid como a Dalil Boubaker [9], etc… se les pone en situaciones muy difíciles. Están obligados a participar en este tipo de manifestaciones llamadas «de paz», si no lo hacen se les diría que están contra la paz.
Silvia Cattori: Es usted indulgente con ellos. Por ejemplo. ¿acaso no se pliega Leila Shahid a las pretensiones contra natura de autoridades que tanto en Ramala como en París colaboran con la ocupación israelí?
Jacob Cohen: En mi novela Laïla Soudry (Leila Shahid) se pregunta mucho sobre la función que tiene y el papel que le hacen desempeñar. Recuerde la escena durante los himnos. Una vez dicho esto, de manera general en mis artículos soy muy crítico con los «colaboracionistas», como yo los llamo. Acabo de publicar una crónica en mi blog [10] sobre la visita de Salam Fayyad a Benyamin Netanyahou titulada «Le vassal palestinien rencontre son maître et seigneur sioniste» [El vasallo palestino que se reúne con su amo y señor sionista].
Silvia Cattori: En Francia se corteja mucho, y no solo por parte de los sayanim, a los palestinos que colaboran de facto con el ocupante israelí…
Jacob Cohen: Es cierto. Dalil Boubaker y más recientemente el imán de Drancy Shalgoumi se han convertido en los niños bonitos del CRIF [Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia] y del poder de Sarkozy. Por desgracia, siempre hay este tipo de colaboracionistas que traicionan las aspiraciones de los pueblos a quienes se supone que representan.
Silvia Cattori: ¿No están los palestinos condenados a fracasar ante las acciones de los sayanim que, según usted, están activos por todo el mundo?
Jacob Cohen: No creo. Hoy parece que los israelíes no tienen ninguna posibilidad, eso es lo que les empuja a ser intransigentes y a creerse intocables. Pero las relaciones de fuerza se están invirtiendo. No hace mucho tiempo se les celebraba como la «única democracia de Oriente Próximo».
Acuérdese de aquella época en la que los europeos iban a los kibutz. En 1967, cuando Israel acababa de conquistar unos nuevos territorios palestinos y el Golán, toda la izquierda francesa salió a la calle para ensalzar a Israel.
Esta inversión empieza a dar sus frutos .Israel es cada vez más paria. A partir de ahora el colonialismo y el apartheid conforman la imagen de Israel. La aventura sionista tendrá un final, tanto más cuanto que los israelíes están tan seguros de sí mismos que rechazan todas las soluciones que podrían permitirles encontrar su lugar en la paz. Quieren una paz en la que ellos serían los amos absolutos.
Acuérdese de aquella época en la que los europeos iban a los kibutz. En 1967, cuando Israel acababa de conquistar unos nuevos territorios palestinos y el Golán, toda la izquierda francesa salió a la calle para ensalzar a Israel.
Esta inversión empieza a dar sus frutos .Israel es cada vez más paria. A partir de ahora el colonialismo y el apartheid conforman la imagen de Israel. La aventura sionista tendrá un final, tanto más cuanto que los israelíes están tan seguros de sí mismos que rechazan todas las soluciones que podrían permitirles encontrar su lugar en la paz. Quieren una paz en la que ellos serían los amos absolutos.
Silvia Cattori: La opinión pública es una cosa, la clase política otra… Hubo un escándalo cuando el general de Gaulle [11] mencionó a este «pueblo de élite seguro de sí mismo y dominador». ¿No cree que todavía hoy cualquier político que dijera eso pondría en peligro su carrera?
Jacob Cohen: No estoy de acuerdo. Las cosas también han evolucionado en relación a eso. Sigo la actualidad a diario. Una delegación parlamentaria francesa hizo un estudio sobre la acaparamiento de agua de Cisjordania por parte de las autoridades ocupantes. El informe se llamaba «El apartheid de Israel», algo inimaginable hace poco tiempo. La sensibilización ha evolucionado. Existe una realidad que los políticos no pueden ignorar indefinidamente.
Silvia Cattori: Resulta que los medios de comunicación han ignorado su libro. ¿No es esto la prueba de que usted toca un tabú [12]?
Jacob Cohen: Ha habido un muro de silencio alrededor de mi libro, lo cual es bastante comprensible tratándose de los medios convencionales. Pero muy pocas asociaciones progresistas y en favor de Palestina se han movilizado por el libro. Me sorprendió bastante y también me decepcionó.
Silvia Cattori: Es muy fuerte su descripción de SOS Racisme. Muestra usted como sus dirigentes se entregan a unos compromisos contra natura con un grupo que está marcado por una ideología racista: la UEJF (Unión de Estudiantes Judíos de Francia). Y con qué facilidad este grupo pudo comprarlos e instrumentalizarlos, y llevarlos a servir a los intereses de Israel…
Jacob Cohen: SOS Racisme es un caso particular, casi es una caricatura de una organización de mayoría árabe y musulmana, creada, financiada, controlada y manipulada por los sionistas, es decir, por la UEJF. No comprendo que quienes conforman su base y que en general son estudiantes o cuadros, no se den cuanta de las manipulaciones de las que son objeto. SOS Racisme no ha dicho nunca una palabra sobre la ocupación sionista. Su nombre siempre se encuentra junto al de la UEJF. Marchan codo con codo por la gloria de Israel.
Silvia Cattori: Acaba usted de publicar una nueva novela Dieu ne repasse pas à Bethléem [Dios no vuelve a pasar por Belén]. También trata de la actualidad en Oriente Próximo [13]. ¿Dedica todo su tiempo a la escritura?
Jacob Cohen: Dedico de 3 a 4 horas al día a escribir novela y después al compromiso político, principalmente en internet.
Silvia Cattori: Tanto mis novelas "Dieu ne repasse pas à Bethléem" (Dios no volverá a pasar por Belén) como "Le Printemps des Sayanim" (La primavera de los Sayanim) parecen ser el relato de sus experiencias tejido con lo que usted ha vivido, con sus experiencias vividas. ¿Oriente Próximo es un tema que le preocupa particularmente?
- El presidente francés Sarkozy con Valérie Hoffenberg
Jacob Cohen: Dios no vuelve a pasar por Belén es la epopeya novelada de Valérie Hoffenberg, presidenta del Comité de Judíos Estadounidenses de Francia, parlamentaria de UMP y sionista acérrima, nombrada por Sarkozy en 2009 «representante especial de Francia en Oriente Próximo». Esta dama creó la zona industrial de Belén supuestamente para favorecer el acercamiento israelo-palestino y contribuir a crear las condiciones de paz. Como señalé antes, es el tipo de timo político y mediático para dar la ilusión de que se marcha hacia la paz. En realidad, es una cortina de humo que permite al ocupante sionista estrechar su cerco sobre Cisjordania con toda impunidad.
Oriente Próximo me preocupa particularmente porque toda mi familia y una gran parte de mi comunidad marroquí fueron desarraigados e implantados en una tierra extranjera e inhóspita, sometidos al racismo asquenazí y arrastrados a unas guerras que no les concernían.
Oriente Próximo me preocupa particularmente porque toda mi familia y una gran parte de mi comunidad marroquí fueron desarraigados e implantados en una tierra extranjera e inhóspita, sometidos al racismo asquenazí y arrastrados a unas guerras que no les concernían.
Silvia Cattori: Muchas gracias.