El director del prestigioso Memorial Sloan Kettering de Nueva York promocionó en sus artículos los resultados de varias empresas del sector
El oncólogo más famoso de España, José Baselga, director médico de uno de los principales centros clínicos contra el cáncer a nivel mundial, el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, 'olvidó' mencionar los conflictos de intereses que tenía con la industria farmacéutica cuando se refería a sus ensayos clínicos o nuevos fármacos. Por ejemplo, en la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Oncología Clínica en Chicago de 2017, Baselga promocionó los resultados de dos ensayos clínicos patrocinados por Roche que otros expertos habían considerados «decepcionantes».
Baselga defendió cambiar un tratamiento -con el medicamento Herceptin- por otro que incluyera uno de Roche, más caro -el fármaco Perjeta-. Calificó como «raras» y «extrañas» las conclusiones contrarias a la suya. Pero con el tiempo, se vieron los malos resultados y las acciones de Roche cayeron el 5%. También calificó de «increíblemente emocionantes» los resultados de los ensayos con otro medicamento de Roche -Taselisib-, con lo que contrarrestaba sus altos efectos secundarios.
Sin embargo, Baselga omitió advertir un detalle. Roche y otras ocho compañías del sector le habían pagado al menos tres millones de euros (3,5 millones de dólares) desde 2013, facturados como «consultoría» o por la compra de acciones. Así lo revela una investigación periodística realizada por 'ProPublica' y 'The New York Times': «El doctor Baselga no siguió las reglas de divulgación financiera establecidas por la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer (AACR, por sus siglas en inglés). También ocultó los pagos que recibió de compañías relacionadas con la investigación del cáncer en sus artículos publicados en la revista 'Cancer Discovery', de la que era editor en jefe». Otros textos aparecieron en las reputadas 'The New England Journal of Medicine' y 'The Lancet'.
Los artículos médicos resultan determinantes para la industria. «La investigación en etapas iniciales a menudo tiene peso financiero porque ayuda a las empresas a decidir si seguir adelante con un producto», explica el 'New York Times'. Otro ejemplo: en 2015, Baselga publicó un texto sobre un medicamento de Roche -Zelboraf- y, «a pesar de sus lazos financieros, declaró que no tenía 'nada que revelar'», afirmaron Charles Ornstein, editor de 'ProPublica', y Katie Thomas, reportera del 'NYT'.
En un análisis de cinco años de publicaciones de Baselga, un centenar de artículos, determinaron que el 87% ocultaba el «conflicto potencial». Una cifra que Baselga, quien no desmintió su relación con «al menos una docena de compañías» biomédicas pero se negó a proporcionar cifras, redujo a 17 y anunció que serían corregidos. «Se trata de textos de alta calidad que informan sobre ensayos clínicos importantes que ayudaron a una mejor comprensión de los tratamientos contra el cáncer», respondió Baselga al 'NYT'. «Reconozco que ha habido inconsistencias, pero eso es lo que es (...) y está muy lejos de comprometer mis responsabilidades como médico, científico y líder en la investigación clínica».
Promiscuidad científica
El reportaje indica que Baselga «ha sido de la junta directiva de al menos seis compañías desde 2013, puestos que le han requerido asumir una responsabilidad fiduciaria para proteger los intereses de esas compañías, incluso mientras ha supervisado las operaciones médicas del centro oncológico». Desde esa fecha ha sido «consultor remunerado» de Novartis, Roche, Genentech, Eli Lilly y AstraZeneca; y directivo o asesor de una docena de 'startup' relacionadas. Además es fundador de dos empresas del sector, Mosaico Biomédico y Tango Therapeutics, y actualmente es miembro de la junta directiva de la biofarmacéutica Bristol-Myers Squibb y director de la empresa de equipos de radiación Varian Medical Systems. «Las extensas relaciones corporativas del doctor Baselga, y su frecuente falta de divulgación, ilustran cuán permeables son las fronteras entre la investigación académica y la industria, y la relación con las revistas médicas y las sociedades profesionales encargadas de vigilarlas, que son las que imponen la política informativa», señala el 'NYT'.
Al no revelar los conflictos de interés a los que estaba obligado por la normativa norteamericana, Baselga, que cobra un sueldo de 1,2 millones de euros anuales en el Memorial Sloan Kettering, según el 'NYT', no se expone a graves sanciones. La máxima dispuesta por la AACR sería de tres años sin publicar artículos, algo que todavía no se ha impuesto a ningún investigador. La honestidad a la hora de declarar los conflictos de interés no se supervisa y el honor no suele pesar más que el dinero. Según un estudio de 'JAMA Oncology' citado por 'NYT', un tercio de los autores de ensayos sobre cáncer no informaron sobre los pagos que recibieron de los patrocinadores de sus investigaciones.