Después de su campaña contra la guerra de Irak, el público está interesado en saber más acerca de usted, ¿nos podría dar más información sobre sus logros?
Antes de nada, permítame subrayar que soy médico, científico y, sobre todo todo, un ser humano, un habitante de nuestro planeta que desea conservar este planeta intacto y no permitir que sea incinerado en una tercera guerra mundial.
Como médico y científico, he tenido el privilegio de contribuir en varios campos que creo que permitirán a la humanidad construir un mundo más sano y, ojalá, más pacífico. Mis descubrimientos en el campo de la prevención por la medicina natural y el tratamiento de la enfermedad cardiovascular nos permitirán erradicar en gran medida los ataques al corazón, las apoplejías, la hipertensión, la insuficiencia cardiaca, las arritmias y muchos otros problemas similares para esta generación y las futuras.
En junio de 1997 el Dr. Rath pronunció un discurso histórico en Chemnitz (Alemania) en el que proscribió el «negocio con la enfermedad» que está llevando a cabo la industria farmacéutica.
La segunda contribución a la humanidad que he realizado ha sido desenmascarar a la industria farmacéutica como la mayor industria de inversión del mundo, que mantiene y promueve una de las mayores tramas de engaño y fraude en la historia de la humanidad. Mientras con los anuncios nos prometen «salud», el auténtico mercado de esta industria de inversión es la existencia y expansión de enfermedades. La prevención, el tratamiento de la raíz de la causa y la erradicación de las enfermedades amenazan el «negocio de inversión con la enfermedad» de la industria farmacéutica y, por tanto, lo que pretende combatir el denominado cartel farmacéutico. En una presentación pública en junio de 1997 formulé por primera vez el esclarecedor análisis de que la propia industria que reclama el monopolio del «cuidado de la salud» mundial es precisamente el mayor obstáculo para que los habitantes de este mundo gocen de una vida saludable.
El tercer logro que considero digno de mención es el hecho de que pude difundir a nivel mundial esta información y este análisis, que son capaces de salvar vidas. Con ello, el grupo de inversión farmacéutica, que lleva a cabo negocios multimillonarios, se vio tan amenazado que ahora está intentando asestar su garra opresora sobre todas las personas del mundo con la ayuda de la fuerza legal, mediante leyes de protección y el abandono de los derechos civiles.
El pretexto para esta estrategia es lo que denominan «guerra global al terrorismo». La guerra contra el «terrorismo» no es una guerra real. Ha sido estratégicamente desarrollada y puesta en práctica para crear un estado generalizado de miedo e intimidación que permite la aplicación de esas medidas legales tan drásticas, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo.
Mis más cercanos colaboradores previeron esta evolución hace más de una década. Fue cuando el fallecido Linus Pauling, dos veces premio Nobel, dijo: «Sus descubrimientos son tan importantes que amenazan a industrias enteras. Es posible que un día llegue a haber guerras solo para evitar que sus descubrimientos sean generalmente aceptados».
Usted se graduó en la facultad de Medicina y trabajó como médico e investigador, ¿qué le hizo cambiar a la investigación de las terapias naturales?
Yo comencé realizando investigación convencional sobre las causas de la enfermedad cardiovascular. En ese momento se pensaba que unos elevados niveles de colesterol eran el principal factor que causaba los ataques al corazón y las apoplejías. Por influencia de los fabricantes de medicamentos para reducir el colesterol, se decía a los médicos que unos elevados niveles de colesterol dañan las paredes de los vasos sanguíneos, lo que lleva a su engrosamiento y, por último, a su obstrucción, lo que provoca infartos y apoplejías. Hoy en día sabemos que esto no era más que otro cuento de marketing de la industria farmacéutica. Si el colesterol alto dañara las paredes de los vasos sanguíneos, lo haría en cualquier parte de nuestro sistema de vasos sanguíneos. El sistema se obstruiría en todas partes, y no solo en el corazón o el cerebro. En otras palabras, también tendríamos infartos de nariz, de oído, de rodilla, de codo, de dedo y de cualquier otro órgano del cuerpo. Evidentemente, no es el caso.
Una radiografía que confirma los descubrimientos del Dr Rath en terapias naturales. Un paciente antes y después de empezar a tomar suplementos alimenticios.
Entonces descubrí que la enfermedad cardiovascular es prácticamente desconocida en el mundo animal, mientras que entre los seres humanos es una de las principales causas de muerte.
El siguiente descubrimiento fue un gran avance para las terapias naturales en todo el mundo. Los animales fabrican en su cuerpo su propia vitamina C, necesaria para producir las moléculas de refuerzo de nuestro cuerpo y su sistema vascular, lo que se denomina colágeno. Cuanta más vitamina C, más colágeno, más estabilidad para las paredes de nuestros vasos sanguíneos y menos ataques al corazón. Los animales rara vez sufren ataques cardíacos porque sus propios cuerpos producen vitamina C en cantidad suficiente. Los seres humanos no podemos generar ni una sola molécula de esta vitamina y con frecuencia no ingerimos suficientes vitaminas con nuestra dieta, lo que debilita nuestros vasos sanguíneos y favorece la formación de depósitos. Estos depósitos se desarrollan principalmente en zonas donde nuestros vasos sanguíneos están expuestos a esfuerzos mecánicos, como en las arterias coronarias del corazón, que realizan un movimiento de bombeo.
Esta serie de descubrimientos fue tan convincente que no solo explica por qué los animales no sufren infartos pero las personas sí, sino también por qué sufrimos ataques cardíacos y no ataques nasales. Desde entonces, estos impresionantes hallazgos han sido plenamente confirmados por datos de investigaciones y estudios clínicos.
Por eso los descubrimientos científicos a los que llegué fueron la principal causa de que dejara la investigación convencional y me dedicara a las moléculas, que son más eficaces para prevenir y curar las enfermedades de la actualidad: las moléculas que genera la propia naturaleza y que son necesarias para un funcionamiento óptimo de las células.