Lloyd Blankfein y Gary Cohn, banksters de Goldman Sachs |
El Imperio crece sinérgicamente con la influencia financiera del SFI. Sus multinacionales, controladas por éste a través del crédito, se imponen en el mundo. Puede decirse que los países que el Sanedrín Financiero Internacional parasita se transmutan en imperios, aunque la inversa también es cierta: el SFI sólo se enquista en estados con capacidad para convertirse en imperiales: chuleó al imperio español y al austro-húngaro antes que al británico, por ejemplo, pero los hizo grandes.
El Imperio controla los servicios secretos más importantes del mundo, el MI6 británico, la CIA norteamericana y el Mosad israelí, cuyas cloacas ejecutan la casi totalidad de los atentados de falsa bandera que permiten mantener ante la opinión pública la ficción de un peligroso terrorismo internacional a cuentas del cual se han invadido y expoliado los recursos de países como Afganistán, Irak o Libia, al precio de cientos de miles de civiles muertos.
La situación actual es de quiebra imperial. Así de claro. Los excesos de fabricación (falsificación) de dinero por parte del SFI durante los últimos 50 años, y especialmente a través de los productos financieros derivados, cuya regulación por parte de los estados ha impedido reiteradamente mediante sobornos, ha alcanzado la sobrecogedora cifra de 750 billones de dólares USA. Ello ha sido posible gracias al control que el SFI tiene sobre la emisión de moneda norteamericana, de la que es único dueño a través de la propiedad de la Reserva Federal.