Carlos Marx y Satanás
Por José Ignacio del Castillo
Mientras el padre Llanos, Gustavo Gutiérrez –reciente Premio Príncipe de Asturias-Santillana–, Ignacio Ellacuría o Frei Betto malgastaron y malgastan su sacerdocio en descubrir los puntos de conexión entre el mensaje de puro amor de Jesucristo y la doctrina marxista (fundada sobre el odio, el engaño y la aniquilación de segmentos enteros de la sociedad), Richard Wurmbrand, un sacerdote rumano, se ocupaba con algo bastante más razonable: investigar los vínculos de Marx con el satanismo. Lo que descubrió quedó resumido en su libro Marx and Satan. Puede descargarse en inglés aquí.
Robert Payne, en su biografía del autor de Das Kapital, había sacado ya a la luz algunos alucinantes textos del joven Marx como Oulanem o El Violinista. La inquietante novedad de la tesis del libro de Wurmbrand fue descubrir que probablemente Marx jamás abandonó sus lazos con el satanismo.
No sólo Wurmbrand es de esa idea. El insigne economista e historiador de las ideas Murray Rothbard (Historia del Pensamiento Económico, vol. II) incluye a Marx dentro de la tradición gnóstica: Marx creía tener poder para descubrir el mensaje escondido que contiene las intenciones del Destino. Algo que en la tradición gnóstica sólo las mentes iluminadas serían capaces de descifrar.
Existe un conocido vínculo entre las tradiciones gnósticas y ocultistas. Aleister Crowley, el más famoso nigromante satánico del siglo XX, definía en Magic Theory and Practice el ocultismo como “el arte de causar que el cambio ocurra conforme a la voluntad” o dicho más llanamente el poder de controlar mentes y sucesos ajenos por la intención.
Es difícil saber si Marx alcanzó tal grado de megalomanía o si siquiera estaba familiarizado con esa idea. Lo que sí sabemos es que siendo joven escribió un poema titulado El Violinista en el que parece ya estar al corriente de algunos de los rituales satánicos:
“Mira esta espada: me la vendió el Príncipe de las Tinieblas,
porque él marca el tiempo y traza los signos.
Con furia creciente toco la danza de la muerte...”