Despojos de la guerra civil
La Guerra Civil americana (1861-65) marcó un punto de cambio para los derechos corporativos. Las violentas manifestaciones anti-proyecto sacudieron las ciudades y dejaron el sistema político en desorden.
Por las grandes ganancias que se logran con la obtención de contratos militares, los intereses industriales pudieron aprovecharse del desorden y la corrupción política desenfrenada para comprar virtualmente la legislación que les otorgó concesiones masivas de dinero y la base para extender el sistema de las vías férreas al Oeste. Cuanto más grandes fueron sus ganancias, más secretamente la clase industrial emergente pudo solidificar su sostén al gobierno para obtener extensos beneficios.
Viendo lo que estaba sucediendo, el Presidente Abraham Lincoln
simplemente observó antes de su muerte:
"Las corporaciones han sido entronizadas.... seguirá una era de corrupción en las altas esferas y el poder del dinero se esforzará por prolongar su reino manipulando en perjuicio del pueblo…
hasta que la riqueza se concentre en pocas manos... y la República sea destruida."
La nación estaba dividida por la guerra civil; el gobierno estaba debilitado por el asesinato de Lincoln y la elección subsiguiente del alcohólico héroe de guerra Ulysses S. Grant como presidente. La nación estaba en desorden. Millones de americanos estaban desempleados por la depresión subsiguiente, y una elección presidencial corrupta en 1876 fue establecida por negociaciones secretas. La corrupción y las noticias sobre las personas que se conocieron haciendo negociados corrieron desenfrenadas.
El Presidente Rutherford B. Hayes, ganador eventual de esas negociaciones dominadas por las corporaciones, seguidamente expresó:
"éste no es más un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Es un gobierno de las corporaciones, por las corporaciones, y para las corporaciones."
En su obra clásica “Los Barones ladrones”, (The Robber Barons), Matthew Josephson escribió que durante los años 1880 y 1890: