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MUERTE DE LA DEMOCRACIA EN ESTADOS UNIDOS
¿RESPUESTA O GANGA?
La noche del 11 de septiembre el presidente GeorgeW. Bush se dirige con aires místicos 1 a la nación en un solemne mensaje televisado:
«(...) Estados Unidos ha sido blanco de un ataque porque es el faro más brillante de la Libertad y el Progreso en el mundo. Y nadie hará que esa luz se apague. Hoy, nuestra nación ha visto la Maldad, lo peor de la naturaleza humana. Y hemos reaccionado con lo mejor de Estados Unidos, con la valentía de nuestros servicios de rescate, los cuidados al prójimo y los vecinos que acudieron a dar sangre y a ayudar como pudieron. (...)
»Ya estamos buscando a quienes están detrás de estos actos malvados. He encauzado todos los recursos de nuestra inteligencia y nuestras comunidades que velan por el cumplimiento de la ley, para encontrar a los responsables y llevarlos a juicio. No haremos distinción alguna entre los terroristas que han cometido estos actos y los que los protejan. (...) Esta noche os pido que recéis por todos los que sufren, por los niños cuyo mundo ha sido hecho pedazos, por todos aquellos cuya seguridad ha sido amenazada. Y rezo para que puedan ser reconfortados por un poder superior, cuyas palabras nos han llegado a través de los años en el Salmo 23: "Cuando camino por el valle de la sombra de la muerte, no temo mal alguno; porque Tú estás conmigo". Hoy es un día en que todos los estadounidenses estamos unidos por nuestra determinación en favor de la justicia y la paz. Estados Unidos ya se enfrentó a enemigos en el pasado, y volveremos a hacerlo otra vez. Ninguno de nosotros olvidará jamás este día. Por eso, seguiremos defendiendo la Libertad y todo lo que es Justo y Bueno en este mundo.
Gracias. Buenas noches y que Dios bendiga a Estados Unidos.»
A pesar de este mensaje de unidad y en un momento en que la responsabilidad de Osama bin Laden sólo estaba considerada oficialmente como una hipótesis, en el seno de su administración se ponderan dos opciones políticas contradictorias. Los moderados, agrupados en torno al secretario de Estado, el general Colin Powell, y del jefe de Estado Mayor Conjunto, el general Hugh Shelton, recomiendan una respuesta proporcional, basada en el modelo de la respuesta ordenada en 1998 por Bill Clinton. En ese año se lanzaron misiles Tomahawk desde submarinos que cruzaban el mar de Omán a los campos de entrenamiento de al-Qaeda (Afganistán) y al laboratorio de Al Shifa (Sudán) como respuesta a los atentados perpetrados contra las embajadas norteamericanas en Daar-es-Salam y Nairobi. En cambio, los «halcones» señalan que esos golpes no tuvieron ningún efecto, ya que al-Qaeda había reanudado sus ataques. Según ellos, sólo una intervención militar en suelo afgano permitiría erradicar definitivamente las bases de Osama bin Laden. Pero la campaña no deberá detenerse allí, deberá continuar destruyendo igualmente todas las demás amenazas potenciales, es decir, todas las organizaciones y Estados susceptibles de convertirse en amenazas comparables a al-Qaeda.
El viejo Henry Kissinger 2, antiguo secretario de Estado y supervisor de todas las acciones clandestinas de los servicios secretos norteamericanos de 1969 a 1976, es la figura tutelar, el inspirador de los «halcones». Apenas termina la intervención televisiva del presidente 3, publica un artículo de opinión en la página de Internet del Washington Post en el que pone los puntos sobre las íes:
«El Gobierno debería asumir la misión de dar una respuesta sistemática que lleve, como se espera, al mismo resultado que la que siguió al ataque de Pearl Harbor -la destrucción del sistema responsable de este ataque. Este sistema es una red de organizaciones terroristas que se refugian en las capitales de algunos países. En un buen número de casos no penalizamos a esos países por el hecho de refugiar a esas organizaciones; en otros casos incluso mantenemos relaciones casi normales con ellos. (...) Todavía no sabemos si Osama bin Laden es el autor de esas acciones, aunque éstas lleven la firma de una operación tipo bin Laden. No por ello cualquier gobierno que dé cobijo a grupos capaces de cometer este tipo de ataques, aunque esos grupos no hayan participado en los ataques de hoy, deberá dejar de pagar un precio exorbitante por ello. Debemos responder con tranquilidad, de un modo reflexivo pero inexorablemente.»