Freeman, Liberación AHORA | En los últimos años, y sobre todo a raíz del escándalo de la falsa pandemia de la gripe A (que fue calificado como el mayor fraude científico del siglo), las vacunas han pasado de ser el infalible y sacro-santo símbolo del poder de la Medicina (considerado casi como salvador de la Humanidad) a ser objeto de una seria y profunda revisión médico-científica. Y el debate -ya de dominio público- no sólo se produce entre los propios profesionales de la salud y los científicos, sino que está calando hondo entre los ciudadanos, que cada vez en mayor número se preguntan qué hacer ante la controversia, y que legítimamente piden explicaciones acerca de la eficacia real y de los “efectos colaterales” de las vacunas, los cuales han llegado al extremo en casos como el de la vacunación contra el Virus del Papiloma Humano. La ciudadanía exige respuestas, y exige justicia.
Los intereses lucrativos y el oportunismo mercantilista de los grandes laboratorios farmacéuticos nunca debieran prevalecer sobre las más básicas consideraciones éticas y la más recta praxis científica. Estamos hablando de la salud y de la vida de cientos de miles y de millones de personas. Es algo muy serio, innegociable, y no admite la frivolidad e irresponsabilidad de algunas engañosas y dramáticas campañas de marketing. No es esta una materia que deba dejarse en manos de los directivos de una industria que -recordemos- vive de la enfermedad, no de la salud.
Desde Liberación AHORA optamos por la prudencia, la investigación y el discernimiento que el ciudadano ha de ejercitar, para en cada caso particular sopesar si una determinada vacunación es recomendable o si, como lamentablemente ha ocurrido demasiadas veces (tras el silencio de los medios y las corporaciones), el remedio es peor que la enfermedad.