Solzhenitsyn

“Los dirigentes bolcheviques que tomaron Rusia no eran rusos, ellos odiaban a los rusos y a los cristianos. Impulsados por el odio étnico torturaron y mataron a millones de rusos, sin pizca de remordimiento… El bolchevismo ha comprometido la mayor masacre humana de todos los tiempos. El hecho de que la mayor parte del mundo ignore o sea indiferente a este enorme crimen es prueba de que el dominio del mundo está en manos de sus autores“. Solzhenitsyn

Izquierda-Derecha

El espectro político Izquierda-Derecha es nuestra creación. En realidad, refleja cuidadosamente nuestra minuciosa polarización artificial de la sociedad, dividida en cuestiones menores que impiden que se perciba nuestro poder - (La Tecnocracia oculta del Poder)

miércoles, 19 de diciembre de 2018

El coronel Pedro Baños advierte: "Nos estamos viendo abocados a una revolución en Europa"

El coronel en la reserva Pedro Baños, durante su entrevista con EL ESPAÑOL.Ya no hay fronteras. Las fake news son más poderosas que las armas, la guerra económica tiene más fuerza que los ejércitos. El coronel Pedro Baños disecciona un mundo que se mueve sin que lo veamos. No tiene tapujos en hablar sobre el papel que juegan los líderes políticos, los medios de comunicación, la venta de armas a Arabia Saudí o las verdaderas intenciones que puede tener Rusia sobre España: "A veces parece que nos quiere invadir con toda su compañía acorazada y no es así".
Porque hablar de geopolítica requiere hacerlo sin pelos en la lengua. Más aún cuando el fin es hacerla comprensible para toda persona que tenga un mínimo interés en comprender qué hilos intentan controlarnos. Eso pretende Pedro Baños con El dominio mundial [Ed. Ariel]. Coronel del Ejército de Tierra, diplomado de Estado Mayor, sus botas han pisado Bosnia-Herzegovina. También se ha desempeñado en labores de Contrainteligencia y Seguridad del Cuerpo de Ejército Europeo en Estrasburgo. Ahora habla desde el Hotel de las Letras de Madrid, junto a una Gran Vía en ebullición. Ese movimiento también es un reflejo de la geoestrategia que nos envuelve.
Porque Pedro Baños intenta arrastrar todas esas palabras grandes hasta el asfalto del día a día. No sólo son dirigentes, países, guerras: el coronel en reserva insiste en que uno de los principales problemas que ponen en riesgo nuestra seguridad está en casa. Vivimos en un sistema insostenible, envejecido, injusto hacia unos jóvenes cualificados. Todos esos elementos amenazan con empujarnos a una "revolución" que se extienda por toda Europa.
Estamos hablando con un coronel del Ejército que empieza preguntándose en su nuevo libro si siguen siendo útiles los ejércitos.
Sí, porque estamos viendo que los ejércitos convencionales han perdido parte de su valía. Digo “parte” porque antes era el principal fuerza que tenía un Estado. Pero ahora también hay ciberejércitos, que hay que contar con ellos, y otras fuerzas mucho más potentes y que dan mucho más miedo que la propia fuerza militar, como lo son los instrumentos económicos o la guerra permanente de los servicios de inteligencia. Con lo cual, los ejércitos siguen siendo útiles, tienen su validez como elemento fundamental de un Estado, pero ya no es el gran pilar en el que se sustentaba un Estado. 
Mencionaba la guerra económica y estamos en un contexto que nos permite hablar del poder que tiene Arabia Saudí. Tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi se está hablando de las exportaciones de armamento a Arabia Saudí, también desde España. Pero Riad tiene una gran influencia en esa “guerra económica”. 
Arabia Saudí se ha planteado aumentar enormemente la producción para que se produjera una bajada de los precios del petróleo. Decía que para beneficiar el mundo. Ahí detrás, sin embargo hay una guerra económica dirigida a su principal enemigo, que es Irán. Como pongo en el libro, Arabia Saudí puede producir el petróleo mucho más barato que Irán. Si Irán además tiene que hacer frente a sanciones internacionales y aplicar el precio que se le diga, tendrá que vender el barril 15 ó 20 dólares por debajo del precio de mercado que imponga Arabia Saudí. Así no tendrá recursos suficientes para de verdad modernizar el país como esperan todos los ciudadanos iraníes. Eso es parte de esa guerra internacional que se libra para intentar destruir a través de la economía.
Y que salpica directamente a España y a la exportación de armas a Riad.
Claro. Hay que pensar que una cosa es la ideología o lo que podemos pensar que puede ser el mundo, y otra es la realidad con la que nos encontramos. La mayoría de los países del mundo no son democracias precisamente ejemplares y hay que seguir haciendo negocios con ellos. Y más con un país que tiene uno de los principales fondos soberanos del mundo, que tiene mucho dinero para comprar en sectores muy importantes. Hay mucho dinero en juego y cuesta trabajo sustraerse a ese influjo económico que ejercen los que tienen el poder.
Entonces, España debe cumplir con los contratos armamentísticos que ya firmó con Riad.
Creo que anular un contrato que ya estaba firmado -y en algunos casos incluso pagado- es un error porque puede provocar la huida de otros Estados que pretenden hacer negocios con España. Otra cosa es que a partir de ahora haya una reflexión sensata de a ver con quién habría que hacer negocios. No deja de entrar en el mundo de la utopía, porque nos limitaríamos a hacer negocios entre un pequeño grupo de países nada más. Y siempre habría alguien que aprovecharía para hacer negocios con el resto del mundo.
Precisamente, hace unos días publicamos en EL ESPAÑOL la lista de 113 países a los que España ha vendido armas en los últimos 10 años. Al final se reduce a, como menciona en el libro, “money, money, siempre money”.
Efectivamente, estamos hablando de que se exporta ese material a más de la mitad de los países del mundo. ¿Qué países son verdaderas democracias consolidadas donde se respeten plenamente todos los derechos humanos, donde exista una absoluta libertad de prensa, de expresión? Empezaríamos y nos quedaríamos con un pequeñísimo número de países. En China, según dicen muchas ONGs, no se respetan completamente los Derechos Humanos. Entonces, ¿dejamos de hacer negocios -y no hablo sólo de armamento- con China o países donde todavía existe la pena de muerte? Entonces dejamos también de hacer negocios con Estados Unidos. Hay que ser muy prudente y, sobre todo, muy realista.
El coronel Pedro Baños posa con su último libro `El dominio mundial´.
El coronel Pedro Baños posa con su último libro `El dominio mundial´. Carmen Suárez
Países en los que la inteligencia y la contrainteligencia son fundamentales: Estados Unidos, China Rusia… hay informes del Departamento de Seguridad Nacional (DSN) que hablan de injerencias extranjeras para captar espías en sectores políticos, económicos y religiosos de España. ¿De dónde pueden proceder esas injerencias? 
Siempre que se dice eso, inmediatamente se mira a Rusia: “Estos son los rusos”. Rusia es uno más, esto lo hacen todos los países, incluso nuestros propios aliados y amigos. Significa que los servicios de inteligencia están en una guerra permanente y obviamente todos los países intentan captar a personas que luego les sean afines para que les proporcionen la información. Muchas veces esa manera de captar esas personas es darles unas becas para que estudien en esos países, o llevarles de visita, o facilitárselo a algún familiar, hijo… No se trata de que la información obtenida vaya a suponer el mayor de los secretos. Pero esos informadores sí pueden decir: “Oye, ha habido una reunión, vamos a ir por aquí, tomando un café te puedo contar cómo es la política nacional”. Pero sí son pequeñas dosis de información que conforman un conjunto mucho más valioso.
Ha dicho que lo hacen todos los países, también nuestros aliados.
Por ejemplo, ya hay muchísimos ejemplos de cómo ha intervenido Estados Unidos y captado a europeos para que les sean afines y fieles a sus intereses. Incluso muchas veces más proclives a los intereses de Estados Unidos que a los europeos. Lo intentan todos los países.
Por aterrizar en España: los servicios de inteligencia entienden que esos casos de espionaje no sólo los realizan otros países. También afecta a organizaciones internacionales, como el Estado Islámico.
Y a grupos de poder. Lo que menos me preocupa, entre comillas, son los agentes que puedan captar los grupos terroristas yihadistas salafistas. Me preocupa mucho más los grupos de poder que persiguen objetivos económicos. Necesitan tener buenos contactos en el interior de los países. Uno de los casos que más suenan, por ejemplo, es el del señor George Soros, de cómo maneja también los sistemas dentro de la propia Europa y buena parte del mundo.
También se ha llegado a decir que Soros mueve algunos hilos en España.
Sí. Pero como son rumores, vamos a dejarlo en eso. Cada vez hay mayores indicios pero vamos a dejarlo de momento ahí. 
Son muchos frentes y hablamos también de una guerra híbrida, que conjuga muchos elementos más allá de los ejércitos o fuerzas convencionales. También información y sector cibernético, entre otros. ¿Está España preparada para afrontar una guerra híbrida?
Las personas que de verdad están metidas en esto, que no son muchas -estamos hablando de los servicios de Inteligencia que se dedican también a temas geopolíticos-, están enteradas de ello y saben cómo actuar. Muchas veces lo que nos falta son los medios. Como pasa en las Fuerzas Armadas, en los servicios de inteligencia hay personal muy cualificado pero no tenemos los medios tan sumamente sofisticados como pueden tener otros países. Por hacernos una idea, en España sólo tenemos un supercomputador cuando China tiene más de 200 y los más veloces del mundo. 
¿Y qué piensan los que mandan sobre esta falta de medios?
Nos falta la mentalidad de algunos dirigentes de que eso existe, de que es una realidad. Estos libros que escribo van dirigidos a toda la sociedad: empezando por la persona menos avezada en estos temas pero que le inquieta qué es lo que pasa en el mundo, pero también están muy dirigidos a nuestros líderes, que me gustaría que los leyeran.
El coronel Pedro Baños posa en el Hotel de las Letras, en Madrid.
El coronel Pedro Baños posa en el Hotel de las Letras, en Madrid. Carmen Suárez
Y también a nosotros, los medios de comunicación, nos da un toque importante sobre el papel que desempeñamos.
Sí, porque mire, ustedes saben mejor que nadie la situación que están viviendo. El periodismo de investigación está desapareciendo. Hay pocos periodistas desplegados sobre el terreno en los grandes escenarios. A veces, aun teniendo la mejor voluntad de informar con rigor y honestidad a los ciudadanos, el problema es que bebemos de fuentes que ya están viciadas. Muchas veces los medios de comunicación se convierten en actores involuntarios de esa manipulación claramente a las poblaciones. También hay medios o periodistas que trabajan de forma no ignorante, con conocimiento de causa.
Es obligatorio entonces preguntarle sobre las fake news.
Claro, claro. ¿Quién va a contrastar esas fake news? A mí me hace mucha gracia cuando dicen que Facebook va a crear esta empresa en Barcelona con 500 empleados para ser ellos los que decidan qué es verdad y qué es mentira. Entonces, ¿a partir de ahora va a ser Facebook quien nos diga cuál es la realidad del mundo?
A su juicio, ¿cuáles son las fake news que pegan más fuerte en España?
Ha habido una campaña importante contra Rusia. Daba la sensación en algunos medios de que Rusia nos iba a invadir al día siguiente con todas sus divisiones acorazadas, poco menos. Son noticias muy lavadas, muy manipuladas, tergiversadas, pero que nunca llegan a ser completamente falsas para que tampoco choquen tanto al ciudadano. También hay otro tema que llega muy desvirtuado: la campaña de desprestigio sistemática contra Donald Trump. La imagen que nos llega no coincide con la imagen que tienen de Trump dentro de Estados Unidos. Porque la información que tenemos es la de los dos grandes bloques de comunicación estadounidenses, ubicados en las costas este y oeste y que son demócratas. Es otra de las fake news importantes.
¿También considera que haya fake news en un tema tan sensible para España como lo es el de las migraciones? 
Digamos que tiene mucho eco mediático. Migraciones siempre ha habido, estos movimientos no son inhabituales. Es verdad que en los últimos tiempos han aumentado. Pero quizá no han aumentado en la suficiente magnitud comparado con el eco mediático que se les traslada. En cualquier caso, es un problema que vemos apenas en su principio. Hay que ponerle muchísima atención. Debemos conocer los riesgos a los que nos enfrentamos al margen de cualquier política e ideología. Empezando por que son personas y hay que prestarles la suficiente atención. 
Hay muchas `fake news´sobre Cataluña, sostiene Pedro Baños.
"Hay muchas `fake news´sobre Cataluña", sostiene Pedro Baños. Carmen Suárez
En su libro también se insinúa que podemos convertir la migración, en España, en una oportunidad ante una población envejecida.
Sí. Aquí tenemos problemas estructurales que a mí me preocupan enormemente. Uno de ellos es el problema de una juventud súper preparada pero con un futuro incierto. Aquí [por España] tenemos un déficit demográfico muy importante. La ONU determina que la tasa de reposición debe ser al menos de 2,1 hijos por mujer fértil y no llegamos al 1,3. Eso redunda en todo el tema de prestaciones sociales, de las pensiones… al que además hay que sumar una esperanza de vida cada vez mayor. Ahora somos el segundo país más longevo del mundo detrás de Japón y en poco tiempo vamos a ser el primero. 
¿Y, a su juicio, cómo debemos abordarlo?
Hay que reflexionar al margen de cualquier política o ideología. ¿Qué tipo de inmigración necesitas, qué cualificación de esas personas, qué cantidad de personas? Porque claro, todas las sociedades tienen una capacidad de absorción, pero sobrepasado ese límite tienes el caos social montado. Sobre todo cuando además son personas que, por su cultura o por lo que sea, no facilitan su integración o incorporación -me gusta mucho más esa palabra- a las sociedades. Por eso creo que debe ser un debate completamente sereno si no queremos cometer errores que nos cuesten muy caros incluso a corto plazo. 
En agosto, coincidiendo con algunos de los saltos a las vallas de Ceuta y Melilla, publicamos en EL ESPAÑOL las reflexiones que hacía el Departamento de Seguridad Nacional (DSN) si no se hacía un esfuerzo en integrar a estas personas: “Ruptura social” y “radicalización”. Eso es precisamente lo que ha pasado en países como Reino Unido o Francia.
Aquí en España hasta ahora no se han producido, o al menos de la misma magnitud como en los países que ha mencionado, por un motivo muy sencillo. Aquí somos un país muy acogedor, un país muy tolerante. Pero todo tiene un límite y tenemos una capacidad. Aparte de Ceuta y Melilla, con características muy particulares, donde se están empezando a crear esos problemas es en Cataluña. Debemos aprender de las lecciones de otros países para no repetir lo que ha sucedido allí. 
Hemos empezado hablando sobre Arabia Saudí y el círculo se completa hablando sobre Cataluña y la entrada del salafismo. Muchos expertos advierten de que hay una conexión directa entre Riad y esta vertiente, y sus consecuencias.
Exacto, los términos adecuados para hablar de estos problemas son “radicalización relacionada con el salafismo”, con esa vuelta a los orígenes, a la pureza del Islam. Es bien sabido que uno de los mayores expansores de este rigorismo en el mundo ha sido Arabia Saudí a través de esas mezquitas que va construyendo, de esas madrasas que va construyendo asociadas a esas mezquitas. 
¿Son un foco de radicalización terrorista?
Todos podemos ser radicales demócratas y no por eso es malo. No significa que todos los rigoristas vayan a ser terroristas, pero sí que han pasado por una radicalización, sea mayor o menor. No deja de ser un problema muy importante. Y a mí me preocupa más, en el contexto europeo en general, ese proceso radicalizador que los atentados terroristas como tal. Con todo el dolor que causan, por supuesto. Porque a lo mejor pasa mucho más desapercibido, tiene menos forma, no se materializa de la manera que lo hace el terrorismo, y en cambio puede tener repercusiones a largo plazo mucho peores.
`El dominio mundial´ es el segundo libro de Baños, tras `Así se domina el mundo´.
`El dominio mundial´ es el segundo libro de Baños, tras `Así se domina el mundo´. Carmen Suárez
Guerra económica, salafismo... Es una geopolítica que no conoce fronteras y eso nos traslada a la idea del nuevo orden mundial. ¿En España somos conscientes de ello?
Hay quien sí lo conoce, evidentemente, pero en gran medida es bastante desconocido. Si lo conociéramos más, algunas de las decisiones que estamos tomando entonces no se adoptarían. Estamos en un momento económico de desaceleración. En dos o tres años puede venir una nueva gran crisis mundial por muchos motivos: un endeudamiento gigantesco no sólo de las familias, también de los Estados y de las empresas. En España, concretamente, en el 2007 estábamos en el 35% de endeudamiento respecto al Producto Interior Bruto (PIB) y ahora estamos en el 100%. Y eso es una tendencia mundial. 
Además de consecuencias económicas, ¿en qué puede desembocar esta crisis?
Estamos en una situación que puede convulsionar completamente, más aún en una Europa que tiende a la desunión y que quizá no pueda tener la suficiente capacidad de reacción. Y si a eso unimos la incertidumbre total en Oriente Medio que puede disparar los precios del crudo... Pero también tenemos que poner el foco en los problemas de la juventud. ¿Quién va a pagar todas esas pensiones a esa población envejecida? Tenemos una serie de problemas estructurales que hay que abordar con mucha serenidad y, sobre todo, entendiendo el contexto internacional. Si no lo que hacemos, engañamos a los ciudadanos.
Ha mencionado el tema de la desunión en la Unión Europea que muchos también trasladan a España. ¿Hay hilos interesados detrás de esa desunión?
Pues mire, ya que me lo pregunta, se está produciendo un fenómeno de balcanización o de división de las familias, de la sociedad, de los países y de la Unión Europea. Y hoy además quienes estamos pagando todas esas consecuencias somos los europeos, no otras partes del mundo. Estamos viendo cómo hay un enfrentamiento social y entre los países de la propia Unión Europea. Tenemos a Italia, tenemos el Brexit, tenemos parte de los países del centro y del este de Europa que ya no cumplen las directrices de Europa. ¿Qué está pasando, qué nos está llevando a ello? Puede ser la dinámica de los tiempos, pero yo creo que muy pocas cosas suceden por azar. Cuanto más débiles seamos, más fácilmente manipulables vamos a ser. Muchas veces estamos en nuestro pequeño día a día, en nuestro pequeño mundo, y decimos: “Pero, ¿por qué está pasando esto? ¿Por qué nos están llevando a estas situaciones?”. Tenemos que reinventarnos una vez más para volver a coger fuerzas. Si no cogemos fuerza, si no buscamos soluciones o nuevos aliados, vamos a pagar las consecuencias.
Hablamos de grandes estrategias geopolíticas, pero también se refiere al individuo. ¿Tiene ese individuo alguna capacidad de jugar un papel importante en todo este panorama geopolítico?
Por supuesto, debemos tenerlo. Esa es la esperanza que debemos tener. El individuo debe reaccionar. Y cuando digo el individuo, digo todos los ciudadanos y sobre todo la gente joven. Pensad todo el futuro tan incierto que hay ahora mismo. ¿Cómo es posible que por primera vez en la historia un joven esté ganando de media la mitad de lo que gana su abuelo jubilado? Es que es insensato totalmente. Además en muchos casos está viviendo todavía porque le está ayudando su abuelo. Pero es que el abuelo va a desaparecer. ¿Y qué va a pasar cuando desaparezca el abuelo y no le pueda ayudar a pagar la casa? ¿Si cada vez se gana menos cómo es posible que suban cada vez más los alquileres? ¿Qué está pasando? 
Y la respuesta es...
Nos están abocando a una revolución en el contexto europeo. Es una juventud hiperformada como nunca en la Historia y que ve muy pocas expectativas de futuro. En muchos casos no van a poder ser la clase media que fueron sus padres o sus abuelos. Estoy cansado de decir que debemos estar alertados de todas las situaciones que están pasando. 

martes, 11 de diciembre de 2018

Lo que se esconde tras la embestida de ‎Estados Unidos contra los smartphones ‎chinos

El intento de Donald Trump de reequilibrar el intercambio comercial entre ‎China y Estados Unidos va más allá de su deseo de lograr que regresen las ‎empresas estadounidenses que optaron por producir en China. El desarrollo de nuevas ‎infraestructuras de transporte y comunicación está convirtiéndose rápidamente en una ‎amenaza para la posición de Estados Unidos como líder mundial. La contienda ‎alrededor de Huawei nos permite percibir la confluencia entre las preocupaciones ‎económicas y las inquietudes de carácter militar. Ya varios países han observado que la ‎inteligencia estadounidense no logra desencriptar los teléfonos de esa marca china. ‎Al igual que Siria, esos países han equipado sus propios servicios de inteligencia con ‎material de Huawei y han prohibido a sus funcionarios el uso de smartphones de cualquier ‎otra marca. ‎

Luego de haber impuesto fuertes gravámenes a una serie de mercancías chinas –por un monto de ‎‎250 000 millones de dólares– el presidente Donald Trump aceptó en el G20 una «tregua», ‎posponiendo con ello la adopción de nuevas medidas, sobre todo porque la respuesta china está ‎afectando la economía estadounidense. ‎

Pero, además de las razones comerciales, hay también razones de orden estratégico. Bajo la ‎presión del Pentágono y de las agencias de inteligencia, Estados Unidos ha prohibido los ‎smartphones y los equipos de telecomunicaciones de la empresa china Huawei, afirmando que ‎pueden ser utilizados para espiar a los usuarios, y está presionando a sus aliados para que también ‎los prohíban. ‎

La advertencia de Estados Unidos –principalmente a Italia, Alemania y Japón, los países donde ‎se hallan las mayores bases militares estadounidenses– sobre el peligro de espionaje chino viene ‎de las mismas agencias de inteligencia estadounidenses que han estado espiando durante años las ‎comunicaciones telefónicas de sus aliados, sobre todo en Alemania e Italia. ‎

La marca estadounidense Apple, en otra época líder absoluto en ese sector, se ha visto rebasada ‎en ventas por Huawei. Esta última, una empresa china que pertenece a sus trabajadores –quienes ‎son a la vez accionistas–, se ha situado en segundo lugar en ventas a nivel mundial, detrás de la marca ‎sudcoreana Samsung, lo cual es emblemático de una tendencia general. ‎

Estados Unidos, cuya supremacía económica se basa artificialmente en el dólar –hasta ahora la ‎principal divisa de los mercados mundiales y las reservas monetarias– va quedándose cada vez ‎más a la zaga de China, tanto en capacidad productiva como en calidad de su producción. El New ‎York Times escribe: ‎
«Occidente estaba seguro de que el enfoque chino no funcionaría. De que sólo tenía que esperar.‎ Y todavía está esperando. China está proyectando una gran red global de ‎comercio, inversiones e infraestructuras que van a reconfigurar los vínculos financieros y ‎geopolíticos.»‎
Eso es lo que está sucediendo principalmente –aunque no sólo allí– a lo largo de la Nueva Ruta de ‎la Seda que China está implementando a través de 70 países de Asia, Europa y África. ‎

El New York Times analizó 600 proyectos realizados por China en 112 países (41 oleoductos y ‎gasoductos; 199 centrales de generación eléctrica, principalmente hidroeléctricas, entre ellas ‎‎7 represas en Camboya, que garantizan el 50% de la electricidad que necesita ese país; 203 ‎puentes, carreteras y vías férreas; y varios grandes puertos en Pakistán, Sri Lanka, Malasia y otros ‎países). ‎

Washington ve todo eso como «una agresión a nuestros intereses vitales», como subraya el ‎Pentágono en la Estrategia de Defensa Nacional de los Estados Unidos de América 2018. ‎El Pentágono define a China como un «competidor estratégico que utiliza una economía ‎depredadora para intimidar a sus vecinos», ignorando toda la serie de guerras que ‎Estados Unidos desató hasta 1949, incluso contra China, para apoderarse de los recursos de ‎otros países. ‎

Mientras China construye represas, vías férreas y puentes, ciertamente útiles a su propio ‎desarrollo comercial pero también al desarrollo de los países donde se construyen, las guerras ‎estadounidenses lo primero que destruyen es precisamente las represas, vías férreas y puentes. ‎El Pentágono acusa a China de «querer imponer a corto plazo su hegemonía en la región indo-‎pacífica y de querer tomar desprevenido a Estados Unidos para apoderarse en el futuro de la ‎predominio global», lo cual estaría haciendo en complicidad con Rusia, acusada a su vez de ‎querer «destruir la OTAN» y «subvertir los procesos democráticos en Crimea y en el este de ‎Ucrania». ‎

De ahí el incidente en el Estrecho de Kerch, provocado por Kiev bajo la dirección del Pentágono, ‎para que se cancelara el encuentro entre Trump y Putin previsto al margen del G20 ‎‎(efectivamente cancelado) y meter a Ucrania en la OTAN, aunque de hecho ya es miembro de ese ‎bloque militar. ‎

La «competición estratégica a largo plazo con China y Rusia» es vista por el Pentágono como una ‎‎«prioridad principal». Por eso, el Pentágono «modernizará sus fuerzas nucleares y fortalecerá la ‎alianza transatlántica de la OTAN». ‎

Tras la fachada de la guerra comercial se prepara la guerra nuclear. ‎

Manlio Dinucci


Fuente

Il Manifesto (Italia)

domingo, 9 de diciembre de 2018

Si lo que está pasando en Francia estuviera pasando en Rusia

José Javier Esparza Europa/ 09 diciembre, 2018

Una crónica a pie de calle de José Javier Esparza



Cerca de 1.500 detenidos, más de un centenar de heridos de diversa consideración, París tomado por 8.000 policías, psicosis general y serias amenazas para el futuro político de Macron. Este era anoche, a las 21,00 horas, el balance de la cuarta manifestación de los Chalecos Amarillos (Gilets Jaunes), una protesta popular que está sacando a la superficie todas las tensiones acumuladas en la sociedad francesa. Y son muchas tensiones.

Lo que está pasando en Francia no se puede decir. Porque, si lo dices, todo el establishment se te echa encima y te llama fascista. Como no se puede decir, se silencia. Pero el silencio no hace que el problema desaparezca, al revés: lo mete bajo tierra y lo hace engordar hasta que estalla, y de manera imprevisible. Entonces todo el mundo lo ve, pero nadie sabe ya su nombre. Y como ya nadie sabe su nombre, tampoco se puede decir. Solo queda el escombro de las calles rotas y el negro de los incendios, y también la cólera que volverá a despertar.

Macron y la gasolina

Empecemos por el principio. A comienzos de 2018, el presidente Macron evalúa los aprietos financieros del Estado y decide subir aún más el precio de los carburantes en las gasolineras: es una medida que le reportará una gran cantidad de ingresos netos, vía impuestos indirectos, y que podrá maquillar perfectamente en nombre de la lucha contra el cambio climático. Macron, sí: el mismo que había suprimido el impuesto sobre las grandes fortunas nada más llegar al poder. Pero el pasado mes de mayo, una vendedora de cosméticos, Priscilla Ludovsky, lanza en las redes sociales una petición para que baje el precio de los carburantes: si se trata de luchar contra las emisiones contaminantes -se pregunta Patricia-, ¿por que se sube el precio sólo para los automovilistas, y no para los combustibles del transporte aéreo y marítimo? En realidad estamos ante una subida camuflada de impuestos. Y eso en un país donde los ingresos por impuestos ya representan un 18,7% del PIB (en España es el 9%) y cuyos ciudadanos soportan el mayor esfuerzo fiscal de la Unión Europea: cada francés destina una media del 57,41% de sus ingresos a pagar impuestos (en España, la cifra, altísima, está algo por debajo del 50%). ¿Para quién gobierna Macron? ¿Por qué elimina el impuesto a los ricos y, por el contrario, sube los impuestos a la depauperada clase media?

Y ahora viene la pregunta más incómoda: ¿Dónde van a parar esos impuestos? Porque la percepción general es que el dinero de los impuestos se pierde en unos servicios sociales colapsados, mal gestionados y precarios, a todo lo cual no es ajena la llegada de cientos de miles de inmigrantes ilegales en los últimos dos años. Datos de este verano: sólo en el área de Sena-Saint Denis, al noreste de París, la cifra de inmigrantes clandestinos alcanza el número de… ¡400.000 personas! En esa región de la connurbación parisina hay un 28% de la población que vive por debajo del umbral de la pobreza. Pero, ¡cuidado!, ya hemos tocado dos líneas rojas: una, la de las políticas “climáticas”; otra, la de la inmigración.

La Francia de a pie… en coche

Porque esto tampoco se puede decir, por supuesto. Y sin embargo, existe. El jueves, recién llegado a París, me dio por caminar desde Denfert-Rocherau, donde te deja el autobús del aeropuerto de Orly, hasta el municipio de Le Kremlin-Bicetre, a las afueras de la capital. Ocho kilómetros de aglomeración urbana, a pie enjuto, donde el cartel más habitual es “Carnicería Halal”, para el consumidor musulmán. La perdida de poder adquisitivo se puede cuantificar; la pérdida de identidad, no, pero no por ello deja de ser dolorosa. Lo acaba de recordar Robert Menard, alcalde de Beziers, fundador en su día de Reporteros sin Fronteras y, hoy, una delas figuras más destacadas de la “derecha transversal” francesa.

Esta pérdida de identidad no es sólo étnica: es, también y sobre todo, política. Por decirlo en dos palabras, cada vez menos franceses se reconocen en el modelo político vigente. Crece la sensación de que la República se ha convertido en el cortijo de una casta político-económico-mediática que vive cada vez más alejada del ciudadano común. Este es un proceso de fondo que viene de tiempo atrás, que se ha traducido en el crecimiento exponencial del Frente Nacional y en la aparición, en el ala izquierda, de la Francia Insumisa, pero que en realidad se mueve por debajo de los partidos y de las convocatorias electorales. Donde más visible se hace este proceso es seguramente en las provincias, fuera de París: allí es donde más se palpa la impresión de haber sido dejados de la mano de Dios, y allí es donde más ha arraigado el fenómeno de los Chalecos Amarillos.

Sigamos: el 18 de octubre, una ciudadana desconocida, Jacline Mouraud, lanza en facebook un video que hace furor donde denuncia la política de “caza al automovilista” del Gobierno francés: subida de la gasolina, persecución de los coches diesel, aumento de todas las tasas, proliferación hasta el infinito de radares sancionadores, peajes para entrar en las ciudades… ¿Qué ha hecho el conductor francés para merecer esto? Y sobre todo, ¿qué quiere hacer Macron con todo ese dinero? ¿Una piscina en el Eliseo?, se pregunta madame Mouraud. En otras condiciones, el vídeo de esta mujer no habría pasado de ser una talentosa interpelación de una ciudadana cualquiera a un Gobierno depredador, pero, en el ambiente social que se vive hoy en Francia, fue la chispa que encendió el fuego. Millones de franceses se vieron reconocidos en la protesta. El 17 de noviembre se produjo la primera manifestación masiva: gentes del común, lo mismo franceses de cepa que hijos de inmigrantes, de izquierdas o de derechas, todos unidos por la exasperación de una clase media que ya no puede más. Sin partidos, sin sindicatos. Como símbolo, un chaleco amarillo como el que todos tenemos en nuestro coche (en francés, gilet jaune), esa prenda cuyo único mensaje es “Yo conduzco”. Y desde entonces, cuatro fines de semana consecutivos de protestas que no han dejado de crecer en intensidad y extensión, y que este sábado han traspasado incluso las fronteras de Francia.

Cuatro fines de semana, sí. Y los que vendrán, porque esto se ha ido ya de madre. La principal responsabilidad fue de Macron, porque el presidente, subido en una nube de soberbia cada vez más densa, optó por desdeñar las protestas de los Gilets Jaunes. Haciéndole coro, todos los grandes medios de comunicación y la mayoría de la clase política entraron en el discurso oficial: “las medidas fiscales son necesarias (por el cambio climático, ya se sabe) y las protestas obedecen a oscuras motivaciones”, venían a decir. La peor de las respuestas posibles a un problema que va mucho más allá de la gasolina y que arraiga bien hondo en la conciencia política de los franceses. La semana pasada, las encuestas decían que cerca del 80% de la ciudadanía veía con simpatía el movimiento de los Chalecos Amarillos. Sólo entonces el Gobierno rectificó proponiendo una moratoria en los nuevos impuestos. Pero era demasiado tarde. Como por justicia poética, mientras los Chalecos Amarillos convocaban su nueva movilización, Macron anunciaba un viaje a Marrakech para firmar el pacto de la ONU sobre migraciones. Una vez más se hacía visible qué preocupa a cada cual, la inmensa fosa que separa a la clase dominante y a los ciudadanos. Y Macron, también una vez más, acabó rectificando y canceló su viaje. Y también aquí era ya demasiado tarde.

La “extrema derecha”

El movimiento de los Gilets Jaunes es una protesta social transversal, sin patrocinios políticos ni sindicales. Ningún partido del sistema puede apadrinar una protesta que no tiene nada que ver con los discursos habituales del feminismo, el cambio climático, la integración de los “refugiados”, etc. El Frente Nacional de Marine Le Pen le ha expresado su simpatía, pero a distancia, y la Francia Insumisa de Melenchon, después de un intento de acercamiento, ha optado por retirarse porque su líder salió descalabrado. Como no hay posibilidad de “recuperar” al movimiento para el mundo político oficial, ni siquiera en sus márgenes, la mayoría mediática, que tiene horror al vacío, opta por recurrir a la etiqueta maldita: son “extrema derecha”. Y no, no es verdad.

“Nadie sabe quiénes son los Chalecos Amarillos ni cómo se están organizando. En realidad los Chalecos Amarillos somos todos”, dice Martial Bild, director de la cadena de televisión independiente TV Libertés. Lo sabían nuestros clásicos: “¿Quién mató al Comendador? Fuenteovejuna, señor”. Por cierto que el panorama de la libertad de expresión en Francia está seriamente erosionado (un estudio reciente señalaba a Francia como el país occidental con menos libertad de expresión) y TV Libertés ha tenido que recurrir a Internet para poder emitir. También esto forma parte del paisaje de crisis que vive el país, de ese creciente divorcio entre los ciudadanos y la clase dominante, clase a la que pertenecen la mayoría de los medios de comunicación.

Después de la manifestación anterior, la del 1 de diciembre, el fenómeno explotó. La violencia se desató en las calles. Todos vimos las imágenes. También todos vimos el sorprendente empeño de la mayoría de los medios por presentar como “extrema derecha” a los grupos de antisistema que enarbolaban banderas anarquistas. En la televisión, la casta dominante político-mediática cargaba unánimemente contra los Gilets Jaunes, desde el filósofo millonario Bernard-Henry Levi hasta el ex revolucionario Daniel Cohn-Bendit, el célebre “Dani el Rojo” de Mayo del 68. “Soy alérgico al color amarillo, y no es difícil saber por qué”, clamaba Daniel en una cadena de radio. “¡Por la estrella amarilla de los judíos perseguidos por los nazis!”, respondía, aplicado, el conductor del programa. “Exactamente”, ratificaba el ex revolucionario, triunfal. Y bien, he aquí lanzado ya el anatema: Chaleco amarillo = Fascismo. ¿Y hay algo de fascista en los GJ? Sí, claro: los contestatarios se oponen a las sabias y humanitarias decisiones de un poder que sólo vela por nuestro bien, y eso es fascismo, es decir, ese fascismo genérico en el que entran hoy todos los que disienten del dogma oficial.

La nota dominante de esta última semana, hasta ayer mismo, ha sido el intento del Gobierno francés y de la mayoría mediática, valga la redundancia, por atribuir a la “extrema derecha” la violencia de las manifestaciones. En el ejercicio, la prensa ha llegado a límites de ridículo verdaderamente bochornosos, como considerar “fascista” la Cruz de Lorena, que fue el símbolo elegido por el general De Gaulle para llamar a la resistencia en 1941 y que algunos manifestantes exhiben estos días en sus banderas tricolor (y que, por cierto, incluso Macron ha añadido ahora a su blasón presidencial), o alertar de la presencia de grupos monárquicos al ver una bandera con la flor de lis, ignorando que era la bandera regional de la Picardía, que lleva, en efecto, la flor de lis. Son sólo dos ejemplos de adónde estamos llegando.

La violencia

“Chalecos Amarillos somos todos los ciudadanos, creo yo”, me dice también madame Aude Dugast, una típica universitaria parisina que llega a nuestro encuentro cerca de Notre Dame a bordo de su bicicleta. “El problema son los casseurs -me matiza-, y esos no son Chalecos Amarillos”. ¿Los “casseurs”? Bien, expliquemos someramente la cuestión. Desde hace muchos años, Francia en general y París muy en particular viven episódicas oleadas de violencia urbana. En el origen de esa violencia hay dos “tribus”, valga el término, muy bien caracterizadas. Una es lo que aquí llaman la “racaille”, o sea la chusma, que generalmente coincide con la población marginada de los barrios de la periferia de París, casi unánimemente inmigrada en los últimos quince años, y que ha creado en sus dominios auténticas “no go zones” donde la policía ni va. Cuando hay bronca, la racaille emerge con enorme violencia y se dedica al saqueo y al pillaje, generalmente ondeando banderas de sus países (Argelia, Mali, etc.). Además de la “racaille” están los “casseurs”, y estos son otra historia: son los black bloc, los grupos anarquistas antisistema, y por regla general no vienen de barrios marginales, sino que son los hijos descontentos de la buena sociedad. “Casser” quiere decir romper, interrumpir, cortar, y eso es exactamente lo que hacen. Así que cuando hay trastornos del orden, como ha ocurrido en las manifestaciones de los Chalecos Amarillos, llegan los casseurs y aprovechan la circunstancia para multiplicar la violencia, y enseguida aparece la racaille que saca partido del caos y arrasa con lo que puede, y es prácticamente imposible retomar el control.

El pasado fin de semana hubo más de setenta detenciones. Se detuvo a esos Chalecos Amarillos por llevar sprays de pintura -algo sorprendente en una ciudad llena de pintadas- y petardos. Sólo uno tenía antecedentes; todos los demás eran ciudadanos comunes. Sobre todos han recaído penas de cárcel. Curiosamente, no se detuvo a ninguno de los que realmente causaron las violencias que todos vimos en la tele. ¿Cómo no va a crecer la exasperación?

Como el Gobierno no puede decir que los responsables de la violencia son jóvenes marginados de los barrios inmigrantes, porque sería muy políticamente incorrecto, la casta dominante se ha inventado un eufemismo significativo: francilien, o sea, “franciliano”. Francilien es un neologismo introducido hace muy pocos años para designar a los residentes en Ile de France, la gran región urbana de París, con más de doce millones de habitantes, y donde se acumula la mayor parte de la inmigración del país. Y así, por obra y gracia del eufemismo, que tiene estas cosas, ahora ya sabremos de quién se trata cuando el Gobierno diga “franciliano”: no de un habitante cualquiera de la Ile de France, sino de un inmigrante.

Hay Chalecos Amarillos para rato

La llegada de los casseurs y de la racaille eran el gran temor de todo París el viernes, hasta niveles de psicosis social realmente notables. Ejemplo de campo: en casa de unos amigos, en el París rico, llega una niña muy asustada porque en el colegio le han dicho que los Chalecos Amarillos han robado fusiles y van a asaltar las casas. En realidad, se trataba simplemente de un asalto rutinario a una armería que no tenía nada que ver con los Gilets Jaunes. Pero este bulo, como otros muchos, corrió hasta el punto de que miles de vecinos de los barrios del centro (Arco del Triunfo, Ile de la Cité, Bastilla, etc.) cogieron sus bártulos el sábado bien temprano y abandonaron la ciudad.

Cenando esa noche en el Grand Colbert, uno de los mejores clásicos de la gran cocina francesa, muy cerca del Louvre, miraba uno alrededor y veía a la Francia que no lleva chaleco amarillo, la que apenas se siente concernida por la crisis, sin la exasperación de esa otra gente, la de a pie, que va a seguir pagando impuestos salvajes para que Macron combata el cambio climático mientras su gobierno firma el pacto de la ONU para las migraciones, cosa que tiene mucho mérito para un país y para un París donde ya no cabe nadie más. Hace apenas cinco años, muchas de esas familias de clase media podían permitirse cenar en el Grand Colbert una vez cada tres meses, por ejemplo. Hoy ya nadie puede permitirse esas alegrías.

Esta mañana, sábado 8 de diciembre, París parecía desierto. Furgones policiales por todas partes, tanquetas, comercios cerrados, 8.000 policías patrullando la ciudad. Poco a poco, sin embargo, la gente empezó a abrir sus tiendas fuera de las zonas de riesgo. Numerosos comercios habían colgado chalecos amarillos en los escaparates. También había chalecos bien visibles, exhibidos en el salpicadero, en muchos de los coches que circulaban por la ciudad. Porque los Chalecos Amarillos son estos, no la racaille ni los casseurs. Macron ha retrocedido en su subida de la gasolina, pero los Gilets Jaunes piden más: quieren que baje el brutal esfuerzo fiscal ciudadano, que se reintroduzca el impuesto sobre las grandes fortunas, que se mejoren las pensiones… Le Monde ha examinado el conjunto de las reclamaciones de los Chalecos Amarilos y ha concluido que la mitad corresponden al programa del Frente Nacional y un tercio al de la Francia Insumisa. La izquierda ya ha anunciado que presentará en breve una moción contra Macron. Nadie le arrienda la ganancia, porque lo que está bullendo en la calle no se va a calmar ni siquiera con eso.

Cocotte minute: esa es la expresión que se usa en francés para decir “olla a presión”, y ese es exactamente el retrato perfecto de la sociedad francesa en este momento. Un enorme malestar se acumula sin que la clase política sepa entenderla y sin que la clase mediática sepa explicarla. Hay quien evoca una atmósfera semejante a la revolución de 1848. El veterano Xavier Rauffer va más lejos: “A lo que más se parece esto es a Rusia en febrero de 1917”, dice. Fue la revolución que derrocó al zar.

martes, 4 de diciembre de 2018

Las cartas de un jesuita al Papa: "El islam es un sistema fascista y maligno"

El padre Henri Boulad, jesuita y escritor
El padre Henri Boulad rehuye el más leve atisbo de corrección política. Tampoco se esfuerza en sonar conciliador. "Soy islamófobo pero no musulmanófobo. La mayoría de los musulmanes son gente buena y tolerante. Yo acuso al islam porque representa un sistema fascista. Se puede odiar al nazismo y no a los nazis del mismo modo que Jesús despreciaba la maldad pero no a los malos", descarga este jesuita de 86 primaveras, hijo de una familia melquita nacido en una Alejandría que ya no existe.

Desde una pequeña estancia de un colegio jesuita de El Cairo, el sacerdote continúa su discurso:
"Tanto el islam como el cristianismo están luchando por abrazar la modernidad. La iglesia católica se resistió durante cinco siglos hasta que celebró el Concilio Vaticano II. Su reforma está en marcha pero no ha concluido. No es una vía sencilla pero para el islam resulta aún más complicado. Yo creo que le es imposible. El islam es incompatible con la modernidad".
Es última hora de la tarde y del otro lado de las verjas de la escuela llega el rumor de las bocinas y la multitud que merodea por las inmediaciones de la estación de tren de Ramsés, en el centro de la megalópolis egipcia. 
"El islam eligió su camino en el siglo IX d.C. al elegir entre dos formas opuestas, las que representaban las ciudades de La Meca y Medina. El de La Meca es un islam espiritual, abierto y tolerante mientras que el de Medina es un sistema político fascista. Los ulemas acordaron que prevaleciera el de Medina", arguye Boulad.
"La segunda decisión -agrega- fue establecer que el Corán viene directamente desde el cielo. A diferencia de la Biblia, un libro inspirado, el Corán es una obra celestial y secreta cuya traducción del árabe estuvo prohibida durante siglos porque se entendía como una suerte de acomodación a los tiempos modernos. La tercera decisión fue fijar que cualquier pensamiento crítico está vetado. Las medidas tomadas entonces son definitivas y no pueden ser revertidas. Venció el islam rigorista e intolerante".
Unas vicisitudes que Boulad refiere para afirmar contundente que "no existe el islam moderado". "Sí hay, en cambio, musulmanes moderados que eligen de su religión lo que es compatible con los derechos humanos y su modelo de vida pero que son rechazados por los musulmanes más estrictos que se consideran a sí mismos guardianes del Corán. Ni siquiera el sufismo representa el islam moderado porque a lo largo de su historia ha tenido alguna corriente violenta", sostiene el jesuita. 
"El islam está en un cruce de caminos. ¿Qué elegir? ¿Seguir anclado en sus raíces como el Corán o los hadices [dichos y hechos del profeta] y aumentar la tensión en todos los países y con los musulmanes seculares? Una de las principales dificultades es que Mahoma es un modelo a emular. Si es tu modelo, no te preguntes por qué eres terrorista. La guerra era el modo en el que se trataba en su época a golpe de conquistas, asesinatos e intolerancia. En el 622 d.C., con la hégira, Mahoma deja de ser un líder religioso para ser un caudillo político con ejército y armas. Es muy simbólico que a partir de entonces divida el mundo entre la tierra del islam y la de los infieles".
Su afilada retórica es un látigo que ha alcanzado los pasillos del Vaticano. 
"El Papa Francisco no entiende lo que es el islam y aún cree en el diálogo entre la iglesia e instituciones como Al Azhar [el faro del islam suní con sede en El Cairo]. El diálogo no ha experimentado ningún progreso en cincuenta años salvo algunas declaraciones, encuentros y gestos como compartir una taza de café o té y sonreír juntos", despotrica quien ha llegado a dirigirle una misiva al pontífice.
"Frente a la violencia cometida en nombre del islam, resulta demasiado fácil a los moderados tomar distancia y afirmar de manera ciega y peligrosa que 'todo esto no tiene nada que ver con el islam`. Hay que tener el valor y la honestidad de reconocer que aquellos que actúan de esta manera se apoyan en los textos fundadores de su religión", le reprocha al argentino. "No me ha contestado a la carta. Está en un estado de negación. Es inútil hablar con él. Benedicto XVI fue más consciente. Buscó el diálogo basado en la verdad". Razintger trató de tender la mano al islam pero su iniciativa quedó muy malparada tras la intervención de 2006 en la que parafraseó un discurso de un viejo emperador bizantino que provocó un terremoto en la comunidad musulmana.
"Muéstrame qué ha traído Mahoma que fuera nuevo, y allí sólo encontrarás cosas malignas e inhumanas, tales como su orden de extender mediante la espada la fe que él predicaba", dijo entonces el actual Papa emérito.
"No se puede dialogar con Al Azhar. Es una institución que promueve la intolerancia y muchos intelectuales musulmanes lo han denunciado exhibiendo los manuales y su modelo de enseñanza. Educan en el asesinato de los vecinos cristianos", desliza.
Para Boulad, la fe de Mahoma está "atrapada en su propia trampa". 
"¿Puede adaptarse el islam a la modernidad sin traicionarse a si mismo? Si alguno de sus ulemas tomara la decisión de afirmar públicamente que la lectura literal del Corán no es lícita estaría poniendo en cuestión las fundaciones del islam. Dejaría de ser musulmán", replica. 
El jesuita no oculta que su ideario coincide sin estridencias con el del líder Viktor Orbán, el primer ministro de Hungría que le concedió recientemente la nacionalidad. 
"Yo hablo de los límites del deber de hospitalidad. Hay que darle la bienvenida a los verdaderos refugiados. Europa tiene capacidad de integrar a la gente pero deben ser refugiados reales, que no es el caso actual. Deben estar dispuestos a integrarse y no traer su propia cultura y sistema. El Papa debería ser consciente de sus llamadas continuas a abrir las fronteras y dar la bienvenida a este gente. Está siguiendo la corrección política y tiene la mentalidad de la iglesia en América Latina, la teología de la liberación", denuncia sin inmutarse.
Fuente.

miércoles, 28 de noviembre de 2018

MIGRACIONES QUE ESCONDEN GUERRAS ÉTNICAS Y CULTURALES

Jorge Santa Cruz

Las caravanas de migrantes que cruzan México y se dirigen a Estados Unidos tienen la etiqueta de la más descarnada manipulación. Es cierto: la pobreza enferma y mata en América Central. La Mara Salvatrucha, también. El establishment deprepador instalado en tierras yanquis impidió que América Central permaneciera unida a México porque no quería tener una potencia rival.

Hoy, sin embargo, el financiamiento y la organización de todos los contingentes nos llevan a suponer que oscuros intereses políticos, económicos e ideológicos manipulan -desde los EE.UU.- a las miles de personas que doblegaron a México y desafían al actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. ¿Con qué finalidad? Leamos...

El caso de México

El gobierno saliente de Enrique Peña Nieto sucumbió cual peón desprotegido ante una poderosa y avasallante dama en el ajedrez político global. Limitado por su absoluta falta de credibilidad y por el hipócrita discurso del respeto a los derechos humanos, abrió las puertas del país a todo tipo de gente extranjera, desde la que desea mejorar su calidad de vida hasta los típicos manipuladores y delincuentes.

Peña Nieto, acorralado por su propio presente, optó por imitar lo hecho por los gobiernos europeos con los migrantes musulmanes (entre los que se han infiltrado maleantes y terroristas): darles progresivos privilegios de los que carecen más de 50 millones de pobres mexicanos.

El próximo Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, seguirá la misma tónica, dado su previsible discurso. (Lo hará de manera paralela a la aplicación indiscriminada y "legal" del aborto con el que impedirá el crecimiento de la población nacional a cambio de favorecer los flujos de centroamericanos, y la "legalización" de las drogas que mantendrá adormecida la opinión y la acción de la mayoría de la gente adicta).

Las noticias sesgadas de los medios mexicanos y la manipulación llevada a cabo en redes sociales rinden ya los primeros frutos malévolos en México: choques entre grupos sociales favorables a los migrantes y los que se oponen a su llegada y establecimiento en suelo nacional. Dicho de manera simple: las caravanas de migrantes empiezan a dividir a los mexicanos.

El otro tema, aún más delicado, es el de la invasión contra-cultural: la mezcla de idiosincrasias ajenas a la identidad nacional dará sus amargos frutos en el mediano y largo plazo, desdibujando la ya de por sí muy endeble identidad mexicana.

La "desmexicanización" comenzó con la difusión de una falsa historia, basada en la capciosa dialéctica que enfrenta al factor indígena con el mestizo. La segunda etapa, iniciada claramente en la década de 1970, se apoya desde entonces en los medios masivos de comunicación.

La mayoría de los mexicanos ha perdido su sentido de pertenencia tras casi seis décadas de estar sometida a contenidos televisivos perniciosos (basados en la mediocridad intelectual y la pornografía), a "ritmos musicales" extraños, a libros vacíos de valores, a películas saturadas de violencia y sensualidad irresponsable, a un desenfrenado consumismo y a la apología de la violencia (con series que ponen a los narcos como "héroes").

Lo que se esconde detrás de las caravanas de migrantes es, simple y llanamente, el contagio de la desculturalización de América Central en el México de hoy.

El caso de Estados Unidos

En el corto plazo, los patrocinadores de los migrantes centroamericanos (Soros, Obama, los Clinton, etcétera) pretenderán incendiar la frontera sur de Estados Unidos con el fin de provocar la caída del actual presidente Donald Trump.

En el mediano y largo plazo, con la infiltración de centroamericanos, querrán desdibujar el núcleo de méxico-americanos que amenaza con tener la cantidad suficiente de votantes para inclinar ciertas decisiones de gobierno a su favor.

Conclusión

La ola migrante en Europa busca, entre otras cosas, descristianizar al viejo continente. Algo similar quieren los promotores de las caravanas procedentes de América Central: terminar de borrar la semilla sembrada por los misioneros españoles y convertir a las masas en dóciles instrumentos de guerras étnicas, carentes de origen, presente y futuro común.

Comunidades desarraigadas dejarán los recursos naturales a merced de las transnacionales y los migrantes caerán, tarde o temprano, en manos de los líderes de sectas que lucran con el desamparo religioso y las ingentes necesidades materiales de sus "fieles".

De este tamaño es el peligro.

Fuente.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Fraude en las emisión de radiaciones de los teléfonos móviles. Hubo un DieselGate y hay un PhoneGate

Nos encantan los teléfonos móviles pero emiten radiaciones electromagnéticas y hoy estamos más radiados de lo que pensamos. ¿Por qué? Porque las compañías que venden los terminales han ocultado de manera sistemática que sus emisiones son mucho mayores de lo que marcan las leyes hechas para proteger la salud pública.

Así lo ha descubierto y lo advierte el médico francés Marc Arazi. Este profesional sanitario destapó en 2016 el llamado PhoneGate -el fraude de los fabricantes de móviles a la hora de certificar la tasa de radiación de sus modelos en cabeza y cuerpo (SAR), que en Europa es de 2.0 Watios por kilogramo (W/Kg) de peso.

Arazi ha venido a España a la jornada informativa “5 G y salud en la sociedad de la información”, celebrada en la Asociación de la Prensa de Madrid y organizada por la asociación de pacientes EQSDS (Electro y Químico Sensibles por el derecho a la salud). Y ¿qué es lo que cuenta este galeno? En sus palabras:
6.000 millones de usuarios de móviles han sido engañados por los fabricantes de móviles” al haber estado expuestos a una radiación “más de 20 veces por encima del umbral reglamentario”.

Por ello, tras dos años de trabajo de PhoneGate Alert -la asociación creada para liderar esta causa- ha conseguido que en Francia se empiecen a retirar móviles del mercado y que otros actualicen su SAR aunque advirtió que no pasarán por ningún control los móviles de segunda mano ni otros dispostivos como las tabletas y los PC.

Pero Arazi pretende ir más allá haciendo que la misma retirada de móviles se haga en otros países (lo cual afectará a 250 modelos) y seguir con las acciones legales internacionales contra los empresarios implicados ya que asegura que el PhoneGate será diez veces más importante que el DieselGate. Los efectos de los campos electromagnéticos en las personas son conocidos y veraces pero no hay controversia cuando hablamos de salud y telefonía móvil”, afirmó Arazi que ha conseguido que el gobierno francés publique los informes con las pruebas de los controles de radiación de los teléfonos.

Además, este médico preocupado por la salud de la pública ha impulsado una nueva norma que mide la radiación en la piel a 0 milímetros de la misma, en vez de cómo se hacía con la anterior normativa que situaba los medidores a entre cinco y 20 centímetros de distancia, al inadecuado para el uso real de un teléfono por motivos obvios, lo pegamos a nuestra oreja y prácticamente al cerebro mientras hablamos por él.

El problema que se avecina ahora es el despliegue del 5G que significa más potencia de emisión de las antenas para abarcar más datos de los terminales. Mientras que los científicos independientes piden que se reduzcan las tasas de radiación a 0,1 mW cm₂, la red 5G superará con creces esos valores, advierte Ceferino Maestu, director del Laboratorio de Bioelectromagnetismo de la Universidad Politécnica de Madrid.

Puede parecer ciencia ficción pero no lo es. La existencia de hipersensibles nos adelanta lo que puede ser una epidemia a medio plazo pues todos somos susceptibles de padecer el problema. Pero la información no llega a la sociedad por su escasa presencia en los medios y porque, para abordar un problema, primero hay que reconocer que existe. Pero uno de los impedimentos es la poderosa industria que hay detrás”, abundó durante la conferencia Minerva Palomar, presidenta de EQSDS.

Esta vulnerabilidad a los campos electromagnéticos también la determina nuestra naturaleza electrosensible y el hecho de que evolutivamente no estamos adaptados a convivir con tal magnitud de campos artificiales. Estos afectan a la glándula pineal y su producción de melatonina.

Esta hormona es responsable de mantener el reloj biológico central en hora para que los ritmos circadianos y todas las funciones de nuestro organismo trabajen en sincronía. Pero también es un gran protector antitumoral, según aportó en una ponencia el doctor Darío Acuña, catedrático en fisiología de la Universidad de Granada.

Bernardo Hernández Bataller, Impulsor del Dictamen aprobado por el CESE (Comité Económico y Social Europeo) sobre hipersensibilidad electromagnética en 2014, expuso el proyecto que, por conflictos de interés nunca vio la luz. Este dictamen habría sido pionero en favorecer el reconocimiento de los derechos de las personas electrohipersensibles, su discapacidad funcional, el acceso a ciertas prestaciones y las medidas para prevenir el aumento de casos aplicando el principio de precaución en el ámbito laboral:

No puede hacerse caja haciendo que las ciudades se vuelvan inalámbricas sin pensar en las consecuencias. Hoy los electrohipersensibles nos jugamos la vida porque es imposible estar en un lugar que te produce toda esta sintomatología: pérdida de memoria, dificultad para razonar, para hablar, pérdida de movilidad, de equilibrio, desorientación, dolor, problemas en el corazón… Por eso necesitamos tecnología verde, segura y biocompatible”, concluyó.

El pasado 1 de noviembre la comunidad científica independiente hizo dos nuevos llamamientos (5G Space Appeal y The EMF Call) solicitando a la ONU, la OMS y los gobiernos la moratoria de la 5G y el 5G espacial que repercutirán en la mayor la exposición de las personas y el medioambiente.

sábado, 3 de noviembre de 2018

CARTA TRIUNFAL A LOS ESPAÑOLES DE UN MIEMBRO DE LA OLIGARQUÍA GLOBALISTA

Habéis estado muy ocupados en simplezas durante los últimos 40 años que no os disteis cuenta de cómo os ganábamos una a una todas las partidas. No sois una comunidad organizada, carecéis de musculatura moral, despreciáis los valores naturales y negáis cualquier valor al patriotismo como ideal que os sublime ante los ojos de otras naciones. Lo teníais todo hace unos años. Fuisteis un país con notables recursos en un lugar geoestratégico único en el mundo.

Vuestro capital humano era tan valioso que hasta el mismo Kissinger nos alertó, en la primera mitad de los años 70, de que una España espiritualmente fuerte y socialmente unida sería una España demasiado peligrosa para nuestros intereses. He de admitiros que ese temor no era infundado. Aquella España organizada y orgullosa de sí misma, que ambicionaba objetivos que sólo les eran permitidos a unas pocas naciones, era un riesgo excesivo para nuestros planes en Europa. De ahí que no hubiese tiempo que perder y que tras la muerte de Franco emprendiésemos la tarea de segar el espíritu indómito del pueblo español, dejándolo en barbecho, hasta que viésemos oportuno sembrar en él los dogmas por los que hoy se rige el entero Occidente.

Pasasteis de tenerlo todo a dejarlo todo en manos de políticos insaciables entregados a nuestro dinero. Ya nada os queda de vuestro pasado. La legendaria rebeldía ibérica ha sobrevivido sin embargo en algunos, muy pocos, en comparación con los que han sucumbido a nuestros proyectos eugenésicos. Aunque los “rebeldes” son conscientes de la realidad, apenas representan lo que una hoja perdida en medio del bosque, en comparación con los que os combaten en nuestro nombre. La mayoría os habéis convertido en presa fácil de nuestros experimentos sociales. Por ejemplo, gastáis el dinero que no tenéis en cosas que no necesitáis, pero que nosotros hemos convertido en imprescindibles.

Es inútil la oposición de unos pocos que os reunís en medios como éste para cantarnos la palinodia. Disponemos de inagotables recursos humanos y económicos, controlamos gobiernos, productoras, bancos, multinacionales, imperios financieros… Marcamos tendencias, modas, modismos; os imponemos las preferencias vitales hasta en el más apartado campo de vuestra existencia. Nuestra corruptora influencia es tan grande que alcanza incluso el corazón de la Cristiandad. Nadie influyente en el mundo es ajeno a nuestros propósitos.

Mandamos en los mercados y en los principales grupos mediáticos. Nuestro poder ha logrado que subliméis la fealdad, ponderéis la cobardía y degradéis el concepto del honor y la dignidad personal. Los valores consustanciales a la civilización occidental han sido ampliamente suplantados. No son los tanques, son determinadas ideas, y su expansión a todo el espectro cultural de la vida de una sociedad desarrollada, las que han de conseguir la victoria. Por eso vamos implantando nuestras banderas en diferentes campos de batalla donde van dejando sus semillas, el ecologismo, el animalismo, el feminismo, el pacifismo…Todo lo que tenga un mensaje de trascendencia del hombre o de sentido religioso, hay que aniquilarlo. Hemos creado, a través de la educación y de los medios de comunicación, una sociedad dócil, volcada en el sentimentalismo, sin pensamiento crítico, sin pensamiento libre y sin pensamiento individual, y siempre preocupada por militar al lado de los buenos y nunca formar parte de los “malos”. Descarrilamos hace tiempo contra la razón y ahora, a través de las organizaciones progresistas que trabajan para nosotros, se están minando todas las defensas de la sociedad: los códigos de honor, la tradición, el reconocimiento de una historia exitosa… el español hoy es un producto de las circunstancias, es intercambiable y, en un último punto, es canjeable y prescindible.

España es apenas una marca sin peso propio. No tenéis soberanía económica y sí una deuda impagable. No tenéis un ejército que os proteja y disuada a vuestros enemigos. Ahora es la OTAN la que decide qué causas tienen que defender vuestros soldados y en qué escenarios del mundo. No tenéis industria armamentística ni sabríais manejaros en la era de los drones y los misiles guiados por láser y satélite. Os hemos reducido a la indigna tarea, que vosotros habéis aceptado muy solícitamente, de lucir tatuajes, echar unas cervecitas entre charlas insustanciales y compartir vacuidades por WhatsApp. Pronto pagaréis muy cara vuestra rendición. Lo teníais todo y en nombre de la internacionalización os lo hemos quitado todo. ¿Cómo exigir que os respetemos?

En realidad no sólo a vosotros. Europa es una pantomima creada para robar vuestros recursos y atrofiar la identidad y la fortaleza moral de sus naciones. Mientras llevábamos a cabo la gran tarea demoledora, os anestesiamos largamente con la telebasura. Vuestra insustancialidad es la mejor recompensa por tantos años de irreverente control y dominio de vosotros mismos.

Fuisteis un gran país cuando todas las regiones españolas, que en lo práctico eran solamente una, trabajaban codo con codo. Fuisteis un país fuerte y unido. Tan fuerte que obtuvo un imperio donde no se ocultaba el sol… desde Filipinas hasta el norte de California. Decidimos que nunca más os sería devuelta vuestra fortaleza ni vuestra unidad. Todos vuestros ancestrales enemigos se han conjurado contra vosotros desde 1975. Decidimos que todas vuestras referencias políticas y morales fueran destruidas y taladas las raíces culturales de las que emerge vuestra identidad colectiva. Colamos las urnas para que os tragaseis el cuento de que la soberanía nacional reside en el pueblo. Lo demás ya lo conocéis.