Pavel Stroilov, un exiliado ruso en Londres, tiene en su ordenador 50.000 documentos secretos del Kremlin no traducidos ni publicados, la mayoría del final de la Guerra Fría. Los robó en el 2003 y huyó de Rusia. Deberían valer millones para la CIA; seguramente explican algo del Comunismo y su collapso que el mundo debe conocer. Sin embargo Pavel no consigue que nadie los publique, financie su traducción o los almacene en alguna Biblioteca prestigiosa. Nadie parece tener interés en estos archivos.
Hay otro caso, el disidente soviético Vladimir Bukovsky, que pasó 12 años en las prisiones de la URSS, en campos de trabajo, y en psikhushkas—hospitales psiquiátricos políticos—tras ser condenado por copiar literatura anti-Soviética. Él también posee una enorme colección de documentos robados de los archivos del Comité Central del Partido Comunista, que según escribe él, “contienen los inicios y finales de todas las tragedias de nuestro siglo sangriento.” Estos documentos pueden consultarse online en esta dirección, pero la mayoría están sin traducir. “Los ofrezco gratis a los principales diarios del mundo, pero nadie quiere publicarlos,” Bukovsky escribe.
La mayoría de los documentos originales de Stroilov continuan en los archivos del Kremlin, donde siguen clasificados, como la mayoría de los documentos secretos post-Stalin. Estos documentos según Stroilov contienen las transcripciones de casi cada conversación entre Gorbachev y sus colegas extranjeros.
Cuando Gorbachev y sus colaboradores abandonaron el Kremlin, se llevaron copias de los archivos con ellos. Los documentos fueron escaneados y almacenados en los archivos de la Fundación Gorbachev, donde solo unos pocos tuvieron acceso a los documentos. En 1999 se permitió el acceso a los archivos a investigadores independientes, entre ellos Stroilov. Las partes principales de la colección permanecieron restringidas; Gorbachev no autorizó ninguna copia de los documentos. Pero había un fallo de seguridad en la Fundación, y Stroilov la aprovechó. En secreto Stroilov copió los archivos y envió las copias a diferentes lugares del mundo.
Los documentos proyectan una imagen de Gorbachev mucho peor de la que se tiene de él. En un documento, se ríe con los miembros del Politburo del derribo por cazas soviéticos del avión comercial coreano en 1983.
En una reunión del Politburo del 4 de octubre de 1989:
Lukyanov informa que el número real de bajas en la Plaza de Tiananmen fue de 3.000.En una conversación de Gorbachev con Hans-Jochen Vogel, el líder del partido social-demócrata de Alemania Occidental, Gorbachev defendió la masacre de las tropas soviéticas el 9 de abril de 1989 sobre los manifestantes pacíficos en Tbilisi.
Gorbachev: Debemos ser realistas. Ellos, como nosotros, tienen que defenderse. Tres mil . . . ¿Y qué?
Según informes de Zagladin, Kenneth Coates, miembro del Parlamento Europeo desde 1989 a 1998 se reunió con Zagladin el 9 de enero de 1990 para pactar una fusión gradual del Parlamento Europeo y el Soviet Supremo. Coates, dice Zagladin, explicó que “creando una infraestructura de cooperación entre los dos Parlamentos ayudaría a aislar a los derechistas del Parlamento Europeo (y de toda Europa), interesados en el colapso de la URSS.” Coates fue presidente del subcomité de Derechos Humanos del Parlamento Europeo de1992 a 1994. Francisco Fernández Ordóñez, fue ministro de Asuntos Exteriores de España. El 3 de marzo de 1989, según estos documentos, explicó a Gorbachev que “el éxito de la perestroika solo significa una cosa—el éxito de la Revolución Socialista en las condiciones contemporáneas. Y eso es exactamente lo que no aceptan los reaccionarios.” Dieciocho meses después Ordóñez le dijo a Gorbachev: “Siento repugnancia intelectual cuando tengo que leer, por ejemplo, en los documentos del ‘G7’ que la democracy, la libertad y la economía de mercado están en el mismo nivel. Como socialista, no puedo aceptar esa ecuación.”
Los archivos de Zagladin registran que el líder del partido laborista británico, Neil Kinnock, se aproximó a Gorbachev—sin autorización, cuando Kinnock lideraba la oposición—utilizó un enviado secreto para discutir la posibilidad de parar el programa británico nuclear de misiles Trident. El enviado secreto fue el parlamentario Stuart Holland:
En opinión de Holland, la Unión Soviética debería estar muy interesada en liquidar los “Trident” porque, entre otras cosas, Occidente—EEUU, Gran Bretaña y Francia—tendrían una importante ventaja sobre la URSS después de firmar el tratado START. Esa ventaja debería eliminarse. . . . Holland señaló que por supuesto eso solo podría hacerse si los laboristas llegaban al poder. Thatcher nunca accedería a una reducción de los armamentos nucleares.Kinnock fue vicepresidente de la Comisión Europea de 1999 a 2004, y su esposa, Glenys, ahora es ministra británica para Europa. Gerard Batten, miembro del UK Independence Party, ha señalado el significado del episodio. “Si el informe es cierto, significa que Lord Kinnock se reunió con un enemigo británico para obtener el apoyo a la política de defensa del partido, y si hubiera sido elegido, hubiera sido la política de defensa de Gran Bretaña,” Batten lo dijo en el Parlamento Europeo en 2009. “Si el informe es cierto Lord Kinnock es culpable de traición.”
Similarmente la Baronesa Catherine Ashton, actualmente ministra de exteriores de la Unión Europea, fue tesorera de la campaña británica para el desarmamento británico desde 1980 a 1982. Los documentos muestran pruebas de que esta organización recibió “ingresos no identificados” de la URSS en los años 1980s.
Los documentos de Stroilov sugieren que el actual Comisario español para asuntos monetarios y económicos, Joaquín Almunia, apoyó con entusiasmo el proyecto soviético de unir gradualmente Alemania y Europa en la “casa común europea” socialista y se opuso fuertemente a la independencia de los estados bálticos y de Ucrania.
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