Historia de la quimioterapia
En diciembre de 1945, un barco de guerra norteamericano fue atacado en el puerto de Bari, Italia. Llevaba 100 toneladas de gas mostaza, un arma química. Fue un gran desastre. El gas mostaza fue liberado, y murieron muchas personas. Los oficiales médicos notaron que los sobrevivientes sufrieron una profunda depresión de la médula y una gran disminución del número de glóbulos blancos. Surgió así la idea de administrar este tipo de sustancias químicas a pacientes oncológicos.
Estas sustancias matan a todas las células de división rápida del cuerpo, al momento de la administración del medicamento. Como las células cancerosas se dividen rápidamente, según la teoría, la quimioterapia las destruye, mientras que preserva las células de división más lenta.
Luego de la 2° Guerra Mundial, se eligió a Cornelius Rhoads, que había sido Jefe del Servicio de Armas Químicas del ejército de los EE.UU., como nuevo director de investigaciones del Centro Oncológico Memorial Sloan-Kettering (el centro de tratamiento e investigación oncológica más importante y famoso del mundo). Bajo su dirección, se emprendió la investigación de 1.500 tipos de gas mostaza nitrogenado como tratamiento para el cáncer.
Luego de la 2° Guerra Mundial, se eligió a Cornelius Rhoads, que había sido Jefe del Servicio de Armas Químicas del ejército de los EE.UU., como nuevo director de investigaciones del Centro Oncológico Memorial Sloan-Kettering (el centro de tratamiento e investigación oncológica más importante y famoso del mundo). Bajo su dirección, se emprendió la investigación de 1.500 tipos de gas mostaza nitrogenado como tratamiento para el cáncer.
En 1971, el presidente Nixon declaró la guerra contra el cáncer, en la que se invirtieron decenas de miles de millones de dólares durante varias décadas, en investigación y tratamiento con quimioterapia. Se creía que con suficiente inversión, se podría erradicar el cáncer.
Científicos críticos
Si bien se cree que la quimioterapia ha contribuido sustancialmente en el tratamiento del cáncer, a mediados de la década del ´80 empezaron a publicarse artículos científicos que ponían en duda tal creencia. En 1985, el Dr. John Cairns, de la Escuela de Salud Pública de Harvard, publicó un artículo sobre la guerra contra el cáncer, en el que mostró que la quimioterapia salvaba las vidas de solamente entre el 2% y el 4% de las pacientes. Según él, a pesar de la inmensa inversión en investigación, este tratamiento no era capaz de vencer a ninguno de los cánceres más comunes.
Al año siguiente, el Dr. John C. Bailar III (Ph.D.) publicó un estudio muy importante. El Dr. Bailar tenía un altísimo prestigio en la comunidad médica, había sido editor de la Revista del Instituto Nacional del Cáncer, y pertenecía al Departamento de Bioestadísticas de la Escuela de Salud Pública de Harvard. Luego de evaluar cuidadosamente las estadísticas, perdió la fe en la quimioterapia y también en la guerra contra el cáncer. En sus palabras, los intentos crecientes e intensos de mejorar el tratamiento del cáncer, durante los últimos 35 años, han tenido muy poco efecto sobre el parámetro más fundamental de resultado clínico: la muerte. A grandes rasgos, los esfuerzos para controlar el cáncer han fracasado.
En 1990, el Dr. Ulrich Abel, experto en bioestadística oncológica de la Universidad de Heidelberg, Alemania, publicó el estudio más amplio jamás realizado sobre la quimioterapia. Su inquietud fue creciendo durante diez años de trabajo en el área de estadística en oncología clínica. Dice el Dr Abel: Un análisis sobrio y sin prejuicios de la literatura revela que los regímenes (de medicamentos) en cuestión raramente tienen algún beneficio terapéutico.
Para la gran mayoría de los cánceres epiteliales avanzados, no hay evidencia de que el tratamiento con estas drogas extienda o mejore la vida. Esta afirmación es asombrosa viniendo de un miembro del establishment del cáncer. En Alemania, le valieron un importante artículo, mayormente favorable, en Der Spiegel, el equivalente alemán de la revista Time. En otros países, no se le dio a su trabajo la importancia que tiene. Al decir epitelial, el Dr. Abel se refiere a las formas más frecuentes de adenocarcinoma - pulmón, mama, próstata, colon, etc. Estos constituyen por lo menos el 80% de las muertes de cáncer en los países industriales avanzados. Cada vez con mayor frecuencia, se utiliza quimioterapia en casos avanzados de cáncer. En todo el mundo, mueren más de un millón de personas a causa de estos tipos de cáncer, y la mayoría recibe alguna forma de terapia citotóxica sistémica antes de morir.
Mientras escribía su monografía, el Dr. Abel realizó una encuesta entre cientos de oncólogos. Las opiniones personales de muchos oncólogos, nos informa, parecen contrastar de manera significativa con lo que se comunica al público. De hecho, el Dr. Abel cita estudios en los que muchos oncólogos sostienen que no utilizarían quimioterapia si tuvieran cáncer.
Mientras escribía su monografía, el Dr. Abel realizó una encuesta entre cientos de oncólogos. Las opiniones personales de muchos oncólogos, nos informa, parecen contrastar de manera significativa con lo que se comunica al público. De hecho, el Dr. Abel cita estudios en los que muchos oncólogos sostienen que no utilizarían quimioterapia si tuvieran cáncer.
El establishment atribuye el supuesto aumento histórico en la tasa de supervivencia a 5 años de las últimas décadas a los efectos beneficiosos de la quimioterapia. Los expertos modernos en metodología están de acuerdo en que la única manera de obtener información confiable sobre el valor relativo de dos terapias es realizar comparaciones aleatorias. Es sorprendente que casi nunca se lleven a cabo tales comparaciones en el caso de las terapias ortodoxas. La supervivencia a 5 años puede ser mejor hoy que años atrás debido a mejoras en la detección temprana y/o a mejoras en los cuidados paliativos.
Si la realidad de la quimioterapia es tan poco alentadora como dice el Dr. Abel, ¿cómo surgió la idea de utilizarla para los tipos principales de cáncer? Uno de los motivos es que a menudo las drogas sí logran algo: reducen los tumores. Pero en contra de lo que comúnmente se cree, la reducción de la masa del tumor no alarga la vida. De hecho, en ocasiones, el cáncer regresa más agresivamente, porque matar al 99% de las células cancerosas alienta el crecimiento de cepas de células malignas resistentes a las drogas.
¿Al menos la quimioterapia no mejora la calidad de vida del paciente? Probablemente otorga un alivio psicológico al pensar que se está haciendo algo contra la enfermedad (sin embargo, como acabamos de ver, esto puede no ser cierto en la mayoría de los casos). Es valioso si alivia los síntomas, como en el cáncer en la cabeza o en el cuello. Pero como señala el Dr. Abel, hasta ahora no han habido estudios aleatorios que brinden una clara evidencia de que la quimioterapia mejora la calidad de vida. De hecho, la mayoría de estas drogas son tan tóxicas que pueden disminuir mucho la calidad de vida.
¿Y qué hay de la infrecuente y afortunada persona cuyo carcinoma avanzado parece curarse por el tratamiento con drogas? Hay que evaluar el beneficio de esta persona contra el costo total de todos aquellos que reciben el tratamiento y no se benefician, la totalidad del riesgo versus el beneficio, de lo contrario el argumento adquiere la misma lógica que una recomendación de apostar basada en las ganancias de los ganadores.
En resumen, según el Dr. Ulrich Abel, la oncología no ha sido capaz de proporcionar bases científicas sólidas para la terapia citotóxica tal como se la usa actualmente. Sin embargo, la tesis de la eficacia de la quimioterapia ha tomado el carácter de un dogma. De hecho, tanto en Alemania como en los EE.UU., no es ético no brindarle estos tratamientos tóxicos a un creciente número de pacientes. Por lo tanto, la oncología clínica se ha vuelto prisionera de su propio dogma.
Uno de los pocos estudios que comparó pacientes que recibían tratamiento oncológico convencional con pacientes que no recibían ningún tratamiento fue dirigido por el Dr. Hardin Jones, profesor de física y fisiología médicas en la Universidad de California. Ante un panel de la Sociedad Norteamericana del Cáncer, dijo:
Si la realidad de la quimioterapia es tan poco alentadora como dice el Dr. Abel, ¿cómo surgió la idea de utilizarla para los tipos principales de cáncer? Uno de los motivos es que a menudo las drogas sí logran algo: reducen los tumores. Pero en contra de lo que comúnmente se cree, la reducción de la masa del tumor no alarga la vida. De hecho, en ocasiones, el cáncer regresa más agresivamente, porque matar al 99% de las células cancerosas alienta el crecimiento de cepas de células malignas resistentes a las drogas.
¿Al menos la quimioterapia no mejora la calidad de vida del paciente? Probablemente otorga un alivio psicológico al pensar que se está haciendo algo contra la enfermedad (sin embargo, como acabamos de ver, esto puede no ser cierto en la mayoría de los casos). Es valioso si alivia los síntomas, como en el cáncer en la cabeza o en el cuello. Pero como señala el Dr. Abel, hasta ahora no han habido estudios aleatorios que brinden una clara evidencia de que la quimioterapia mejora la calidad de vida. De hecho, la mayoría de estas drogas son tan tóxicas que pueden disminuir mucho la calidad de vida.
¿Y qué hay de la infrecuente y afortunada persona cuyo carcinoma avanzado parece curarse por el tratamiento con drogas? Hay que evaluar el beneficio de esta persona contra el costo total de todos aquellos que reciben el tratamiento y no se benefician, la totalidad del riesgo versus el beneficio, de lo contrario el argumento adquiere la misma lógica que una recomendación de apostar basada en las ganancias de los ganadores.
En resumen, según el Dr. Ulrich Abel, la oncología no ha sido capaz de proporcionar bases científicas sólidas para la terapia citotóxica tal como se la usa actualmente. Sin embargo, la tesis de la eficacia de la quimioterapia ha tomado el carácter de un dogma. De hecho, tanto en Alemania como en los EE.UU., no es ético no brindarle estos tratamientos tóxicos a un creciente número de pacientes. Por lo tanto, la oncología clínica se ha vuelto prisionera de su propio dogma.
Uno de los pocos estudios que comparó pacientes que recibían tratamiento oncológico convencional con pacientes que no recibían ningún tratamiento fue dirigido por el Dr. Hardin Jones, profesor de física y fisiología médicas en la Universidad de California. Ante un panel de la Sociedad Norteamericana del Cáncer, dijo:
"Mis estudios han demostrado de manera concluyente que los pacientes que no reciben ningún tratamiento viven de hecho hasta cuatro veces más que los que sí lo reciben. Para un tipo típico de cáncer, las personas que no aceptaron el tratamiento vivieron un promedio de 12 años y medio. Aquellos que aceptaron la cirugía y otros tratamientos vivieron de promedio sólo 3 años."
Quienes tienen cáncer suelen preguntar ¿Qué posibilidades tengo con la quimioterapia?. A menudo los médicos dicen que la respuesta puede ser del 60% o 75%. Para el paciente esto suena muy alentador, y entonces acepta la quimioterapia, por más que implique un gran sufrimiento, creyendo que los beneficios serán mayores que los efectos negativos. Pero tal como lo señala Ralph Moss, Ph.D., en su libro Cuestionando la quimioterapia (1995), el médico quiere decir índice de respuesta pero el paciente oye cura. Estos pacientes y sus familias pueden ponerse furiosos al darse cuenta de que por lo general la respuesta no significa más tiempo de vida ni una mejor calidad de vida. Aunque la creencia de que la reducción del tumor extiende la vida se acepta casi universalmente, esta creencia es falsa. Algunos oncólogos tienen bien claro que esto es así... saben que la reducción del tumor no dice nada sobre las expectativas de vida del paciente... la reducción del tumor es el principal parámetro de efectividad de la quimioterapia. Esto tiene mucha importancia, porque los médicos rutinariamente buscan lograr tal respuesta, y le dicen a sus pacientes que es un objetivo muy deseado en el tratamiento (basados en esta creencia falsa) [...] Esta es una de las ilusiones primarias de la oncología.
En 1988, un científico del Instituto Nacional del Cáncer (EE.UU.) publicó estadísticas en el prestigioso Cecil´s Textbook of Medicine indicando que para muchos tipos de cáncer (cáncer de mama, estómago, próstata, cabeza y cuello, vejiga y otros) la tasa de respuesta a la quimioterapia era de 75%. Sin embargo, para estos mismos cánceres, casi no había casos de supervivencia prolongada libre de enfermedad.
¿Cuán tóxica es la quimioterapia? En los manuales modernos sobre el tema, se recomienda a las enfermeras usar batas de manga larga, gafas, protección para los zapatos, y guantes extra gruesos, que deben cambiarse cada media hora. Se les instruye que nunca coman, beban, fumen o se apliquen cosméticos en el área de preparación de las drogas. Se les advierte que la mera manipulación de las drogas tiene riesgos significativos, tales como anormalidades reproductivas, lesiones hepáticas y de los cromosomas, y problemas hematológicos.
Si estos son los riesgos de manipular las drogas, ¿cuál es el riesgo de introducirlas en el cuerpo de una persona enferma? Las drogas quimioterapéuticas son una de las sustancias más tóxicas que se introducen intencionalmente en el cuerpo humano.
Si todo esto es cierto, ¿cómo es posible que se siga usando la quimioterapia rutinariamente? El tratamiento alopático del cáncer mueve cientos de miles de millones de dólares al año en el mundo entero. No es difícil entender por qué sigue existiendo. Las alternativas existen, pero son menos costosas y muchas ni siquiera pueden patentarse.
En 1999 año murieron en los de España hospitales 371.102 personas. De ellas, 94.566 (el 25,48%) a causa de tumores; es decir, de cáncer. Luego una de cada cuatro personas que muere en un hospital español lo hace de cáncer. Una cifra mareante que, encima, no refleja la realidad porque buena parte de los enfermos terminales de cáncer son enviados a morir a sus casas por los oncólogos "cuando ya no pueden hacer nada por ellos".
Actualmente hay tres vías con las que la Medicina convencional afronta el problema del cáncer: la Cirugía, la Quimioterapia y la Radioterapia.
En lo que se refiere a la Cirugía, se explicó la importancia de detectar a tiempo un tumor antes de que se extienda porque si el mismo se extirpa cuando aún está aislado el problema puede atajarse antes de que sea irremediable. Cuando así se hace, cuando se actúa en la fase inicial, el porcentaje de casos en que el tumor desaparece y no vuelve a aparecer es notable.
Agregaré que, según el conocido Manual Merck de Medicina, la cirugía es suficiente en un alto porcentaje de cánceres (en el de pulmón el porcentaje de éxito es muy bajo).
Obviamente, no hay manera de contrastar sus datos. Pero en él se afirma que incluso en casos incipientes, sin metástasis, la cirugía sola no es suficiente entre un 30 y un 63% de los casos de cáncer de pulmón, del 18 al 35% en los cánceres de boca, testículo, riñón, vejiga, colon, mama, útero, próstata, ovarios y laringe, y en el 6% de los casos de cuello uterino.
En lo que se refiere a la Radioterapia, se reconocería durante el cursillo que a pesar de que mueve miles de millones de dólares al año los resultados son más bien escasos. Una información que no me sorprendió en absoluto ya que, según los expertos que previamente había consultado, la Radioterapia es ineficaz en un alto porcentaje de cánceres. Según el propio Manual Merck, la eficacia de esta terapia sola nada más es aceptable en casos de cáncer iniciales de testículos, en la llamada Enfermedad de Hodgkin, en los linfomas no hodgkinianos y en los cánceres de próstata (entre el 67 y el 90% de los mismos).
En cuanto a la Quimioterapia no se dieron datos de su eficacia pero el Manual Merck indica que, por sí sola, tiene un porcentaje de éxito en los casos iniciales de coriocarcinomas (98%), cáncer de testículos -excepto seminomas- (88%), la Enfermedad de Hodking (74%), el Linfoma de Burkitt (44-74%) y el Linfoma linfoblástico (50%).
¿Y el resultado de combinar las tres terapias, es decir, cirugía-radioterapia, cirugía-quimioterapia, radioterapia-quimioterapia y cirugía-radioterapia-quimioterapia? Pues hay que decir que no se logran resultados mucho mejores en la mayor parte de los casos comentados aunque sí ayuda en otros cánceres no mencionados como los de endometrio (62%), estómago (54%), riñón -tumor de Wilms- (80), sarcoma de Ewing (70%) y sistema nervioso central -meduloblastoma- (71-80%).
Ahora bien, estamos hablando de los resultados que se obtienen en las fases iniciales de desarrollo del cáncer. Porque cuando el cáncer se ha desarrollado y extendido la cuestión es muy otra. En tales casos los porcentajes de "curación" (supervivencia de 5 años sin que se manifieste de nuevo el cáncer) son muy bajos. Pero de eso nadie quiere hablar.
Pobres resultados que ha obligado a todas las compañías -así se nos anunció también que lo ha hecho la Bristyol-Myers Squibb- a realizar un cambio fundamental de estrategia y que los esfuerzos se encaminen ahora en buscar moléculas que inhiban la proliferación celular. Es decir, a encontrar inhibidores específicos de los factores de crecimiento, receptores y GTP de la célula. Y crear tantos inhibidores distintos como tumores hay. Una labor, pues, de muchos años aunque en estos momentos se está investigando ya con 400 moléculas concretas.
Obviamente, no hay manera de contrastar sus datos. Pero en él se afirma que incluso en casos incipientes, sin metástasis, la cirugía sola no es suficiente entre un 30 y un 63% de los casos de cáncer de pulmón, del 18 al 35% en los cánceres de boca, testículo, riñón, vejiga, colon, mama, útero, próstata, ovarios y laringe, y en el 6% de los casos de cuello uterino.
En lo que se refiere a la Radioterapia, se reconocería durante el cursillo que a pesar de que mueve miles de millones de dólares al año los resultados son más bien escasos. Una información que no me sorprendió en absoluto ya que, según los expertos que previamente había consultado, la Radioterapia es ineficaz en un alto porcentaje de cánceres. Según el propio Manual Merck, la eficacia de esta terapia sola nada más es aceptable en casos de cáncer iniciales de testículos, en la llamada Enfermedad de Hodgkin, en los linfomas no hodgkinianos y en los cánceres de próstata (entre el 67 y el 90% de los mismos).
En cuanto a la Quimioterapia no se dieron datos de su eficacia pero el Manual Merck indica que, por sí sola, tiene un porcentaje de éxito en los casos iniciales de coriocarcinomas (98%), cáncer de testículos -excepto seminomas- (88%), la Enfermedad de Hodking (74%), el Linfoma de Burkitt (44-74%) y el Linfoma linfoblástico (50%).
¿Y el resultado de combinar las tres terapias, es decir, cirugía-radioterapia, cirugía-quimioterapia, radioterapia-quimioterapia y cirugía-radioterapia-quimioterapia? Pues hay que decir que no se logran resultados mucho mejores en la mayor parte de los casos comentados aunque sí ayuda en otros cánceres no mencionados como los de endometrio (62%), estómago (54%), riñón -tumor de Wilms- (80), sarcoma de Ewing (70%) y sistema nervioso central -meduloblastoma- (71-80%).
Ahora bien, estamos hablando de los resultados que se obtienen en las fases iniciales de desarrollo del cáncer. Porque cuando el cáncer se ha desarrollado y extendido la cuestión es muy otra. En tales casos los porcentajes de "curación" (supervivencia de 5 años sin que se manifieste de nuevo el cáncer) son muy bajos. Pero de eso nadie quiere hablar.
Pobres resultados que ha obligado a todas las compañías -así se nos anunció también que lo ha hecho la Bristyol-Myers Squibb- a realizar un cambio fundamental de estrategia y que los esfuerzos se encaminen ahora en buscar moléculas que inhiban la proliferación celular. Es decir, a encontrar inhibidores específicos de los factores de crecimiento, receptores y GTP de la célula. Y crear tantos inhibidores distintos como tumores hay. Una labor, pues, de muchos años aunque en estos momentos se está investigando ya con 400 moléculas concretas.
La nueva "Quimioterapia dirigida" pretende crear cuerpos monoclonales para cortocircuitar la transmisión de la información en la célula cancerosa, moléculas inhibidoras que impidan su replicación logrando que entre en apóptosis, es decir, lograr que la célula se autodestruya -se "suicide"- o sea destruida por las células de defensa del organismo.
Existen, en todo caso, otras vías de investigación. Es el caso de la terapia génica cuya idea básica es introducir material genético en las células -se piensa en retrovirus- para modificar sus funciones. También se pretende desarrollar la Inmunoterapia con la idea de introducir genes para potenciar la respuesta del sistema inmune.
Existen, en todo caso, otras vías de investigación. Es el caso de la terapia génica cuya idea básica es introducir material genético en las células -se piensa en retrovirus- para modificar sus funciones. También se pretende desarrollar la Inmunoterapia con la idea de introducir genes para potenciar la respuesta del sistema inmune.
Lo único que hoy está en fase III -probándose ya en humanos- son algunos antitumorales siendo uno de los más conocidos el Taxol fabricado por el laboratorio organizador de este cursillo. Los citotóxicos y los citostáticos se prueban hoy en miles de pacientes aunque no son tan específicos como los nuevos fármacos que se pretenden crear, inhibidores de la señal para interrumpir el ciclo celular e impedir la proliferación cancerosa.
Por supuesto, si toda esta investigación dará o no fruto alguno es una incógnita como los propios ponentes del curso reconocieron. Porque muchas veces las sustancias que dan resultado en animales fracasan posteriormente en humanos. Y, en el mejor de los casos, los fármacos que pudieran salir de estas investigaciones no estarían al alcance de los enfermos antes de varios años. Por consiguiente, no son una esperanza siquiera para los enfermos de hoy, sólo para los de mañana.
De hecho, varias compañías como Dendreon, Inspire Pharmaceuticals o Cubist Pharmaceuticals han informado hace poco de fallos o retrasos en los ensayos clínicos de sus medicamentos. Aunque los dos fracasos recientes más notables es precisamente el de dos anticancerosos, uno de ellos relacionado con la Bristol Myers Squibb, algo que los ponentes del cursillo se abstuvieron de mencionar. Hablamos del Erbitux.
Fabricado por ImClone, la Bristol Myers Squibb llegó en septiembre pasado a un acuerdo por el que se comprometió a pagar 2.000 millones de dólares a cambio del 20% de la empresa y de parte de los derechos del fármaco. Sólo que la FDA, tras ser probado en pacientes que sufrían cáncer colorrectal y que no habían respondido a la terapia habitual, lo rechazó a finales de diciembre pasado porque en los ensayos clínicos no pudo determinarse si la respuesta de los participantes se debía al nuevo medicamento o a los tratamientos habituales. Con lo que la Bristol Myers Squibb ha amenazado con romper el pacto firmado con ImClone si no se le permite controlar los próximos ensayos clínicos.
El otro es el SU5416, un medicamento diseñado para frenar la angiogénesis desarrollado por Sugen Inc., empresa comprada en 1999 por 650 millones de dólares por Pharmacia. Pues bien, los ensayos clínicos tuvieron que detenerse en la última fase tras constatarse que no prolongaba la vida de los pacientes más que la quimioterapia habitual. De los 355 participantes evaluados (con cáncer colorrectal en estadios avanzados) se comprobó que el grupo que recibía el SU5416 combinado con quimioterapia respondía exactamente igual que el que recibía el tratamiento normal sin combinar con el nuevo fármaco. El tiempo de supervivencia, como se esperaba, no aumentó hasta un 33%.
En suma, está por ver a dónde nos llevan esas investigaciones.
EFECTOS SECUNDARIOS DE LA RADIOTERAPIA Y LA QUIMIOTERAPIA
No quiero dejar de hablar, en cualquier caso, de los efectos secundarios de la Radioterapia y la Quimioterapia. Estos varían mucho de un paciente a otro pero las náuseas, los vómitos, la fatiga intensa, la caída del cabello y la pérdida de glóbulos en sangre son los más frecuentes. Al menos tres de cada cuatro pacientes padecerá como consecuencia una anemia severa -disminución de los glóbulos rojos- con la consecuente debilidad, somnolencia, dolor de cabeza, fatiga constante, falta de aire y palpitaciones aunque no necesariamente se presentan a la vez todos los síntomas descritos. Hay quien afirma, por cierto, que en estos casos ayuda la eritropoyetina pero una buena parte de los expertos lo duda.
También bajan los glóbulos blancos ya que resulta afectada la médula ósea y disminuyen las plaquetas -trombocitopenia- impidiendo el control por el cuerpo de una posible hemorragia. Es igualmente corriente observar petequias, hemorragias muy pequeñitas (se ven como puntitos rojos), principalmente en el interior de la boca y en las piernas. También es más fácil hacerse moretones.
Ambas terapias provocan además inflamación e, incluso, úlceras en las membranas mucosas así como en la boca y la garganta.
Asimismo, pueden irritar y dañar las venas inutilizándolas temporal o permanentemente. Y provocar una flebitis. Otras veces las venas se vuelven muy frágiles y se rompen fácilmente con lo que el medicamento administrado puede causar, al salirse, quemaduras en los tejidos vecinos.
Cabe añadir que cuando se trata a una embarazada el riesgo de provocar serias malformaciones en el feto -especialmente en el caso de la Quimioterapia- es altísimo; de hecho, lo normal es que nazca muerto.
Y lo más importante: el organismo se intoxica. Muchas veces irremediablemente. Con lo que se da la paradoja de que al enfermo le desaparece su tumor... pero se muere algún tiempo después porque el organismo le falla al estar envenenado. Y, claro está, esa persona no se habrá muerto de cáncer sino de otra cosa. Y si el fallecimiento se produce con suerte cinco años después, ¡se habrán salvado incluso las estadísticas y esa persona podrá hasta figurar entre los enfermos "libres de cáncer" y engordar los porcentajes de buenos resultados!
Aunque lo más sangrante es que tanto la Radioterapia como la Quimioterapia, que se utilizan para combatir el cáncer, pueden a su vez provocar cáncer. Un sarcasmo.
CONCLUSIÓN
Llegados a este punto no puedo dejar de denunciar que el problema del cáncer está siendo manipulado vergonzosamente. Porque en ningún lugar de Occidente se está atendiendo a consideraciones sanitarias sino políticas. Hay una orden no escrita que hace que las autoridades de todo el mundo intenten minimizar el problema ocultando la verdad. Por eso no se hacen estadísticas oficiales y constatables de los índices de supervivencia en los tratamientos convencionales.
Los "éxitos" que con la Cirugía, la Quimioterapia y la Radioterapia se supone que se obtienen se reflejan en datos que aportan quienes fabrican los aparatos de radioterapia, los laboratorios que desarrollan los fármacos y, en el mejor de los casos, los oncólogos que practican ambas técnicas terapéuticas. De la credibilidad los fabricantes y laboratorios no hay mucho que explicar porque de vez en cuando la propia FDA norteamericana, harta probablemente de tanta mentira, les tiene que reconvenir a menudo. Los ensayos clínicos no se efectúan en buena parte de los casos a doble ciego y no los controlan equipos independientes. Y los oncólogos no tienen acceso a otros datos para corroborar la eficacia de lo que hacen por lo que, cuando su fracaso es alto, terminan pensando que han tenido la mala suerte de que a ellos les lleguen casos muy difíciles pero como a otros compañeros les va mejor -eso dicen las estadísticas- lo que tienen que hacer es no desesperar.
Sin embargo, los escasísimos datos fiables que existen son tozudos. Según el Instituto Nacional de Estadística muere hoy casi en España el doble de personas por tumores que hace dos décadas. En 1980 fallecieron de cáncer en hospitales (además de los muertos en casa) 58.431 personas, en l985 -cinco años después- 68.779, en 1990 fueron 79.609, en 1995 se llegó a 89.493 y en 1999 a 94.566. Eso supone el 25,48% de todas las muertes habidas en hospitales. Una de cada cuatro personas. Siendo los índices de mortandad más altos en los casos de cánceres de tráquea, bronquios y pulmón -en primer lugar- y los de colon (la mitad de casos que los anteriores). Les siguen a poca distancia los cánceres "mal definidos, secundarios y no especificados" y los de estómago, mama, próstata, hígado, tejido linfático, vejiga y páncreas. Es decir, que el número más alto de fallecimientos se da entre buena parte de quienes padecen los tipos de cáncer que se supone mejor resultado tienen con Quimioterapia y Radioterapia.
¿Alguien lo entiende?
Las autoridades políticas y sanitarias deberían dar una explicación de todo lo aquí expuesto. Pero no lo harán. No tienen más argumentos que la retórica y echar balones fuera alegando que en otros países se hace lo mismo. Como si ello fuese una razón y no una excusa.
No, la verdad es que aquí hay muchísimo dinero en juego. Cientos de miles de millones de euros. Y el control sobre el negocio, férreo. Ello explica que con tan paupérrimos resultados la Radioterapia y la Quimioterapia sean hoy los tratamientos "oficiales" cuando la cirugía no es viable. Y sólo eso explica también que desde las asociaciones de oncólogos y desde el poder se persiga encima como charlatanes y estafadores a quienes pretenden tratar a los enfermos de cáncer de otra manera. "Si nosotros, que somos los que más sabemos en este ámbito, no conseguimos gran cosa, ¿qué van a poder hacer otros?". Y con tal pensamiento exigen que a quienes tratan a los pacientes de otra manera -médicos incluidos- se les persiga legalmente y se les impida ejercer. Conozco varios casos sangrantes en España.
Médicos a los que sus colegios, en nombre de la verdad que detentan, los han inhabilitado profesionalmente o los han llevado a los tribunales para que lo haga el juez.
Sin embargo, los escasísimos datos fiables que existen son tozudos. Según el Instituto Nacional de Estadística muere hoy casi en España el doble de personas por tumores que hace dos décadas. En 1980 fallecieron de cáncer en hospitales (además de los muertos en casa) 58.431 personas, en l985 -cinco años después- 68.779, en 1990 fueron 79.609, en 1995 se llegó a 89.493 y en 1999 a 94.566. Eso supone el 25,48% de todas las muertes habidas en hospitales. Una de cada cuatro personas. Siendo los índices de mortandad más altos en los casos de cánceres de tráquea, bronquios y pulmón -en primer lugar- y los de colon (la mitad de casos que los anteriores). Les siguen a poca distancia los cánceres "mal definidos, secundarios y no especificados" y los de estómago, mama, próstata, hígado, tejido linfático, vejiga y páncreas. Es decir, que el número más alto de fallecimientos se da entre buena parte de quienes padecen los tipos de cáncer que se supone mejor resultado tienen con Quimioterapia y Radioterapia.
¿Alguien lo entiende?
Las autoridades políticas y sanitarias deberían dar una explicación de todo lo aquí expuesto. Pero no lo harán. No tienen más argumentos que la retórica y echar balones fuera alegando que en otros países se hace lo mismo. Como si ello fuese una razón y no una excusa.
No, la verdad es que aquí hay muchísimo dinero en juego. Cientos de miles de millones de euros. Y el control sobre el negocio, férreo. Ello explica que con tan paupérrimos resultados la Radioterapia y la Quimioterapia sean hoy los tratamientos "oficiales" cuando la cirugía no es viable. Y sólo eso explica también que desde las asociaciones de oncólogos y desde el poder se persiga encima como charlatanes y estafadores a quienes pretenden tratar a los enfermos de cáncer de otra manera. "Si nosotros, que somos los que más sabemos en este ámbito, no conseguimos gran cosa, ¿qué van a poder hacer otros?". Y con tal pensamiento exigen que a quienes tratan a los pacientes de otra manera -médicos incluidos- se les persiga legalmente y se les impida ejercer. Conozco varios casos sangrantes en España.
Médicos a los que sus colegios, en nombre de la verdad que detentan, los han inhabilitado profesionalmente o los han llevado a los tribunales para que lo haga el juez.
Hace ahora un año, un conocido oncólogo, harto de que se le murieran los pacientes, decidió abandonar el ejercicio de la Oncología en el hospital de su comunidad autónoma para el que trabajaba a fin de poder aplicar otras terapias que consideraba más eficaces. Y así lo está haciendo hoy en su consulta privada. Porque en los hospitales públicos un oncólogo sólo puede hacer lo que le indican, no puede ejercer su libre albedrío. Y lo más singular es que hablamos de alguien que hace ya más de 25 años introdujo en su comunidad la Medicina Nuclear. Con alta experiencia, pues, en los tratamientos convencionales. Excuso decir que ya entonces le invité a expresar abiertamente en la revista sus impresiones. Su respuesta fue clara: "Mire usted, me encantaría pero tengo tres hijos aún en casa y debo trabajar para vivir. Y sé que si abro la boca me quitan la licencia como médico. A pesar de haber renunciado a mi cargo de responsable de Oncología en el hospital. Lo siento." No insistí. Hace sólo unos días entré de nuevo en contacto con él y me aseguró que sus resultados, hoy, son mucho mejores que antes. Como los de otros médicos que conozco y que trabajan discretamente para no ser perseguidos y denunciados, al igual que Hamer.
Termino. Sé que quienes padecen cáncer o tienen familiares o amigos que lo sufren estarán angustiados. Y sé que muchas personas dirán que no tiene sentido decirle la verdad a la gente cuando ésta es tan dura. Pero me niego a aceptar esa falacia. La gente tiene derecho a saber la verdad, a estar informada y, sobre todo, a poder elegir tratamientos alternativos a los de la Quimioterapia y Radioterapia si lo desea. Porque los hay aunque las autoridades lo nieguen y persigan a quienes los practican.
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la infertilidad para facilitar la concepción. (No más adopción, con el Dr. Itua su problema se resolverá y tendrá su hijo con facilidad.He sido sitios de blog por un tiempo y hoy me sentí como que debía compartir mi historia porque yo era una víctima también. Tuve endometriosis durante 18 años y nunca pensé que alguna vez tendría una cura debido a los terribles síntomas que tenía y esto hizo imposible que me quedara embarazada incluso después de 12 años de matrimonio y fue un problema grave. Me enteré de que el Dr. Itua en el sitio de blog que trató a alguien y la persona compartió una historia de cómo consiguió una cura y dejó sus datos de contacto, me puse en contacto con el Dr. Itua y él realmente lo confirmó y decidí dar una oportunidad también y utilizar su medicina a base de hierbas que fue como mi carga terminó por completo. Mi hijo cumplirá 2 años este diciembre y además yo sufría de cáncer cerebral, lo cual también le explico al Dr. Itua, así que él me preparó una medicina a base de hierbas que bebí durante dos semanas para curar mi cáncer de Brian, así que si usted sufre de cualquier tipo de enfermedad puede contactar con el centro de hierbas del Dr. Itua para obtener su cura con éxito, estoy agradecida a Dios y agradecida a su medicina también. El Dr. Itua también puede curar las siguientes enfermedades... Cáncer, VIH, Herpes, Epilepsia, Hepatitis B, Inflamación del hígado, Diabetes, Fibroides, Disfunción eréctil, Recuperar a tu ex, si tienes (A sólo contacta con él en (drituaherbalcenter@gmail. com o en el número Whatsapp..+2348149277967)También puede aconsejarte sobre cómo manejar algunos problemas maritales.
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