Solzhenitsyn

“Los dirigentes bolcheviques que tomaron Rusia no eran rusos, ellos odiaban a los rusos y a los cristianos. Impulsados por el odio étnico torturaron y mataron a millones de rusos, sin pizca de remordimiento… El bolchevismo ha comprometido la mayor masacre humana de todos los tiempos. El hecho de que la mayor parte del mundo ignore o sea indiferente a este enorme crimen es prueba de que el dominio del mundo está en manos de sus autores“. Solzhenitsyn

Izquierda-Derecha

El espectro político Izquierda-Derecha es nuestra creación. En realidad, refleja cuidadosamente nuestra minuciosa polarización artificial de la sociedad, dividida en cuestiones menores que impiden que se perciba nuestro poder - (La Tecnocracia oculta del Poder)

domingo, 1 de octubre de 2017

Razones por las que Estados Unidos querría balcanizar España



En una anterior entrada dedicada a Julián Assange, anarcocapitalista fundador de Wikileaks, analicé las posibilidades que habría detrás de su reciente posicionamiento a favor del neofeudalismo catalanista sumiso al bloque hegemónico anglogermánico en Europa. Se analizaron las posibilidades de que detrás de él estuviese el DIPLOCAT pagado por George Soros, Rusia, la CIA o que, simplemente, fuese idiota. Puede leerse dicha entrada aquí.

Quizás en el futuro analice la línea rusa, aunque la postura oficial, ya oficializada por el Embajador ruso en España, Yuri Korchagin, y por la Ministra de Asuntos Exteriores rusa, María Zajárova, es la de respetar la soberanía nacional española y su actual orden jurídico-constitucional. El comunicado de Zajárova puede leerse aquí.

La reciente visita del Presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, a Washington para entrevistarse con el Presidente estadounidense, Donald Trump, parecía que no iba a dejar dudas sobre el apoyo incuestionable del Imperio Realmente Existente (por ahora) a su fiel aliado, España, respecto al secesionismo catalanista. Las frases de Trump durante la rueda de prensa conjunta de ambos mandatarios fueron, no obstante, dignas de controversia. Y lo siguen siendo. Bien por ignorancia yanki respecto de la política fuera de sus fronteras, bien porque haya algo más, desde mencionar que el problema catalán “ha durado siglos” (comprando el argumentario falso del catalanismo sobre la Guerra de Sucesión Española y el mito oscuro de 1714), y las alusiones a que los catalanes “se van a quedar en España”, obviando que la soberanía nacional reside en el conjunto del pueblo español y no solo en los españoles residentes en Cataluña, colocan a Trump y a los Estados Unidos de (Norte)América en una posición que podríamos describir de “apoyo tibio”, menos claro que el aparentemente desconfiable posicionamiento ruso respecto a España (las palabras de Trump pueden leerse aquí.

24 horas después de que Rajoy abandonara el Imperio, Heather Nauert, portavoz de la Casa Blanca, anunció que el Gobierno de los Estados Unidos trabajaría “con cualquier entidad que resulte” del referéndum catalán, aunque admitió que se trataba de un “asunto interno” español (las palabras de Nauert, según la visión de El País, pueden leerse aquí. El diario El País se ha apresurado a manifestarse como defensor de la tibieza estadounidense, y como crítico y propagador de la sospecha ante una Rusia que, hasta ahora, ha sido más contundente que Estados Unidos respecto al tema catalán.

Es cierto que, basándonos en la Historia, uno no puede confiar en nadie. No en vano, Napoleón y Alejandro I, zar de Rusia, pactaron en el Tratado de Tilsit de 7 de julio de 1807 un “pacto de no agresión” que retrasó las hostilidades rusas hasta 1812, y por el que Rusia y Francia se repartieron Europa, dejando a Francia vía libre para conquistar España y Portugal. Un antecedente del “pacto de no agresión” entre la Unión Soviética y la Alemania nazi en 1939, previo a la invasión nazi de Polonia y que dio tiempo a la URSS para prepararse contra la Operación Barbarroja, de invasión nazi del país de los soviets. Pero también es cierto que no podemos, basándonos en la Historia, fiarnos de Estados Unidos. El autohundimiento del USS Maine, el 15 de febrero de 1898, culpando a España, permitió el inicio de la Guerra Hispanoestadounidense por la que España perdió Puerto Rico, Cuba y Filipinas. Previo a lo del Maine, la prensa burguesa estadounidense desarrolló una campaña mediática antiespañola, hispanófoba, dirigida por los magnates Joseph Pulitzer y William Randolph Hearst. Tras la propagación de la Leyenda Negra antiespañola desde el siglo XV por las aristocracias y grandes burguesías europeas, católicas y protestantes, que fueron dominadas bajo el Imperio Español, en 1898 Estados Unidos siguió fortificando dicha Leyenda Negra acusando a España de los crímenes más abominables en las Antillas. Todo con vistas a la propaganda de guerra y a la victoria de los anglosajones sobre España.

La dialéctica de Estados, tomada en serio, debería hacernos ver que no podemos fiarnos de nadie. Pero ahora estamos hablando de Estados Unidos y del “apoyo tibio” que está brindando a España estos días. ¿Qué razones tendría el imperio depredador estadounidense para querer la balcanización de España? Podemos dar las siguientes, ya mencionadas en algunos medios de comunicación.

1.- Estados Unidos querría balcanizar las naciones de la Unión Europea para frenar su resistencia al TTIP, su unificación comercial y legislativa y la posibilidad de un ejército Europeo alternativo a la OTAN. Esta idea es manejada por personas tan dispares como el socialdemócrata Germán Gorraiz, de ATTAC (cuyos análisis, datados del año 2015 pueden leerse aquí, el conservador Kenneth Clarke, tory y ministro británico en varias carteras, y recientemente el politólogo mexicano Alfredo Jalife-Rahme. De esta manera, EEUU debilitaría su “patio trasero rico” (el “patio trasero pobre” es Latinoamérica), dividiéndolo.

Sin embargo, aunque pueda tener visos de verdad, este tipo de balcanización europea podría ser contenida cambiando la legislación constitucional de diversas naciones como España, centralizando competencias autonómicas y anulando la idea de nacionalidad, por lo que el artículo 2 y todo el Título VIII octavo de la Constitución Española habrían de ser sensiblemente modificados. Pero si España acabara balcanizada, el resto de naciones europeas reforzarían sus legislaciones constitucionales con tal de evitar procesos similares, tras ver las barbas recortadas del vecino ibérico.

Quien más saldría beneficiada de una balcanización europea, en Europa, sería Alemania. De esta manera, se convertiría en la dueña y señora indiscutible del continente, quizás por siglos. Y Estados Unidos necesitaría contrapesos al hegemón alemán frente a su también palpable pérdida de hegemón universal. Esos contrapesos podrían ser la Francia de Macrón o la España del Partido Popular. Pero una España destruida, un Reino Unido fuera del Brexit y una Francia con desórdenes internos debidos al salafismo patrio serían lo mejor que podría pasarle a Alemania, quien reforzaría su unidad federal recortando más competencias a sus Lander, sobre todo a la católica Baviera. Con lo cual, esta posibilidad, aunque probable, tiene sus contraargumentaciones. Bien es cierto que Alemania es la nación europea con más bases estadounidenses. Se trata de un gigante económico pero un, por ahora, enano militar. Su reforzamiento en Europa, balcanizando al resto de naciones, aseguraría su dominio incólume, un IV Reich más poderoso que todos los anteriores, y una alianza estratégica con Estados Unidos de dominio continental europeo para Alemania y EEUU para América, copiado del modelo planificado por Hitler tras su hipotética victoria en la Segunda Guerra Mundial.

2.- España está conectada a China por vía terrestre gracias a la línea férrea euroasiática que conecta a ambas naciones en la Nueva Ruta de la Seda. Dicha nueva Ruta conectaría Madrid con la ciudad China de Yiwu, y pasaría por ciudades como Moscú, Astaná (capital de Kazajistán), Sofía o Estambul. El volumen de capital que discurriría por la Nueva Ruta de la Seda superaría, según estimaciones, los 900.000 millones de euros. Y lo que sería más importante, y preocupante para Estados Unidos a escala geopolítica, pues todos los motivos por los que Estados Unidos querría balcanizar España son geopolíticos: la República Popular China es el mayor enemigo geopolítico del Imperio en tanto que Estado unificado; al convertirse China en la próxima primera potencia económica e industrial del Planeta, la presencia de China en el Océano Pacífico la acercaría a las naciones hispanoamericanas que tienen costa con dicho océano y dificultaría la acción depredadora estadounidense, la cual se ha apresurado a facilitar la organización de la Alianza del Pacífico con Estados aliados (Chile, Perú, Colombia, México), tanto para torpedear la integración latinoamericanista comandada por el bolivarianismo (ALBA) y la socialdemocracia suramericana (MERCOSUR, UNASUR) como la presencia en la zona. Pero, mediante la conexión con España a través de la Nueva Ruta de la Seda, China, a través de España, se conectaría con Iberoamérica por el Océano Atlántico. La visita de Mariano Rajoy a China en mayo de este año intranquilizó, por todo esto, al “amigo americano”, EEUU. Más, incluso, de lo que ha podido perturbar a Rusia que Zapatero permitiera la instalación del Escudo Antimisiles antirruso en suelo español.

De esta manera, nos encontraríamos con movimientos propios de la Nueva Guerra Fría que vive el mundo entre Estados Unidos y China, siendo el mundo hispano (España e Iberoamérica) campo de batalla total de esta guerra. ¿Qué tendría que ver Cataluña en todo esto? La Nueva Ruta de la Seda que conectaría China con España pasa por Irún, en el País Vasco, y no por Cataluña. Por lo que el “corredor mediterráneo” que tanto interesa a la burguesía española con sede en Cataluña, de la cual parte es abiertamente separatista, no se conectaría con China y no obtendría los beneficios directos de dicha conexión. Estados Unidos podría romper España por ahí para debilitar la conexión española de China con el Atlántico y con Iberoamérica.

3.- El tercer motivo, que no he visto comentado en ningún lado, tiene que ver también con la geopolítica, pero también con la ya mencionada hispanofobia. Hispanofobia no es, como con éxito logró propagar en redes sociales el Partido Popular hace unos días, el miedo, odio o aversión a España. No solo. La hispanofobia es, también, el miedo, odio o aversión, a todo lo derivado de España. Y ahí se contempla todo lo hispanoamericano, iberoamericano o latinoamericano. Se trata de un racismo sin complejos ante lo derivado de España, principalmente la inmigración hispana en Estados Unidos y el idioma español. Hay que recordar que el español, hoy, es el idioma nativo más hablado del Mundo tras el chino mandarín, y el tercero, tras este y el inglés, en número de hablantes totales. Más de 500 millones ya, y creciendo. El idioma español, a juicio de muchos grandes burgueses WASP estadounidenses (acrónimo de White Anglo Saxon Protestants), es una amenaza a la integridad e identidad del Imperio. Los hispanos son los nuevos bárbaros que amenazan la estabilidad de la nueva Roma, cuyo Mare Nostrum es el Atlántico. Y España, que ya no es el centro del mundo hispano, es, sin embargo, su raíz o núcleo. Y, a través de instituciones como la RAE, ampliada en la ASALE (Asociación de Academias de la Lengua Española, de escala universal), la rectora del idioma que atenta contra la identidad anglosajona (y germánica) protestante de los “padres fundadores” del Imperio Estadounidense.

El éxito del DIPLOCAT pagado por Soros entre senadores republicanos estadounidenses como Dana Rohrabacher se explica por la hispanofobia furibunda de buena parte del Partido Republicano yanki. Pero, también, en las filas del democratismo estadounidense puede verse esta hispanofobia, como prueban las numerosas entrevistas a separatistas catalanistas en el demócrata The New York Times.

¿Cómo se conectaría el separatismo catalanista con la hispanofobia yanki? El idioma español amenaza a Estados Unidos con una hipotética partición del mismo, que recuerde a los tiempos previos del Tratado de Guadalupe-Hidalgo de 1848 por los que, tras la Guerra Hispanomexicana, Estados Unidos se quedó con más de la mitad del territorio mexicano. Aunque hay dificultades para que el español crezca en Estados Unidos (diferencias entre generaciones a la hora de entenderse en el mismo idioma, abuelos hispanoparlantes con nietos angloparlantes y la generación de en medio de intérprete; expansión del inglés de manera acusada en el mundo hispanoparlante, incluida España), se calcula que para 2050 Estados Unidos podría ser el primer país hispanoparlante, por delante de México. Y la lengua trae tradiciones sociales, culturales, religiosas y (lo más peligroso para el Imperio) políticas distintas a las suyas tradicionales.

Una Cataluña separada de España, además de protectorado alemán, sería un miniEstado que, necesariamente, para insertarse en el mundo y separarse más de España, debería hablar inglés. Así pues, con la balcanización de España en miniEstados ibéricos, desconectados del mundo hispano, se conseguiría desconectar a España de la amenaza hispanoamericana a los Estados Unidos, en tanto España es la raíz o núcleo del cuerpo iberoamericano universal. De lo que se trataría es de alterar su curso para debilitarlo, minimizarlo. Por eso se fomenta desde universidades yankis (y, por tanto, desde el Estado y sus agencias de Inteligencia) el indigenismo, el izquierdismo postmoderno y las políticas de identidad, también étnicas, tanto en España como en Hispanoamérica. Balcanizando España, Estados Unidos desconectaría Iberoamérica de su principal conexión con Europa, y allanaría el camino para futuras balcanizaciones en naciones hispanoamericanas, buscadas desde hace tiempo (Balcanización de México; Balcanización de Bolivia; Balcanización de Venezuela; Balcanización de Brasil.

Los anglosajones consiguieron balcanizar el Imperio Español (y la nación española “de ambos hemisferios” de la Constitución de Cádiz de 1812) a comienzos del siglo XIX. Con proyectos como el separatismo catalanista, profundizarían en lo comenzado hace más de 200 años.

Si bien Rusia sigue siendo enemiga de Estados Unidos por la asunción en las elites imperiales de la teoría del Área Pivote de Mackinder, y China es el gran enemigo de Estados Unidos (más que el Islam) de cara a perder su hegemonía imperial por lo ya mencionado más arriba, el enemigo demográfico, cultural, social, y a la larga hipotéticamente también geopolítico-imperial, más peligroso para el Imperio sería el mundo hispano en general, y México en particular. Los hispanos en Estados Unidos son un peligro para lo que desde su independencia ha sido, y es, el Imperio. Por ello, minar todo aquello que pueda reforzar la posición hispana en el Mundo, incluido minar a España, interesaría a los Estados Unidos. Y por eso, la hispanofobia no es solo el miedo, odio o aversión de los separatistas catalanistas, y de otras autonomías, hacia España. Es, también, el muro que Trump quiere construir en la frontera con México o los campos de detenidos inmigrantes que el sheriff de Arizona, Joe Arpaio, ha mantenido durante 23 años.

El Imperio tiene claro su enemigo común. Los iberoamericanos, donde hay que incluir a los iberófonos europeos, asiáticos, africanos y oceánicos, parece que todavía no. Si hay un Risorgimento ameribérico en el futuro, este podría ser más duro de lo esperado, si la estrategia balcanizadora en España, México, Brasil, Chile, Bolivia o Venezuela triunfa, y si la población hispana en Estados Unidos es anglosajonizada y reducida a la misma posición socioeconómica y cultural tradicional de los afroamericanos.

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