En noviembre pasado, se desarrolló en Bonn, Alemania, la 23ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP23). En la COP23, el objetivo primordial fue el consenso para las normas de ejecución del Acuerdo de París y, secundariamente, revisar el grado de compromiso que están teniendo las ciudades y las organizaciones en cuanto a la observancia en la lucha contra el llamado cambio climático en la fase actual del denominado Antropoceno.
Se instituyeron la Powering Past Coal Alliance, la cual es una asociación para la eliminación del carbón, y el programa Ocean Pathway, que tiene como fin el resguardo y la descontaminación de los océanos. También entre los compromisos acordados, entre otros, se destacan la renovación del rol de Gran Bretaña para disminuir gradualmente el uso del carbón hasta el 2030 y la inclusión del Plan de Acción de Género.
Según sus proponentes, se acordó el Plan de Acción de Género porque
“el papel crucial de las mujeres en la lucha contra el cambio climático, será formalmente reforzado mediante este plan. Se trata de un avance importante debido a la especial vulnerabilidad de las mujeres frente al cambio climático y sus efectos, y para que las mujeres no sean excluidas de la toma de decisiones. El Plan tiene como objetivo hacer que las mujeres sean parte de los proyectos y decisiones sobre cambio climático a nivel internacional y nacional.” [1]
De acuerdo a la narrativa del mantra mundialista, el cambio climático coopera en la desigualdad entre las féminas y los varones, ya que las mujeres receptan mayormente las consecuencias del drama del clima por las sequías, inundaciones y deterioro del suelo que se produce en países en desarrollo. Allí, las mujeres, al trabajar en la agricultura y en las tareas naturales de sus hogares, son afectadas por el desequilibrio climático y hasta se ven obligadas a trasladarse de lugares, siendo un objetivo de la industria de la explotación sexual y de la inveterada cultura del machismo. En esas condiciones, todo de acuerdo al relato de los globalistas, las mujeres deben reducir la cantidad de hijos a dar a luz y criar y tienen que militar por el nuevo enfoque de familia. Paradigma éste que es elaborado y difundido por las terminales ideológicas del Imperialismo Internacional del Dinero, el cual aspira a su dominio holístico a través de la despoblación, la desindustrialización y la desnaturalización del hombre y de la mujer.
Lo acordado por la COP23 es inherente a la Hoja de Ruta de la Agenda 2030. Sobre ella, sus patrocinadores afirman
“En 2015, la ONU aprobó la Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible, una oportunidad para que los países y sus sociedades emprendan un nuevo camino con el que mejorar la vida de todos, sin dejar a nadie atrás. La Agenda cuenta con 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que incluyen desde la eliminación de la pobreza hasta el combate al cambio climático, la educación, la igualdad de la mujer, la defensa del medio ambiente o el diseño de nuestras ciudades.” [2]Pero no hay que dejarse engañar por esas consignas emotivas, ya que detrás de ella se esconde la estrategia mundialista, puesto que la Agenda 2030 es el programa de las élites planetarianas. Maurice Strong, ex- vicesecretario de las Naciones Unidas y ex- presidente del Consejo de la Tierra, gurú de los activistas climáticos y programador del enfoque del Desarrollo Sustentable, en reiteradas oportunidades, se expresó a favor de limitar el número de la población mundial, de la disminución de la clase media y del consumo. Planteó repensar el concepto tradicional de propiedad privada y se reveló ferviente admirador de la política de control demográfico de China ("China es uno de los países mejor administrados en el mundo", según su sentencia).
El modelo de Strong es coherente con lo pautado en la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo, realizada en El Cairo, en 1994, y con el informe fechado en 1995 por la Comisión sobre el Gobierno Global, que fue un organismo internacional independiente respaldado por el entonces Secretario General de la ONU, Boutros-Ghali. El citado Comité arribó a la conclusión de que
"para lograr un desarrollo sostenible es necesario reducir no sólo la población, sino también reducir el nivel de consumo". [3]
Como es de conocimiento público, esta sinfonía mundialista no sólo es propagada por los múltiples organismos de la ONU, sino también por el célebre neomalthusiano Club de Roma. Un conspicuo miembro de éste, el Profesor Hans Joachim Schellnhuber, designado por Francisco miembro ordinario de la Academia Pontificia de Ciencias y presentador de la encíclica Laudato Si, en su ponencia en el Simposio para Premios Nobel sobre Sostenibilidad Global, efectuado en Londres, expresó
"El consumo, el uso ineficiente de las materias primas y las tecnologías inapropiadas son los principales motivos de la creciente carga humana sobre el planeta. Se tiene que hacer frente al crecimiento de la población". [4]
El Club de Roma en el 2016, presentó un documento firmado por Jorgen Randers y Graeme Maxton, Reinventando la Prosperidad, en el cual se exige a los gobiernos profundizar las políticas de control de la natalidad para estandarizar un hijo por familia, restringir el crecimiento económico, porque
“si el crecimiento natural disminuye, la población mundial se reduciría significativamente” .
También se insta a crear nuevos impuestos para cubrir los gastos que demanda el combate contra supuesto calentamiento del planeta. [5]
Esgrimiendo la justicia y la seguridad globales como pretextos ante el presunto cambio radical del clima, los distintos operarios del Poder Global del Dinero desarrollan el consenso climático para aumentar el control de las poblaciones, esquilmar el dinero de los contribuyentes, anular la capacidad de industrialización y el salto cualitativo de países del mal llamado Tercer Mundo; asimismo, busca dejar atrás la economía real y establecer una conciencia planetaria de culto panteísta para ensamblarse en la espiritualidad global.
Esgrimiendo la justicia y la seguridad globales como pretextos ante el presunto cambio radical del clima, los distintos operarios del Poder Global del Dinero desarrollan el consenso climático para aumentar el control de las poblaciones, esquilmar el dinero de los contribuyentes, anular la capacidad de industrialización y el salto cualitativo de países del mal llamado Tercer Mundo; asimismo, busca dejar atrás la economía real y establecer una conciencia planetaria de culto panteísta para ensamblarse en la espiritualidad global.
Fuente.
Notas:
1-https://cop23.unfccc.int/es/news/la-conferencia-de-bonn-sirve-de-plataforma-de-lanzamiento-para-una-mayor-ambicion
2-http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/
3-http://www.gdrc.org/u-gov/global-neighbourhood/
4-http://www.larouchepub.com/spanish/other_articles/2015/schellnhuber.html
5-https://www.clubofrome.org/report/reinventing-prosperity/Ocultar
Notas:
1-https://cop23.unfccc.int/es/news/la-conferencia-de-bonn-sirve-de-plataforma-de-lanzamiento-para-una-mayor-ambicion
2-http://www.un.org/sustainabledevelopment/es/
3-http://www.gdrc.org/u-gov/global-neighbourhood/
4-http://www.larouchepub.com/spanish/other_articles/2015/schellnhuber.html
5-https://www.clubofrome.org/report/reinventing-prosperity/Ocultar
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