Las piedras con que se construyeron la pirámides fueron prefabricadas in situ por los propios egipcios. Esta teoría se enfrentó a la vieja teoría de Jean Philippe Lauer que sostenía la hipótesis que la construcción de la Gran Pirámide se hizo mediante una sola rampa por la que subían las piedras, la cual iba cambiando sucesivamente de ángulo pendiente (teoría ya desechada).
El 13 de octubre de 1984 Davidovits solicitó a la Oficina de Antigüedades de Egipto, la autorización para analizar el contenido de las piedras. La respuesta llego el mismo año y fue tajante ¨No aceptamos su proposito de analizar las piedras de las pirámides, la esfinge y de las canteras¨.
A pesar de la negativa, Davidovits empezó a investigar, reunir datos, conseguir pruebas y elaborar suficiente documentación que acabaron configurando su portentoso libro, escrito junto a la investigadora Dra, Margie Morris, asistente en el instituto de Ciencias Aplicadas a la Arqueología de la Universidad de Miami. Presentando datos históricos y arqueológicos, fotografías microscópicas realizadas a muestras de rocas provenientes de la Gran Pirámide, donde se observaba la presencia de materiales imposibles de existir en el interior de conglomerado de rocas supuestamente procedentes de las canteras de Tura o de Mokatan, que datan de hace 2000 años.
Sorprendentemente en el interior del conglomerado se encontró un pelo humano de 20 cm de largo, además burbujas de aire, restos de hilos y fibras textiles e incluso hasta una uña humana, todo ello formando parte del aglomerado pétreo. Con este hallazgo el "particular punto de vista" de Davidovits se veía confirmado por pruebas concluyentes, que nadie ha sabido explicar.
Las pistas del Museo del Louvre
Después de los 10 años de investigación, no existen dudas para Davidovits, los constructores de las pirámides no eran canteros, sino químicos.
Estela del Hambre |
Tal parece indicarlo la llamada Estela de Irtysen, realizada en caliza y catalogada en el Museo del Louvre con el número C-14, Irtysen fue jefe de los artesanos, escriba y escultor bajo el reinado de Nebhepetre Montouhotep, soberano de la XI Dinastía 2033-1982. La traducción de sus jeroglíficos efectuada por parte de eminentes egiptólogos como Masero (1877), Petrie (1895) y M.Madsen (1909), revelaron la existencia de un conocimiento químico oculto de fabricación artificial de bloques pétreos. En la traducción de los jeroglíficos de la Estela hace ilustrativas revelaciones:
"Yo conozco las partes que pertenecen a la técnica de la colada que moldea, el nombre, el peso de los ingredientes de acuerdo a su receta exacta, la fabricación del molde, para que cada fragmento vaya a su lugar".Por tales textos sabemos que la formula de la manipulación y empleo de la piedra, como las técnicas de su colocación o transporte, eran secretos y permanecen todavía ocultos, ya que no existe ninguna referencia escrita en papiros ni en representaciones gráficas que lo mencione y tan solo encontraremos ceremonias mágicas como el levantamiento de obeliscos tan solo con una cuerda, que realiza el faraón en el templo de Edfú, para el desanimo de los ingenieros y arquitectos antiguos y modernos.
A veces la realidad se confunde con la leyenda y ¿quién sabe si la leyenda no guarda algo de realidad? Resulta sospechoso que no existiendo realmente los Dioses primigenios egipcios que dieron el conocimiento, en cambio si existieran sus conocimientos, y sus informaciones sean validas, porque los resultados de su aplicación son demasiado tangibles como para no tenerlos en cuenta. ¿Quiénes son esos Dioses que dan formulas precisas para fabricar piedras, y hacen construir pirámides y monumentos?
Joseph Davidovits
Amontona años de investigación dedicados a las piedras y cementos. En 1988, Jacques Chirac, lo nombró ¨Caballero de la Orden Nacional del Merito"
Ingeniero químico en Francia, doctor en Químicas por Alemania, director y fundador del instituto de Ciencias Aplicadas a la Arqueología de la Universidad de Barry en Miami (Florida), profesor agregado de la Universidad de Pennsylvania, director y profesor del Instituto Geopolimérico de Saint Quentin (Francia) , miembro de la American Chemical Society y de la Academia de Ciencias de Nueva Yok. A sus estudios universitarios ha unido su vocación de arqueólogo y pertenece a la Asociación Internacional de Arqueología.
-Agartha-
-Agartha-
Razones por las que la explicación oficial de la construcción de las pirámides es falsa
Las explicaciones ortodoxas sobre la construcción de las pirámides egipcias, especialmente la atribuida al faraón Keops, no tienen actualmente ninguna consistencia. Estudios e investigaciones posteriores, silenciados por los arqueólogos más conservadores y tradicionales, llegan además a conclusiones realmente sorprendentes: los antiguos egipcios conocían una técnica que les permitía "fabricar" piedras artificiales.
Piedras que hoy podemos ver milimétricamente integradas entre sí en las grandes construcciones faraónicas. Para muchos el asunto no ofrece la menor duda: el faraón Keops reinó durante 23 años, veinte de los cuales los dedicó a la construcción del mayor monumento que el hombre jamás haya erigido. Tal idea proviene de lo narrado en Los Nueve Libros de la Historia escritos por Herodoto: " ... En cuanto a la pirámide, se gastaron en la construcción veinte años...". Veinte años para que, hace 7.000, aquellos obreros de la Era del Cobre elevaran, con precisión asombrosa, cerca de dos millones seiscientos mil bloques de piedra que, por término medio, pesa cada uno 2 toneladas.
Es decir, que cada año se debieron colocar 130.000 bloques, lo que suponen 360 al día. Si hacemos un cálculo aproximado para la jornada laboral de los obreros de la época de 12 horas, el resultado es que durante 20 años, sin conocer el hierro y la rueda, el arquitecto de la Gran Pirámide organizó un equipo de trabajo capaz de seleccionar la piedra en la cantera, cortar el bloque, transportarlo varios kilómetros, cruzar el Nilo, izarlo a cientos de metros y colocarlo milimétricamente, todo ello en el tiempo récord de ¡120 segundos! por bloque.
Es decir, que según las explicaciones ortodoxas, aquellos artesanos, tan cercanos al Paleolítico, encajaron durante veinte años un bloque cada dos minutos. Ni más ni menos. El ingeniero Jomard, de la expedición francesa de Bonaparte, en datos corroborados posteriormente por el arqueólogo Lauer, calculó que durante los últimos 1.500 años de la historia clásica egipcia, correspondientes al Imperio Nuevo, dinastías posteriores y periodo ptolemaico, se usaron 4.000.000 de metros cúbicos de piedra.
Tal cantidad de roca, que constituye la colección de monumentos más impresionante de la antigüedad, parece minúscula al compararse con las obras realizadas en el Imperio Antiguo. Sólo la Gran Pirámide tiene 2.000.000 de metros cúbicos de piedra, cantidad similar a su vecina pirámide de Kefren. Es decir, se nos quiere hacer creer que en 20 años los obreros de Keops edificaron la mitad de lo que hicieron posteriormente sus colegas durante 1.500 años. Al problema del peso y del volumen hay que añadir el enigma que suponen las máquinas empleadas en el transporte y en la subida de los bloques desde la cantera hasta su emplazamiento.
En este caso las palabras de Herodoto no son tenidas en cuenta ya que afirma que se utilizaron mecanismos, así como hierro, en la construcción. Los arqueólogos, que tanto se basan en sus palabras para datar la Gran Pirámide, hacen caso omiso de estas otras. Y no les falta razón ya que no se han encontrado vestigios de tales máquinas. Tampoco en papiros, estelas o murales se han encontrado los jeroglíficos que expliquen cómo eran transportadas e izadas las grandes masas pétreas. En un relieve de EI-Bershe, de la Dinastía XII, se ve cómo un grupo de 172 personas arrastran la estatua de Djejutijotep, de 60 toneladas, que descansa sobre un trineo.
Esto, unido al descubrimiento de varias rampas que unen el Nilo con la base de algunas pirámides, da pie a la arqueología a la única hipótesis que acepta: la fuerza muscular. Y aunque tal planteamiento pudiera ser válido para bloques de 2 ó 6 toneladas no es posible imaginar a 30.000 hombres tirando a la vez de uno de los muchos bloques que existen en Egipto de 1.000 toneladas o más. Ni mucho menos izándolo por pendientes del 30 por ciento. Se han barajado innumerables hipótesis.
En 1988 se editó en Estados Unidos el libro titulado The Pyramids, An Enigma Solved En él se recogían investigaciones de un científico nada sospechoso de elucubraciones. El doctor Joseph Davidovits, fundador del Instituto Geopolimérico de París, profesor de la Universidad de Toronto y director del Instituto de Ciencias Arqueológicas Aplicadas de la Universidad de Barry en Florida, junto a la doctora Margie Morris, de la Universidad de Minnesota, pusieron de manifiesto lo que revelaban los análisis químicos y microscópicos efectuados en rocas de la meseta de Gizéh.
Junto a los detallados informes publicaron varias fotografías en las que puede apreciarse la presencia de pelos, uñas, fibras textiles y burbujas de aire en la estructura de las rocas calizas de la Gran Pirámide. Estos hallazgos sembraron el desconcierto en los círculos académicos que, por supuesto, intentaron relegarlos al ostracismo. En España tuvimos la ocasión de asistir hace algún tiempo a un debate en La Clave, donde José Luis Balbín tuvo el acierto de invitar a representantes de ambas tendencias. Peter Tompkins propuso al entonces director de excavaciones de la meseta de Gizéh, Dr. Hawass, un experimento público para demostrar o desechar de una vez por todas lo mantenido por Davidovits, quien se consideraba capaz de fabricar piedras similares a las de la Gran Pirámide.
La respuesta de Hawass no fue muy brillante "si ya se conocen las canteras de Tura y de Mokhatam... ¿para qué investigar otros asuntos?" Lo cierto es que este arqueólogo jamás podría explicar con sus teorías qué hace un pelo de 21 centímetros en el interior de una roca caliza de hace 50 millones de años, proveniente de la edad geológica del Eoceno, allá por el segundo período de la época Terciaria. Egipto no sólo ha proporcionado grandes misterios, sino que, junto a ellos, aporta soluciones que a veces resultan aún más enigmáticas. La pista para la teoría de Davidovits está en una estela conmemorativa en la isla de Sehel, cerca de Assuan.
Fue descubierta en 1889 por el egiptólogo Charles Wilbour y terminada de descifrar por el arqueologo francés Barquet en 1935. La estela de Famine, como se denomina, consta de 2.600 jeroglíficos dispuestos en 32 columnas. Aunque se supone que fue esculpida en tiempos ptolemaicos ( 300 a.C) se entiende que debe ser copia de documentos más antiguos ya que se refiere a asuntos relacionados con personajes de la III Dinastía. La estela trata varios aspectos distintos, como son: Descripción de la Famine, Visita a la Biblioteca de Hermópolis, Las Revelaciones de Imhotep, El sueño del Faraón Zoser y un Decreto Real. Entre las columnas situadas entre la 6 y la 22 se habla sobre métodos constructivos.
De la columna 11 a la 18 Imhotep enumera las rocas y minerales de la región de Elefantina. Y las columnas 18 a 20 describen el sueño del faraón Zoser, en el que el dios Khnum da al rey una lista de minerales y productos químicos para fabricar bloques aglomerados con los que construir templos. Si este conocimiento es cierto, es posible que faraones posteriores también estuvieran enterados de estas "revelaciones" y las aplicaran a sus propias construcciones.
Algo con lo que siempre se ha especulado ha sido el rodillo. En múltiples recreaciones artísticas se han dibujado los grandes monolitos sobre rodillos y tirados por innumerables hombres. Pero la madera siempre escaseó en Egipto y la que había era de baja resistencia al peso y a la tracción, sin contar con que se necesitan, además de los rodillos, carreteras adecuadas al transporte que aún no se han encontrado. Y aún admitiendo la teoría de los rodillos, hubieran hecho falta millones de ellos. La llamada Piedra de Palermo indica que Snefru, padre de Keops, asignó una flota de barcos para traer cedros, cipreses y coníferas del Líbano. Snefru fue el mayor constructor de la IV Dinastía. Se le atribuyen tres piramides, dos en Dashur (que contienen 4.000.000 de metros cúbicos de piedra) y otra en Meidum.
El total de sus construcciones asciende a 9.000.000 de toneladas de piedra, utilizadas en sus 24 años de reinado. La madera importada del Líbano no pudo, pues, servir para rodillos, ni por su cantidad ni tampoco por su dureza. Aunque sí pudo servir para fabricar... MOLDES: Herodoto así parece confirmarlo: " ... La pirámide fue edificándose de modo que en ella quedasen unas gradas o apoyos que algunos llaman escalas y otros altares. Hecha así desde el principio la parte inferior, iban levantándose y subiendo las piedras con cierta máquina formada de maderos cortos que, alzándolas desde el suelo, las ponía en el primer orden de gradas, desde el que con otra máquina que en él tenían prevenida las subían al segundo orden, donde las cargaban sobre otra máquina semejante, prosiguiendo así en subirlas, pues parece que cuantos eran los órdenes de gradas tantas eran en número las máquinas, o quizás no siendo más que una fácilmente transportable, la irían mudando de grada en grada cada vez que la descargasen de la piedra; qué bueno es dar de todo diversas explicaciones... ". La palabra utilizada por Herodoto y que se tradujo por "máquina" es la palabra griega "mechane". En griego es un término general que indica cosas inventadas, fabricadas.
En definitiva, cualquier tipo de artilugio realizado con un propósito y que, por tanto, no debe únicamente traducirse por la acepción moderna de "máquina". Siguiendo con este planteamiento, sustitúyase la palabra "máquina" por la palabra "molde" y lean ustedes la transcripción anterior de Herodoto. La cosa concuerda en extremo ya que no quedaron evidencias de ningún otro tipo de "máquinas". Anterior a la publicación de Davidovits ya se especuló con la posibilidad de las piedras prefabricadas del Antiguo Egipto.
En el Segundo Congreso de Egiptología celebrado en 1979 en Grenoble (Francia) el Dr. Klemm, experto en petrografía, avanzó los resultados de sus análisis sobre piedras de la Gran Pirámide.
De las 20 muestras estudiadas no encontró dos que tuvieran la misma consistencia homogénea. Parecía que cada una procediera de un lugar distinto, con la particularidad de que dicha consistencia era diferente en zonas de la misma piedra, con mayor densidad en la parte superior que en la inferior. También constató que las rocas de la pirámide contenían un porcentaje de humedad superior al que presenta la piedra natural. Su conclusión fue evidente: los bloques no eran naturales, sino artificiales. Ello explicaría, por otra parte, lo que ocurrió en la pirámide de Kefrén en Septiembre de 1968. El doctor Luis Alvarez, premio Nobel de Física, había ideado un proceso para registrar el paso de rayos cósmicos a través de la pirámide, por medio de la cual esperaba descubrir cámaras ocultas. Intervinieron en el evento doce organismos oficiales de Estados Unidos y de Egipto.
Los científicos, con su cuartel general instalado en la cámara central del monumento, quisieron saber el número de rayos cósmicos que atravesaban los muros, instalando una cámara de chispas que delataría los rayos que llegaran con mayor frecuencia, lo que indicaría que habían encontrado a su paso los huecos de las hipotéticas cámaras. Sería como hacer una radiografía a la pirámide. Pero lo cierto es que tras numerosos intentos y una enorme cantidad de dinero tuvieron que desistir. Aparecieron, efectivamente, muchas supuestas cámaras desconocidas, pero las informaciones de su presunta ubicación variaban de un día para otro, de una hora a otra.
La pirámide pareciera haberse vuelto loca. según sus protagonistas, "esto desafía a todas las leyes conocidas de la Física". Lo que el doctor Álvarez no podía imaginar era que las diferentes mediciones obtenidas se debían a los millones de litros de agua incluidos en las rocas prefabricadas de la pirámide.
Investigaciones personales en la pirámide de Kefrén me han pemitido suponer que al menos las dos primeras hiladas, claramente visibles en la cara oeste, son fruto de la tecnología del "prefabricado". La falta de junturas en los bloques de estos dos pisos fue zanjada hace tiempo por los especialistas explicando que no era una edificación propiamente dicha, sino que se aprovechó un montículo de piedra para labrar las primeras filas. Sin embargo, como podemos ver en las fotografías, son claramente visibles los restos del armazón, tanto vertical como horizontal, que sostuvo el "hormigón" hasta que fraguara. Como toda la base no se pudo hacer de una vez, los obreros la fueron elaborando en partes.
Las juntas de cada trabajo son perfectamente visibles e, incluso, a veces, parecen superponerse las maderas que lo separaban.
...
Articulo realizado por Manuel José Delgado extraído de http://piramidologia.com
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