“Una nación puede sobrevivir a sus propios imbéciles e incluso a sus ambiciosos. Pero no puede sobrevivir a la traición interna. Un enemigo a las puertas es menos formidable, pues es conocido y enarbola sus estandartes abiertamente. Pero el traidor, se mueve libremente entre los que guardan esas puertas, su maquinación se expande como el viento por los callejones, hasta hacerse oír en los salones del mismo gobierno. Pues el traidor no se muestra como un traidor; él habla con el acento que les es familiar a sus víctimas, y se muestra con sus mismas caras y argumentos, haciendo referencia al poso profundo del corazón de los hombres. Él pudre el alma de la nación; él trabaja secretamente y amparado en la noche para debilitar los pilares de la ciudad; él infecta el cuerpo político para que no pueda resistir. Un asesino es menos de temer. El traidor es la plaga”.
Marco Tulio Cicerón (106 a.C.- 43 a.C.)
El concepto de Marxismo cultural es a menudo criticado por izquerdistas y radicales, alegando que es una especie de "teoría de la conspiración", pero eso no es más que una exageración por su parte. Nadie está sugiriendo que haya una cábala de mentes maestras izquierdistas alrededor de una mesa en un cuarto lleno de humo en Suecia, dirigiendo esta campaña de manera conspirativa. Realmente, es más un movimiento cooperativo no centralizado, que opera en abierto, y que usa métodos, y enseña teorías, que son claramente de naturaleza marxista.
En esencia, lo que ha pasado en Occidente en las pasadas décadas, es el resultado de la comprensión por parte de la izquierda radical entre comienzo y mitad del siglo XX, de que la campaña para radicalizar al proletariado y movilizarlo contra la burguesía no iba a tener éxito a gran escala en Occidente. La comprensión de ésto les llevó a una nueva estrategia. La dialéctica marxista a nivel económico, de oposición entre poletarios y burgueses, se retuvo en forma de partidos socialistas o socialdemócratas en muchos países occidentales, usando la legislación, en lugar de la acción revolucionaria, como medio de hacer avanzar su plan.
Mientras, la izquierda radical miraba a otras categorías para crear una nueva dialéctica revolucionaria que pudiera impactar en la sociedad de un modo más amplio, y más fundamentalmente revolucionario. El teórico comunista italiano Antonio Gramsci, fue fundamental en conducir esta linea de Teoría Marxista, desde una perspectiva intelectual y teórica. La aportación de Gramsci fue la idea de que un cierto conjunto de estructuras y conceptos culturales establecidos, sustentaban el sistema capitalista, y debían ser socavadas o directamente suprimidas para que la revolución finalmente triunfe en cambiar el orden establecido.
Siguiendo las aportaciones de Gramsci, los filósofos de la izquierda radical, especialmente los de la Escuela de Frankfurt, comenzaron a examinar diferentes criterios que pudieran ser usados para crear el tipo de desorganización social y ruptura que Gramsci describía. Varias teorías y corrientes intelectuales izquierdistas fueron desarrolladas a partir de este grupo, pero una fuerte linea de pensamiento fue que una vez que la izquierda dividiera y pusiera en conflicto:
Siguiendo las aportaciones de Gramsci, los filósofos de la izquierda radical, especialmente los de la Escuela de Frankfurt, comenzaron a examinar diferentes criterios que pudieran ser usados para crear el tipo de desorganización social y ruptura que Gramsci describía. Varias teorías y corrientes intelectuales izquierdistas fueron desarrolladas a partir de este grupo, pero una fuerte linea de pensamiento fue que una vez que la izquierda dividiera y pusiera en conflicto:
- todo aquello que no fuera heterosexual, blanco y masculino;
- contra todo aquello que fuera heterosexual, blanco y masculino
podría ser creada una dialéctica mucho más poderosa y visceral, que podría ser aprovechada para destruir lo que los marxistas veían como una profunda y estructural resistencia cultural al cambio revolucionario que buscaban.
Este enfoque probó ser más eficaz que la "clásica" dialéctica económica marxista, porque aprovechaba sentimientos y odios viscerales ancestrales, que ciertos segmentos de la población tienen contra el Hombres blanco heterosexual debido a inequidades atávicas. Como resultado, los radicales necesitaban menor esfuerzo para "radicalizar" a este nuevo "proletariado" (e.g., mujeres, minorías étnicas y gays), porque el odio visceral emocional ya estaba allí, y en gran medida se podría aprovechar fácilmente como impulso para el cambio revolucionario en el plano cultural.
Básicamente, era necesario volver a escribir la historia viéndola desde la perspectiva de que casi todo el mundo ha sido cruelmente oprimido por hombres blancos heterosexuales durante toda la historia, y reducir nuestra comprensión de las estructuras de la sociedad, tanto pasadas como actuales, a una visión que observa toda la narrativa como una prolongada campaña de hombres blancos violando y dominando a todos y a todo lo demás.
Una vez que esta narrativa revisionista fue completada y difundida, proporcionó el combustible para los movimientos que caracterizaron la revolución cultural que tuvo lugar en Occidente en las década de 1960s y 70s y sus secuelas.
Una vez que esta narrativa revisionista fue completada y difundida, proporcionó el combustible para los movimientos que caracterizaron la revolución cultural que tuvo lugar en Occidente en las década de 1960s y 70s y sus secuelas.
La visión revisionista proporcionó una rígida, reduccionista narrativa que podría servir como un léxico para explicar todo en el pasado y el presente, tal y como los marxistas económicos habían tratado de hacer con la "clásica" dialéctica económica marxista en el siglo XX.
El atractivo de una narrativa que presenta a todo el mundo aparte del Hombre blanco heterosexual como víctimas pasadas y presentes, es bastante obvio: libera a los de las clases "preferidas" de asumir la responsabilidad de sus propios problemas, y en su lugar, les permite culpar a los hombres blancos heterosexuales por todo lo que encuentran mal en sus vidas y en el resto del mundo. Y esto es precisamente lo que se ha hecho, y se sigue haciendo, por un número desproporcionado de personas en las clases "preferidas" (es decir, mujeres, minorías y gays).
La mejor parte fue que no era necesario en absoluto que este marxismo fuera predicado conscientemente. Aunque algunas feministas y activistas por las minorías creyeran promover otra corriente ideológica y rechazaran abiertamente las ideas marxistas, la mayoría en el fondo no lo hacía, dado que no obstante bebían de la interpretación marxista cultural de la historia. Que no es otra cosa que la dominación por el Hombre blanco heterosexual en detrimento de mujeres, minorías étnicas y gays. En otras palabras, incluso aquellos activistas que no admiten ser marxistas, e incluso los que sinceramente niegan creer en ideas marxistas, sin embargo, se inspiraron en la historia revisionista que era, en sí, completamente marxista en contenido.
El principal éxito del movimiento marxista-feminista radica en su éxito en la introducción de esta historia revisionista a la cultura en su conjunto. En muchos círculos, por ejemplo, se da ahora por sentado que la historia no es más que un catálogo de crímenes del Hombre blanco heterosexual, contra todos lo demás. Esta es la versión de la historia que domina en nuestras universidades, y la que se introduce sin cesar por los medios de comunicación. Esto crea una atmósfera de animadversión que hace creer a amplios sectores tener derecho o sentirse justificados para odiar a los hombres blancos heterosexuales, y para apoyar leyes y costumbres sociales que están diseñadas para quitarle "poder" (incluso en una época en que los hombres se ven desproporcionadamente afectados por la recesión) a los hombres blancos heterosexuales, y redistribuirlo a todos los demás, por una cuestión de "justicia social".
Por supuesto, debido al "poder estructural" de hombres en las más altas esferas de la sociedad, ningún cambio cultural y jurídico podría haber tenido lugar sin su colaboración. Así que, ¿por qué iban a colaborar? La razón principal es que los "hombres-en-el poder" en la parte superior de cualquier sociedad siempre han considerado a la gran masa de los hombres con una mezcla de desprecio y miedo. Los hombres, en general, compiten en las jerarquías y los que están en la parte superior de la jerarquía, generalmente saben que están bajo alguna amenaza de los hombres del resto de dicha jerarquía. Históricamente esto ha sido manejado por los que están en la cúspide a través de una combinación de lealtades feudales y prácticas diseñadas para matar selectivamente parte de los rangos inferiores de los hombres, por ejemplo con la guerra prolongada, y la creación de una clase eunuca.
La mejor parte fue que no era necesario en absoluto que este marxismo fuera predicado conscientemente. Aunque algunas feministas y activistas por las minorías creyeran promover otra corriente ideológica y rechazaran abiertamente las ideas marxistas, la mayoría en el fondo no lo hacía, dado que no obstante bebían de la interpretación marxista cultural de la historia. Que no es otra cosa que la dominación por el Hombre blanco heterosexual en detrimento de mujeres, minorías étnicas y gays. En otras palabras, incluso aquellos activistas que no admiten ser marxistas, e incluso los que sinceramente niegan creer en ideas marxistas, sin embargo, se inspiraron en la historia revisionista que era, en sí, completamente marxista en contenido.
El principal éxito del movimiento marxista-feminista radica en su éxito en la introducción de esta historia revisionista a la cultura en su conjunto. En muchos círculos, por ejemplo, se da ahora por sentado que la historia no es más que un catálogo de crímenes del Hombre blanco heterosexual, contra todos lo demás. Esta es la versión de la historia que domina en nuestras universidades, y la que se introduce sin cesar por los medios de comunicación. Esto crea una atmósfera de animadversión que hace creer a amplios sectores tener derecho o sentirse justificados para odiar a los hombres blancos heterosexuales, y para apoyar leyes y costumbres sociales que están diseñadas para quitarle "poder" (incluso en una época en que los hombres se ven desproporcionadamente afectados por la recesión) a los hombres blancos heterosexuales, y redistribuirlo a todos los demás, por una cuestión de "justicia social".
Por supuesto, debido al "poder estructural" de hombres en las más altas esferas de la sociedad, ningún cambio cultural y jurídico podría haber tenido lugar sin su colaboración. Así que, ¿por qué iban a colaborar? La razón principal es que los "hombres-en-el poder" en la parte superior de cualquier sociedad siempre han considerado a la gran masa de los hombres con una mezcla de desprecio y miedo. Los hombres, en general, compiten en las jerarquías y los que están en la parte superior de la jerarquía, generalmente saben que están bajo alguna amenaza de los hombres del resto de dicha jerarquía. Históricamente esto ha sido manejado por los que están en la cúspide a través de una combinación de lealtades feudales y prácticas diseñadas para matar selectivamente parte de los rangos inferiores de los hombres, por ejemplo con la guerra prolongada, y la creación de una clase eunuca.
El marxismo cultural de finales del siglo XX dio a los "hombres-en-el poder" una poderosa herramienta para mantener a los hombres de menor rango a raya, más o menos permanente, mediante la organización de todo el resto de la sociedad en contra de ellos.De esta manera, los "hombres-en-el poder" redujeron la amenaza a su propia posición que representaban los demás hombres.
Mayormente, este grupo no temía ser sustituido por personas que no fueran en su mayoría hombres blancos heterosexuales, precisamente de ahí la creación de estructuras culturales que impidieran esto de otros hombres. Esta clase ciertamente no teme ser reemplazada por las mujeres en la parte superior de la jerarquía, probablemente debido a que los hombres en este nivel están en la cola derecha de la curva de algunos rasgos relacionados con la consecución del poder, de manera que ser suplantado por mujeres no es percibido como un riesgo real.
Eso no quiere decir que hubiera, o haya, una "conspiración" entre la izquierda radical y los "hombres-en-el poder". Más bien, los "hombres-en-el poder" han colaborado con las ideas de la izquierda radical, ya que éstas sirven a sus propios intereses: es decir, la preservación de su propio poder en las alturas de la sociedad socavando a la mayoría de hombres, a través de una maraña de derechos y privilegios al resto de colectivos; y discriminación pura y dura hacia los hombres, diseñada para desplazar a estos hombres por personas menos amenazantes, que no sean heterosexuales, blancas y masculinas.
Eso no quiere decir que hubiera, o haya, una "conspiración" entre la izquierda radical y los "hombres-en-el poder". Más bien, los "hombres-en-el poder" han colaborado con las ideas de la izquierda radical, ya que éstas sirven a sus propios intereses: es decir, la preservación de su propio poder en las alturas de la sociedad socavando a la mayoría de hombres, a través de una maraña de derechos y privilegios al resto de colectivos; y discriminación pura y dura hacia los hombres, diseñada para desplazar a estos hombres por personas menos amenazantes, que no sean heterosexuales, blancas y masculinas.
Es precisamente este alineamiento entre nuestras élites (todavía hombres blancos en su mayoría) y los izquierdistas radicales lo que permitió la revolución cultural, y que tuviera semejante impacto en la cultura, y que opera para mantener la mayoría de los hombres hundidos, deliberadamente.
Creo que es imposible entender lo que realmente ha sucedido en Occidente desde 1960 sin comprender la base marxista cultural subyacente. Esto también explica por qué el sistema creado a raíz de la revolución cultural ha sido tan resistente y fuerte: cuenta con el respaldo de casi todas nuestras élites, de una forma u otra.
Creo que es imposible entender lo que realmente ha sucedido en Occidente desde 1960 sin comprender la base marxista cultural subyacente. Esto también explica por qué el sistema creado a raíz de la revolución cultural ha sido tan resistente y fuerte: cuenta con el respaldo de casi todas nuestras élites, de una forma u otra.
Por supuesto, a largo plazo, las élites serán apuñaladas por la espalda por la izquierda radical, en caso de que el programa revolucionario alguna vez llegue a buen término. Pero por el momento, hay un muy fuerte alineamiento de intereses entre las élites y los radicales, así que toda la sociedad ha sido reformulada de un modo tal que en realidad sirve para preservar el poder de las élites actuales dividiendo al resto de la población contra sí misma.
El camino a seguir para los hombres pasa por reconocer este marxismo cultural y su demonización deliberada de nuestro sexo, a menudo con la colaboración dispuesta por "idiotas útiles" de sexo masculino (no los llamaré "hombres", porque, francamente, creo que no merecen ese término). Pero también debemos reconocer que nuestro camino es, no obstante, un camino revolucionario, uno que nos llevará hacia nuevas direcciones, en lugar de las antiguas.
El camino a seguir para los hombres pasa por reconocer este marxismo cultural y su demonización deliberada de nuestro sexo, a menudo con la colaboración dispuesta por "idiotas útiles" de sexo masculino (no los llamaré "hombres", porque, francamente, creo que no merecen ese término). Pero también debemos reconocer que nuestro camino es, no obstante, un camino revolucionario, uno que nos llevará hacia nuevas direcciones, en lugar de las antiguas.
Nosotros somos los dueños de nuestro propio destino, si nos permitimos ser lo que somos: hombres. Y podemos ir por sorprendentes direcciones si simplemente tenemos la voluntad de hacerlo.
Un pre-requisito para ello, es la comprensión de este aparato marxista cultural que ha sido creado para jodernos, y el hecho de que los conservadores, también están colaborando con él. El siguiente paso es elevar nuestro dedo del medio a ese aparato y sus cómplices necesarios los conservadores y alejarnos de ellos.
El paso más allá de eso es la verdadera liberación masculina. Vendrá a nosotros, como individuos, si tomamos estos pasos, con integridad y confianza. Y con un completo y saludable desprecio a lo que las mujeres piensan de esto. Este es nuestro juego, y son también nuestras vidas.
Por NOVASEEKER, para the-spearhead.com, Octubre de 2009
The Menace of Cultural Marxism - The Spearhead
Un pre-requisito para ello, es la comprensión de este aparato marxista cultural que ha sido creado para jodernos, y el hecho de que los conservadores, también están colaborando con él. El siguiente paso es elevar nuestro dedo del medio a ese aparato y sus cómplices necesarios los conservadores y alejarnos de ellos.
El paso más allá de eso es la verdadera liberación masculina. Vendrá a nosotros, como individuos, si tomamos estos pasos, con integridad y confianza. Y con un completo y saludable desprecio a lo que las mujeres piensan de esto. Este es nuestro juego, y son también nuestras vidas.
Por NOVASEEKER, para the-spearhead.com, Octubre de 2009
The Menace of Cultural Marxism - The Spearhead
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