Pero lo más sorprendente es que se trata de especies que llevan siendo utilizadas durante siglos en diversas regiones de Sudamérica, de forma tradicional, para tratar el cáncer y otras muchas afecciones, pero que, de manera vergonzante para la estirpe humana, se han venido ocultando durante muchos años, pese a los numerosos estudios científicos que avalan sus propiedades y su eficacia ¿Por qué? El motivo hay que buscarlo, una vez más, en la codicia y los intereses de las grandes empresas multinacionales que dominan el mercado y la industria farmacéutica, las cuales han tratado de sintetizar los principios activos de estas plantas de manera artificial, y, al haber fracasado en el intento, han tratado por todos los medios de ocultar la información obtenida, ya que las plantas silvestres están en la naturaleza, no pueden patentarse y pueden ser utilizadas por todo el mundo que las recolecte o las cultive, siempre que no exista una normativa legal que lo prohíba o que regule su uso y aprovechamiento (como veremos al final).
La planta que tiene propiedades más potentes contra el cáncer es un pequeño arbolillo frutal de la familia de la Chirimoya (Annonaceae) conocido como Graviola, Guanábana, Huanábano, Catuche, Catoche, Anona de México, Masasamba, Corosol o Chirimoya brasilera (Annona muricata L.). Es un árbol pequeño, de unos 8 a 10 m. de altura, que crece cultivado en casi toda la América tropical. Tiene unos frutos carnosos de 15 a 20 cm. de largo, de sabor agradable, que se industrializan para la preparación de zumos, néctares, mermeladas y helados.
En la medicina tradicional sus frutos se usan para combatir el raquitismo. La corteza, la raíz y las hojas se usan para tratar la diabetes (en infusión) y también como antiespasmódico. Las hojas machacadas con sal, aplicadas como emplastos, se usan para tratar los tumores. Y las hojas son también útiles, en cocimiento, como antidisentérico.
Pero su mayor importancia radica en su uso para el tratamiento de ciertos tipos de cáncer, por la presencia en las hojas de acetogeninas, unas sustancias 10.000 veces más potentes que la adriamicina, que es lo que se usa actualmente en la quimioterapia para el control del crecimiento de las células cancerígenas, y que, además carecen de los perniciosos efectos colaterales de esta sustancia química.
Las acetogeninas son sustancia cerosas que resultan de la combinación de ácidos grasos de cadena larga (C32 ó C34), con una unidad de 2-propanol en el carbono 2, para formar una lactona terminal. Un estudio realizado en la Universidad de Pardue (California), demostró que las acetogeninas inhiben selectivamente el crecimiento de células cancerígenas y de los tumores resistentes a la adriamicina, respetando la integridad de las células de los tejidos sanos. Estudios realizados entre los años 1998 y 2000, por McLaughlin han revelado que las acetogeninas son inhibidores del complejo I de la cadena de fosforilación oxidativa, de manera que bloquean la formación de ATP, la molécula que aporta la energía que necesita la célula cancerosa para poner en funcionamiento su bomba mediada por P-glucoproteína, que le permite mantenerse activa. Las acetogeninas también inhiben la ubiquinona oxidasa, enzima dependiente del NADH, que es propia de la membrana plasmática de la célula cancerosa. McLaughlin realizó sus investigaciones con las acetogeninasBullatacin y Bullatacinone.
Sin embargo, estudios en el Caribe sugieren una conexión entre el consumo del fruto de la guanábana y formas atípicas de la enfermedad de Parkinson, debido a la muy alta concentración de annonacina. La concentración de esta sustancia en la fruta (15 mg/fruta) o en el néctar comercial (36 mg/lata) es cien veces mayor que en el té elaborado a partir de sus hojas (140 mg/taza). Por eso, es importante tomarla en forma de infusión con las hojas y sólo 2 tazas al día, para no sobrepasar la dosis deannonacina que podría producir formas atípicas de Parkinson.
Utilizada de esta forma, la Graviola o Guanábana destruye las células malignas en 12 tipos de cáncer, incluyendo el de colon, de pecho, de próstata, de pulmón y de páncreas, sin afectar a las células sanas.
Otro género de plantas con efectos probados sobre el cáncer son diversas especies de Kalanchoe (en la foto el "Espinazo del Diablo" (K. daigremontiana)), de la familia de las Crasuláceas, también originarias de Sudamérica, donde se utilizan tradicionalmente en uso interno (ingesta) contra diarreas, fiebres y para curar el cáncer, debido a que uno de sus principios activos, los bufadienólidos, tienen acción antitumoral, eliminando las células cancerosas y los tumores.
En forma externa, emplasto con las hojas machacadas o mezclando el jugo de las hojas con aceite vegetal o vaselina, se usa contra hinchazones, tumores, abscesos, quemaduras y heridas de difícil tratamiento. El ungüento detiene hemorragias, es antiinflamatorio, astringente y cicatrizante. También se usa el jugo de la planta como colirio para los ojos. Es una planta de amplio espectro que puede sanar daños celulares en muchos órganos como: diabetes, afecciones a los pulmones, riñones, aparato urogenital, aparato digestivo, la piel y afecciones de la mujer (pechos, útero, fertilidad, etc.) y problemas circulatorios, entre otros.
En Europa se usa para tratar enfermedades psicológicas como la esquizofrenia, las crisis de pánico y los miedos.
Las partes utilizadas son principalmente las hojas, que tienen un gusto acidulado. Se pueden tomar de forma externa o interna según lo que queramos tratar:
- Externamente: Hojas machacadas en forma de cataplasma, compresa o emplaste, jugo de las hojas con aceite o vaselina para usar como ungüento. Usada así, la planta es antiinflamatoria, antihemorrágica, astringente y cicatrizante.
- Internamente: Hojas crudas en ensalada o zumo fresco u hojas en infusión. Dosis para uso interno: Una hoja grande o 3-4 hojas pequeñas al día, que en peso equivalen a unos 50 gramos diarios de planta fresca.
Contraindicaciones: No tomarla durante el embarazo, ya que pueden estimular el útero. No conviene usar la planta de forma continuada por largos períodos de tiempo, debido a cierta acción inmunodepresora. Su composición incluye compuestos como los bufadienólidos, que son glucósidos cardíacos, por lo que en pacientes afectados por cardiopatías hay que consultar con el médico. La investigación clínica efectuada sobre las Kalanchoe indica que puede haber toxicidad si se abusa de la planta y señala que hasta dosis de 5 gramos de planta por kilo de peso no hay toxicidad (esto equivale a unos 350 g. de hoja para una persona de 70 kg., que es una dosis siete veces superior a la aconsejada).
Casualmente, a partir del 1 de abril de 2011, el uso de plantas medicinales no sujetas al negocio de las empresas farmacéuticas -las mismas que sacaron pingües beneficios del fraude de la gripe A por ellas generado- será ilegal en la Unión Europea, en virtud de una directiva de 2005 que entra en vigor ese día.
En el año 2005 se aprobó la Directiva Europea de Medicamentos a base de Plantas Tradicionales, que es una subdirectiva de la Ley europea de Medicamentos. Esta directiva exige a todas las preparaciones herbolarias los mismos procedimientos que los utilizados por los productos farmacéuticos, incluso si la hierba ha sido utilizada como remedio durante miles de años. Los gastos para conseguir esta aprobación son tan altos, que sólo las grandes empresas pueden pagar (del orden de £80.000 a £120.000 libras por hierba), y cada hierba que forme parte de un compuesto tiene que ser tratada por separado. Esta ley exige, para poder vender una planta en un herbolario, al menos una historia de 30 años de uso seguro de los cuales al menos 15 en algún país de la Unión Europea. Esto significa que las plantas descubiertas hace menos de 15 años no podrán venderse, y las demás solo se permitirá su venta si están incluidas en una Lista Positiva de Plantas Medicinales tradicionales "seguras". El periodo de transición para ir retirando productos concluye el 2011, año en el cual tienen que estar retirados todos los extractos y plantas ilegalizados por esta nueva legislación.
Esta ley se quiere imponer en todo el mundo, al ser una medida auspiciada por las grandes multinacionales farmacéuticas, a través de un acuerdo mundial llamado Codex Alimentarius.
Como hemos visto, los principios activos de las plantas, aunque naturales, no dejan de ser sustancias bioquímicas y medicamentos que hay que tomar con precaución y respetando las dosis, ya que también existen contraindicaciones y riesgos, pero entiendo que éstos pueden ser perfectamente asumibles, cuando su eficacia está avalada por una investigación científica razonable, y su uso está basado en una praxis tradicional secular. Máxime cuando de lo que estamos hablando es de la posibilidad de salvar millones de vidas.
Por eso, creo que merece la pena ayudar a difundir esta información, y deberíamos exigir a los poderes públicos que deroguen o modifiquen la Directiva Europea de Medicamentos a base de Plantas Tradicionales, estudien más estas platas y todas aquellas que puedan ser útiles a la sociedad, y si sus efectos son tan buenos como parece, debería promocionarse su cultivo, comercialización y su uso adecuado, sin ningún tipo de cortapisas, y si para ello es necesario o se estima justo y conveniente indemnizar a las empresas farmacéuticas por las investigaciones que realizaron y financiaron inicialmente ¡Hágase! Aún así estoy seguro que nos ahorraríamos miles de millones de euros en la investigación y en el tratamiento de los casos de cáncer, tanto en la sanidad pública como en la privada, y sobre todo liberaríamos a millones de personas del suplicio que supone la quimioterapia actual.
Fuente.
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